Cineastas: Najibullah Quraishi y Jamie Doran
Kunduz, en el norte de Afganistán es la quinta ciudad más grande del país y el hogar de más de 300.000 personas.

Está bien para ir a la madrasa para aprender acerca de la sharia,
el Corán y el Islam. Pero más allá de eso, siguen las niñas en total oscuridad como ciegos. Los mantienen analfabetos.
Zargul Azimi, maestro
Alguna vez fue un bastión talibán donde las mujeres fueron privados de sus derechos básicos y la educación para las niñas se prohibió.
Hoy en día, sobre todo en pueblos y ciudades, las mujeres pueden salir a la calle sin sus maridos o padres, pueden trabajar, y las niñas pueden asistir a la escuela y hasta la universidad.
Pero con una nueva ola de madrasas de gestión privada - o escuelas religiosas - está abriendo en todo el país, hay un creciente sentimiento entre los grupos de derechos de las mujeres que estas libertades están de nuevo bajo amenaza.
En la actualidad hay 1.300 madrasas no registrados en Afganistán, donde los niños se dan solamente la enseñanza religiosa.
Esto aumenta los temores entre los que participan en la educación ordinaria.
Posiblemente el más polémico de estas madrasas es Ashraf-ul Madares en Kunduz, fundada por dos clérigos locales, donde 6.000 niñas estudian a tiempo completo.
Las niñas asisten a la madrasa exclusivamente a estudiar el Corán y las enseñanzas del profeta Mahoma. Ellos son impartidas por profesores varones, quienes se les prohíbe la reunión cara a cara, y lleno hijab deben ser puestas.
En las muchachas de los talibanes, nuestra cámaras ganancia de un acceso sin precedentes para filmar el interior de esta madrasa, para reunirse con las niñas y sus familias y para cuestionar los hombres detrás de él.
Fuente:  Al Jazeera