Ideología Sionista, No Judíos Y Estado De Israel
Ur Shlonsky(*)
Israel Shalak, el viejo activista de los derechos humanos y militante antisionista, una vez destacó que, al menos por los últimos doscientos años, los judíos habían reclamado la igualdad de derechos en todos los países en los que vivían –con la extraordinaria excepción de Israel, el Estado de los judíos1.
Israel siempre fundó sus instituciones en la negación de la igualdad con los no judíos. Desde el principio, durante una gran parte de la primera mitad del siglo, antes de 1948, cuando se fundó el Estado de Israel, la ideología sionista mantuvo una estricta oposición a la igualdad de los no judíos como un principio fundamental.
El principio de no igualdad para los no judíos requirió, antes que nada, que fueran definidos los grupos relevantes de la población. Por lo tanto, no es sorprendente que la dicotomía judíos/no judíos atravesara casi toda la vida de las instituciones sociales, demográficas, jurídicas y culturales israelíes.
Consideremos, como un instructivo ejemplo, cómo los requerimientos de esta oposición afectan las tablas de las estadísticas vitales en el Anuario Estadístico de Israel2. La estadística vital incluye información demográfica del crecimiento de la población, su distribución regional, inmigración, tamaño de las viviendas, etc.
Las cifras, en general, son clasificadas por parámetros familiares tales como sexo y edad. Sin embargo, la clasificación cruzada por categorías religiosas en virtualmente todas las tablas es bastante sorprendente3.
Todos los países modernos, naturalmente, están interesados en los datos demográficos y todos los países tienen una oficina que recoge datos de nacimientos, muertes, inmigración, etc. Sin embargo, lo que hace único el caso de Israel, es la omnipresencia de categorías religiosas4.
En 1995, la oficina de estadística israelí, introdujo el parámetro "grupos poblacionales", una categoría con dos valores: "judíos y otros" y "árabes". El informe anterior incluía, "judíos" "cristianos no árabes" (muchos inmigrantes de la ex URSS cayeron en esta subcategoría), y los no clasificados por religión, dentro de los cuales estaban incluidos los musulmanes, los cristianos árabes y los drusos.
Una lectura cuidadosa de las definiciones que aparecen con estas categorías revela la aparición, por primera vez en la historia de Israel, de una definición étnica de judío (los árabes siempre estuvieron definidos étnicamente)5.
Antecedentes problemáticos
Encontramos un problemático paralelo entre la preocupación israelí por los datos demográficos sobre origen étnico y religión y los de Ruanda antes de la limpieza étnica de 1994, como la describe Alison Des Forges6. Des Forgues sostiene que la existencia de datos relativamente precisos sobre la distribución demográfica de los tutsis fue un factor que facilitó "el genocidio más rápido de la historia moderna".
Uno es llevado a pensar en los Protocolos de Wansee, recientemente estudiados por William Selzer7. Esta infame acta de la conferencia nazi en Berlín en enero de 1942 –sacados a la luz durante los juicios de Nuremberg al final de la guerra– contenía una tabla detallada del número de judíos en cada uno de los treinta y cinco países de Europa. La tabla estaba acompañada por detalladas explicaciones sobre el impacto que las diferentes definiciones de "judío" en cada país podrían tener en el recuento total.
¿Cuál es el propósito de la oposición judío/no judío? En primer lugar, sirve como base para una amplia legislación discriminatoria. Por ejemplo, la Autoridad de Tierras de Israel (ATI), que es el órgano ejecutivo del Fondo Nacional Judío prohibe el arrendamiento de la tierra bajo su control (el 92% de la tierra de Israel pertenece al Fondo Nacional Judío) a los no judíos.
Restricciones del mismo tipo se imponen a los no judíos en lo relativo al acceso al agua para la agricultura o a la elegibilidad para asistencia financiera del gobierno. En efecto, gran parte de esta asistencia se otorga solamente a ciudadanos que hayan cumplido con el servicio militar o para quienes, debiendo haberlo cumplido, fueron exceptuados por ser judíos ortodoxos8.
Además, para la naturalización, Israel practica el jus sanguinus, según el cual la sangre o la etnicidad son los elementos definitorios. Así, automáticamente la ciudadanía israelí se concede a "judíos y otros cristianos" (ver la definición citada en nota 5), pero no a los no judíos.
Es precisamente este concepto no-territorial de ciudadanía el que determinó la exclusión de los judíos en la Europa premoderna. "Por su naturaleza" escribió el comentarista Aharon Barnea en Ha’aretz el 11 de abril de 1991, "esta versión de la nacionalidad engendra intolerancia hacia los extranjeros, desarrolla la idea de que grupos étnicos o religiosos que viven como tales en un país no pueden ser integrados dentro del espíritu o la sustancia constitutiva del país, aunque sus ancestros hayan vivido allí por siglos".
Barnea concluye su exposición afirmando que "el carácter del Estado de Israel, que por un lado aspira a ser democrático, y por otro a ser el Estado del pueblo judío,... conduce a una contradicción que sólo puede terminar en calamidad"9.
El lenguaje de la "transferencia"
La meta explícita y principal del programa y práctica sionista es aumentar el número de judíos en "Eretz Israel"10 y disminuir el de los no judíos, esto es de los árabes, que viven allí.
La idea de expulsar a los palestinos, llamada "transferencia" en el lenguaje político israelí, está entretejido con el discurso sionista desde sus más tempranos comienzos. Recientemente, sin embargo, ha entrado en forma plena en el debate público.
Hay una versión más dura o agresiva de la "transferencia", como la del ex ministro Avigdor Lieberman. En la tradición del rabino ortodoxo Meir Kahane, Lieberman propuso la expulsión física de los palestinos mas allá de las fronteras del Gran Israel, si rechazaban prestar juramento de lealtad a Israel como un Estado judío.
También hay una versión más blanda llamada "transferencia voluntaria" propuesta por el recientemente asesinado Rehavam Zeevi. Finalmente tenemos la "transferencia por necesidad" del ministro Efi Eitam.
Consultado acerca del concepto de la "transferencia voluntaria" de los palestinos, el ministro de Turismo, el rabino Benny Ayalon comparó el aspecto "voluntario" de la "transferencia" con el de un esposo judío que rechazaba otorgar el divorcio a su esposa.
Dado que la corte rabínica no tiene autoridad para disolver un matrimonio sin el consentimiento del marido, la autoridad religiosa debe utilizar la fuerza: incomunica al marido obstinado, lo golpea y lo encarcela hasta que él "voluntariamente" repudia a su mujer. Este es el camino para que los palestinos se vayan "voluntariamente", explicó.
El programa del gobierno del Likud-Laborista actualmente en el poder, es llevar el proyecto sionista hasta su conclusión transformando todo el "Eretz Israel" en un Estado judío con un mínimo de habitantes no judíos. El debate público se centra en el significado de "mínimo". Según los institutos de investigación dominados por el "izquierdista" Partido Laborista, el consenso es que una proporción de 8 a 2 a favor de los judíos es "algo con lo que podemos vivir".
Oportunidad para la "Redención"
El criterio de consenso de la mayoría política en Israel y del gobierno de Sharon fue caracterizado sucintamente por el pacifista israelí Uri Avneri: "La guerra de 1948 no ha terminado, solamente el 78% de Palestina ha sido liberado".
En efecto, como nos recuerda Israel Shalak, el término usado en hebreo no es "liberar" (mechuxrar) sino "redimir". La palabra hebrea para redención es ge’ula, tomada prestada de la teología mística judía-ortodoxa donde se hace referencia tanto a la redención del alma individual como a la del pueblo judío, la cual será alcanzada con la llegada del Mesías, una vez que los judíos gobiernen el mundo entero.
De acuerdo con la doctrina sionista, "la redención de la tierra" simplemente significa que si un pedazo de tierra es poseído colectivamente o individualmente por judíos, está "redimido". La guerra de 1948 dejó el 22% de la tierra (a saber Cisjordania y Gaza) en manos no judías y la tarea esencial ahora es redimir esta parte de "Eretz Israel".
Recientemente se ha abierto una oportunidad. Rusia y Europa han sido efectivamente eliminadas como potencias mundiales, y el único poder que queda, Estados Unidos, provee a Israel una ayuda militar, económica y política virtualmente ilimitada.
Se puede asumir con seguridad, según los analistas israelíes, que esta ayuda continuará aún cuando se tomen algunas medidas extremas. Además, la experiencia muestra que aunque algunos círculos gubernamentales norteamericanos se preocupen ocasionalmente por las acciones israelíes, finalmente terminan guardando silencio. Esta parece ser una evaluación bastante precisa de la política norteamericana.
Tres condiciones deben ser satisfechas para garantizar el éxito del programa de Israel:
1. La resistencia Palestina debe ser aplastada.
2. El apoyo público debe ser asegurado y se debe contar con la participación activa de al menos un sector de la sociedad israelí en forma operativa.
3. La crítica internacional debe ser silenciada.
Con respecto a la primera condición, Uri Avneri identifica cuatro métodos.
a) Operaciones militares continuas. Todo el ejército debe estar involucrado en operaciones que tengan como objetivo a la sociedad palestina de conjunto. No se deben hacer distinciones entre movimientos y partidos políticos. Hamas, Fatah, etc. deben ser igualmente atacados. La población civil debe estar aterrorizada, asegurando la máxima destrucción de la propiedad y los tesoros culturales.
b) Expulsiones masivas como en 1948, sólo pueden ser llevadas a cabo bajo condiciones excepcionales, es decir la guerra. Por lo tanto deberían tomarse acciones para desestabilizar los regímenes y las sociedades de la región, crear condiciones para una guerra más amplia. En forma paralela, se debe hacer insoportable la vida diaria de los palestinos. Deberían quedar bloqueados en las aldeas y ciudades, impidiéndoles el ejercicio normal de la vida económica, aislándolos de sus lugares de trabajo, escuelas y hospitales. Esto impulsará la migración y debilitará la resistencia para futuras expulsiones.
c) La clase política palestina debe ser eliminada, sea por asesinatos directos, sea mediante detenciones o expulsiones.
d) Finalmente, es necesario continuar y expandir la actividad de los asentamientos y de la "redención" de la tierra. Después de todo, ¿no fue el ganador del premio Nobel de la Paz Yitzhak Rabin quien proclamó que "todos los judíos tienen el derecho inalienable de vivir en cualquier lugar ‘Eretz Israel’"?11
¿Hacia una limpieza étnica?
Es patentemente claro que tal "sociocidio" sólo puede aumentar las motivaciones para los ataques suicidas palestinos. Estos, en la perspectiva de Sharon et al, deberían ser estimulados.
El terrorismo no plantea una amenaza para el Estado, su ejército o sus instituciones, y constituye una inversión de alto retorno: la violencia arbitraria contra la sociedad civil siembra inmenso pánico y alimenta el miedo y el odio hacia los árabes.
Conforma un ingrediente central en la construcción de una imagen de los israelíes y judíos como víctimas perseguidas. "Estamos sitiados, estamos nuevamente librando una batalla de vida o muerte" proclama Avi Shavit en un artículo de Haaretz12.
En resumen, las bombas humanas en los cafés y en los ómnibus aseguran un apoyo más amplio y profundo al proyecto de limpieza étnica. La sociedad civil israelí está autorizada y es estimulada a utilizar la fuerza que sea necesaria como medio de autodefensa. Están puestos en su lugar todos los elementos para lo que Des Forges, en el contexto de Ruanda, llamó "la campaña del genocidio".
Sin embargo, las continuadas acciones kamikazes y la cobertura que proporcionan los medios proveen un elemento central en la lucha por alinear a la opinión pública mundial a favor de la causa sionista.
Movilizando el apoyo Judío
Finalmente, permítanme considerar la estrategia israelí para hacer frente a la indignación que su programa provoca en Occidente. Una de las principales armas del movimiento sionista para silenciar las críticas crecientes consiste en movilizar a las comunidades judías.
En este contexto, es necesario utilizar, y en el largo plazo estimular, el odio de los judíos en Europa y otros lugares, para crear una solidaridad judía con el proyecto sionista. Y así los autoproclamados líderes de esas comunidades tienen una tarea esencial: conducir y sustentar una identidad judía centrada en una total identificación con Israel, y despreciar y marginalizar toda otra forma de identidad judía.
En este aspecto, deberían citarse las recientes palabras de Alfred Donath, presidente de la Federación Suiza de Comunidades Judías: "El único aliado real de Israel es el pueblo judío. Debemos sostenerlo y a sus dirigentes democráticamente electos, quienquiera que sean, con sus cualidades y defectos, sus aciertos y sus errores, su valentía y sus pasos en falso. Tanto si acordamos con sus políticas como si no entendemos todas las decisiones del gobierno. Es indecente hoy, mezclar nuestras voces con las de sus detractores"13.
... y un nuevo antisemitismo
Desde un punto de vista religioso, el líder de la comunidad Neturei Karta, el ultraortodoxo pero antisionista rabino Leibele Weisfisch, quien falleció hace diez años, una vez me dijo: "El nazismo destruyó físicamente al judaísmo, el sionismo lo destruyó espiritualmente".
Al mismo tiempo, el establishment oficial judío, marginaliza y descarta enteramente la tradición europea judía, muy involucrada en la construcción de la moderna Europa secular (laica) al menos desde la Ilustración del siglo XVIII.
Esta herencia incluye una tradición universalística, obrera y socialista, pero también un lenguaje, una literatura y una red de comunidades que era al mismo tiempo tanto europea como judía.
Es decir, llamando a "todos los judíos" a formar un bloque detrás de Israel, identificando toda la Diáspora con el Estado judío y a todo el judaísmo con el sionismo, los sionistas ayudan a fortalecer, junto al antisemitismo "clásico", que nunca fue totalmente derrotado, a un nuevo antisemitismo, cuidadosamente construido y alimentado por la amalgama de judíos/sionistas.
Notas
(*) Ur Shlonsky, profesor en la Universidad de Ginebra, es nativo israelí, escritor y activista antisionista desde largo tiempo. Esta contribución se basa en una charla en la mesa redonda "Las Coincidencias Político-religiosas en el conflicto Israelí-palestino: vistas desde diferentes posiciones estratégicas", en la Universidad de Ginebra el 10 de Junio del 2002.
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