Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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domingo, 17 de mayo de 2015

¿Será el narco mexicano nuestro Estado Islámico?

A Estados Unidos van las drogas y las ganancias. De México pasan, deambulan e incluso expolian millones de vidas que pasan a ser parte del costo del producto y la plusvalía depositada en el sistema financiero occidental. El narco media, ejecuta, y ordena parte de esta acumulación de capital, y de un tiempo para acá los carteles no sólo se han convertido en un negocio con ganancias seguras sino en verdaderas unidades territoriales con monopolio de la violencia y capacidad de autosuficiencia económica, similar a lo que se conoce como Estados-naciones.
Es que si observamos la historia del narco mexicano y sus personajes, lo que vemos es la profundización y auge de los carteles dentro de un contexto que sirvió para agudizar y fortalecer el poder de estos y su capacidad de inserción territorial, si entendemos que el narco mexicano comienza de la siguiente forma:
  • Como un negocio centrado en la exportación de marihuana y opio (heroína) a Estados Unidos en la primera parte del siglo XX, en la que líderes regionalesdel Partido Revolucionario Institucional (PRI) por un lado prohibieron el narcotráfico y por el otro se hicieron cargo de éste a través del control de terceros.
  • En este contexto es que nacen, de diferentes maneras, los dos principales carteles: el de Guadalajara y el del Golfo. El primero comenzó a proyectarse a partir de la Dirección Federal de Seguridad, que servía de mediadora entre el PRI y los narcos y tuvo entre sus integrantes al jefe de este cartel, Miguel Ángel Félix Gallardo, y uno de sus lugartenientes, Juan José Esparragosa. El del Golfo lo hizo a partir de la infiltración en las instituciones del Estado y la complicidad también con el partido en los estados del Golfo.

Segundo período

En todo este periodo, el PRI, como partido único y del orden, negocia en posición de fuerza con el narco dentro de un contexto mundial en el que el Estado-nación era fuerte y su poderío económico un fin en sí mismo. Esos fueron los cincuenta y los sesenta, pero en los setenta comienza el inicio del fin del incipiente Estado de bienestar (hasta en la periferia, donde existía a costa de hambrear a millones), y en México y el mundo comienza la desregulación financiera, el desmantelamiento del Estado como consecuencia del rumbo del capitalismo hacia la acumulación financiera (especulativa) como nuevo mantra. Hablamos del neoliberalismo.
Con este paisaje, la historia del narco comienza también a dibujar su actualidad y se dan los siguientes hechos:
  • Con la caída de las rutas tradicionales de cocaína a Estados Unidos, el Cartel de Guadalajara hace alianza con el de Medellín -de Pablo Escobar-, y el del Golfo hace lo mismo con el de Cali. Los dos se hacen cargo de meter la cocaína a Estados Unidos e inician una fase de auge económico que nunca se detendrá, y que se verá fortalecida en su posición en México y el mercado del narcotráfico.
  • Aquí, además, también empieza la Guerra contra las Drogas de Ronald Reagan en la década de 1980, y este leit motiv sirve para aumentar la presión sobre el gobierno mexicano, y por ende el PRI, con el objetivo de tomar el control de la seguridad interna mexicana. Uno de los daños colaterales, en términos de poder, resulta del fin del Cartel de Guadajalara con la prisión obligada de sus jefes y la consecuente fragmentación de la organización en varios grupos en la misma región.
  • Esto a largo plazo terminará por dibujar la guerra entre carteles, y explica, en parte, los interminables conflictos por control territorial de rutas y "mercados". De aquí nacen los choques entre el Cartel de Sinaloa y el de Tijuana y los herederos, entre los que se encuentran parte de los mismos que antes estaban dentro del Cartel de Guadalajara bajo la orden de su jefe, Félix Gallardo.
  • De este proceso también se da la decisión de terminar con la Dirección Federal de Seguridad para intentar cortar la alianza entre parte del aparato de seguridad a cargo del PRI y los narcos del Cartel de Guadalajara, salidos y protegidos por esta institución y otras, que desaparecen en el mismo proceso. Los analistas mexicanos fechan con esto el fin de una institución mediadora con el narco y el inicio del proceso de mayor autonomía del narco respecto del poder político.

Tercer período

En los '90, la suerte del Consenso de Washington, la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá, y la final entrega de las empresas estatales van de la mano con la historia del narco, y esto se ve con el hecho simbólico de que el auge del Cartel del Golfo se da, en parte, gracias a la cercanía con el presidente Carlos Salinas de Gortari, quien aplicó el neoliberalismo a gran escala en México y dio inicio al derrotero que, tiempo después, terminó con la hegemonía del PRI y la progresiva transformación hacia el Estado mínimo.
A finales de esta década, se da otro hecho de enorme simbología cuando 33 miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafe) y el Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (Ganfe) del ejército mexicano, formados en la Escuela de las Américas y por el ejército israelí, pasan de encargarse de la guerra sucia contra el ejército zapatista en Chiapas a ser un grupo de sicariato del nuevo jefe del Cartel del Golfo, Osiel Cárdenas, asediado por las rivalidades internas y externas a la organización después de haber asesinado a su antecesor, Ángel Salvador Gómez.
El Consenso de Washington, la firma del TLC con Estados Unidos y Canadá, y la entrega de empresas estatales van de la mano con la historia del narco
Estos mismos 33 luego armaron su propia organización llamada Los Zetas, haciéndose cargo de una parte del territorio del Cartel del Golfo cuando su jefe cayó en desgracia. Así fue cómo los mismos métodos de la guerra sucia (tortura, asesinatos cruentos, desapariciones, entre otros) se volvieron herramientas masivas del narco para inocular miedo y terror frente a "sus enemigos" y la población de "sus territorios".
Con la conformación de territorios narcos en convivencia con la supuesta institucionalidad del Estado, el poder político del PRI se fragmenta y pierde peso con su derrota frente al Partido Acción Nacional (PAN), y aquí es cuando se observa en todo su tenor cómo el narco y los múltiples cárteles se hacen cargo del territorio ahí donde el Estado ya no hace pie.
El PAN responde con más combustible al fuego aumentando la pobreza a más de 50% y comenzando la guerra contra el narco de Felipe Calderón. Todo esto refuerza las condiciones objetivas para los dos caminos de la pobreza en los territorios del narco: la migración como mano de obra barata hacia Estados Unidos, o la asimilación como miembro del narco.

Cuarto período: hoy

Así los carteles se convierten en verdaderos actores de peso que ponen y sacan alcaldes, gobernadores y hasta presidentes, si tenemos en cuenta, por ejemplo, el derrotero de Enrique Peña Nieto, cuya campaña presidencial estuvo marcada por una alianza con los cárteles de los Beltrán Leyva, Los Zetas, el de Sinaloa y el de Juárez, para ganarle al PAN en el Triángulo Dorado (Sinaloa, Chihuahua y Durango), denominado así por ser uno de los mayores centros de producción de heroína y marihuana del país.
Incluso, la diversificación de los negocios del narco se ve en toda su dimensión con Los Zetas, quienes se encargan, por ejemplo, de robarle petróleo a Pemex y revenderlo en Estados Unidos en paralelo al proceso de debilitamiento de la principal fuente de ingresos del Estado mexicano, para privatizarla de facto o entregar su cuota de mercado a las transnacionales, en el marco de lo que luego se conoció como la Reforma de Pemex, acordada por Peña Nieto con el PAN y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Y todo este proceso se da sobre la base del Plan Colombia mexicano, la Iniciativa Mérida, funcionando a todo vapor en el marco de la Guerra contra las Drogas, lo que en paralelo termina fagocitando las fronteras entre los dos países, al punto de que hoy los militares estadounidenses pueden portar armas en el lado mexicano cuando esta ayuda -militar y financiera- no sirvió para detener la multiplicación de cárteles, el poderío del narcotráfico en México, y además ayudó a perpetuar el terrorismo de Estado realizado por organismos de seguridad gubernamentales en abierta connivencia con el narco, como se vio en gran escala con el caso Ayotzinapa
Todo este proceso se da sobre la base del Plan Colombia mexicano, la Iniciativa Mérida, funcionando a todo vapor en el marco de la Guerra contra las Drogas
Esto es así, a tal punto, que el modelo Zeta de ex militares devenidos en narcos continúa a todo vapor y hoy se ve en toda su dimensión con el surgimiento de otro grupo narco de ex miliares en Jalisco, como si los daños colaterales de la Guerra contra las Drogas de Estados Unidos generaran los mismos resultados que su hermana Guerra contra el Terror y el surgimiento del Estado Islámico, antes formados militarmente por agentes estadunidenses y sus aliados del Golfo para la intervención en Irak y Siria.
Así que el daño colateral en versión latinoamericana de la Guerra contra el Terrorismo son cárteles formados por militares, capaces de realmente consolidar el monopolio de la violencia de estos grupos para apoderarse de un territorio y disciplinar a lo que tenga a su alrededor, así como controlar las fuentes de acumulación económica de esa zona. El mismo modelo que da origen al Estado Islámico en el mundo árabe y musulmán.  
Entonces, se puede concluir que la secuencia básica de los últimos años de las clases dominantes mexicana y estadounidense han sido: destruimos el Estado, nos hacemos cargo de formar a los grupos que fragmenten su soberanía, revendemos los recursos naturales, liberalizamos los flujos de dinero y ordenamos el desastre social en una guerra continua de miles de muertes y disciplinamiento social, cuando el Estado corporativo por el otro lado devora lo que puede y debe.
En sí, un verdadero experimento social en las puertas de Estados Unidos, y un fin en sí mismo listo y con calidad de exportación.

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