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lunes, 24 de septiembre de 2012
EL FIN DE LA “IZQUIERDA” MEXICANA Y EL REGRESO DEL TEATRO PRIÍSTA
EL FIN DE LA “IZQUIERDA” MEXICANA
Y EL REGRESO DEL TEATRO PRIÍSTA
Luego de las elecciones del pasado 1
de julio sucedieron tres hechos fundamentales
que decidirán el futuro de
los mexicanos: el primero, la despedida
de los gobiernos nefastos panistas
que terminaron de destruir el Estado
de Derecho ya de por si desgastado y
frágil luego de siete décadas de regímenes
priístas totalitarios y corruptos;
el segundo, el regreso nada decoroso
del más recalcitrante priísmo mafioso
a la presidencia de la República; y el
tercero, la desaparición formal de la
“izquierda” mexicana con la renuncia
de su jerarca mayor, Andrés Manuel
López Obrador, a los partidos Movimiento
Ciudadano, PT y PRD, con la
intención de hacer de su Movimiento
de Renovación Nacional un nuevo
partido político.
De estos tres sucesos solamente uno
causa algarabía entre la población nacional,
y es el final de dos sexenios
panistas extremadamente corruptos
e ineficaces que solamente dejaron a
la nación números rojos, un tanto por
los más de cien mil muertos que ocasionó
“la guerra de Calderón” en contra
de algunos carteles de las drogas y
otro tanto por los últimos lugares en
que nos colocaron en las estadísticas
mundiales de educación, desempleo,
desarrollo social, crecimiento económico,
seguridad y cultura, entre otros
rubros.
Los otros dos acontecimientos deben
ser lamentables para la ciudadanía
toda vez que fue demasiado notorio el
desaseo mediante el cual el priísmo, la
oligarquía nacional y los intereses de
Washington atropellaron el proceso
electoral con un financiamiento más
que ilegal, violando descaradamente
el tope de gastos de campaña para
imponer en la presidencia de la República
al futuro mandatario, Enrique
Peña Nieto, quien estará rodeado de
personajes que cuentan con un negro
historial en la política nacional.
Hoy, para nadie son un secreto los
enormes saqueos de recursos financieros
a las arcas del gobierno del Estado
de México y a las partidas presupuestales
de varios estados de la República
para apuntalar la precampaña y la
campaña electoral de Enrique Peña
Nieto desde cinco años antes de las
elecciones de este año 2012, dinero de
los mexicanos que invariablemente
fue a parar a los bolsillos de los magnates
dueños de los medios de comunicación
más poderosos, como lo son
Televisa y Tv Azteca.
Ahora, por los protagonistas que se
perfilan para integrar el próximo gabinete
presidencial, nada le garantiza
al pueblo mexicano que su patrimonio
esté a salvo, y más cuando el presidente
electo, Enrique Peña Nieto,
ha presentado una iniciativa de ley
para “fortalecer” al Instituto Federal
de Acceso a la Información Pública
y Protección de Datos que nos deja a
los ciudadanos igual o peor que como
estamos ya que las entidades públicas
obligadas a proporcionar información
veraz a quienes así se lo requieran podrán
catalogar como “confidenciales”
los documentos que así les convengan,
alegando que no pueden darse a
conocer porque “ponen en riesgo la
seguridad nacional”.
Por otro lado, esta iniciativa no propone
mecanismos sancionatorios para
castigar a los funcionarios que se nieguen
a cumplir esta ley. Los sindicatos
nacionales, fideicomisos públicos,
municipios, partidos políticos y la Suprema
Corte de Justicia de la Nación
están al margen de esta iniciativa que
desde ya se antoja como una escenografía
ya no de teatro ni de carpa, sino
imaginaria, de merolico de banqueta.
Todos los secretarios de Estado, gobernadores,
ministros, presidentes
municipales, jefes delegacionales del
D.F., y demás funcionarios públicos
corruptos seguirán carcajeándose del
IFAI ya que continuarán haciendo uso
de infinidad de triquiñuelas legaloides
para evadir sus responsabilidades
y mantenerse lejos, muy lejos de las
cárceles.
Para concluir, a esta desgracia que nos
deja claro que el próximo 1 de diciembre
habrá cambio de gobierno pero
no cambiarán las cosas para que por
lo menos 70 millones de mexicanos
abandonen la pobreza y reciban cuentas
claras de sus gobernantes, se agrega
la desaparición ya formal de la “izquierda”
mexicana, ese aglomerado de
partidos que jamás han cumplido con
su objetivo real de ser un contrapeso
serio de la derecha. Y fue precisamente
la renuncia oficial a estas entidades
partidistas de su exponente más visible,
Andrés Manuel López Obrador, la
que puso más en evidencia la inexistencia
en México de esta importante
corriente política que en otras partes
del mundo, especialmente en Latinoamérica,
y a pesar
del intervencionismo
yanqui, ha conseguido
llegar al poder para beneficiar
a sus pueblos.
Aquí no. En nuestro
país la “izquierda” como
tal no ha significado más
que una pantomima mediocre
de lo que debiera
ser; y hoy, como prueba
de ello, vemos a los dirigentes de
estos partidos y a los gobernantes
electos que de ellos emanaron en este
último proceso electoral totalmente
alineados y sumisos a los designios
del presidente electo, Enrique Peña
Nieto. Quién sabe por qué motivos,
pero demasiado pronto olvidaron el
agravio sufrido el pasado 1 de julio.
Y cuando varios millones de mexicanos
esperaban el llamado de Andrés
Manuel López Obrador para iniciar
una resistencia civil pacífica para
evitar la imposición de Enrique Peña
Nieto, este salió con la propuesta “novedosa”
de crear un partido político
más para continuar sangrando los
bolsillos de los mexicanos, y lo peor
de todo es que muchos connotados
“izquierdistas” del PRD, PT y Movimiento
Ciudadano en breve formarán
parte o apoyarán el proyecto de partido
de Andrés Manuel López Obrador
llamado Movimiento de Renovación
Nacional (MORENA), por lo que la
fundación de este partido representará
una opción más para que la “izquierda”
siga igual y no represente
una verdadera alternativa de gobierno
para los mexicanos en las futuras elecciones
presidenciales del año 2018, en
las que difícilmente el PRI y la Casa
Blanca cederían la presidencia a una
“izquierda” que está demostrando ser
convenenciera, acomodaticia y muy
poco peligrosa por su carencia de
convicciones para exhortar al pueblo
a defender la legalidad y su patrimonio
nacional.
Así las cosas, y ante la poca funcionalidad
de los partidos políticos, los
ciudadanos debemos exigir enérgicamente
a nuestros gobernantes el cumplimiento
al pie de la letra de las leyes
que nos rigen o sus renuncias inmediatas.
Más de 70 millones de mexicanos
en situación de pobreza ya no
deben seguir esperando un buen plato
de caldo de res en sus mesas mientras
la partidocracia veleidosa se indigesta
con sus excesos.
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