Puestos de avanzada en Cisjordania profundizan el conflicto
Un día, en el otoño de 1998, Shivi Drori, un joven agricultor recién salido del ejército israelí, llevó tres remolques a una colina escarpada en lo profundo de la Cisjordania ocupada y comenzó a plantar frambuesas.
Era un asentamiento no autorizado en el corazón del territorio reclamado por los palestinos, pero Drori, quien ahora tiene 49 años, dijo que se consideraba a sí mismo “en cierto modo, trabajando con el gobierno”.
Hoy en día, más de 90 familias judías viven en lo que se ha convertido en el próspero pueblo de Givat Harel —lleno de casas de concreto con vistas hermosas, un vivero abarrotado y un viñedo galardonado—.
Poco más adelante en la carretera se encuentra Turmus Aya, un pueblo palestino que perdió parte de su tierra ante el asentamiento cercano de Shilo hace dos décadas. Una de las aldeanas, Amal Abu Awad, de 58 años, ha visto su mundo encogerse desde que llegaron los colonos.
Dijo que los colonos impedían que su difunto esposo llegara a su tierra de pastoreo y periódicamente arrancaban sus olivos. La semana pasada, vándalos enmascarados armados con garrotes y cuchillos atacaron su casa y gritaron insultos mientras rompían ventanas y sus paneles solares.
Sus siete hijos ahora se turnan en el techo durante la noche, para cuidarse de los justicieros.
“Esta era nuestra tierra mucho antes de que pensaran en reclamarla”, dijo ella.
El nuevo gobierno de extrema derecha del primer ministro Benjamin Netanyahu anunció la semana pasada que legalizaría Givat Harel junto con otros nueve puestos de avanzada no autorizados en Cisjordania, lo que elevó la moral de los colonos y fortaleció su dominio sobre la tierra.
El pueblo de Drori, en una cresta entre las ciudades palestinas de Ramala y Nablus, es parte de una red extensa de 150 puestos de avanzada que son ahora el hogar de unos 20.000 colonos, según el organismo de vigilancia antiasentamientos Peace Now (Paz Ahora). Los puestos de avanzada aparecieron en las últimas tres décadas, muchos construidos al menos parcialmente en tierras palestinas privadas, dice Peace Now.
Si bien los puestos de avanzada se establecieron sin la autorización oficial del gobierno, a menudo recibieron apoyo tácito del gobierno e incluso financiación pública. Más del 20% de los puestos de avanzada, como Givat Harel, han sido legalizados retroactivamente y hay más en proceso.
Los grupos y expertos en contra de los asentamientos describen un esfuerzo constante del gobierno para afianzar el dominio israelí sobre Cisjordania y apoderarse de más tierras ocupadas que los palestinos quieren para un futuro Estado. Cadenas de puestos de avanzada ubicados estratégicamente han cambiado el paisaje del territorio y amenazan con hacer que un Estado palestino futuro sea poco más que una constelación marchita de enclaves desconectados.
“Vemos esto como un paso muy grande hacia la anexión”, dijo Ziv Stahl, director del grupo de derechos israelíes Yesh Din. “Cementar la existencia de estos lugares bloquea cualquier esperanza de que los palestinos recuperen sus tierras”.
El lunes, días después de que las aprobaciones de los puestos de avanzada del gobierno provocaran una condena generalizada, Netanyahu declaró que el reconocimiento de nuevos puestos de avanzada se congelará seis meses —parte de un acuerdo negociado por Estados Unidos para evitar una crisis diplomática en Naciones Unidas—.
Como resultado, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una declaración suavizada que se oponía a la expansión de los asentamientos por parte de Israel, lo que descarriló una resolución legalmente vinculante que habría exigido el cese de la actividad de asentamientos israelíes.
Pero Netanyahu no se comprometió públicamente a detener la construcción de los asentamientos. El jueves, su gobierno aprobó la construcción de más de 7.000 viviendas nuevas en asentamientos judíos en Cisjordania. Algunas de esas casas, dijeron los opositores al asentamiento, se localizan en cuatro puestos de avanzada que permanecen sin autorización.
La congelación de Netanyahu “no significa nada”, dijo Lior Amihai, de Peace Now.
Los detractores de los asentamientos describen una política que dice una cosa y hace otra sobre los puestos de avanzada y que se remonta a los esfuerzos de los gobiernos sucesivos para desviar la presión internacional. La mayor parte del mundo considera todos los asentamientos israelíes —hogar de unas 700.000 personas en Cisjordania y el este de Jerusalén anexado— como una violación del derecho internacional.
En 1996, Israel prometió que no establecería nuevos asentamientos como parte de los esfuerzos de paz con los palestinos, pero dijo que tendría que continuar la construcción en los existentes para dar albergue al crecimiento natural.
Desde entonces, los sucesivos gobiernos han hecho una distinción entre asentamientos autorizados y puestos de avanzada “ilegales”, como el Givat Harel de Dori.
Como muchos otros, Givat Harel se extiende a lo largo de tierras públicas y privadas —incluidas tierras agrícolas pertenecientes a las aldeas palestinas de Sinjil y Qaryout, según Dror Etkes, un activista antiasentamientos quien sigue la política de tierras israelí en Cisjordania.
Desde el puesto de avanzada, ambas aldeas, junto con otros pueblos palestinos, pueden verse enclavadas en las colinas ondulantes.
Drori rechazó las afirmaciones de propiedad palestina y dijo que la cima de la colina había estado desocupada durante mucho tiempo.
“Estábamos cumpliendo los deseos del gobierno, sólo que de una manera extraña”, dijo en el viñedo del asentamiento, que exporta unas 100.000 botellas anualmente de Merlot, Cabernet Sauvignon y mezclas llamadas “Dancing Hills” producidas localmente.
“Siempre es secreto”, dijo.
Givat Harel apareció durante el primer auge de la construcción de puestos de avanzada en la década de 1990. Incentivado por Ariel Sharon —el ministro de Relaciones Exteriores de Israel en 1998, quien, como es bien sabido, exhortó a los colonos a “correr y tomar” las cimas de las colinas palestinas—, Drori llegó a la pintoresca cordillera.
Sharon incluso regaló a Givat Harel sus primeros camiones cisterna, dijo Drori. El Ministerio de la Construcción hizo fluir dinero para casas nuevas. El consejo de colonos local instaló torres eléctricas, agua corriente y pavimentó caminos para las viviendas. En una señal de legitimidad, los soldados israelíes custodiaban la puerta principal.
Los palestinos vecinos, quienes solo podían obtener energía de paneles solares y con frecuencia enfrentaban demoliciones de casas porque carecían de permisos de construcción en la parte de Cisjordania controlada por Israel, miraban con cautela la pintura fresca y los jardines irrigados del puesto de avanzada.
Drori expone que es un pionero dispuesto a vivir en una tierra hostil prometida por Dios. En cuanto a los palestinos, dijo: “Si quieres quedarte aquí, tienes que acostumbrarte al gobierno israelí”.
Un informe del gobierno, de 2005, reveló una colusión generalizada entre funcionarios para desviar ilícitamente fondos estatales hacia puestos de avanzada no autorizados. Su autora, Talia Sasson, pidió la eliminación inmediata de los puestos de avanzada en tierras palestinas privadas. Sin embargo, no se tomó ninguna medida contra los más de 100 puestos de avanzada que identificó.
A lo largo de los años, Estados Unidos y otros aliados de Israel denunciaron los asentamientos como un obstáculo para la paz. Para evitar la censura internacional, Israel prometió repetidamente desmantelar los puestos de avanzada ilegales —pero solo dos importantes fueron evacuados. Otros fueron registrados estratégicamente como nuevos barrios de asentamientos establecidos.
Ahora, los colonos encuentran a sus aliados más cercanos en los niveles más altos del gobierno. El jueves, la nueva coalición de Netanyahu otorgó oficialmente al Ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, un líder de los colonos, autoridad sobre la construcción de los asentamientos.
Drori dijo que Smotrich, un viejo amigo, rezó y celebró en Givat Harel la noche de la decisión de reconocimiento.
“Las cosas realmente cambiarán aquí para bien”, dijo Drori, al describir sus sueños de construir una escuela primaria y expandir la sinagoga.
Smotrich y otros ministros de extrema derecha planean gastar miles de millones de dólares en la expansión e inversión en asentamientos. Los grupos de derechos humanos advierten que esto profundizará el conflicto con los palestinos y conducirá a más derramamiento de sangre.
En una calle de tierra sin pavimentar en Turmus Aya, Abu Awad fijó sus ojos en la cima de la colina que mira hacia su casa. El mes pasado, los colonos intentaron prender fuego a una casa cercana e incendiaron el automóvil en su camino de entrada. Luego, la semana pasada vino el ataque a su casa.
La policía dijo que arrestó a dos sospechosos por el ataque incendiario. Los palestinos, que son procesados en tribunales militares con una tasa de condena extremadamente alta, se han quejado durante mucho tiempo sobre la impunidad de la que disfrutan los colonos, quienes, cuando llegan a ser acusados, lo son en tribunales civiles.
“Cortaron la electricidad para que todo estuviera completamente oscuro”, dijo Abu Awad. “En la oscuridad, podían hacer lo que quisieran”.
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Los periodistas de The Associated Press Tia Goldenberg en Tel Aviv, Israel, y Sam McNeil en Turmus Aya, Cisjordania, contribuyeron a este reportaje.
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