Nuestra elección de líderes conserva restos del pasado evolutivo
El liderazgo humano ha evolucionado, pero aún comparte características del liderazgo de otras especies
Un equipo de científicos del Reino Unido ha publicado un artículo en la revista Current Biology en el que analizan la evolución del liderazgo humano. Según ellos, aunque el liderazgo de nuestra especie ha evolucionado de forma paralela a nuestro cerebro, seguimos compartiendo algunas de sus características con el liderazgo de otras especies animales. Desde esta perspectiva, podrían explicarse hechos como que la altura de un candidato a presidente condicione las preferencias de los votantes o que en la sociedad actual el liderazgo masculino siga siendo el imperante. Por Yaiza Martínez.
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Barack Obama, actual presidente de Estados Unidos. Fuente: everystockphoto. Un grupo de científicos de diversas universidades del Reino Unido ha publicado un artículo en la revista Current Biology en el que explican los orígenes evolutivos del liderazgo.
Tanto la actitud de liderar como la de sumisión a un líder no son atributos únicos de nuestra especie, sino que existen también en otras especies animales, señalan los investigadores.
La evolución del cerebro humano ha propiciado la aparición de formas más complejas de organización social. Sin embargo, a la hora de elegir a nuestros líderes, nuestras decisiones conservan restos del pasado evolutivo.
Por eso, tenemos en cuenta factores como la edad, el sexo, la altura o el peso de nuestros candidatos a la hora de realizar la elección de un líder, aseguran los científicos en un comunicado emitido por la Universidad de Oxford.
Búsqueda de prototipos
Mark van Vugt, del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva de dicha universidad y uno de los autores del artículo afirma que, a la hora de votar a un político determinado, por ejemplo, nos encontramos condicionados por prototipos ancestrales de liderazgo, que se activan en función del contexto.
Así, si la situación es de “guerra”, en los votantes se producirá la búsqueda de un prototipo concreto, el del líder masculino y fuerte.
Otro de los investigadores, Andrew King, de la Zoological Society de Londres, señala que la evolución ha establecido principios de liderazgo y sumisión durante varios millones de años.
La combinación de observaciones empíricas, modelos teóricos, neurociencia, psicología experimental y genética ha permitido explorar el desarrollo y las funciones adaptativas de ambas funciones sociales.
Los resultados de análisis, que han combinado ideas de las ciencias naturales como de las ciencias sociales, sugieren que el liderazgo y la sumisión en los humanos comparten características con el liderazgo y la sumisión en otras especies, lo que apunta a un origen evolutivo de ambos, señala otro de los autores del artículo, Dominic Jonson, del Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Edimburgo.
Patrones de liderazgo y sumisión
En el artículo de Current Biology, los científicos explican las principales características del liderazgo, y comparan la situación de éste en nuestra especie, con la situación que se produce en otras especies animales.
Los investigadores afirman que una de las claves universales de la emergencia del liderazgo y de la sumisión es la necesidad de coordinación.
Así, en aquellas especies en la que a los individuos les resulta más conveniente actuar y moverse en grupo (principalmente como consecuencia de presiones sociales y ambientales), tienden a aparecer patrones de liderazgo y de sumisión.
En estas situaciones, cualquier característica (física o de comportamiento) que incremente la propensión de un individuo determinado a “ir por delante” es lo que hace que éste emerja como líder, y que el resto de sus iguales tiendan a seguirle.
Concretamente, en todas las especies, los individuos más propicios a convertirse en líderes son los que presentan una característica morfológica, fisiológica o de comportamiento que les lleva a actuar en primer lugar, y a coordinar determinadas situaciones.
¿Quién manda?
Estas características serían las siguientes: En primer lugar, la motivación. Aquellos individuos que más necesitan un recurso particular son más propensos a convertirse en líderes.
Este hecho se ha comprobado en experimentos con peces desprovistos de alimento (y que se convertían en guía de los movimientos de sus iguales en entornos controlados), y también con cebras o lémures, entre otros animales.
Sucede lo mismo con los humanos: quienquiera que tenga el mayor incentivo para actuar, es decir, aquellos individuos con mayor motivación, serán más propicios a convertirse en líderes, explican los científicos.
El temperamento también es una característica determinante del liderazgo, comprobada tanto en animales como en humanos. En este último caso, se ha demostrado que la extraversión está más relacionada con la emergencia del liderazgo que la introversión.
Por otra parte, el líder también puede ser el más dominante. Así, en especies que forman sociedades jerárquicas, a menudo los individuos dominantes son los que asumen el papel de jefe.
Esto se ha visto en sociedades de gorilas y de lobos, y también en las sociedades humanas, en las que la dominancia suele valorarse en términos de estatus social.
Según los científicos, el hecho de que los hombres obtengan, en encuestas psicológicas realizadas, una puntuación más alta que las mujeres en las evaluaciones de dominancia y autoconfianza podría ayudar a explicar por qué hoy día (aún) el liderazgo masculino sigue siendo la norma en nuestras sociedades.
Finalmente, el conocimiento o el grado de experiencia también aumenta la tendencia de un individuo a convertirse en líder y a atraer a seguidores. Esto se ha constatado en cuervos y en ciertos tipos de peces, y también en humanos.
Evolución del liderazgo humano
El liderazgo ha tenido una gran importancia en la evolución humana, explican los científicos en Current Biology. Los líderes humanos no sólo promueven las acciones del grupo, sino que además motivan, planean, organizan, dirigen y controlan sus actos.
Esto se ha producido desde siempre, de manera democrática o despótica, en pequeños o grandes grupos. Pero, aunque existen coincidencias filogenéticas entre el liderazgo humano y el no-humano, la expansión de nuestro cerebro ha dado lugar a formas de liderazgo únicas en nuestra especie.
La revisión de los estudios realizados hasta ahora, ha constatado al menos cinco pasos o etapas principales en la evolución del liderazgo humano, afirman los científicos. En primer lugar, el liderazgo emergió en especies pre-humanas como un mecanismo para resolver problemas simples de coordinación grupal.
En segundo lugar, el liderazgo fue utilizado para organizar acciones colectivas en situaciones conflictivas (por ejemplo, para mantener la paz dentro de un grupo y asegurar así su unidad). En tercer lugar, la dominancia fue atenuada en las antiguas sociedades humanas igualitarias, lo que propició la aparición del liderazgo basado en la democracia y el prestigio de los líderes, cuya finalidad era facilitar la coordinación del grupo.
En cuarto lugar, el incremento de los mecanismos cognitivos de los grupos sociales humanos generó, para los líderes, nuevas oportunidades de atraer seguidores mediante la manipulación y la persuasión (gracias a las teorías de la mente y del lenguaje).
Por último, el incremento de la complejidad social de las sociedades que se produjo tras la revolución agrícola generó la necesidad de líderes más poderosos y formales que gestionaran dicha complejidad, a nivel interno y externo. Estos líderes son más valorados si proporcionan servicios públicos importantes, y peor valorados si abusan de su posición o ejercen un dominio exagerado sobre sus seguidores, explican los investigadores.
Esta evolución sufrida, sin embargo, no parece borrar del todo los prototipos de liderazgo anteriores, que siguen influyéndonos a la hora de valorar a nuestros líderes actuales, tal vez incluso sin que nos demos cuenta.
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