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domingo, 22 de agosto de 2010

polemica mujeres y el islam

LA POLÉMICA SOBRE LAS MUJERES Y EL ISLAM
Juan María Alponte

La mayor parte de los países europeos está viviendo, y sufriendo, una vasta polémica no sólo por los vestidos que, como el “burka” o el “niqab”, –el “hiyab”, el “shaila” y el “chador” no ocultan la cara de la mujer- sino por el hecho de que, de un lado, se dice en España o en Francia, Holanda o Inglaterra, que aquellos vestidos significan una degradación de los derechos de la mujer y, del otro, en términos de “seguridad nacional” porque no se sabe quién es quién y qué se puede portar bajo un vestido que tapa todo el cuerpo y los ojos se ven, en el caso de la burka a través de una rejilla (no en el “niqab” que permite ver los ojos).
Hace unos días hablaba de este tema y, hoy, insisto en ello, porque en España, por ejemplo y lo mismo en Francia, se está regulando la imposibilidad de vestidor los vestidos que tapan todo el cuerpo y la cabeza en todos los “espacios públicos”.
En el Corán se habla o se exalta el “recato de las mujeres” y en la Sourata IV (Azora IV) se señala, con mucho rigor, el papel de las mujeres en el Islam. Es de señalar que los eruditos del Islam niegan el valor intrínseco de las traducciones (un problema) del Corán y sólo creen que en árabe adquiere su total y cabal sentido.
En los años 50, con una beca para viajar por varios países árabes e islámicos (Ira, Siria, Palestina y el Líbano donde el cristianismo y el judaísmo no dejan de ser patentes y explícitos) me encontré con el problema repito, de las traducciones.
Pongo un ejemplo, en “Le Coran”, traducido al francés del árabe por Kasimirski, con la Cronología y Prefacio de Mohammed Arkoun, se dice lo siguiente: “Si teméis por injustos con los huérfanos no casaros más que con pocas mujeres, dos, tres o cuatro entre aquellas que os han gustado. Pero si teméis ser injustos no casaros nada más que con una sola mujer o una esclava. Esta conducta os ayudará, más fácilmente, a ser justos”.
Veamos una traducción del Corán de la misma Azora IV: “…Casaos con las mujeres que os gusten, dos, tres o cuatro. Si teméis no ser equitativos, casaos con una o con la que poseen vuestras diestras, las esclavas. Eso es lo más indicado para que no os apartéis de la justicia”. (“El Corán”, Plaza y Janes, traducción y prólogo del doctor Juan Venet.
Ambos textos señalan (cuando Mahoma vive la poligamia que era aceptada en Arabia y aunque el Corán intenta matizar la situación señalando que mejor sería una esposa para ser justos) minuciosamente, las significaciones del matrimonio. En orden a la “superioridad de los hombres” (lo mismo decía San Pablo en las Epístolas a los Corintios al inicio del cristianismo) en el mismo capítulo IV se subraya en la versión francesa: “que los hombres son superiores a las mujeres a causa de las cualidades por las cuales Dios los ha elevado por encima de ellas y porque los hombres emplean sus bienes en dotar a las mujeres. Las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas; conservan cuidadosamente, durante la ausencia de sus maridos, aquello que Dios ha ordenado que se conserve intacto”.
La versión española no transporta la sutileza árabe-francesa y dice, sin más, así: “Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto a los otros y porque ellos gastan sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que dios mandó ser reservado”.
El texto de la traducción francesa prosigue así: “Vosotros reprimiréis a aquellas que teméis que caigan en la desobediencia; las relegaréis a lechos separados, las golpearéis, pero tan pronto como os obedezcan no busquéis más querellas. Dios es elevado y grande”.
La versión española: “A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, mantenerlas separadas en sus habitaciones, golpeadlas. Si os obedecen, no busquéis procedimiento para maltratarlas. Dios es altísimo, grandioso…”.
Las dos traducciones poseen matices relevadores. En efecto, la traducción francesa no duda en señalar “separación de lechos”; la española habla de “separación de habitaciones”.
El tema de las prohibiciones deja al margen los elementos culturales que invitarían a meditaciones más profundas sobre el “otro”. No hay que olvidar que Mahoma (Muhammad en árabe) vivió entre el año 570 y el 632 de nuestra Era. Fue, según la tradición islámica, el último de los profetas semíticos y que, acaso, por pertenecer a otra época que la de Jesús, se negó a considerarse como una persona divina para ser, simplemente, un Rasul, un Enviado o Mensajero de dios que es la definición que Mahoma hace de Jeshua o Jesús de Nazaret. Mahoma estuvo abiertamente contra el celibato y tuvo varias esposas, pero la primera, Jadiya, que era rica (dueña de una caravana de camellos con la que comerciaba en el Oriente) fue ella, la mujer, quien le eligió como marido. Jadiya, posteriormente, fue la primera que creyó en el hecho de que Mahoma había recibido un mensaje divino. En consecuencia fue la primera “convertida” al Islam y, por ello, se la rememora, en el islamismo, entre las cuatro mujeres puras. La segunda fue la hija del faraón que salvó de las aguas a Moisés –el lazo con el monoteísmo hebreo-; la tercera fue Fátima, hija de Mahoma que se casó con Alí que, andando el tiempo, generaría una guerra civil de la que nació el chiísmo (de “si’at’Ali) y, en consecuencia, el otro segmento histórico: el sunnismo.
Mahoma, que era más joven que Jadiya (otra consideración para señalar que las mujeres en el inicio del islamismo tenían otra significación) a la muerte de ella (con la que tuvo dos hijos varones muertos a temprana edad y cuatro hijas) volvió a casarse y tuvo varias mujeres. Jadiya fue única.
Según la tradición islámica, que recoge las propias palabras de Mahoma, el mensaje del Corán y su primera versión como Profeta se debió al arcángel Gabriel (Yabra’il en árabe, al igual que Jesús es Isa, Moisés, Musa y Abraham (padre los árabes en la tradición islámica) es Ibrahim como Jerusalén, a su vez, es Al-Quds o tercera Ciudad Santa del Islam después de La Meca y Medina.
Ante la polémica que no considera la historia y las dificultades de las traducciones sólo se me ocurre decir Salamu’alaikum o la paz sea con vosotros. Por cierto entre los Cinco Pilares del Islam no se invoca, en modo alguno, la “guerra santa”. El primer pilar es la declaración de fe: no hay más Dios que Alá y Mahoma es su Enviado; el segundo, es la obligación de recitar las cinco oraciones diarias que son obligatorias, a distintas horas, para todo musulmán. El tercer pilar es la limosna (sakat) que es obligatoria y que quiere decir que toda riqueza es de Dios y debe repartirse. El cuarto pilar es el ayuno en el mes del Ramadán y el quinto es la Peregrinación a La Meca al menos una vez en la vida, pero se admite que muchos no podrán hacer el viaje.
Ahora sí que termino: bjatrak que se puede traducir como “hasta luego”. Quizá, acaso, estos pequeños eslabones de la historia de los hombres y las mujeres nos ayuden a comprender la dificultad de prohibir cuando no se sabe bien lo que se prohibe…

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