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Ankara, Turquía.- El Estado Islámico ha logrado sumar a su causa combatientes procedentes de lugares insospechados, ubicados en el otro extremo de su autoproclamado califato. El último ejemplo de su vasta red de reclutamiento es Abu Hudaifa al Meksiki, el nombre de guerra de un yihadista de nacionalidad mexicana que habría entrado en combate en Siria, revelaron expertos en yihadismo.

Pocos detalles han trascendido de la identidad de Abu Hudaifa al Meksiki (el mexicano, en árabe), del que se desconoce incluso su verdadera identidad, pero se sabe que vivió tanto en la Ciudad de México como en Guadalajara. En su única imagen difundida hasta la fecha, aparece con el rostro oculto bajo una kufiya (pañuelo palestino) y empuñando un kalashnikov. Un árido paisaje enmarca la figura de la fotografía, en riguroso blanco y negro.

“Todo lo que podemos decir es que es el único mexicano enrolado en el Estado Islámico o al menos el único cuyo rastro hemos podido seguir”, señala a este diario Veryan Khan, directora editorial de TRAC (Consorcio de análisis e investigación en terrorismo, por sus siglas en inglés). Su organización es una de las mejores fuentes para desentrañar el complejo entramado que ha construido el Estado Islámico (EI) a caballo de Siria e Irak.

Expande fronteras

A las órdenes del autoproclamado califa Abu Bakr al Bagdadi, el grupo yihadista controla amplias zonas de ambos países y tras capturar el pasado junio Mosul, la segunda ciudad de Irak, ha logrado diluir sus fronteras gobernando a unos 11 millones de habitantes.

Los ataques aéreos lanzados desde agosto por la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, han detenido su rápido avance pero, de momento, no han logrado recuperar el territorio arrebatado por sus seguidores.

El militante mexicano se habría convertido en uno de los más de 15 mil guerrilleros extranjeros que han viajado hasta el califato para unirse a la yihad (guerra santa) seducidos por el infame historial de ejecuciones sumarias, crucifixiones, amputaciones o decapitaciones que han obligado a cientos de miles de personas a abandonar sus hogares.

Soldado desconocido

La instantánea que confirma su adhesión a las filas yihadistas fue publicada en internet el pasado 16 de mayo. “Realmente no se ha sabido nada desde entonces”, precisa Khan.

Cuentas de Twitter vinculadas ideológicamente al EI han usado la imagen para presumir de la plural procedencia de los “muyahidines” (guerreros santos). La semana pasada, sin embargo, varios perfiles de supuestos militantes del EI se hicieron eco de la muerte del mexicano.

Según estas informaciones, que no han podido ser verificadas de manera independiente, “el mártir” Abu Hudaifa al Meksiki habría caído en la ciudad kurdo-siria de Kobane, escenario desde el 16 de septiembre de una ofensiva del EI.

Precisamente el pasado domingo el Observatorio Sirio de Derechos Humanos cifró en 905 los combatientes del EI fallecidos en los choques contra kurdos sirios que se registran desde entonces en sus alrededores, cerca de la frontera con Turquía. Entre las bajas, figuran al menos 23 suicidas.

Los hispanohablantes forman un pequeño grupo en las filas del EI, nutridas por militantes originarios de Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, los países árabes o la región rusa de Chechenia, entre otros.

TRAC calcula que hay al menos 184 personas procedentes de España o América Latina en la organización yihadista. La cifra, recalcan, es mucho más alta si se contabilizan los marroquíes que se han alistado al califato desde territorio español, en enclaves especialmente sensibles como Ceuta o Melilla.

El grupo señala que las redes yihadistas en la península ibérica comparten patrón con las de otros países europeos como Francia y Bélgica.

Los objetivos del reclutamiento suelen ser musulmanes que, a diferencia de sus padres, han nacido y crecido en ciudades europeas y que a menudo no han participado en actividades terroristas hasta su periplo a las tierras del EI.

Descubren a la mente de las redes sociales

El hombre detrás de una de las cuentas de Twitter más influyentes del yihadismo era un directivo de una empresa en Bangalore, India, según la televisión británica “Channel 4”.

La cuenta, de nombre de @ShamiWitness, tenía unos 17 mil 700 seguidores, entre ellos varios combatientes extranjeros de la organización Estado Islámico(EI).

Algunos de sus tuits fueron vistos más de 2 millones de veces en un mes, según la cadena.

El creador de la cuenta, de nombre “Mehdi”, según “Channel 4”, la cerró después de ser contactado por la cadena y el viernes no estaba en funcionamiento.

Según “Channel 4”, que no dio el nombre completo para no ponerlo en peligro, el hombre “tiene responsabilidades en un conglomerado indio en Bangalore”.

También de acuerdo con la televisora, “Mehdi” explicó que no se había sumado a las filas del grupo Estado Islámico porque su familia depende económicamente de él.

La Policía india dijo a la prensa que investiga el asunto.

“Vi, como ustedes, las noticias” sobre el tema, dijo el comisario de Policía M.N. Reddi en una conferencia de prensa el viernes.

“Hemos tomado nota y estamos investigando”, explicó.

@ShamiWitness daba información a los reclutas novatos del grupo Estado Islámico y se hacía eco de la muerte de algunos, alabando su “sacrificio”. (AFP).

La fuente de su poder

El desengaño de la Primavera Árabe, el fracaso del nacionalismo árabe laico, la frustración por la cuestión palestina y una crisis de valores en Occidente fomentaron la radicalización religiosa y su influencia en la geopolítica mundial.

Sumándose a las enormes frustraciones nacidas del estancamiento de la cuestión palestina, del desarrollo económico anémico y de la corrupción endémica, las esperanzas frustradas del nacionalismo árabe favorecieron en la región el increíble ascenso de un proyecto islamista que afirma ser capaz de ofrecer otra vía.

El verdadero cambio fue la invasión estadounidense de Irak en 2003. “Exacerbó la línea de fractura confesional (entre chiitas y sunitas), colocó a Irán como actor importante en el mundo árabe y suscitó un fuerte sentimiento de vulnerabilidad entre los sunitas en el Levante”, opina Raphael Lefevre, investigador en el Carnegie Middle East Center.

“El auge del Estado Islámico, del Frente al Nosra y de otros grupos extremistas sunitas sólo puede entenderse a la luz de esta vulnerabilidad”, dijo citando el peso militar del chiita Hezbolá en Líbano y en Siria; la represión de una revuelta ampliamente sunita en Siria por parte de un régimen dominado por los alauitas; y la conducta discriminatoria en Irak del poder chiita.