Se los confunde con la dinastía
alauí de Marruecos y los alevíes turcos, pero forman un grupo musulmán
diferente. Los alauitas son unos dos millones distribuidos entre Líbano,
Antioquía (Turquía) y Siria. En este país viven la mayoría, son aproximadamente
un 10 por ciento de la población y desde los años 70 han ocupado los
principales centros de poder. El dictador Bashar al Assad y su familia
pertenecen a esta secta, una rama del islam chií que, por sus costumbres y
creencias -algunas ocultas-, muchos musulmanes consideran una herejía. También
son conocidos como «nusairíes», sin embargo ellos prefieren llamarse «alauitas»
o «alauíes», por Alí, primo y yerno del Profeta Mahoma. Esta corriente
religiosa puede ser considerada una rama muy heterodoxa del islam chií, que
cree que Alí fue el primer imán, o líder espiritual de la comunidad musulmana,
y considera a sus descendientes legítimos sucesores de Mahoma. Pero algunas de
las costumbres y creencias alauitas chocan con las del islam «mainstream» o
mayoritario. La profesora de la Universidad Autónoma de MadridGema Martín Muñoz
explica en El islam y el mundo árabe que «la de los alauitas es una de las
doctrinas más singulares. La comunidad se divide en iniciados y profanos, con
exclusión de las mujeres, a las que no conceden que tengan alma y, por ello, a
Fátima, hija de Mahoma, le dan el nombre masculino de Fátir, “creador”. Tienen
tres grados de iniciación y un libro sagrado litúrgico. Su calendario contiene
fiestas religiosas suníes, chiíes y cristianas. No tienen templos y sus
ceremonias las celebran en casas particulares, pero usan incienso, velas y
consagración del vino». Los alauitas celebran la Navidad, la Epifanía o «Noche
de Reyes» y la Pascua cristianas. Interpretan de forma alegórica el Corán y los
Pilares del islam, por eso no ven como obligatorias la realización de las cinco
oraciones diarias, el ayuno en Ramadán y la peregrinación a La Meca. Además,
según algunos autores, creen que Alí es Dios hecho carne, y que creó a Mahoma
«de su propia luz». De esta manera, el Profeta, su yerno y Salmán -un santo
chií- forman para los alauitas algo así como una santa trinidad. Cuando algunos
sunitas les acusan de seguir las enseñanzas del libro secreto Kitab al Majmu
(El Libro de la Colección) los alauitas callan y aseguran guiarse, además de
por el Corán, por el Nahj al Balagha, que recopila sermones, escritos y
narraciones que se atribuyen a Alí. Alí reencarnado en zorro Los alauitas creen
que los seres humanos son estrellas caídas del cielo, y que deben reencarnarse
siete veces aquí en la tierra para ocupar de nuevo un lugar allá arriba, donde
Alí es el príncipe. La experta en estudios de Oriente Próximo Elena Supónina
cuenta en El valor de la reencarnación del alma en las protestas en Siria que
«para entender del todo en qué se diferencian los alauitas de otras ramas del
islam, hay que preguntarle a un sirio si cree en la reencarnación. Si responde
que es una fábula, estamos ante un sunita o un cristiano, pero si empieza a
contar que el alma después de la muerte se puede reencarnar en un recién nacido
o incluso en un animal, nuestro interlocutor es, sin lugar a dudas, alauita».
La autora visitó en Siria aldeas de esta minoría religiosa, y pudo escuchar
historias como la de un campesino que se reencarnó en zorro. «Alí siempre fue
muy listo y, cazando, al ver a aquel zorro me di cuenta de que seguramente era
él, y no pude disparar contra el animal», le contó un vecino de una de aquellas
comunidades alauitas. Mimetizarse para sobrevivir Para el investigador experto
en el Mediterráneo y el Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah
Fernández, el hermetismo de esta minoría ha facilitado el mito. «Existe en las
creencias alauitas una mezcla de elementos místicos, esotéricos y preislámicos.
Y por la dificultad enorme de acceder a esos conocimientos y lugares de reunión
de los iniciados, se ha creado un halo de misterio y desconfianza hacia ellos».
«En el discurso público y oficial de los dirigentes de la comunidad alauita
estas creencias no se reconocen pero, en cualquier caso, muchos alauitas no
iniciados no sabrían dar una respuesta» sobre las creencias más ocultas de la
secta, afirma. Así, los alauitas practican una especie de «taqyya» o disimulo
de las creencias religiosas propias cuando uno teme por su vida, la de sus
familiares o por la pervivencia de su credo. «Además, no son proselitistas, lo
que se opone a la doctrina del islam mayoritario que, como el cristianismo, sí
lo es», recuerda Amirah. «Los alauitas han buscado en el chiismo el
reconocimiento de su pertenencia al islam aceptado u homologado, consiguiendo
que algunos líderes de esta rama del islam hayan certificado que son sus
seguidores. A pesar de que Siria y el Baaz [partido en el poder] siempre se han
presentado como laicos, Hafez al Assad [alauita y padre de Bashar] promovió
ciertas prácticas rituales, como el ayuno en Ramadán o la peregrinación a La
Meca. Ayunaran o no de verdad, en el espacio público no veías un festín de
alauitas en un restaurante durante las horas de sol en medio de Ramadán», explica
el investigador del Real Instituto Elcano. Gema Martín Muñoz explica el origen
del Partido Baaz Árabe Socialista, en el poder en Siria: «El “baaz”
(resurrección) es una ideología elaborada a principios de los años 40 por dos
sirios, Michel Aflaq -cristiano- y Salah al Din Bitar -musulmán sunita-
[también por Zaki al Arsuzi, alauita], en la que la unidad árabe y el
socialismo, árabe también, constituyen los dos pilares básicos. A partir de
1953, convertido en Partido Baaz Árabe Socialista, llevará a cabo una intensa
acción política para acceder al poder, lo que no conseguirá hasta 1963 en Siria
y 1968 en Irak». En 1970 Hafez al Assad da un golpe de estado tras el que se
instaura una dictadura del Baaz que con el tiempo quedará en manos de la
minoría alauita, sobrerrepresentada en el Ejército sirio y el Partido, en un
país en el también viven cristianos y drusos y un 70 por ciento de la población
es sunita. «Hoy en día, el inicial panarabismo baazista se ha transformado en
un nacionalismo gran-sirio, la sensibilidad laica se ha desviado hacia una
hegemonía confesional alauita y el socialismo moderado en un liberalismo
económico autocráticamente dirigido», sentencia Martín Muñoz.
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