Un suicidio en la familia. Cuando se cree que la vida no vale nada

Un suicidio en la familia. Cuando se cree que la vida no vale nada
Jóvenes y adultos
"Ya no quiero vivir", "La vida no me interesa", "No tengo por qué vivir". Estos y muchos otros discursos podrían dar aviso de un posible intento de suicidio en la familia... pero, ¿qué se puede hacer ante este problema?
El suicidio es una de las diez causas de defunción a escala mundial, un problema que requiere mucha prevención y atención en la salud global, ya que se calcula que entre el 0.5% y el 2% de las muertes se deben a esta causa.

En países industrializados el suicidio se presenta con frecuencia en personas mayores de 65 años, pero en España, por ejemplo, es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 24 años de edad.

Los intentos de suicidio son más frecuentes en los más jóvenes y entre las mujeres, posiblemente porque suelen ser llamados de atención sobre situaciones de desafecto o frustración. Hay conductas suicidas con poco riesgo de muerte y otras con intenciones muy claras para no fracasar. No es lo mismo tomar varias pastillas sin prescripción médica, que arrojarse al vacío.

El suicidio siempre ha sido rechazado socialmente, sobre todo desde lo religioso, pero el ser humano ante la desgracia, la adversidad y los problemas aparentemente sin solución, suele buscar la huida más fácil: la muerte. Se recomienda reflexionar que no hay problema que no tenga solución o que no pueda superarse y seguir adelante, sólo la muerte no tiene retorno.

Hay muchas teorías para explicar el suicidio, pero lo cierto es que no hay suicidio sin desesperanza y sólo apelan a este recurso las personas que no tienen recursos para sobrevivir.

Se ha observado que en los momentos previos al intento hay tristeza, temor y desesperación: son llamadas de atención que no siempre pueden verse. Muchas personas consultan con médicos o psicólogos ante de intentar un suicidio. También suelen acercarse a un confesor si son religisos practicantes, pero es muy difícil prever un suicidio y no siempre las pautas son claras como para darse cuenta de la gravedad del problema.

Las familias quedan con mucha culpa y en realidad el suicida busca esta solución porque supone haber intentado todas las posibles y aún viendo este cuadro es muy complicado para la gente que lo rodea hacerle frente. Es necesaria la intervención de psiquiatras y terapeutas tanto para la persona que padece estos síntomas como para su entorno.

La culpa inmoviliza, por lo tanto la sugerencia es la consulta inmediata con algún experto que pueda ayudar a encontrar otro camino. Siempre hay otro camino.