¿Qué se juega en Pakistán con la detención y liberación de Imran Jan?
La detención y posterior puesta en libertad del ex primer ministro pakistaní Imran Jan ha vuelto a poner a Pakistán bajo el foco mediático internacional.
Jan, quien fue detenido el pasado miércoles acusado de corrupción, fue puesto en libertad una vez que el Tribunal Supremo ordenó su inmediata liberación al considerar que su detención había sido ilegal.
La detención del ex primer ministro provocó manifestaciones masivas organizadas por sus seguidores, miembros del partido Tehreek-e-Insaf (PTI), en las cuales se bloquearon carreteras y se quemaron instalaciones militares, como la residencia del principal responsable militar de Lahore.
Desde la moción de censura que propició la caída de Jan y su gobierno, en abril de 2022, el ex primer ministro de Pakistán tiene más de 100 causas judiciales abiertas, en su mayoría por corrupción. Desde el PTI consideran que todos estos casos son parte de un plan orquestado por el ejército, el verdadero poder en la sombra en Pakistán desde su independencia, con el objetivo de eliminar políticamente a Jan y al PTI de la vida política del país.
Sin entrar a valorar la veracidad de estas acusaciones, el objetivo de este artículo es arrojar luz sobre la élite liberal pakistaní, a la que podemos referirnos como "fundamentalistas liberales", y su modo de operar. Es importante destacar que esta élite liberal no es exclusiva de Pakistán, sino que se puede encontrar en todo "Muslimistán" y en lo que se conoce como el Sur Global.
¿Cómo se define a un "fundamentalista liberal" en Pakistán o en "Muslimistán"? Existen tres características principales que definen y dan coherencia a esta categoría. En primer lugar, una fe ciega en las virtudes de la democracia liberal secular, sin prestar atención a los contextos políticos, concretos y locales.
En segundo lugar, la adopción del secularismo lleva a esta élite liberal a mantener una permanente actitud de sospecha, cuando no de abierta hostilidad, hacia toda forma pública de musulmanidad. El secularismo es ante todo un proyecto hegemónico que construye sus propios límites, dotándolos de contenido y haciendo que adquieran un aire de naturalidad para las personas que habitan en sus términos. El secularismo no es un estado natural ni la culminación de un proceso histórico, sino más bien una herramienta de disciplina que valida algunos comportamientos políticos y al mismo tiempo condena otro.
Y por último, la incapacidad de ver la violencia, física y epistémica, a la que están sometidas las poblaciones que no pertenecen a las élites liberales. En otras palabras, estas poblaciones son construidas como los “otros” internos, unos "otros" que no encajan en relación con los valores políticos liberales.
En el caso concreto que nos ocupa, Imran Jan se convirtió en el objetivo de la élite liberal pakistaní en el momento en que se negó a dar el visto bueno al plan estadounidense de construir una base militar desde donde operar sus drones. Es en ese momento cuando el ejército, que lo ayudó a llegar al poder al principio de su carrera política, comenzó a verlo como una amenaza para sus intereses. Jan, con todos sus defectos, demostró en ese momento que sabía leer lo que la mayoría de su país quería.
Una de las principales acusaciones que la élite liberal pakistaní ha lanzado contra Jan es su supuesta simpatía hacia el "extremismo" religioso, una afirmación que se resume en la etiqueta de "Talibán Jan". Es evidente que las acusaciones de "extremismo" religioso forman parte del discurso utilizado por Occidente, en particular por Estados Unidos, en la llamada "Guerra contra el Terrorismo".
La complicidad de las élites liberales pakistaníes, incluyendo al ejército, pone de manifiesto que no han entendido las bases fundacionales sobre las que se asentaba Pakistán. Estas bases, al menos en teoría, rechazaban el propio discurso occidental que estas élites continúan defendiendo. En lugar de ello, estas élites pretenden exculpar al colonialismo de las disrupciones violentas que han afectado histórica y contemporáneamente el sur global, incluyendo a Pakistán y Muslimistán.
La existencia del fundamentalismo liberal en Pakistán es una confirmación del fracaso del proyecto político original del país, a diferencia del éxito de la República Islámica. Pakistán se ha transformado en un estado convencional en el que la continuidad del discurso liberal sigue dominando las principales instituciones del país. Este fracaso se manifiesta en el apoyo que la élite liberal ha brindado y sigue brindando a la llamada "Guerra contra el Terrorismo".
La retórica del “terrorismo” se ha convertido en un sustituto de la raza, lo que significa que es una manera de dividir a las poblaciones siguiendo el marco epistémico originado en la modernidad occidental. Los “fundamentalistas liberales” continúan reproduciendo la división ontológica entre civilización y barbarie, tanto en Pakistán como en el resto del Muslimistán.
La figura de Imran Jan, sea cual sea su futuro jurídico y político, sirve para ilustrar lo que hemos denominado como "fundamentalistas liberales" en este artículo. Esta categoría política en Pakistán representa a los musulmanes como demasiado incivilizados e irracionales para alinearse con los intereses de la élite liberal supuestamente racional.
Por Xavier Villar
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