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martes, 4 de septiembre de 2012
El Salat es la Ibada —o acto en el que se reconoce la absoluta soberanía de Al-lâh— más importante
El Salat
El Salat es la Ibada —o acto en el que se reconoce la absoluta soberanía de Al-lâh— más importante
14/09/2001 - Autor: AbderRahman Hafsawi - Fuente: Webislam
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Mujeres haciendo la salat en el Centro Cultural Islámico de Valencia. (Foto: M. Laure Rodríguez Quiroga)El Salat es la Ibada —o acto en el que se reconoce la absoluta soberanía de Al-lâh— más importante, pues como mínimo se hace cinco veces al día. Consiste en gestos, recitaciones y una actitud especial en momentos determinados. La etimología de la palabra nos enseña que significa en primer lugar "abrasarse, desvanecerse, ... en la Unidad de Al-lâh". Con el Salat, el musulmán se extingue en la Presencia de su Señor, se diluye dejándole "paso". Sus movimientos simbolizan su absoluta rendición ante quien lo rige, su recitación es convertirse en simple traductor de la Palabra de Al-lâh, su actitud es la de entrega a su Verdadero Señor. Con el Salat, lo Eterno, lo Esencial, se manifiesta, y lo efímero, lo contingente, desaparece absorvido en el Uno que todo lo contiene. El Salat es un acto de extrema radicalidad: es el instante en el que todos los ídolos son derrumbados, el momento en el que al aparecer lo verdadero, lo falso huye. En el Salat hay autenticidad; es cuando el musulmán se vuelve hacia Al-lâh y es transportado por El, transfigurado completamente, y se reconoce y reconoce al Dueño de los Mundos.
El Salat es la soledad de Al-lâh, en el Salat Al-lâh se muestra como Singular, ajeno a todas las quimeras, despojado de todas las fantasías humanas, y se muestra a Sí mismo extinguiéndolo todo, consumiéndolo todo, doblegándolo todo. Cuando ya no hay nada, cuando el musulmán se postra finalmente, Al-lâh aparece como Soberano, como lo es en Su Realidad, y cuanto existe brilla bajo Su Resplandor. Y el Salat es el instante también en el que el ser humano proclama su califato, su soberanía, pues con su Ibada se desembaraza de lo que lo confundía, de lo que lo engañaba y esclavizaba: al contemplar la Unidad de Al-lâh, sus ídolos caen, sus mentiras se disipan, y ahora es la clarividencia la que ocupa el lugar de la insensatez. Rindiéndose ante su Señor, desenmascara a los dioses, los denuncia, los aniquila con una mirada fulminadora. Al igual que Al-lâh, en el Salat aparece el ser humano en su verdadera dimensión. Al igual que Al-lâh que con el Salat hace desvanecerse todo lo falso, todo lo que no es El, el hombre se alza y barre lo que era confuso y se sumerge en el océano de la Grandeza. Por ser un acto de tan alta trascendencia y sus efectos tan radicales, no puede iniciarse brúscamente: antes es necesaria la Tahara, despojarse de todo lo que pudiera empañarlo. Por ello han sido prescritas las abluciones.
Valor del Adzán
El Adzán es la llamada con la que se convoca al Salat, y el que la realiza es llamado Muádzdzin. Rasulullah (s.a.s) ha dicho: "Hay tres hombres que el Yáwm al-Qiyama, cuando resurjamos después de la muerte, aparecerán sobre una colina de almizcle negro (o almizcle oscuro, el más oloroso y preciado), y no temerán cuando a los hombres Al-lâh les exija cuentas, el momento en que todos los hombres sentirán terror: el hombre que recite el Corán sin otro deseo que agradar a Al-lâh y sirva de Imam a las gentes y las gentes estén complacidas con él, y el hombre que proclame el Adzán en una mezquita invitando a las gentes a Al-lâh, y el hombre al que se haya puesto a prueba concediéndosele riquezas y las riquezas no lo hayan hecho desatento". Y también dijo: "No escuchan la llamada del Muádzdzin ni hombre ni genio, ni ninguna otra cosa, sin que tengan que dar testimonio a su favor el Yáwm al-Qiyama", es decir, todo aquello a lo que llegue la voz del Muádzdzin hablará a su favor ante Al-lâh. Y también dijo: "La Mano del Rahmán está sobre la cabeza del Muádzdzin desde que comienza hasta que acaba el Adzán".
Y se ha dicho acerca de las Palabras del Corán "¿Quién dice algo mejor que el que convoca a las gentes hacia Al-lâh y obra rectamente?" que se refieren a los Muádzdzinin. Y Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Cuando escuchéis la LLamada, repetid las palabras que pronuncia el Muádzdzin", y así es recomendable (mustahabb) para todo el que las oiga, salvo las dos "háyyas" en cuyo lugar dirá: "La háwla wa la qúwwata illa billlah". Y al acabar de oir el Adzán, la Sunna enseña que debe hacerse el siguiente Duá: "Alláhumma rábba hádihi d-dáwati t-támmati was saláti l-qáimati áti Muhámmadan il-wasílata wal fadílata wad dárayata r-rafíata wa bázhu l-maqáma l-mahmúda l-ladi waádtah, ínnaka la tújlifu l-miád", que quiere decir: "Al-lâhumma, Señor de esta LLamada Perfecta y del Salat establecido, concede a Muhammad el Medio, el Bien y el Grado elevado, y hazlo aparecer en el Rango Elogiado que le has prometido, y ciértamente Tú no traicionas tu Palabra". El Sahabi Said ibn al-Musib dijo: "Quien haga el Salat en una tierra desierta, a su derecha se coloca un Málak y a su izquierda se coloca un Málak y él hace de Imam para ellos; y si además, antes de empezar el Salat, proclama el Adzán y la Iqama, hacen el Salat detrás de él Maláikas semejantes a montañas".
Valor de los cinco Salawat prescritos (o Maktubas)
Al-lâh dice en el Corán: "El Salat, para los múminin, es una prescripción determinada para ciertos momentos". Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Hay cinco Salawat que Al-lâh ha prescrito para los hombres. Quien los cumpla con la atención que requieren sin faltar a ninguno de sus pilares obtiene la promesa de Al-lâh de hacerle entrar en el Jardín. Quien no los cumpla no tiene ninguna promesa de Al-lâh: si quiere lo atormentará y si quiere lo hará entrar en el Jardín". Y también dijo: "Los cinco Salawat son como un río que pasara por delante de la puerta de vuestras casas y en el que os bañárais cada día cinco veces, ¿quedaría algún resto de suciedad (idolatría) en vosotros?. Los cinco Salawat hacen desaparecer vuestros Dzunub (faltas) como el agua elimina la suciedad". Y también dijo: "Los Salawat os evitan el mal de los Dzunub que cometáis entre ellos mientras os apartéis de los grandes Haram". Y dijo: "Quien se encuentre con Al-lâh (después de la muerte) habiendo desperdiciado la ocasión de los Salawat, encontrará que Al-lâh no dará valor al resto de sus acciones por meritorias que sean".
Y dijo: "El Salat es la columna del Islam, quien lo abandone derriba el Din". En cierta ocasión, le preguntaron: "¿Cuál es el mejor acto que puede llevar a cabo un hombre?", y él (s.a.s.) respondió: "El Salat en su momento". Y dijo: "Quien persevere en el cumplimiento de los Cinco vigilando rigurosamente el wudu que los precede y sus momentos, verá -cuando esté junto a Al-lâh- que son Luz que lo rodea y lo protege, y serán un argumento a su favor el Yáwm al-Qiyama; y quien los descuide se verá aparecer ante Al-lâh entre Faraón y Hamán (los que están privados de todo bien)". Y también dijo: "La llave del Jardín es el Salat". Y dijo: "Nada hay más amable para Al-lâh, después de la proclamación del Tawhid (la Shahada) que el Salat, pues si lo hubiera lo habría impuesto a los Maláika, pero los Maláika está o bien inclinados, o bien postrados, o bien erguidos, o bien sentados (las posiciones del Salat)". Y dijo: "Quien abandone la práctica del Salat a propósito debiera ser contado entre el número de los káfirs", es decir, a punto está de desaparecer de él todo vestigio de Imán. Y también dijo: "Quien abandone a propósito el Salat queda fuera de la garantía ante Al-lâh que ofrece Muhammad". Y dijo: "Lo primero que Al-lâh tendrá en cuenta es el Salat de cada uno de vosotros". Abu Bakr decía: "Cuando escuchéis el Adzán, levantáos para apagar con el Salat el Fuego que habéis encendido (y que os aguarda)".
Valor del cuidado que debe tenerse en el cumplimiento de los Pilares del Salat (o Arkan del Salat)
Rasulullah (s.a.s.) dijo: "El Salat Maktuba es como una balanza y tiene su justa medida, quien la respeta cumple con su equilibrio". Yaçid ar-Raqqashi dijo: "El Salat de Rasulullah (s.a.s.) era perfecto y parecía como si estuviera medido". Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Dos hombres de mi Nación hacen un Salat parecido, sus inclinaciones y sus postraciones son las mismas, pero son dos Salat tan distantes entre sí como el cielo y la tierra", se refiere a que uno de ellos los hace con Jushu y el otro sin él, y el Jushu es la profundidad del Salat y es su principal pilar: de poco sirve un Salat si no es profundo. Y dijo: "Al-lâh no mirará el Yáwm al-Qiyama al hombre que no se yergue perfectamente entre la inclinación y la postración".
Y dijo: "¿No teme el que durante el Salat desvía su rostro (de la orientación debida hacia la Qibla) que Al-lâh se lo trastoque en el rostro de un asno?". Y dijo: "Quien cumpla el Salat en su momento y realice a la perfección la ablución que lo precede, y haga con exactitud sus inclinaciones y postraciones, y no desatienda la profundidad que el Salat exige, ése notará que el Salat sale de él y asciende siendo una claridad brillante que le dice: Al-lâh te guarde como me has guardado. Y quien haga el Salat fuera de su momento, y no realice bien su Wudu, y descuide las formas de las inclinaciones y las postraciones, y su Salat no sea profundo, verá a su Salat salir de él como algo oscuro y tenebroso que le dice: Al-lâh te arruine como me has arruinado". Y dijo: "El peor de los hombres es el que le roba a su Salat".
Valor de la Asamblea (o Yamaa)
Rasulullah (s.a.s.) dijo: "El Salat en grupo supera al Salat en solitario en veintisiete grados". Uzmán dijo: "Quien acuda a hacer el Salat Isha en comunidad es como si hubiera velado media noche entera haciendo Salat; y quien acuda al Subh es como si hubiera velado toda la noche". Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Quien hace el Salat en Yamaa es como si se colmara de Ibada". Said ibn al-Musib dijo: "Desde hace veinte años, cada vez que oigo al Muádzdzin proclamar el Adzán, acudo sin falta a la mezquita". Muhammad ibn Wási dijo: "Del mundo sólo tres cosas me parecen apetecibles: un amigo que, cuando me tuerzo, sabe enderezarme; un alimento Halal que me evite caer en lo Haram; y un Salat en asamblea que corrige los defectos de mi ignorancia y me enriquece junto a Al-lâh". Hátim al-Asamm dijo: "Sólo una vez perdí la ocasión de un Salat en Yamaa y hasta mi casa vino al-Bujari para darme el pésame". Ibn Abbas dijo: "Quien escuche al Muádzdzin y no le obedezca es porque Al-lâh no quiere nada bueno para él". Abu Huráira dijo: "Que a un hombre le llenen los oídos de plomo fundido es mejor para él que oir la Llamada y no responder a ella". Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Quien haga durante cuarenta días los Salawat en Yamaa sin perderse ningún Takbir es protegido por Al-lâh contra dos males: el de la hipocresía y el del Fuego". Se ha dicho: "En el Yawm al-Qiyama habrá gentes con rostros resplandecietes como estrellas que dirán: Cuando escuchábamos el Adzán inmediatamente nos poníamos a hacer el Wudu sin que nada nos detuviera. Otro grupo tendrá los rostros resplandecientes como lunas, y dirán: Nosotros hacíamos el Wudu antes de escuchar el Adzán. Y aún otro grupo tendrá los rostros resplandecientes como soles, y dirán: Nosotros oíamos el Adzán en la mezquita".
Valor de la postracion (o Suyud)
Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Con nada se acerca el hombre a Al-lâh que sea mejor que un Suyud secreto". Y dijo también: "Cuando un musulmán se postra ante Al-lâh, Al-lâh eleva su rango y elimina el efecto de sus torpezas". Un hombre dijo a Habibullah (s.a.s.): "Invoca a Al-lâh para que me proporcione tu intercesión ante Él y me haga tu compañero en el Yanna", y Rasulullah (s.a.s.) le contestó: "Ayúdame haciendo muchos Suyud". Y dijo también: "Lo más cerca que un hombre puede estar de Al-lâh, lo está durante el Suyud". El Corán dice: "Póstrate y acércate", y también: "Ellos (los múminin) tienen el signo en sus frentes, la huella del Suyud" se ha dicho que ese signo es la marca que deja el contacto de la frente con el suelo, y también se ha dicho que es la Luz del Jushú o profundidad del Salat. Se ha relatado que cuando un musulmán hace el Suyud, Shaytán llora y dice: "A él se le ha ordenado postrarse y se ha postrado y su destino es el Jardín; a mí se me ordenó que me postrara y me negué y fuí expulsado del Jardín, y mi destino es el Fuego". Se ha contado que Ali ibn Abdullah ibn Abbás se postraba ante Al-lâh cada día mil veces, y por ello fue llamado el Sayyád. También se ha contado que el califa Omar ibn Abdelaziz nunca se postró sobre alfombra alguna, sino directamente sobre el polvo.
Valor de la profundidad durante el Salat (o Jushú)
Al-lâh ha dicho: " Establece el Salat en mi Memoria", y también: "No seáis de los que olvidan", y también: "No os acerquéis al Salat estando ebrios, sino esperad a saber lo que decís". Se ha dicho que "ebrios" significa aquí "aturdidos por las preocupaciones". Habibullah (s.a.s.) dijo: "Quien haga dos Rakas sin pensar durante ellas en nada del mundo, a ése se le disculpan todos sus Dzunub anteriores". Y dijo: "El Salat es calma, humildad, concentración, lamento, retorno a Al-lâh, y que al final extiendas las manos y digas Al-lâhumma, Al-lâhumma; si no, tan sólo es algo inacabado". Se ha contado que en los Libros Antiguos Al-lâh ha dicho: "No acepto cualquier Salat, sino sólo aquél que va acompañado de pequeñez ante mi Inmensidad, aquél en el que no hay arrogancia y lo hace quien alimenta al hambriento por amor hacia mí". Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Sólo ha sido prescrito el Salat, y ha sido ordenado el Hayy y las circunvalaciones (alrededor de la Kaaba), no se han erigido los estandartes más que para establecer entre los hombres el Dzikr de Al-lâh, para que Al-lâh sea recordado; si en tu corazón no está la presencia del Recordado, que es el objeto de la Ibada, si en él no hay temor ante la contemplación de la Grandeza, ¿qué valor tiene tu Dzikr?".
Y también dijo: "Cuando hagas el Salat, hazlo como si estuvieras a punto de morir y te despidieras del mundo". Es decir, cuando empieces el Salat, despídete de todo e incluso de tí mismo, recordando las palabras de Al-lâh: "Oh ser humano, hacia tu Señor te diriges y con Él te encontrarás". Bakr ibn Abdullah dijo: "Si quieres entrar a donde está tu Dueño y hablar con Él sin necesidad de traductor, puedes hacerlo. Haz bien el Wudú, y entra en tu Mihrab, y he aquí que has entrado a donde está tu Señor, sin haber pedido permiso a nadie, y he aquí que te diriges a Él sin intermediario". Aisha, la esposa de Rasulullah (s.a.s.) dijo: "Rasulullah (s.a.s.) nos hablaba y le hablábamos, pero cuando llegaba el momento del Salat era como si no nos conociera ni nosotros lo conociéramos", y era porque estaban completamente dedicados a la contemplación de la Grandeza de Al-lâh. Y Habibullah (s.a.s.) dijo: "Al-lâh no mira al Salat del hombre que no une su corazón al cuerpo". En cierta ocasión, el Nabí (s.a.s.) vio a un hombre que, haciendo el Salat, se mecía la barba y dijo: "Si su Salat fuera profundo, su cuerpo estaría en calma". Cuando llegaba el momento del Salat, el Imam Ali temblaba y palidecía; al preguntársele por ello, contestó: "Éste es el instante de algo extraordinario que Al-lâh ha confiado a los hombres después de habérselo propuesto a los cielos, a la Tierra y a las montañas, que lo rechazaron por verse incapaces para cumplir con esa confianza, pero el hombre quiso asumirla". Su nieto, Ali ibn al-Husain, también palidecía durante el Wudu, y lo explicó diciendo: "¿Es que no sabéis ante Quién voy a ponerme de pié?"
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