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martes, 3 de abril de 2012

VENUS Y LA CULTURA PRE COLOMBINA

VENUS Y LA CULTURA PRE COLOMBINA:

La observación del planeta Venus tuvo gran importancia religiosa y social para las diferentes culturas y sociedades de la Centroamérica precolombina.
Así, el dios de origen tolteca/olmeca Quetz...alcóatl está identificado entre los pueblos de habla náhuatl con Venus bajo el nombre de Tlahuizcalpantecuhtli; Venus se consideró como el más importante de los cuerpos celestes observados por los mayas, que lo llamaron de diversas maneras: Noh Ek (‘gran estrella’), Chac Ek (‘estrella roja’, aunque es celeste), Sastal Ek (‘estrella brillante’) y Xux Ek (‘estrella avispa’),1 con el que se identificaba a la deidad Kukulkán, que en su advocación de dios del viento, Ehécatl, se simboliza en construcciones de estructura circular como la Torre del Caracol de Chichén Itzá. Es muy probable que numerosas construcciones mayas, como el llamado Templo de Venus o Edificio 22 de Copán, algunos edificios de la Zona Puuc y otros como el Templo de Kukulcán de Chichén Itzá fueran construidas y dedicadas a la observación de Venus.
Posiblemente se le dio más importancia incluso que al Sol. Los mayas estudiaron atentamente los movimientos de Venus. Pensaron que las posiciones de Venus y otros planetas tenían influencia sobre la vida en la Tierra, por lo que los mayas y otras culturas precolombinas programaron sus guerras y otros eventos importantes basándose en sus observaciones. En el Códice Dresde, dedicado en su totalidad a Venus, los mayas incluyeron un almanaque en el que mostraban el ciclo completo del planeta, en cinco grupos de 584 días cada uno (aproximadamente ocho años), 2920 días, después de los cuales se repetía el esquema (Venus da trece vueltas alrededor del Sol prácticamente en el mismo tiempo que la Tierra tarda en dar ocho).
Uno de los capítulos más destacables del Códice de Dresde es el consagrado a chak ek’, Venus. Como para los mayas este planeta era un ser portador de malas nuevas, de presagios funestos y de guerras, los aj k’inob determinaban con precisión sus posiciones para conjurar anticipadamente sus desgracias mediante las ceremonias correspondientes.
Para ello, dividían los casi 584 días del periodo de rotación de Venus en cuatro partes: 236 días de visibilidad en el este como estrella matutina, 90 días de paso tras el Sol o conjunción superior, 250 días de aparición en el oeste como estrella vespertina y 8 días para el paso no visible entre la Tierra y el Sol o conjunción inferior.
El hecho de que las revoluciones se estableciesen a partir del momento en que se hacía visible por primera vez en el este indica que los mayas prestaban una atención especial a la estrella de la mañana.
Según la concepción más extendida, la posición de Venus como astro matutino desempeñaría una función decisiva en la fijación de los días favorables para llevar a cabo acciones bélicas. Ahora bien, todavía no se conoce con exactitud la relación existente entre Venus y los días en que se emprendían campañas militares.
Para establecer unos cálculos precisos, el periodo de Venus estaba registrado 65 veces, lo cual equivalía exactamente a 104 años ordinarios, a 146 periodos Chol’quin o Tzolk’in o a dos ruedas calendáricas (de 52 años solares)Ver más— con Luix Saldaña y 12 personas más.

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