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martes, 4 de septiembre de 2012

¿Quién es judío?

¿Quién es judío? Detalles Publicado en Lunes, 03 Septiembre 2012 08:46 Escrito por The Economist . .«En el día del mes de Nissán del año 5772 de acuerdo con el modo en que contamos aquí en la Comunidad de Berlín, el novio, hijo de Aarón Naftalí, dijo a Naomí la hija de nuestro patriarca Abraham: Sé mi esposa de acuerdo a la ley de Moisés y de Israel, y trabajaré, te honraré, alimentaré y apoyaré como es la costumbre de los hombres judíos que trabajan, honran, alimentan y apoyan a sus fieles esposas...» La antigua fórmula aramea del contrato de matrimonio judío (ketubá) resonó en las losas del antiguo patio de Berlín oriental en una tarde de domingo de marzo. La pequeña congregación, los hombres con sombreros o gorros, las mujeres con cubrecabezas modestos, miraban con amor. Dos de los suyos estaban atando el nudo: Naftalí, un estudiante de la Rabbinerseminar zu Berlin; Naomí, estudiante en la Midrashá de la Mujer, ambos miembros de la comunidad de aprendizaje del Seminario Rabínico Beit Sion. En la fiesta de la boda habían varios hijos e hijas «de nuestro patriarca Abraham», el término utilizado tradicionalmente para describir a los conversos al judaísmo. La madre de Naomí murió cuando la familia se encontraba todavía en Rusia, y su ascendencia judía no estaba clara. Los rabinos del seminario rabínico requieren de la novia someterse a una ceremonia de conversión, que implica la inmersión en un baño ritual y un compromiso solemne «para aceptar el yugo de las mitzvot (los preceptos religiosos)». Casi todo el mundo en la comunidad de Beit Sion es ruso, al igual que la mayoría de los 200 mil y pico de judíos en la Alemania actual. Después de un estudio ulterior, Naftalí se convertirá en rabino en una ciudad de provincia alemana. «Él y su esposa serán los únicos judíos observantes en la ciudad», dice el Rabino Yehoshúa Spinner, director de Beit Sion. El Rabbinerseminar zu Berlin original fue fundado por el rabino Esriel Hildesheimer en 1873. Fue pensado como respuesta a la asediada ortodoxia alemana en el Jüdisch Theologische Seminar en Breslau (hoy Wroclaw, en Polonia), el crisol del judaísmo conservador, y la Hochschule für die Wissenschaft des Judentums, el seminario rabínico de la Reforma, también en Berlín. El Seminario del Rabino Hildesheimer ha ordenado rabinos ortodoxos-modernos que han servido en las comunidades de toda Europa. Su perspectiva básica es que a pesar de que la ley judía, la Halajá, era inmutable, tuvo que ser redactada en un lenguaje contemporáneo. Hoy en día la Rabbinerseminar reconstituida sigue el mismo delicado camino entre el haredismo y la modernidad. El financiamiento proviene principalmente de la Fundación Ronald S. Lauder, que ha ayudado a lograr un modesto renacimiento de la vida judía en Alemania y Europa central y oriental. Practicante temprana del judaísmo post-confesional; la Fundación apoya a todo tipo de educación judía. Por su parte, los recién llegados han insuflado nueva vida en cuanto a las grandes comunidades judías. «Nosotros no somos ortodoxos», dice Beatrisa Kirschner, joven inmigrante judía de Moldavia que vive con su familia en Mainz. «Pero somos tradicionalistas. La religión fue reprimida en la Unión Soviética. Ahora las personas mayores como mi abuelo quieren volver a adoptarla». De 98 años de edad, al abuelo de Kirschner le gusta pasar sus días en la sorprendente nueva sinagoga de Mainz, que sustituyó a una construida hace un siglo y destruida por los nazis. Los libros de oraciones son en hebreo con traducción al ruso. La madre de Kirschner, una enfermera, está en el consejo de la sinagoga, y su hijo va a asistir a las clases de religión. La presidente de la sinagoga, Stella Schindler-Sigereich, creció cerca de Worms. «¿Quién hubiera pensado que iba a ser presidente de la sinagoga?» Speyer, Worms y Mainz, las comunidades «Shum» en el acrónimo hebreo, eran un importante centro de erudición judía medieval. En Speyer los visitantes pueden ver un baño ritual judío del siglo XII en perfecto estado de conservación en los terrenos del barrio judío restaurado, a la sombra de la enorme catedral románica. En el centro de Worms, inexplicablemente intacto, se encuentra un cementerio judío de gran tamaño. Las lápidas hebreas, claramente legibles, se remontan al siglo XI. El estado de Renania-Palatina está solicitando a la UNESCO de que las tres comunidades judías antiguas sean reconocidas como Patrimonio de la Humanidad. El renacimiento de la vida judía entre algunos de los judíos de Rusia en Alemania ha sido un importante antídoto para los israelíes pensantes. En los años 1980 y 1990, cuando los judíos salieron de la Unión Soviética, todos sus visados de salida citaban a Israel como su destino; Israel luchó con gobiernos extranjeros y organizaciones de la diáspora judía para bloquear que ellos fueran dejados en el camino. Ellos no eran refugiados, sostuvieron el gobierno israelí y la Organización Sionista Mundial. Ellos tenían una patria: Israel. Fuera de Israel su identidad judía iba a morir. Esto no ha sucedido en Alemania, ni en Estados Unidos, donde la mezcla de asimilación, religiosidad e identidad étnica entre los cientos de miles de judíos de la ex-Unión Soviética que viven allí es similar a la de la comunidad judía en general. Todo esto sugiere que las diásporas son más resistentes que lo que admiten los dogmas de la primacía sionista. La mayoría de las comunidades judías alemanas restringen su pertenencia solamente a los judíos halájicos, es decir, los nacidos de madre judía o convertidos al judaísmo de acuerdo con la halajá. Muchos de los inmigrantes rusos no reúnen los requisitos para la adhesión. Algunos de ellos sufren una conversión, la mayoría no lo hacen, dejándolos en una especie de limbo judío. En este sentido, la judería alemana se asemeja a la de Israel. Allí, esta pregunta de «quién es judío» presenta al Estado hebreo y a su religión de Estado, el judaísmo ortodoxo, un desafío. Precedentes halájicos a lo largo de los siglos proporcionan una base suficiente para abordar una indulgencia en «aceptar el yugo de las mitzvot» en el proceso de conversión. Pero los rabinos haredim cada vez más poderosos insisten en que los conversos prometen ser ortodoxos. Punto crítico de la conversión La conversión es el punto donde la rigidez religiosa, la política israelí y las corrientes religiosas de la diáspora chocan. Los movimientos conservadores y reformistas en Estados Unidos han luchado durante mucho tiempo contra el monopolio de la ortodoxia en el judaísmo de Israel. A principios de este año, frente a una acción del Tribunal Supremo interpuesta por un rabino reformista israelí, el gobierno israelí anunció que financiará un pequeño número de rabinos no ortodoxos en todo el país. Pero aún así no tendrá poder para llevar a cabo matrimonios o conversiones. Los movimientos no ortodoxos, sin embargo, destacaron la decisión como un gran avance. Afirman que se trata de la discriminación oficial la que los ha mantenido marginales en la sociedad israelí. Como estadounidenses, se sienten incómodos con la idea de una religión de Estado. Como judíos, rechazan la idea de que la religión del Estado de Israel es el judaísmo ortodoxo, y no sólo el judaísmo. Israel, entonces, es el campo de batalla transferido por la guerra inter-confesional de la Comunidad Judía Norteamericana. Los líderes no ortodoxos de los Estados Unidos son aptos para advertir a los primeros ministros israelíes que alcahuetear a la ortodoxia desalentará a millones de judíos norteamericanos. Netanyahu, quien pasó sus años de formación en los Estados Unidos, es sensible a estas exhortaciones. Hay dos grandes complicaciones. La primera es una profunda disparidad entre los movimientos Conservador y Reformista sobre la cuestión de «quién es judío». El judaísmo reformista, en 1983, reconoció a los judíos-patrilineales nacidos de un padre judío y de una madre gentil, como judíos completos, siempre que eligieran vivir vidas judías. El judaísmo conservador se ha pegado al tradicional criterio matrilineal. Cientos de miles de estadounidenses que son aceptados como judíos por las sinagogas reformistas no son considerados judíos por los rabinos conservadores. La posición de la Reforma también contradice la ley israelí, que tiene al matrilinealismo como criterio para la ascendencia judía. Y la mayoría de los rabinos conservadores no reconocen a la mayoría de las conversiones de los rabinos reformistas por motivos halájicos dice el rabino Joel Roth, profesor del Jewish Theological Seminary de los conservadores. La segunda complicación más preocupante es que la guerra territorial que libran los dos movimientos no ortodoxos en contra de la ortodoxia israelí ha perjudicado las perspectivas de los ruso-israelíes que han sido convertidos en silencio. A principios de este año el partido de inmigrantes rusos del canciller Avigdor Liberman, Israel Beitenu, llegó a un acuerdo con los partidos haredíes que habrían permitido rabinos ortodoxos modernos más moderados que trabajen en los tribunales de conversión. Como contrapartida, la nueva ley ha cimentado el monopolio ortodoxo sobre la conversión. Pero los dirigentes conservadores y reformistas en Estados Unidos convencieron a Netanyahu para deshacer el trato. El rabino David Ellenson, presidente del (reformista) Hebrew Union College, defiende firmemente el caso de los no ortodoxos. «Tiene que haber otras maneras», dice. «¿Por qué debo preguntarme sobre cometer suicidio?». Él hizo crecer a los ortodoxos en una comunidad muy unida en Newport News, Virginia, y recuerda su clase en la escuela diurna recitando cada mañana: «En primer lugar debemos saber que toda la Torá, tanto la Ley Escrita como la Ley Oral, fue dada por el Dios Único, Bendito Sea, a Moisés, nuestro maestro de bendita memoria, en el Monte Sinaí. Es imposible cambiar hasta la más mínima jota ni un tilde...». Pero él dejó de creer en eso, y señala que «los judíos más modernos también». «Veo como todas las corrientes intentan dar una respuesta a la misma pregunta. Todos estamos en un continuo». Para él, la Reforma es la más auténtica. Sorprendentemente, el rabino Ellenson ha dedicado su carrera como historiador al estudio de las respuestas ortodoxas a la modernidad. Su biografía de 1990 sobre el rabino Hildesheimer, el fundador del Rabbinerseminar Berlín, fue un clásico. Más recientemente, fue co-autor de un importante estudio de puntos de vista ortodoxos rabínicos sobre la conversión en los siglos IXX y XX. Afirma que puede ser a la vez analista imparcial en sus libros y polemista apasionado en su papel rabínico, y casi lo logra. Pero en un nivel más profundo, este líder religioso muy respetado parece encarnar el futuro post-confesional del judaísmo. Muchos de los judíos de hoy, y probablemente muchos más los de mañana, se encuentran en el continuo que él describe, de manera consciente o no. Ellos están tratando de llegar más allá de las viejas divisorias de aguas respecto de la religiosidad y el secularismo israelí, la ortodoxia diaspórica, el conservadurismo y el reformismo.

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