En este artículo, el Dr. Christian Fiala, fundador y director médico de la Clínica Gymned de Viena, describe claramente cómo funcionan las “vacunas” de ARNm y los riesgos que se asocian a ellas. Como buen médico industrial, Fiala tiene una concepción militarista de la salud (basta con leer los términos “disparar al propio bando”, “atacar y destruir”, etc.) bastante alejada de la de la medicina natural que simplemente concibe el “sistema inmune” como una función de limpieza dentro del cuerpo frente a partículas o microorganismos extraños o que están en desequilibrio (en demasía o realizando funciones que no deberían en lugares que no deberían). No obstante nos parece una interesante explicación del funcionamiento de la vacuna y de lo que puede hacer en nuestro cuerpo a nivel fisiológico, pese a no compartir los términos en los que se expresa.
Así mismo, hay que destacar que en muchos viales de la vacuna se están encontrando no sólo ARNm para la fabricación de proteínas de espiga (esto sería el estándar de este tipo de vacunas) e incluso para una “reprogramación genética” más amplia sino también otra serie de partículas que amplifican el magnetismo del cuerpo, nanometales pesados y otras sustancias nocivas e incluso hongos y cuerpos extraños.
Creemos que estas “vacunas” son un experimento en el que se quieren probar muchas cosas pero sobre todo son una operación para enfermarnos con la finalidad de someternos. A la vista de lo publicado en este blog desde que nació, también creemos que intentan hacer pruebas mediante estas sustancias y tecnologías para controlar nuestra voluntad (esto a futuro, probablemente) con mecanismos bioquímicos y físicos para hacer al esclavo perfecto y para probar cambios fisiológicos que permitan la fusión cerebro-máquina, así como también reducir la población. Dichos experimentos se viene llevando a cabo a lo largo de toda la década de 2010-2020 y ahora se están extendiendo de manera generalizada. Sea como fuere y de manera más básica e inmediata, y sea con el fin que sea, lo que está claro es que estas “vacunas” enferman y el Doctor Fiala nos lo explica clara y concisamente en este artículo. Las cursivas son nuestras
Ante todo, nuestro sistema inmunitario es muy complejo. Identifica un patógeno o una célula extraña a partir de su superficie celular y destruye la célula portadora de estos antígenos. Este es el principio en el que se apoya la vacunación. Para hacerse, el patógeno generalmente se inactiva para que no pueda causar una infección. Vivir con buena salud solo es posible con esta condición
Es precisamente esta distinción esencial y este fundamento de la vida lo que se pone en tela de juicio con la inyección que estamos experimentando y que se difunde bajo el nombre de “vacuna” contra el Covid. Las ahora famosas proteínas de espiga son una característica que permite reconocer el virus Covid, un antígeno.
Disparar al propio bando
Cuando el virus Covid penetra en el organismo, el sistema inmunitario reconoce al invasor gracias al antígeno de la proteína espiga y lo destruye o destruye las células ya infectadas.
Con la “vacunación” de ARNm contra el Covid, las células del cuerpo son, por primera vez en la historia, programadas genéticamente de forma deliberada mediante ARNm para producir la proteína de espiga como antígeno (extraño) en su superficie, aunque estén completamente sanas y no estén infectadas por el virus.
El mecanismo de acción de la “vacuna” contra el Covid consiste en marcar las células sanas como extrañas
En consecuencia, el sistema inmunitario reacciona inmediatamente; reconoce el antígeno como extraño, fabrica anticuerpos para combatirlo y destruye la proteína espiga destruyendo la célula que la porta.
Esto significa que la “vacunación” contra el Covid engaña a nuestro sistema inmunitario empujándolo a atacar y destruir nuestras propias células sanas. En el ejército, esto se llama “disparar al propio bando”. Esto representa un peligro radical no sólo para nuestra salud, sino también para nuestra supervivencia. Conocemos este fenómeno por las enfermedades autoinmunes. Poco frecuentes, generalmente suelen ser graves y pueden ser mortales.
La dosis hace el veneno
Para evaluar mejor el peligro de la “vacunación” Covid, es importante saber qué cantidad de ARNm es administrada con una dosis de vacuna, es decir, cuántas células del cuerpo son estimuladas para producir la proteína espiga, y por tanto soltadas para ser destruidas por el sistema inmunitario. Por desgracia, esta información esencial no se menciona en los estudios de aprobación. Sólo existe una estimación científica del número de partículas en las que el ARNm es transportado por las nanopartículas lipídicas: unos 2.000 millones.
No todas las partículas alcanzan una célula sana y algunas células del organismo entran en contacto con más de una partícula. Además, no todas las partículas son necesariamente funcionales. Sin embargo, el número de partículas es particularmente importante si se considera que el cuerpo humano está formado por unos 37.000 millones de células.
¿Cuáles son los órganos dañados por la “vacunación” contra el Covid?
La “vacunación” contra el Covid está programada de manera a que el sistema inmunitario destruya las células del organismo que han producido la proteína espiga en su superficie. ¿Podría esto afectar a los órganos vitales?
La respuesta a esta pregunta puede encontrarse, junto con otras, en los experimentos con animales realizados por el fabricante de vacunas BionTech/Pfizer. La información genética de la proteína espiga, que se halla en un segmento del genoma, el ARNm, está envuelta en pequeñas esferas de grasa, las nanopartículas lipídicas. Al cabo de una hora, la mitad de ellas ya se habían extendido por todo el cuerpo. En los experimentos con animales mencionados anteriormente, estas nanopartículas se encontraron en todos los órganos, especialmente en el hígado.
También se han encontrado en el cerebro, lo que demuestra que son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica. También se han detectado otras en los ovarios y los testículos. Esto significa que las células del organismo crean la proteína espiga en estos órganos, lo que explica sin duda por qué los múltiples efectos secundarios y los daños causados por la vacuna son igualmente repartidos de manera aleatoria en un gran número de órganos.
Puesto que las nanopartículas están distribuídas en la sangre, las células endoteliales quedan especialmente afectadas. Esto explica los numerosos coágulos de sangre (trombos o embolias) observados tras la “vacunación” contra el Covid. Este fenómeno se observa en el cerebro, entre otros lugares, y provoca daños parcialmente irreversibles. Esto es especialmente preocupante porque demuestra que incluso estos órganos, que están separados del sistema inmunitario por una barrera especial, son ahora vulnerables.
La “vacuna” de refuerzo –lo suficiente no es suficiente
La “vacuna” contra el Covid está diseñada para ser administrada en intervalos cortos. Por lo tanto, caduca al cabo de 6 a 9 meses, tras lo cual las personas vacunadas se consideran no vacunadas. Muchos gobiernos ya han encargado varios millones de dosis para los próximos años. En Israel, una gran proporción de la población, ya ha sido vacunada por tercera vez
La pregunta clave es: ¿cuál es el efecto de una inyección repetida en el organismo?
Nuestro sistema inmunitario es capaz de aprender. Cuando un agente patógeno penetra por primera vez en el cuerpo, es reconocido como extraño, pero hace falta varios días para que el sistema inmunitario actúe. Durante este tiempo, el patógeno tiene ventaja durante un corto período de tiempo. Sólo después de unos días el sistema inmunitario es lo suficientemente fuerte como para destruir el patógeno y recuperamos la salud.
Afortunadamente, la siguiente vez, el sistema inmunitario recuerda el “aspecto” del patógeno y se activa más rápidamente y con más fuerza. Esta poderosa defensa nos protege y no volvemos a enfermar; somos inmunes.
Este mecanismo vital también se repite con cada nueva “vacunación” contra el Covid, salvo que la reacción masiva del sistema inmunitario a cada inyección posterior no se dirige contra un agente patógeno, sino contra nuestras propias células sanas, marcadas una vez más por la proteína espiga. Consideradas como un agente patógeno, estas células, por lo demás sanas, son objeto de destrucción. La eficacia y la ferocidad de esta destrucción aumentan con cada inyección. Esto significa que las “células marcadas”, aunque estén sanas, son destruídas con mayor eficacia que durante la primera inyección.
Así, esta capacidad de memorización del sistema inmunitario se convierte en un arma peligrosa contra nosotros mismos.
En lugar de hacer inofensivos a los patógenos extraños, el sistema inmunitario destruye ahora las propias células del cuerpo que han recibido la orden de producir la proteína espiga. Por lo tanto, cada inyección suplementaria de una “vacuna” contra el Covid representa un gran riesgo. Lo que corresponde a las complicaciones de las vacunas cada vez más numerosas y más fuertes que se observan después de la segunda vacunación.
Lo mismo ocurre con las personas que han tenido una infección de Covid en el pasado, se han recuperado y reciben aún así una “vacuna contra el Covid.
Afortunadamente, las personas que ya han sido vacunadas pueden decidir salirse del ciclo de vacunación en todo momento, y así evitar con toda seguridad riesgos adicionales para la salud.
Conclusión
Con la “vacunación” de ARNm contra el Covid, un número increíblemente alto de células endógenas sanas son marcadas como células extrañas por la proteína espiga, dando así luz verde al sistema inmunitario para destruirlas. El sistema inmunológico ha sido engañado para matar a miles de millones de células sanas.
Los procesos descritos forman parte de los conocimientos médicos de base y son bien conocidos. Esto hace que sea aún más preocupante que estos aspectos importantes estén prácticamente ausentes de los discursos científicos y públicos.
(Traducción verdadypaciencia)
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