Recuerdo las noches
del mes de Ramadan de
Peshauar, en el Quisa Hane
bazar (
quisa hane, literalmente,
‘la morada de los
relatos’) con sus restaurantes
abiertos de madrugada,
las manos de los panaderos
palmeando al hacer
los pequenos panes para el
sohor
, alguna musica aqui
y alla y el murmullo de los
transeuntes comiendo y
preparandose para el ayuno,
proximo a comenzar.
Tambien sus caras pacientes
y luminosas, como en otro
mundo, durante el dia y el
bullicio de los zocos al atardecer,
repletos de tiendas
de fruta, de dulces, pequenos
carros con todo tipo de
ofertas, maiz tostado, maiz
hervido... Los ayunantes,
con una mezcla de fatiga y
satisfaccion en sus rostros,
unidos por la victoria sobre
sus apetitos, obedientes a la
orden de su Senor gracias
a Su ayuda, eligiendo que
llevarse a la boca al romper
su ayuno, pausadamente,
con ausencia de ansiedad.
Tambien recuerdo las noches
de Ramadan en Kabul,
donde practicamente en
cada restaurante habia dos
o tres hombres alegrando
la velada con unos sencillos
instrumentos de los
que arrancaban un sinfin
de notas de gran riqueza
cromatica, cargadas de
sentimientos, alegres, nostalgicos,
dulces, sosegados
torrenciales...
Poco me imaginaba
yo, un joven que practicamente
no habia salido de
Barcelona, que al cabo de
unos anos en vez de ser un
observador sorprendido iba
a sumergirme en este mar
de conocimiento, una de
cuyas puertas es el ayuno,
y muy especial, pues Allah,
Azaua ua ŷalla
, ha dicho
del ayuno que toda buena
accion tiene una recompensa
de diez a setecientas
veces excepto el ayuno, que
es Suyo y lo recompensa
como quiere. Dice Shaij al
Akbar que Ramadan es uno
de los nombres de Allah y
que cuando dice “es Mio”
es porque es una de sus peculiaridades,
ya que Allah,
Aza ua Ŷalla
, no come ni
bebe. Tambien se menciona
en un
hadiz que en el
Paraiso hay una puerta exclusiva
para los ayunantes.
Allah quiso que un mes
antes de Ramadan fuese
nuestra entrada en Islam, y
asi, en el corto periodo de
dos meses, pudimos saborear
tres de los pilares del
Islam.
Dice Shaij Ahmad ibn
Ataillah al Iskandari en
su libro
Taŷ al arus: “Los
auliya
son como las novias,
no se muestran a los
desvergonzados”, y esto
es porque Allah esta celoso
de lo que es precioso y
solo les permite el acceso
a ello a los que saben apreciarlo.
Esto es lo que sucede
con el Islam. En cierta
ocasion nuestro querido
shaij, Shaij Abdul Qadir,
comparaba Islam con esos
castillos que se encuentran
en la Ruta de los Kasr en
Marruecos. Edificios protegidos
por muros, de una
belleza sobria, que cuando
uno franquea su puerta los
encuentra repletos de vida
y de bullicio en el interior.
La aparente austeridad y
disciplina exterior es un
muro que protege un jardin
interior de deleite y belleza
indescriptibles; no en vano
Allah,
Aza ua Ŷalla, dice
que el Islam es el camino
que lleva al Jardin; y el creyente
ya tiene algunas percepciones
de ello en esta
vida sin que pueda hacerse
una idea ni siquiera aproximada,
ya que Allah dice que
ha preparado para Sus siervos
aquello de lo que nunca
ningun oido ha oido ni ojo
alguno ha visto jamas.
El ayuno abre a quien lo
practica una puerta al mundo
angelical, especialmente
en el mes de Ramadan, que
es un mes en el que Allah,
Ŷalla ŷallahu
, ha puesto
muchos secretos: en el descendio
el Coran, en el se
encuentra la Lailatu-l-Qadr
y en el tuvo lugar la batalla
de Badar. Aquellos que solo
buscan la satisfaccion a traves
de la gratificacion sensual
piensan que el ayuno es
un acto de penitencia que
conlleva sufrimiento. Pero
los que lo han practicado
y lo conocen lo describen
como “
al karim”, ‘el generoso
y noble’, donde se abre la
percepcion a dimensiones
ocultas durante el resto del
ano y se fortalecen los lazos
de hermandad, de un modo
real, para quienes lo practican,
una hermandad basada
en el saboreo compartido
de los regalos de este mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario