¿Qué es el Islam? En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
La palabra Islam significa entrega, sumisión a la Voluntad de Dios; implica la idea de paz, pureza, aceptación y compromiso. No es sino la aceptación del único compromiso posible para el hombre: su servidumbre y adoración respecto de Dios, el Principio Absoluto y Creador de todo cuanto existe, a lo único que tiene sentido servir y adorar.
Servir a Dios, es seguir Su guía en la creación, y su guía es vivir de acuerdo con el modo de vida revelado, que es la mejor manera de vivir, que conduce a la paz, la liberación interior y la plenitud del ser. Islam no es entonces sólo una religión, es también un modo de vida, una forma de convivir con el hombre, con la sociedad y con la naturaleza; en fin, con toda la creación.
“Hombres, los hemos creado a partir de un varón y de una mujer, los hemos hecho pueblos y tribus distintos para que se reconozcan unos a otros. Y en verdad que el más noble de ustedes ante Dios es el más piadoso. Dios es Conocedor y está Perfectamente Informado.” (Corán, Cap. 49, Aleya 13)
La Revelación
El Islam es el mensaje esencial de todas las religiones verdaderas. No comenzó hace 1400 años con el Profeta Muhammad (Mahoma) sino que es la Tradición enseñada y revelada por todos los profetas y mensajeros de Dios, como Abraham, Moisés, Jesús, etc., con todos ellos sea la paz.
Enseña nuestra Tradición que 124.000 profetas trajeron la Verdad y la Guía para la humanidad. Y ese Mensaje revelado fue siempre el mismo: el Islam. Variaron las formas exteriores, acorde con las épocas, los pueblos, las circunstancias y los alcances de cada Revelación particular. “No encontrarás nada que pueda cambiar la práctica constante de Dios ni encontrarás nada que la altere.” (Corán 35:43)
“Di: ¡Gente del Libro! (judíos y cristianos). Vengan a una palabra común para todos: adoremos únicamente a Dios, sin asociarle nada y no nos tomemos a unos por otros por señores en vez de Dios.” (Corán 3:64)
El Mensaje que fue revelado al Profeta Muhammad es el Islam en su forma final, completa y adecuada a nuestra época hasta el fin de los tiempos. Dios ha puesto a salvo la última revelación, el Corán, de tergiversaciones y alteraciones.
“¡Por la Era! Que el hombre camina hacia la perdición. Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se recomiendan la verdad y se recomiendan la paciencia.” (Corán, Cap. 103)
El Corán y la Tradición Profética
La doctrina del Islam se asienta principalmente sobre dos fuentes. En primer lugar, se encuentra el Libro revelado: el Noble Corán. El Corán es para los musulmanes la palabra de Dios revelada a través de su Profeta y Mensajero, Muhammad. Este texto le fue revelado en la lengua árabe, lengua que también es utilizada en los ritos y la liturgia a diferencia de otras religiones, por ejemplo el Cristianismo, donde la palabra de Jesús no ha sido conservada en su lengua original. El Libro de Dios se conserva textualmente y es accesible a cada musulmán sin modificaciones.
El Corán sintetiza la Revelación completa de los libros anteriores, sienta las bases de la creencia, de la ética, de las relaciones humanas, de la historia sagrada de la Humanidad y de la relación con Dios.
En segundo lugar, tenemos lo que se conoce como la Sunnah; o sea, los dichos, actos, omisiones, recomendaciones, etc. efectuadas por el Profeta y sus Doce Sucesores (Imames) referidas a multitud de situaciones y que fueron cuidadosamente transmitidas y compiladas por su Familia y Descendencia (Ahl-ul-Bait), compañeros distinguidos (Sahabas) y discípulos. La Tradición del Profeta, complementa al Corán y sobre todo señala para los musulmanes el modelo de vida, comportamiento y sabiduría proféticas que debe ser imitado por todo aquél que anhele la perfección.
Además de estas dos fuentes, el hombre posee una guía interna: su Intelecto, que es un adorno otorgado por Dios. No hay en la fe islámica lugar para la creencia irracional, meramente sentimental o absurda. Por eso, Dios nos invita a reflexionar, a meditar y a estudiar nuestra Tradición. Para los musulmanes no hay acción más meritoria que la búsqueda del conocimiento.
Nos enseña el Profeta Muhammad: “El que procura el conocimiento se encuentra circundado por la atención de Dios”.
La Doctrina de la Unidad
“Di: Él es Dios, Uno. Dios, el Señor Absoluto (a Quien todos dirigen sus necesidades). No ha engendrado ni ha sido engendrado. Y no hay nadie que se Le parezca.” (Corán, Cap. 112)
La doctrina de la Unidad (Tauhid) es el núcleo de la Revelación. Dios es Uno y Único, es Eterno y Subsiste por Sí Mismo, no ha engendrado: no tiene hijos. Nada que el hombre pueda pensar o imaginar es igual a él o se le compara. Está más allá de toda descripción.
Los musulmanes mencionamos a Dios con la palabra árabe Allah, no significa que sea otro dios, prueba de ello es que los cristianos y judíos de habla árabe utilizan el mismo término. Por ejmplo, cuando una persona de habla inglesa dice “God”, está simplemente diciendo Dios o Allah.
El Hombre
El hombre es la síntesis y la culminación de la creación. Su misión es la de adorar a Dios y la de representarlo en la tierra y, por lo tanto, no corromperla. En su estado original, Adámico, el hombre es un ser perfecto, completo, bello y sabio.
Nos enseñó el Profeta que todo hombre nace en estado original de pureza, por lo tanto no existe la concepción del pecado original. El Islam nos invita a seguir el ejemplo del Mensajero de Dios e inspeccionar en nosotros mismos para conocernos.
Enseña el Profeta Muhammad, “Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor.”
En una poesía del Imam Ali leemos:
“La cura está contigo, pero no la ves,
La enfermedad es de ti, pero no estas conciente de ello.
Tú eres el claro libro cuyas letras hacen manifiesto lo oculto.
¿Piensas acaso que eres un minúsculo cuerpo
Siendo que dentro de ti está contenido el gran universo?”
La Adoración
Dijo el Profeta: “Las acciones valen según la intención”. Todo acto, por pequeño que sea, es un acto de adoración. Pero, ¿a quién adoramos habitualmente? Al dinero, al placer, al renombre, al orgullo, etc. El Islam propone unificar la intención con la acción. En esta unificación entre el corazón y los actos se alcanza, si Dios quiere, la pacificación del alma.
“Oh Alma Pacificada, Sosegada. Retorna a tu Señor satisfecha y complacida, y entra con Mis siervos, entra en Mi Jardín.” (Corán 89:27-30).
Según nos enseña Muhammad, existen tres clases de adoración: la del hombre esclavo, que adora a Dios por temor al castigo del Infierno; la del hombre comerciante, que adora a Dios por la recompensa del Paraíso; y, por último, la del hombre libre, que adora a Dios por reconocerlo como lo único digno de ser adorado.
“¡Oh mi Dios! Es suficiente grandeza para mí ser Tu siervo, y es suficiente honor para mí que seas mi Señor. ¡Tú eres como deseo, entonces, haz de mí lo que deseas.”
Principios
Tres son los principios generales que responden a las preguntas de la existencia de todo ser humano:
La primera pregunta relacionada con nuestro origen, “¿de dónde venimos?”, es respondida por nuestra Tradición con el Tauhid, la afirmación de la Unidad Divina. Dice el Noble Corán: “¿Existe acaso alguna duda acerca de Dios, Creador de los Cielos y de la Tierra? (Corán 14:10). Los musulmanes creemos en Dios, el Clemente, el Misericordioso, Uno y Único, sin asociados. “Todos los que están en los cielos y en la tierra no se presentan ante el Misericordioso sino como siervos.” (Corán 19:93)
La segunda pregunta en relación a nuestro porvenir , a nuestra situación después de la muerte, “¿hacia donde vamos?”, es respondida con la creencia en el Más Allá y el Día del Juicio Final y del Retorno: la comparecencia ante Dios. “¿Acaso pensásteis que os habíamos creado únicamente como diversión y que no habríais de volver a Nosotros?” (Corán 23:115)
Y la tercera, relacionada con nuestro presente y la manera en que nos dirigimos hacia el Más Allá, “¿cuál es el camino a transitar?”, se responde con la Profecía. Dios ha enviado a la humanidad Profetas y Mensajeros, de los cuales el Corán menciona a 25 de ellos, destacándose: Noé, Abraham, Moisés, Jesús y el último enviado, Muhammad, el Sello de la Profecía. Además, luego de la profecía , los musulmanes seguimos a los Doce Imames, encargados de interpretar correctamente los significados del Corán. Dios, en Su Misericordia, nunca nos deja sin guías.
Prácticas
Las prácticas más importantes son cinco.
1. El testimonio de palabra y de corazón de que “no hay divinidad salvo Dios y que Muhammad es su Mensajero.”
2. Cumplir con las oraciones, en cinco momentos del día. Nos enseña la
Tradición: “Si ante la puerta de uno de ustedes hubiera un río y se bañara en el
mismo todos los días cinco veces, ¿acaso quedaría algo de suciedad en su cuerpo? Ciertamente que el ejemplo de la oración es como el del río que purifica, de manera que cada vez que reza una oración ello conforma un perdón de sus faltas, salvo aquella falta que le hace salir de la fe y que reside constantemente en él.”
3. Ayunar durante el mes de Ramadán, lo cual templa la voluntad y purifica el cuerpo y el alma. A veces, el ser humano se inculca a si mismo que no puede dominar sus pasiones humanas. El ayuno de Ramadán le demuestra a la persona que puede hacerlo.
4. Pagar el Zakat, la caridad obligatoria, una vez al año. Esto educa la virtud del desapego, purifica los bienes y beneficia por su distribución a los sectores más pobres de la sociedad. Es importante destacar que no es un gesto de generosidad sino una acto de justicia social.
5. Peregrinar al menos una vez en la vida a la Sagrada Mezquita de la Meca, si las condiciones materiales de cada uno lo permiten. Este rito realiza y representa un nuevo nacimiento, un retorno a la Unidad y es la asamblea espiritual más grande de la Humanidad. El Islam hermana a los hombres pues comprende en su seno a todas las razas y colores sin distinción y lo demuestra todos los años en la Peregrinación: millones de hombres y mujeres, indios, árabes, chinos, persas, turcos, africanos, latinos, etc. se unen sin distinción en esta asamblea.
Todas estas prácticas se engloban en el Yihad, el esfuerzo en el Sendero de Dios para establecer la Paz y la Justicia, tanto en el ámbito del alma individual (Gran Yihad), como en el mundo (Pequeña Yihad).
También podemos mencionar el encomendar el bien, recomendar la abstención de lo ilícito, dar el quinto, ser amigos de quienes aman a Dios y ser enemigos de los enemigos de Dios.
La Sabiduría
El Islam puede ser profundizado por cada ser humano. Por si sólo constituye un primer estadio, el de la entrega en la acción y la práctica, al que le sigue un segundo: el Iman, la creencia y la fe, en el sentido de seguridad y convencimiento del corazón, tanto como de la razón y el intelecto. Por último, tenemos en tercer lugar el Ihsan, la perfección, que como nos enseña el Profeta: “consiste en adorar a Dios como si lo vieras, pues si bien tú no Lo ves, Él te ve.” Este camino hacia el interior, un verdadero auto-conocimiento constituye la sabiduría del Islam en su sentido de realización efectiva y no de mera erudición, información, o saber libresco.
El Islam: un modo de vida
El Islam abraza y comprende todos los aspectos de la vida humana siendo un modelo para la comunidad. Es una concepción unitaria y no fragmentada del hombre y su sociedad. Las soluciones del Islam son profundas y transformadoras, pues el quiebre de la sociedad moderna no se resuelve tratando de solucionar los distintos problemas separadamente sino que, aplicando la doctrina de la Unidad a todos los órdenes es como se armoniza tanto al hombre como a la familia, la sociedad y nuestra relación con la naturaleza. En el Islam no existe distinción entre secular y sagrado, entre Espíritu y materia, entre lo privado y lo social.
El Islam nos invita a reflexionar sobre estos temas y muchos otros. Es una Tradición viva, llena de tesoros espitituales que contienen soluciones a los graves problemas del mundo actual y nos brinda la posibilidad de captar lo esencial de nuestra vida, sin perdernos en los múltiples senderos de lo insignificante.
Texto preparado por integrantes del Centro Islámico Marplatense (C.I.M)
islammdp.blogspot.com
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