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domingo, 18 de enero de 2015

'El ejército de Mahoma se acaba de despertar'

'El ejército de Mahoma se acaba de despertar'


  • El presidente de Níger paga un precio muy alto por participar en la marcha de París

  • Cuatro muertos y medio centenar de heridos en las protestas de las últimas horas


El letrero de un bar francés, en la capital de Niamey, fue quemado...
El letrero de un bar francés, en la capital de Niamey, fue quemado por los manifestantes. BOUREIMA HAMA AFP

El presidente de Níger, Mouhamadou Issoufou, está pagando un precio muy alto por su participación en el desfile republicano del domingo en París, de rechazo al zarpazo al terrorista que padeció la revista Charlie Hebdo. Por segundo día consecutivo miles de manifestantes protestaron en todo el país contra la portada del último número del semanario satírico francés, en el que se vuelve a reproducir al profeta Mahoma, aunque la furia callejera es también achacable a la presencia de Issoufou en la capital francesa, según residentes extranjeros en Niamey.
Otros jefes de Estado de países musulmanes, como el rey Abdalá de Jordania o el presidente Macky Sall de Senegal, que también estuvieron en París, han visto cómo en sus respectivas capitales se desarrollaban multitudinarias protestas contra Charlie Hebdo, pero sin llegar a ser violentas. La indignación de los nigerinos quedó ya patente el viernes en Agadez, Maradi y, sobre todo, en Zinder, la segunda ciudad del país, donde hubo 45 heridos y cuatro muertos: tres manifestantes y un gendarme atropellado. Ayer se extendió a la capital, Niamey (un millón y medio de habitantes), donde nunca se habían producido disturbios a gran escala inspirados en sentimientos religiosos.
Cerca de 2.000 jóvenes se dieron cita por la mañana alrededor de la Gran Mezquita. Repartidos en grupos de unos 300 se lanzaron al ataque de las iglesias -ocho ardieron, casi todas evangélicas- de las tiendas que venden alcohol, de los locales en los que los ciudadanos apuestan por las carreras ecuestres parisinas (PMU), de las empresas francesas -la telefónica Orange o los concesionarios de automóviles- y las sedes del PNDS, el partido del presidente.
Los manifestantes, incluso adolescentes, gritaban: «El ejército de Mahoma se acaba de despertar», «Sacrifico a mi padre y a mi madre para nuestro profeta», «¡Muera Francia!», «¡Muera Charlie Hebdo!» etcétera. Mal equipada, la policía respondió con granadas lacrimógenas y su único éxito consistía, a primera hora de la noche, en haber logrado impedir que la turba prendiese fuego a la catedral católica construida por los franceses.
A su regreso de París, Issoufou vio venir los disturbios cuando supo del malestar de las asociaciones musulmanas y de algunos ulemas (teólogos islámicos). Pese a haber sido elegido en 2011 con una holgada mayoría (58%), en unas elecciones presidenciales transparentes, su gesto solidario con la antigua metrópoli colonial le está costando caro. Para intentar desactivar la que se avecinaba prohibió el jueves Charlie Hebdo, como lo hizo también el senegalés Macky Sall, para tratar de ponerse a salvo de las críticas.
Su Gobierno publicó además ese día un comunicado en el que explicaba que su «participación en el desfile [de París] se debía a su compromiso con la lucha contra el terrorismo», que tanto ha azotado a Níger, «y por la libertad» y no significaba e»n absoluto un apoyo a los excesos que conlleva un cierto concepto de la libertad e prensa». Issoufou, añadía, «condena con contundencia la caricatura de Mahoma en la portada».
No le sirvió para desactivar el descontento popular en un país de 17 millones de habitantes -el 90% musulmanes-, cuya extensión multiplica a la de España por 2,5, y al que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo consideraba hace un par de años como el menos desarrollado de la tierra pese a las riquezas de su subsuelo. Una vez más quedó claro, ayer, que en Occidente y, especialmente, en Francia el concepto de libertad de expresión está en las antípodas del de muchos musulmanes. «Francia tiene principios y entre esos valores figura la libertad de expresión», afirmó el presidente François Hollande en Tulle. «A veces no pueden comprender lo que es la libertad de expresión porque no han gozado de ella», recalcó sin mencionar a ningún país. Su ministra de Justicia, Christiane Taubira, sí osó hace unos días nombrar a unos cuantos.
Consciente de que está saliendo engrandecido por su actitud ante el desafío terrorista, Hollande endureció el lenguaje. Tachó de «intolerable» la quema de banderas francesas en Pakistán, Senegal, Argelia o Níger. «Habrá que castigar» a sus autores, anunció, incluso si están en el extranjero. No explicó cómo hacerlo. Los que por ahora sí están castigados son los 1.550 franceses residentes en Níger a los que la Embajada de Francia en Niamey instó a no salir a la calle. El centro cultural francés de Zinder fue incendiado el viernes pasado.

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