ISIS preparó un nuevo “Diluvio Universal” que amenaza a Irak
El valle del Tigris y el Eufrates conoce de inundaciones. Tanto que hace más de 4.500 años los sumerios recogieron en tablas de arcilla la historia de un “diluvio universal” cuya historia es muy similar a la que se narra en la Biblia.
Se cuenta que el dios EA anunció al héroe Utnapishtim que vendría una gran tormenta y le pide que construya una embarcación donde debe protegerse junto a todos los animales del mundo. La advertencia es exitosa y el héroe termina encallado sobre una montaña, de donde baja luego de enviar a una paloma, una golondrina y un cuervo en busca de tierra firme.
Veinte siglos después, el valle revive la amenaza bíblica, aunque esta vez organizada por el hombre. Sucede que el mayor embalse de Irak, ubicado en Mosul, se derrumba. Construido en 1986 por Sadam Hussein sobre un lecho de yeso y anhidrita, altamente soluble en agua, ha requerido desde su inauguración la inyección de cemento en sus cimientos las 24 horas al día.
Pero cuando ISIS tomó Mosul, en junio de 2014, los trabajos de mantenimiento se detuvieron. Y desde entonces continúan parados, pese a que los kurdos recuperaron la represa 6 meses después.
Ante esta situación, Estados Unidos ha advertido que se avecina una “catástrofe de proporciones épicas” si no se reinician de inmediato los trabajos en el fondo del lago. Si la represa finalmente colapsa, una ola de 12 millones de metros cúbicos de agua y 14 metros de altura devastaría Mosul, capital del califato del ISIS, en menos de cuatro horas.
Pero el desastre no terminaría ahí, unas 40 horas después el “tsunami” llegaría a Bagdad. La cifra de muertos ascendería a entre 1 y 1,5 millones de personas, según los cálculos más conservadores.
El problema se agrava porque el ISIS mantiene cautivos a cientos de miles de personas en Mosul, que no podrán escapar del agua.
En un intento de última hora por evitar el colapso de la presa, el gobierno de Iraq adjudicó a la empresa italiana Trevi que reiniciara los trabajos de mantenimiento, a un costo de 300 millones de dólares.
Durante 18 meses, 450 técnicos protegidos por las fuerzas kurdas inyectarán día y noche cemento en el inestable fondo donde se asienta el dique. Sin embargo, la campaña podría haber llegado demasiado tarde.Según expertos las inundaciones son inminentes y “el agua aumentará la presión sobre el esqueleto de la presa, que no soportará”.
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