Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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lunes, 3 de abril de 2017

POBREZA - CONOCE A LOS CAUSANTES

MARTES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2009


masoneria judeo sionista, fuera de America

Un Resumen del articulo de TRAIAN ROMANESCU. MÉXICO, 1961.

A la luz de los hechos, y ante las evidencias de las organizaciones y los lideres que manejan gobiernos desde hace mas de 200 años, como la Guerra del Pacifico y las ultimas acciones de invasión económica, y ante el ultimo anuncio del Plan del NUEVO ORDEN MUNDIAL, Se hace una recopilación de los puntos tratados en este articulo que coinciden con las evidencias actuales.
ASI MISMO TODO EL ARTICULO COMPLETO SE ENCUENTRA al final del blog, EN EL MES DE AGOSTO 2009 CON EL SUB TITULO “ LA MASONERIA ES MILENARIA”

La literatura masónica común siempre es simbólica, falsa pero con apariencia de formal. Invariablemente es hebraica, en su forma y en su contenido. Los supremos dirigentes de la masonería han sido siempre judíos.

La masonería fue fundada alrededor de 1430 años antes de Jesucristo, como una sociedad secreta fraternal de los judíos di­rigida contra los egipcios, que los tenían cautivos. Como conse­cuencia de su nacimiento en Egipto, aunque íntegramente judía, la masonería tiene aún cierta influencia egipcia en sus ritos, en sus uniformes, en la decoración de sus templos o logias y hasta en sus símbolos.

Los 33 grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado sirven para re­cordar a los 33 "hijos" de Hiram, y precisamente los masones se llaman "hermanos" entre ellos..., hijos del mismo padre. Y se consideran "constructores", no del Templo sino de la "fe­licidad del mundo".Más tarde (332 a. C.), los judíos se aliaron con Alejandro Magno contra los persas y muchos de ellos se instalaron en Ale­jandría, la ciudad fundada por el guerrero macedonio en Egipto, Con el tiempo, Alejandría fue un poderoso centro comercial y cultural hebraico y a la vez centro masónico. Allí se hicieron las primeras traducciones de los libros religiosos judíos al griego, entre ellos la Biblia.

Al llegar los romanos a Oriente, los judíos buscaron su alian­za contra los griegos y Palestina se convirtió en una especie de protectorado de Roma, desde donde los hebreos se diseminaron por todo el imperio de los Césares. Setenta años después de Cris­to loa judíos de Palestina intentaron una rebelión contra Roma, lo que trajo como resultado la destrucción de Jerusalén y del Templo por las legiones de Tito. Fue el comienzo de la Diáspora o dispersión. (La creación del Estada de Israel, en 1948, de­bía poner fin a la Diáspora, pero muy pocos judíos se mostraron dispuestos a volver al "hogar nacional". Los más recibieron ór­denes —de sus jefes— de permanecer en "sus" respectivos paí­ses para seguir en la tarea de dominar al mundo.

El nuevo Is­rael sirve sólo como refugio en- caso de que fracase la gran cons­piración y al mismo tiempo como símbolo. De acuerdo con los planes, Jerusalén será la futura "Capital del mundo").

Hasta 926 la masonería había conservado su pureza judía. Ese año, un grupo de hebreos procedentes de Alejandría se es­tableció en Inglaterra, donde para congraciarse nombraron al rey Aethelstan miembro honorífico de la secta, a la que presentaron como una "sociedad fraternal". Este primer intento de in­filtrarse entre los gentiles fracasó en 1020, cuando el rey Canuto el Grande expulsó a los judíos. Vueltos al país en 1066 con los normandos de Guillermo el Conquistador, los hebreos pudieron permanecer en suelo inglés hasta 1290, cuando fueron echados otra vez y sus instituciones oficialmente disueltas.

Entre 1290 y 1600 aparecieron varias sociedades masónicas -sobre todo en Francia, integradas por los alquimistas, los místi­cos, los iluminados (de Avignon). los martinistas, los teósofos y, principalmente, por los "rosacruces", de los cuales deriva la mayoría de los ritos masónicos actuales. En la llamada "Carta de Colonia" (1535) se consigna la existencia de algunas socie­dades masónicas conocidas aún antes de Francisco Bacon, que fue uno de los primeros "rosacruces". Otros, notables, fueron Alberto el Grande, Paracelso, Christian Rosenkranz, Michael Ma-yer, Valentín Andrea, Amos Comenius, van Helmot, Robert Fludd, Robert Boyle y Descartes.Pero estos "rosacruces" no practicaban la masonería atea de hoy, dirigida hacia una finalidad política bien clara, sino más bien una especie de alquimismo, ciencias ocultas y pseudo cristia­nismo. Su acción iba dirigida contra el prestigio de la Iglesia y de las monarquías. Alentaba el libre pensamiento y sembraba el cis­ma y toda clase de dudas acerca de la religión y el clero.

El mayor triunfo de la sociedad judío masónica fue la separación de las Islas Británicas del mundo católico, gracias al rey Enrique VIII, que había sido influido hondamente por los judíos y alentado en su depravación (asesinó a varias de sus esposas) por los masones. El monarca creó en 1 534 la Iglesia Anglicana y él mismo se declaró primer jefe de la misma. Todo ocurrió aún antes de que el regreso de los judíos al país fuera oficialmente autorizado por Cromwell en 1649. Estos se habían infiltrado, disfrazados de comerciantes y marinos, especialmente desde Holanda.

La primera logia conocida en las Islas Británicas fue la lla­mada "logia masónica número uno de Edimburgo" (Escocia), fundada en 1599. El primer masón identificado como tal en Inglaterra fue el judío Elías Ashmole, "rosacruz" a quien se­guían Robert Fludd, J. T. Desaguliers, Jacques Anderson, G. Payne, King, Klavat, Lumden, Madden y Elliot. Con ellos fundó la logia "Warrington-Lancashire" hacia 1650. Se trataba de la primera logia oficial inglesa, a la que pertenecía Cromwell, el cabecilla de la revolución que culminó con el asesinato del rey Carlos I, en Í649. Precisamente un año después, Cromwell fir­mó un pacto con Manaseh Ben Israel, gran rabino de Amsterdam y a la sazón jefe supremo del judaísmo, conforme al cual los judíos podían internarse libremente en Inglaterra.

Desde entonces Gran Bretaña se constituyó en el bastión del judaísmo, que dio vida y auge al imperialismo inglés, como ins­trumento de sus fines de alcance mundial. Fue la masonería, di­rigida por los judíos, la que instituyó el sistema parlamentario que le permite dirigir el imperio al margen del rey; la misma que extendió el dominio británico y que hoy lo destruye en be­neficio de los planes hebraicos.Entre 1652 y 1696, la judería creó no menos de treinta logias y "talleres" mixtos en Inglaterra. Aparte funcionaban logias ex­clusivas para israelitas, que eran las directoras de la organización, tal como ocurre hasta la fecha.Entre las primeras mixtas más importantes estaban la "Aber-deen", fundada en 1670, y la "Melrose" en 1674. En 1701 apa­reció la "Alnwich" y en 1705 la de York. En 1716, cuatro lo­gias de Londres se unieron y formaron la "Gran Logia de Ingla­terra", cuyo primer Gran Maestro fue el judío Anthony Sayer, "consagrado" el 24 de junio de 1717.En 1725 todas las logias de Inglaterra, inclusive la de York que era la más importante, se unieron a la "Gran Logia".

La ciudad inglesa de York, donde afirmase que el rey Aethelstan con­vocó para la "primera asamblea general masónica" en el año de 926, se transformó en una especie de ciudad santa de los ma­sones. Pacientemente, los judíos consiguieron atraer a la masonería a toda la aristocracia inglesa, inclusive las familias reales, hecho que les permitió infiltrarse en la dirección política del país hasta que se apoderaron totalmente de ella hacia 1800, a través de la secta. Esto permitió que más adelante hebreos como Lord Reading, Lord Samuel, Lord Beaverbrook, Lord Montagu y otros fueran los verdaderos amos políticos de Inglaterra. Desde en­tonces el rey, al asumir el trono, es declarado "gran maestro" honorario. Es el caso, además, que los jerarcas de la Iglesia Anglicana sean a la vez "venerables" de la hermandad, con lo cual están en manos del judaísmo.

Inglaterra sirvió de base para expandir la masonería al resto del mundo. Un dato curioso es que jamás hubo logias donde no había judíos. La secta se ramificó al África, por ejemplo, sólo a través de individuos iniciados educados en Europa. Detrás de ellos llegaron los israelitas. La "Gran Logia de Inglaterra" fundó en 1729 la primera lo­gia en Gibraltar, y ésta daría más tarde vida a sus similares de España, entre ellas la "Soberano Capitulo" y el "Taller Sublime", de Cádiz. Cuatro años más tarde creó la primera logia francesa, en Paría. En 1734, hizo lo propio en Alemania; en Holanda y Portugal en 1735; en Suiza en 1740; en Dinamarca en 1745; en Italia en 1763; en Bélgica en 1765; en Rusia en 1771 y en Suecia en 1773.

La masonería extendió sus tentáculos al Asia en 1730, cuan­do nació la logia de Calcuta, India. En Madras surgió la segun­da, en 1752.En el Nuevo Mundo el éxito de la masonería fue halagador desde el principio. Ya en 1730 existían unas trece logias en las principales ciudades de las colonias de España.

Fueron ellas, junto con las de España e Inglaterra, las que prepararon el te­rreno a "las luchas de independencia" en América, no con el no­ble fin de salvar a los naturales de la dominación, sino de des­truir al entonces poderoso imperio español, que era un estorbo para los planes del judaísmo. La independencia es noble y legítimo anhelo de los pueblos. Pero se malogra cuando intereses ex­traños intervienen. En América esos planea son evidentes: desde la "independen­cia" los países han vivido un caos permanente en lo político, administrativo, cultural y social, caos que en la actualidad es la mejor palanca para empujar el continente hacia el comunismo. En 1 738 fue creada la logia de la Isla de Antigua; en 1 739 la de la Isla de San Cristóbal y en 1 742 la de Jamaica.

El judío Jonathan Belcher fue el primer masón conocido en las colonias inglesas que más tarde constituyeron los Estados Unidos, gracias a la primera gran traición masónica contra el imperio británico. Hecho comprobado es que todos los dirigentes de la "revolución y guerra de independencia americanas" fue­ron masones encabezados por George Washington, Benjamín Franklin, Lafayette, etc. Belcher llegó de Inglaterra en 1704. La primera logia norteamericana fue creada en Boston en 1720 y la segunda en Filadelfia diez años después. En 1 733 apareció en Boston la primera logia constituida con autorización escrita de la Gran Logia Madre de Inglaterra, y la dirigía el hebreo Viscount Montagu, que ostentaba el rimbombante título de "Pro­vincial Grand Master of New England and Dominions and Territoriea thereunto belonging". Hoy, la masonería norteamericana es la más numerosa del mundo, debido a que en los Estados Unidos existe la mayor comunidad hebrea del mundo. En el Canadá la primera logia data de 1840 y a la fecha en ese país existen nueve muy importantes en Sasketchewan, Manitoba, Alberta, Québec, Columbia Británica, Ontario, Prince Edward Island, New Brunswick y New Scotland. Australia cuen­ta con siete logias masónicas de primer orden, la primera de las cuales nació en 1884. La Gran Logia de Inglaterra lea dio vida, lo mismo que a las existentes en Nueva Zelandia, Islas Filipinas, México, Puerto Rico y Cuba. El número de logias de distintas partes del mundo, registra­das en la Gran Logia de Inglaterra, llegaba a fines de 1957 a 6,831. En 1946 eran solamente 6,097. Fácil es, pues, imagi­nar la enorme influencia que ejerce la secta judaica sobre los países infestados por la masonería, cuyos miembros suman cen­tenares de miles. En 1957, por ejemplo, la Gran Logia exten­dió 17,575 certificados personales a favor de nuevos "hermanos". ¡Y pensar que ese número de traidores potenciales y efectivos favorecedores del comunismo se refiere sólo a la rama inglesa! Los adeptos de todos los ritos suman millones.

El gran maestro de la "United Lodge of Anttent, Free and Accepted Masons of England", como se llama oficialmente la Gran Logia de Ingla­terra, es hoy el aristócrata Lord Scarborough, cuyo poder es su­perior al del Primer Ministro, subordinado suyo dentro de la masonería, al igual que la reina, verdadera figura decorativa que sólo satisface los sentimientos tradicionalistas del pueblo.En tales condiciones, la política de Inglaterra y de la Commonwealth en general es dirigida por la "Gran Logia". Sólo así se explican tantas catástrofes causadas por los políticos britá­nicos en contra del Occidente cristiano en loa últimos decenios, especialmente después de la "victoria" de la Segunda Guerra Mundial.

En la actualidad, el Reino Unido tiene la misión ju­daica de impedir el resurgimiento de Alemania como potencia.En Europa, durante el siglo XVIII, la judeomasonería consi­guió grandes avances en su plan de derrumbamiento espiritual, moral, político y social. Su triunfo más preciado fue la Revolu ­ción Francesa en I789, movimiento que según se admite en los "Protocolos" fue obra de la judería a través de la masonería. Sus escritores fueron los que sembraron y alimentaron el ger­men explosivo; todos ellos son tenidos hasta hoy en día como "genios de la literatura y el pensamiento humano". Con man­tenerlos en el pináculo de la fama, se logra un propósito muy importante: la vigencia de tales libros y el interés de la gente por conocerlos. La propaganda se hace del mismo modo que la que convierte en "grandes figuras" a los judíos que se aventu­ran en los diversos terrenos de la vida de los pueblos occiden­tales.

El monopolio de la publicidad en manos judías abarca has­ta los premios "Nobel". Los encargados de otorgar los galardo­nes son prominentes masones.Por eso hubo premios "Nobel" para traidores como Churchill y Marshallpara conspiradoras comunistas como la Pavlova y para escritores judíos sin mérito literario como Boris Pasternak, cómplice máximo del también israelita Ilya Ehrenburg que en su libro El Trust Para la Des ­trucción de Europa, publicado en 1942 en Nueva York, predijo la total desintegración de los pueblos europeos a manos del bol­chevismo.

Entre los escritores masones que prepararon el terreno ideo­lógico a la Revolución Francesa cabe mencionar a Voltaire, Lafayete, Condorcet, Montesquieu, Diderot y D'Alamoert. El pri­mero fue iniciado en la secta el 7 de abril de 1778 por la logia "Les neuf soeurs" (las nueve hermanas), que presidía Benja­mín Franklin, quien más tarde fue uno de los "padres" de la Revolución americana.

Napoleón fue al fracaso cuando no se atrevió a suprimir a la masonería. Frecuentó algunas logias, aunque sin recibir títulos. Más bien iba a informarse y llegó en ocasiones a prohibir ciertas actividades masónicas. Pretendió utilizar a la masonería en sus planes y al fin sucumbió víctima de las argucias de ella, fraguadas principalmente en Inglaterra. Cuando el corzo declaró el imperio, la masonería francesa se reorganizó y estableció en París un consejo de los grados 33, del que fue nombrado Gran Maestro nada menos que José Bonaparte, hermano de Napo­león, a fin de obtener cierta influencia en torno de éste. Poco, sin embargo, fue lo que consiguió en ese sentido en virtud de las precauciones del emperador.

Un gran número de los generales y ministros de Napoleón eran masones. Entre ellos Bernadotte, Fouché, Talleyrand, Kellermann, Murat, Masena, Soult, Eugene Beaumarchais (hijo de la emperatriz Josefina), Cambaceres, Lefevre y LacepedeMu­chos de ellos traicionaron a su jefe abiertamente, como Berna­dotte que más tarde fue rey de Suecia, el ministro del Interior Fouché y el mismo Talleyrand, también ministro.

Francia, después de la caída del primer imperio, quedó total­mente en manos de la judeomasonería, que a lo largo de dece­nios ha llevado al país de revolución en revolución, hasta nues­tros días en que al frente del gobierno está el Gran Maestro Charles de Gaulle, que exteriormente aparece como católico fer­viente. Lo cual no le impide cumplir fielmente con el mandato masónico de liquidar el imperio colonial galo, especialmente en África, donde la consigna es abrirle las puertas al comunismo.

Todo lo que pasó en Francia tras la caída de Napoleón fue preparado por la masonería. Masón fue el rey Luís XVIII; masónica fue la revolución de julio de 1830, lo mismo que la asamblea constituyente de 1848 y la revolución de ese año; ma­són "carbonario" fue Napoleón III, vencido en Sedán en 1871 por BiEmarck, y destronado. Masónica también fue la revolu­ción conocida como la "Comuna de París" (primera revuelta de tipo comunista, en 1871), en la que el judío León Gambetta desempeñó un papel muy importante. En esa ocasión los "her­manos" lucharon en las barricadas, con sus mandiles distintivos.Hasta 1875, la masonería francesa había conservado sus ju­ramentos y alusiones al "Gran Arquitecto del Universo", susti­tuto del Dios cristiano. Pero desde esa fecha, todo ese formulis­mo fue suprimido, de modo que las logias quedaron con su ca­rácter ateo y ateizante que conservan hasta la fecha.

Mientras los masones se adueñaban del poder, los judíos se apoderaban de la economía. Así fue cómo los hebreos Rotschild sentaron las bases para un imperio financiero que dura hasta nuestros días. Un débil brote antisemita, que fue rápidamente acallado, se produjo cuando apareció el libro La Francia Judía , de Eduardo Drummont. Obra de la masonería en Francia fueron la introducción del divorcio en la legislación y la separación de la Iglesia y el Estado.Algunos masones franceses cristianos se dieron cuenta del desastre y crearon en 1914 una logia "nacional", sin darse cuen­ta de que por su misma índole, estaba atada y sometida a Pero las logias judías, en la Rusia comunista, antes que des­aparecer surgieron a la luz pública convertidas en los "soviets" o consejos de mando de la revolución.

El Politburó de Moscú es el equipo que representa al consejo central de la masonería secreta judaica de la URSS. Cuando Stalin se volvió demasia­do autócrata y desoyó las indicaciones del Politburó o Presidium (como se llama ahora), fue nulificado por sus compañeros tras una turbulenta sesión secreta que siguió al encarcelamiento de los médicos judíos del Kremlin en 1952.

Cuando la judeomasonería preparaba la primera guerra mun­dial, algunos gobiernos como el italiano y el húngaro advirtie­ron el peligro y clausuraron las logias, lo cual no afectó mayor­mente a la conjura. Antes de la segunda guerra mundial, aparte de las logias de cada país había quince consejos masónicos que coordinaban la actividad de la hermandad desde Portugal hasta las fronteras de la URSS.

La actitud de Hitler fue desastrosa para la judeomasonería, pues entre 1933 y 1943 fue suprimida toda existencia masóni­ca donde llegaron las tropas alemanas. Lo mismo había hecho Franco en España y en menor escala Mussolini en Italia y Salazar en Portugal. En Rumania, después haber sido proscrita por decreto del mariscal Antonescu, la masonería fue desenmascarada al exhibirse en Bucarest objetos e instrumentos capturados en las logias, inclusive los esqueletos nos que servían de "decoración" en las cámaras de "mem". Millares de rumanos conocieron de cerca a la fatídica, que había llevado a mi país de tumbo en tumbo, por más treinta años.

Los llamados "dictadores fascistas" hicieron trizas la organi­zación masónica; pero cometieron el grave error de dejar libres a los cabecillas de la secta, que a la postre formaron la quinta columna de traidores emboscados, error al que no se sustraje­ron Hitler, Mussolini ni Antonescu. La caída de Alemania se debió en gran parte a la labor de esos traidores y saboteadores, algunos de ellos colocados en puestos importantes del gobierno y del ejército. Uno de ellos fue Hjalmar Schacht, el "mago de las finanzas", a quien Hitler conocía como masón y no obstan­te lo mantuvo como ministroOtro traidor importante fue el al­mirante Guillermo Canaris, masón que controlaba a un buen número de generales y mariscales alemanes también afiliados.Igual traición ocurrió contra Mussolini y Antonescu.

En Ru­mania los conspiradores fueron más tarde aniquilados por los comunistas, cuando éstos se adueñaron del poder y los maso­nes perdieron su valor estratégico. Sólo escaparon el rey y un grupito.

La mayoría de los masones sobrevivió a la segunda guerra mundial. Se reorganizaron rápidamente al hacerse la paz y hoy están en una situación muy parecida a la de 1930, cuando eran dueños de casi todos los gobiernos europeos. España es casi la única excepción. Es el único país cuya policía cuenta con una sección antimasónica especial, destinada a preservar la seguridad interior y exterior del Estado. En Alemania Occidental no ha conseguido un control absoluto. Donde más fuerte es la secta es en el Partido Socialista del judío Ollenhauer y en el ala pro­testante del Partido Demócrata Cristiano de Adenauer. Sin embargo, los masones alemanes no son ahora tan numerosos como antes de Hitler, debido en gran parte al menor nú­mero de judíos que viven en Alemania Occidental: unos 30,000.

La relación siempre es significativa: donde no hay judíos tampoco hay masones; donde hay menos judíos hay menos ma­sones y donde abundan los judíos también abundan los maso­nes. El número aproximado de adeptos no judíos en Alemania Occidental es de 15,000, Antes de Hitler había unos 800,000 hebreos y cerca de 400,000 masones. En Estados Unidos viven varios millones de israelitas, y también son varios millones de adeptos no judíos. Uno de cada doce norteamericanos está co­nectado de un modo u otro con la secta.

En Argentina, bajo el régimen de Juan Perón, debido sobre todo a Eva Perón, la judeomasonería y el comunismo fueron paralizados. El justicialismo había librado al pueblo de la secta, ama y señora desde la guerra de independencia. También recu­peró para los argentinos las empresas que explotaban los ser­vicios públicos y las enormes riquezas naturales que habían si­do creadas y manejadas por "sociedades anónimas" judías con membretes de americanas, inglesas o francesas. La secta trató de defenderse principalmente por medio de una campaña de des­prestigio encabezada por el diario La Prensa , órgano judeo masónico, campaña secundada y mantenida hasta la fecha por las agencias informativas del judaísmo, es decir, todas, en nombre de una supuesta "libertad de prensa". Al mismo tiempo los judíos, los masones y los comunistas emprendieron la tarea de infiltrarse en el gobierno y desde den­tro crearle problemas y minarlo. Su éxito mayor fue cuando lograron provocar un conflicto entre el régimen y la Iglesia Ca ­tólica. La muerte de Eva Perón, su peor enemigo, les había fa­cilitado la traición. El judío Eduardo Vuletich, poderoso líder obrero, fue uno de los principales conspiradores. Era un comu­nista emboscado, ex miembro de las brigadas internacionales ro­jas que combatieron contra Franco en España.Vuletich, para encumbrarse en el puesto máximo de la Confederación General del Trabajo, fue ayudado por otro judío: Abraham Krislavin. Este era subsecretario del Interior y princi­pal "consejero" de Ángel Borlenghi, titular del ministerio. El dúo Vuletich-Krislavin consiguió que el gobierno de Pe­rón aceptara, en un intervalo de siete meses (entre el fin de 1954 y mediados de 1955), casi todo el programa secreto for­mulado por la masonería contra la Iglesia Católica. Los puntos fundamentales eran la ley de divorcio; supresión de la enseñanza de la religión cristiana en las escuelas; supre­sión del descanso obligatorio para cinco días festivos de la Igle ­sia; anulación de la exención de impuestos de que disfrutaba la Iglesia sobre los bienes raíces y otros y que servía para soste­ner escuelas, hospitales, asilos, misiones, etc.; prohibición de las procesiones y concentraciones religiosas al aire libre sin permi­so de la policía, y separación de la Iglesia y el Estado, según un proyecto del hebreo Vuletich ( la Iglesia Católica había sido ofi­cial desde la independencia). Tales medidas hirieron el sentimiento del pueblo y hubo en­tonces pretexto para que la policía al mando de Krislavin des­atara persecuciones, detenciones y vejaciones sin cuento, hechos que repercutieron contra el prestigio del gobierno. Los efectos se acentuaron cuando el mismo Perón fue excomulgado y per­dió así el apoyo de las masas católicas. El plan judeo masónico había salido perfecto. Sólo faltaba el golpe militar para derrocar a Perón y de él se encargó el judío almirante Rojas, cuyo ver­dadero apellido es Roth. Al derrocamiento siguieron el caos po­lítico, las matanzas, y manos libres para judíos, masones y co­munistas. En Argentina, hoy en día, se imprime la mayor parte de la propaganda roja que se distribuye en América. Y es tal la in­fluencia judaica en el actual gobierno, que agentes policíacos hebreos pudieron sacar del país, sin contratiempos, a Adolf Eichmann, refugiado alemán que los sabuesos de Sión perse­guían desde hacía quince años como "criminal de guerra", de­lito inventado para justificar el asesinato de todo aquel que se oponga a los planes del "pueblo escogido". La declaración del arzobispo Plaza, en el sentido de que fue­ron los masones quienes incendiaron iglesias en las postrimerías del peronismo, originó un atentado con bombas contra el pala­cio arzobispal de La Plata, el 24 de octubre de 1959. Fue la con­firmación de las afirmaciones del prelado.

En Venezuela se repitió el caso argentino. Las tácticas que aniquilaron a Perón dieron el mismo resultado con Marcos Pé­rez JiménezLa conspiración llevó al poder al masón, marxista e inmoral Rómulo Betancourt, intelectual del marxismo, y la maquinaria judaica mundial de la propaganda se ha ocupado de alabarlo. Mientras tanto los comunistas, que tienen como je­fe visible a Machado, se han apoderado de los sindicatos, de la educación pública y de puestos clave en el gobierno. Todos con­tinúan la obra sovietizante iniciada por el marino masón Larrazábal, que encabezó el golpe militar contra Pérez Jiménez en 1957. Y eso que éste siempre había vivido en buenos términos con la masonería, aunque cometió el error imperdonable de ha­ber dado refugio en Venezuela a los anticomunistas expulsados de Europa oriental. Estos son ahora perseguidos por el régimen "democrático" de Betancourt.

En la actualidad el centro de la conspiración masónica-comunista en contra de América es Montevideo. La dirige un indivi­duo conocido como Samoilov, que maneja un presupuesto de ¡cien millones de dólares y capitanea unas ochenta organizaciones camufladasEl estado mayor de la conjura está en la embajada rusa y lo forman unos setenta especialistas preparados en: Moscú y provistos de pasaportes diplomáticos. Ese grupo concentra su actividad hacia la costa atlántica de Sudamérica,, '',La conjura en el frente sudamericano del Pacífico está encomendada a un equipo de la China roja que reside en Santiago de Chile. La conspiración en América Central y el Caribe es dirigida desde México. La embajada soviética en ese país cuenta con una legión de espías y agitadores "diplomáticos".

Del mismo modo que en África y Asia los agentes comunistas fomentan el odio a todo lo europeo, en Ibero América incitan rencores hacia los norteamericanos. Lo más lamentable es que en América Latina se concede generalmente muy poca importancia a la conjura.Al comenzar 1959 se produjo un golpe contra las "dictaduras" americanas, al ser derrocado Fulgencio Batista en Cuba por" una conjura masónica-comunista con Fidel Castro Ruz como jefe externo. Este es miembro de la logia "Juventud en Evolución" y del Partido Comunista desde 1948. Comparte el poder; con su hermano Raúl y con el argentino Ernesto Guevara, el "Che", que primero sirvió a la masonería infiltrado en el peronismo y luego se aventuró en el experimento comunista de Jacobo Arbenz en Guatemala. De fotógrafo callejero en México; se encumbró, por obra de la masonería, a jefe de las finanzas en Cuba. Raúl Castro, activo sovietizante, concurrió a varios congresos rojos, entre ellos al de Bucarest en 1953.

Para quienes conozcan las tácticas masónicas no resultará extraño que al día siguiente de su entrada triunfal en La Habana Fidel Castro haya dicho en un Club Rotario (masonería camuflada), que 200,000 norteamericanos morirían si los Estados Unidos pretendían inmiscuirse en su gobierno. No obstante lo cual Washington lo siguió distinguiendo con una actitud paternal que culminó poco después con un recibimiento de héroe para el "jefe barbudo". La publicidad izquierdista lo sigue mimando co­rno a un libertador, con olvido punible de los centenares de cu­banos asesinados por los pelotones de fusilamiento del castrismo, de la agitación histérica que patrocina y de la manga ancha que ha otorgado a los rusos. Ahora que tiene "conflicto" con Esta­dos Unidos, toda la América masónica lo apoya.

Todos los golpes contra los llamados "dictadores", anticomu­nistas sin excepción, han sido preparados invariablemente por los círculos judeo-masónico-comunistas de Washington y Nueva York, que lograron imponer en Cuba, como ministro de Justicia, al judío Alfredo Yabur Maluff, encargado de destruir "legalmente" a la élite nacionalista y anticomunista antillana.

Esos mismos círculos han concentrado ahora su ofensiva con­tra los gobernantes de la República Dominicana , del Paraguay y de Nicaragua. La aquiescencia del gobierno norteamericano es patente y hasta visible.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la masonería fue introducida en el tradicionalista Japón por los norteamericanos. El campo estaba fértil después de que el clan judaico Roosevelt-Baruch-Morgenthau impuso la guerra al pueblo nipón y lo orilló a la miseria y lo ablandó con "leyes democráticas" impuestas mi­litarmente para abolir las tradiciones.

Esas leyes abrieron las puertas a los "caballos de Troya" de la judería, como lo son el liberalismo, el socialismo y el comunis­mo. En 1955 la masonería se apoderó del gobierno japonés me­diante una banda de setenta "personajes" preparados en las lo­gias, encabezados por el Primer Ministro Hatoyama. El 27 de marzo de aquel año, durante una ceremonia masónica efectuada en la casa de Hatoyama, éste fue elevado a la categoría de Gran Maestro. Ese día, a la vista de los "hermanos", Hatoyama lloró de emoción. Últimamente Japón está sufriendo las consecuencias de la conspiración y va cada vez más a la izquierda.

Vale la pena señalar que en Estados Unidos, el mayor centro masónico del mundo, hay 49 grandes logias y 1 5,500 logias subordinadas, así como un número muy elevado de sociedades y clubes dependientes de la secta. El mando supremo está en manos del llamado Consejo Imperial del Templo de Norteamérica, cuyo jefe máximo es el judío Bernard Baruch. En el resto del mundo funcionan unas sesenta grandes logias y cerca de 11,000 logias subordinadas, la mayor parte controladas desde Inglaterra. Unas seis están dentro del Imperio Británico. La organización en Francia es la tercera en importancia (no debe perderse de vis­ta que fue un judío masón, Mendes-France, quien ordenó la ca­pitulación de Indochina ante el avance rojo).

En 1953, cinco años después del nacimiento del Estado ju­dío, fue oficialmente constituida la Gran Logia de Israel, exclu­siva para israelitas. Está destinada a ocupar con el tiempo el lugar del Templo Imperial de Norteamérica, la Gran Logia de Inglaterra y el Gran Oriente de Francia. La Gran Logia de Is­rael está en manos de la orden hebraica B'rith, los judíos ma­sones más peligrosos, dirigidos por un tal Label A. Katz, que a la vez son poderosos influyentes en las Naciones Unidas, en la Liga Contra la Difamación (E. U.) y en la Asociación Nacional para el Progreso de los Hombres de Color, causante ésta de todos los disturbios raciales en los Estados Unidos,

Para reconocerse entre ellos, los masones disponen de un len­guaje simbólico universal que les es enseñado en las logias según el grado a que pertenezcan. El signo universal por excelencia son tres puntos colocados de tal modo que forman un1 triángulo equilátero. Ese medio de identificación común facilita la exis­tencia de un gobierno secreto masónico en cada país, muchos de cuyos miembros pertenecen a la vez al gobierno oficial. Cada gobierno masónico está integrado por los tres poderes tradicio­nales: ejecutivo, legislativo y judicial. Este último es ejercitado generalmente por los llamados "caballeros Kadosch", masones de grado 30 del rito escocés, capacitados para dictar sentencias de muerte, inclusive. Son los encargados de velar por la disciplina entre los "hermanos".Gracias a ellos, es remoto el peligro de incumplimiento en las consignas de la secta. Por eso vemos que masones como Eisenhower, MacMillan, De Gaulle, Gronchi, Nehru y otros simulan que defienden a sus países del comunismo,- y hacen todo lo con­trario.

En ese doble juego los ayuda eficazmente la enorme ma­quinaria de propaganda, sobre todo periodística, que está en ma­nos de la judería. Esta tiene el control de casi todos los grandes periódicos "independientes" del mundo libre y de las agencias no­ticiosas. Por eso ha sido posible organizar las "grandes campañas de prensa" cuando se trata de aniquilar a "dictadores".Vale la pena repasar el caso de los Estados Unidos. Masón fue George Washington, el "libertador" que logró imponer al país una Constitución masónica, que no cristiana, misma que permitió al judaísmo adueñarse de la situación en menos de 150 años. Masón fue Abraham Lincoln, el que por orden de la sec­ta desencadenó la más sangrienta guerra civil so pretexto de sal­var de la esclavitud a los negros del sur (1860-1864). Masón fue Woodrow Wilson, quien colocó en las altas esferas del gobier­no al hebreo Bernard Baruch en 1915. Baruch merece especial atención. Se ha mantenido como una eminencia gris tras la silla presidencial durante 45 años. Por táctica, jamás ha pertenecido a ningún partido político. Esto le ha permitido "servir" indistin­tamente a los gobiernas "demócratas" y "republicanos". Influ­yó poderosamente para empujar a los Estados Unidos (ayudado naturalmente por el poderío de su raza) a la primera guerra mundial, para facilitar la Revolución comunista en Rusia; en la misma forma estuvo presente en la crisis económica de los Estados Unidos en 1929, cuando los bancos israelitas retiraron el dinero de la circulación. Apoyó la ascensión de Franklin Delano Roosevelt al poder, lo indujo a que reconociera a la Unión Soviética en 1933 y luego lo dirigió para que lanzara a Norte­américa a la segunda guerra mundial, para salvar al comunis­mo de la destrucción a que lo había condenado la Alemania de Hítler.Masón fue el sucesor de Roosevelt, Harry Salomón Truman, y masón es Dwight David Eisenhower, el ex-presidente de Nor­teamérica que desempeñó a maravilla el papel de "inepto" para permitir el avance del bolchevismo en todos los frentes, desmora­lizar al pueblo norteamericano y restar prestigio al partido repu­blicano.

Masones son nueve de los diez ministros nombrados por Ken­nedy, que aunque él mismo no es masón (por lo menos todavía no tenemos informes al respecto), pertenece, como su hermano "Boby" —por él nombrado nada menos que Ministro de Justi­cia— al grupo de los "intelectuales" izquierdistas salidos de las universidades masónicas de la famosa "Ivy League" (M univer­sidades norteamericanas, entre ellas la de Harvard, donde estudió Kennedy). No importa que el Presidente Kennedy y su hermano sean o no miembros de la masonería (la religión les prohíbe ofi­cialmente tal pertenencia). Lo importante es que ellos se rodea­ron de judíos y masones y ejecutan el programa judío-masónico destinado a derrumbar al mundo occidental desde el interior, en favor del imperialismo soviético. Además Kennedy recibió parte de su "educación" en la "Economics School" de Londres, funda­da por el "socialista" (léase comunista) judío Harold Laski, el "padre" del "socialismo británico".Todos los "colaboradores" de Kennedy, además de sus minis­tros judíos Goldberg, Ribicoff, Dillon Zapowakj, etc., o masones como Udal, Day, Hodges, Rusk, McNamara, etc., fueron escogi­dos por los mismos círculos izquierdistas o sea de "intelectuales" y millonarios procomunistas del tipo de Stevenson, Harriman, Williams, Bowles, Schlesinger, Heller, etc. No falta en esa banda la señora Eleanor Roosevelt, que parece haber establecido una especie de "matriarcado" en la jefatura judío-masónica-comunista instalada en Washington, reinante también con la "administra­ción democrática" de Kennedy.

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