El colapso Maya lo causó modesta sequía
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Foto: Especial
El colapso de la civilización maya, hacia el siglo X de nuestra era, se ha atribuido a una sequía prolongada. El pueblo gustoso mantenía los altos estándares de vida de sus reyes-sacerdotes porque tenían comunicación directa con los dioses y, si éstos recibían suficientes corazones humanos, benevolentes retribuían con lluvia. Cuando la sequía se prolongó y los tributos a los dioses aumentaron más y más, los corazones palpitantes se les ofrecían en mayor número y no cumplían su parte, el pueblo se hartó y, no pudiendo hacer nada contra sus dioses por inalcanzables, excepto dejar de pagar tributo de sangre, se deshicieron de sus reyes-sacerdotes. Los tumultos crecientes acabaron llegando a los palacios y templos. Los sacerdotes fueron asesinados y desaparecieron los poderes.
En Collapse, Jared Diamond hace un magnífico recuento del desastre maya. Y proporciona datos confirmables: las grandes construcciones mayas estaban recubiertas de estuco pintado (a mano, diría un guía de gringuitos). El estuco se obtiene de la muy abundante piedra caliza que es el suelo de toda la península de Yucatán. Para convertir la piedra en estuco es necesario un lento proceso de cocimiento. No había otro material que árboles. Así que enormes caobos y pequeños chicozapotes eran derribados para alimentar los hornos.
El Imperio Maya es un invento del siglo XIX: “Las ciudades mayas permanecieron vacías, ocultas por árboles, y virtualmente desconocidas para el mundo exterior hasta que fueron redescubiertas en 1839 por un estadunidense rico llamado John Stephens y el inglés Frederick Catherwood” (p. 157). Hubo señoríos, feudos conectados por el idioma, el comercio, la religión y los usos y costumbres. Un conjunto de ciudades-estado más que un Estado como la Roma de mil años antes, alianzas que iban y venían, y, sobre todo, demostraciones de esplendor: la pirámide más alta, más bellamente decorada demostraba la superioridad del gobernante.
La competencia entre los reyes y nobles arrasó la selva. Hacia el siglo IX de nuestra era, el desastre ecológico se vio agravado por un ciclo solar, natural, que trae lluvias escasas. Así se explica “por qué lo último que oímos acerca de un rey de Copán es del año 822 [mil años pasaron para su redescubrimiento] y por qué el palacio real fue quemado”. La hambruna causada por la sequía se observa en los cientos de esqueletos recuperados y con signos de enfermedades y mala nutrición, señala Diamond (p. 170).
Nuevas revisiones de los sitios arqueológicos mayas encuentran que el colapso de la civilización maya no se debió a una sola mortal sequía, sino “a modesta reducción en las precipitaciones”, sostienen Martín Medina Elizalde y Eelco Rohling, autores del reporte en Science de este 24 de febrero. “La desintegración de la civilización maya clásica en la península de Yucatán y Centroamérica fue un proceso complejo que ocurrió a lo largo de unos 200 años…”, señalan y el dato está de acuerdo con otros estudios. “Concluimos que las sequías ocurridas durante la desintegración de la civilización maya, representaron una reducción máxima del 40 por ciento en la precipitación anual, probablemente debido a la menor frecuencia e intensidad de las tormentas tropicales de verano”.
Sequías hubo, pero repartidas en 200 años, y ninguna alcanzó el nivel catastrófico pensado antes de esta re-evaluación. “Sugerimos que las sequías asociadas con la desintegración de la civilización maya pudieron ser disparadas por una reducción en la frecuencia e intensidad de los ciclones sobre la península de Yucatán […] Nuestra interpretación de las sequías durante el período clásico terminal podría ser validada por futuras investigaciones enfocadas a datar los depósitos dejados por tormentas en todo Yucatán”. Las tormentas arrastran tierra y materia vegetal que luego se asienta, se deposita por capas en los fondos de lagos y así proporciona valiosa información del paleoclima.
El nuevo estudio muestra que es posible reconstruir los patrones geográficos de las precipitaciones en México y Centro América al analizar mayor cantidad de marcas en las estalagmitas de las cavernas y en los fondos de lagos.
Entonces, ¿cuáles fueron los mayas que encontraron los españoles? Pequeños poblados bajo el gobierno de un cacique y muchas variantes del maya clásico que aún se hablan.
Volviendo a Diamond, señala que los cautivos eran torturados con imaginación: se les descoyuntaban los dedos, les arrancaban los dientes y cortaban los labios y hasta la mandíbula inferior completa, según muestran murales y esculturas. Se les daba muerte (a veces años después) quebrándoles los huesos para tejer brazos y piernas en una pelota que se echaba a rodar escaleras abajo de alguna pirámide… El precio era muy alto para ni siquiera recuperar ese 40 por ciento en la disminución de las lluvias. La rebelión popular quemó todo. Ojo, diputados…
Maravillas y misterios de la física cuántica, Cal y Arena 2010.
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