No escondernos, luchar
Los musulmanes españoles tenemos la capacidad de expresarnos en dos lenguajes y la ventaja de conocer el terreno por donde nos movemos
20/09/2008 - Autor: Anwar Astilleros - Fuente: Blog El Mutaizilii
Musulmanas españolas.
Uno de los fenómenos más desagradables en el momento de la entrada de cualquier persona católica, atea o agnóstica cuando acepta el islam es sin duda aquel en el que tenemos que anunciarlo y enfrentarnos a nuestras familias. Cuando lo anuncias las reacciones varían desde el estupor a la crítica abierta y con un poco de suerte el tercer estadio es el de la indiferencia consciente y a veces dañina.
Lo peor de todo podría ser que los estadios se mezclen en una miscelánea de confusión e infamia. Tanto los laicos, católicos, evangélicos, agnósticos y ateos tuercen el gesto, guardan silencio o bien mirándote al rostro espetan ¿Cómo puedes creer en "eso"? De nada sirve explicaciones de lo que representa el islam más primigenio, amable y aceptable.
Despúes, y de inmediato, tenemos que expresar nuestro rechazo al terrorismo , al wahabismo, a la república islámica de Irán, a los talibanes, al rey de no se qué país norteafricano, a la ablación del clítoris, a la opresión de las mujeres, al burka, a la pañoleta, a los dogmas, !ay!, me quedo sin aliento. Lo cierto, no nos engañemos, es que el islam es el gran enemigo de casi el espectro total de la sociedad. La derecha, por razones obvias y respecto a la izquierda si bien es más tolerante en principio, algunos sectores sufren de erupciones cutáneas solo con escuchar la palabra Dios.
De este modo los musulmanes españoles nos vemos sumidos y atenazados en una doble pinza: nuestra propia familia y la propia sociedad manipulada por medios de comunicación globales, masivos y supuestos devotos de una forma de vida. Pero la pinza y el silencio de nuestra propia familia creo que es la peor. Surgen así enormes contradicciones, por ejemplo ¿celebramos las navidades?¿En las bodas de familiares compartiremos mesa y mantel con multitud de personas que se emborrachan mucho más allá de lo razonable, bodas y bautizos? ¿Aceptaremos la comida no halal de nuestra propia madre? ¿Y en ramadán?
Todas estas dificultades motiva que numerosos musulmanes españoles se tengan que esconder y escuchar todo tipo de comentarios islamófobos sin poder intervenir. Realmente puede estar en juego hasta el puesto de trabajo e incluso la relación con tu propia familia. Lo más increíble de todo es que esto sucede en sociedades tolerantes, abiertas y democráticas.
Desgraciadamente esto es en muchos casos propaganda barata. El mes sagrado que nos ocupa ejemplifica muy bien el rechazo generalizado y las dificultades que ponen algunos empresarios a flexibilizar la jornada laboral. Lo consideran un insulto a la sociedad apasionada de la velocidad y actividad que vivimos. No sé si es un insulto pero es magnífico encontrar a multitud de personas que prefieren a Allâh a producir un poco más, que desean establecer una relación más fraterna con el tiempo que nos rodea y que se ofrecen a Allâh durante el día.
Toda esta presión orquestada por los medios de masas pretende precisamente esto: Escondernos, silenciarnos, guardarnos en un baúl de heterodoxos. Otras personas sin embargo se dedican difamar y son muchos en los foros digitales de periódicos nacionales como La Vanguardia o El País, que los utilizan sistemáticamente.
Me pregunto sobre la responsabilidad de estos medios que dan paso a estos individuos y que sin embargo corren prestos a censurar cualquier comentario crítico sobre el sionismo (al margen del insulto). Seguimos siendo folclore, velos, burkas, polígamos, fanáticos y terroristas.
El día del comienzo de este mes sagrado encendí la Cadena Ser. Me preguntaba, no sin recelo, qué tipo de información iban a ofrecer sobre el ramadán. Aparte de hablar de la simbología del ramadán y los "rigores" de éste, el número de musulmanes y todo eso no tuvieron que por menos que pagar el peaje a su electorado y expresar que "algunos imames radicales aprovechan estas fechas para dar consignas radicales provocando preocupación en las autoridades por supuestos atentados".
Esto es una característica de nuestra supuesta izquierda: Se siente tan vigilada y tan marcada por los neocatólicos integristas que les resulta imposible sacudirse su eterna tutela, de tal manera que podemos leer en cualquier medio supuestamente progresista de este país una visión certera de lo que representa el hiyab para algunas musulmanas y secundando la noticia imágenes muy morbosas de la operación de una palestina para "restaurar"su virginidad.
Los votos de centro son los votos de centro, es decir casi todos. Creo que a pesar de las dificultades los musulmanes españoles tenemos que mostrarnos como lo que somos, diversos, creyentes y hasta originales, no sucumbir a ningún tipo de marginación y sobre todo luchar. Luchar porque de nosotros depende en gran medida el futuro del islam en nuestro país. La razón es sencilla: España apenas tiene musulmanes de "segunda generación"(atención a este eufenismo estúpido) y los musulmanes inmigrantes en este país están tan marginados que es casi una utopía que los escuchen y respeten. Por lo tanto, nosotros representamos la cara más visible y preocupante del avance del islam y sobre nosotros están las miradas. Tenemos la capacidad de expresarnos en dos lenguajes y la ventaja de conocer el terreno por donde nos movemos. Esto es determinante para expresar nuestra religiosidad sin ningún tipo de preocupación aunque la presión sea constante para que así no sea.
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