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lunes, 24 de diciembre de 2012

El olvido

“La falsificación de la historia como instrumento de dominio”

23/12/2012 - Autor: Abdfatah Checa - Fuente: Tras el rastro de los conversos
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Condenados por la Inquisición
Condenados por la Inquisición
En el siglo XV, la política de los reyes de Castilla y Aragón se tornó violentamente represiva, especialmente con la llegada a Granada del cardenal inquisidor Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517).
Desde noviembre de 1499, siguiendo consignas de los Reyes, Cisneros impuso la cristianización de los musulmanes por la fuerza, inició persecuciones, ordenó la quema de ocho mil manuscritos islámicos en la puerta de Bibarrambla, en el acceso a la Alhambra, iniciando un proceso de expulsión a quienes no se convirtieran al cristianismo. El método seguido para presionar a los moros a aceptar el bautismo, provocaron tumultos y levantamientos en Granada y en las Alpujarras en 1502 siendo cruelmente reprimida.
Los Reyes Católicos, dieron dos pragmáticas en el año 1501 por las cuales ningún reconciliado por delito de herejía, ningún hijo ni nieto de quemado hasta la segunda generación pudiese tener oficio de Consejero real, oidor, secretario, alcalde, alguacil, mayordomo, contador mayor, tesorero, ni ningún otro cargo, sin especial permiso de la corona. Ahora la limpieza de sangre tenía carácter legal.
En 1501 el cardenal Cisneros instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo. Hasta entonces las personas se identificaban con su nombre y un apellido o mote que reflejaba el lugar de procedencia, el oficio o alguna característica de la persona. Este sistema producía un tremendo caos administrativo para poder identificar y controlar a los nuevos cristianos. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado y pasaría a ser el de todos sus descendientes.
Se terminaba de esta manera un primer periodo de asimilación de apellidos que tenían un marcado significado converso, Meca, Medina, Almunia, Israel, Rumi, Marruecos, Abecerraje, Ayala etc. Y se entraba en un segundo período una vez prohibida la lengua árabe, donde los apellidos ya castellanizados, se unían a los cientos de apellidos impuestos durante siglos de conquista de los territorios andalusíes.
Los descendientes de bautizados antes de la conversión general de 1500 quedaban equiparados jurídicamente a los "cristianos viejos”. Entre estos están las familias descendientes de los grandes linajes andalusíes que habían colaborado en la conquista de Al-Andalus y el final del reino nazarí. Son familias tan conocidas, como los Venegas, los Zegríes, los Fez, (Álvaro de Fez y su hijo don Hernando de Fez, nieto y bisnieto, respectivamente, de Muley Hazén), los Granada “descendientes de dos hermanos de Boahdil” -sus hermanos menores S´ad y Nars- bautizados como don Hernando de Granada, don Juan de Granada, llamados los infantes de Granada, que dan lugar a toda una dinastía que termina emparentada con la nobleza castellana. Luis del Mármol Carvajal escribe: “Los descendientes de los infantes don Juan y don Hernando tienen por apellido de Granada, y traen por armas dos granadas en campo azul, y un letrero atravesado que dice Lagaleblila, que quiere decir: “no hay vencedor sino Dios”.  Frase esta que fue de la dinastía nazarí.
Ejemplo de colaboracionismo con los Reyes Católicos esta Cidi Yahya Alnaya (cuñado de El Zagal) bautizado con el nombre Don Pedro de Granada, hecho que tuvo lugar en el campamento instalado en Alhadra en la tienda de los Reyes Católicos, allí actuaron como padrinos los reyes. La esposa del caudillo Ceti Merien que se llamó María de Venegas, Su hijo Alí Omar ben Nazar o don Alonso de Granada Venegas, sus hijas que tomaron el nombre de Isabel y Brianda. Los familiares más directos como, sobrinos, descendientes, todos ellos recibirían el trato que merecían los grandes caballeros de los reinos de acuerdo a la persona y linaje de donde venían, gozarían de “acostamiento”. Toda la familia y criados, quedarían también exentos igual que el caudillo del pago de alcabalas, pechos y otros derechos cobrados a los súbditos del reino. También se les eximía del alojamiento de huéspedes, “y que vuestras casas y suyas sean libres, guardadas e esentas”.
A don Pedro de Granada (Cidi Yahya Alnaya) en el 1500 se le concedió el cargo de Alguacil Mayor de Granada. Este cargo le situaba como una de las personas más importantes dentro del nuevo Ayuntamiento granadino, tenía derecho a sentarse tras el conde de Tendilla y el alcalde Calderón . Se le concedió privilegio de hidalgo con todo lo que ello llevaba implícito de poder llevar armas y gozar de la exención de pedidos y moneda, adquirió el hábito de Santiago, el señorío de Campotéjar y el reconocimiento a otras heredades.
Tras su muerte su hijo don Alonso de Granada Venegas ordenó el traslado del cadáver a Granada, siendo enterrado en la capilla de San Pedro en el templo actual del Sagrario; se le colocó un epitafio que recogía los títulos y honores que había desempeñado en su larga vida.
Bernard Vincent también habla de otras familias que han prestado grandes servicios al Estado en el plano religioso o diplomático, como los Albotodo, Alonso Castillo o la familia Marín. A ellos habría que añadir muchos miles de conversos, como los fieles miembros de la administración, los magistrados o los notarios. Otros muchos son avalados por los obispos, nobles, sacerdotes u otras personas influyentes aduciendo su sincera conversión cristiana y su asimilación "castellana". Incluso se les da "certificado" de cristianos viejos y en esa época existen muchos contenciosos de personas que pretenden demostrar esa condición.
El terror sobre los conversos impuesto por la Inquisición (Santo Oficio) y ciertos sectores de la nobleza, y el clero. . . no terminará, sino que se acrecentará y posibilitará nuevos levantamientos de los moriscos granadinos como en (1568), que una vez derrotados serán esclavizados y denominados “esclavos blancos”. Esta represión sobre los moriscos, proseguirá más allá de la mal llamada "expulsión definitiva de 1609-1614". Pensemos que la represión ejercida contra los conversos procedentes del judaísmo y del Islam,  tuvo siempre un hilo conductor, el de eliminar su identidad cultural y religiosa.
La colonización y posterior asimilación, tocará todos los órdenes de la vida de los conversos. Prácticas tan higiénicas como el baño fueron prohibidas. Existe toda una curiosa y quisquillosa legislación contra esta saludable práctica, como la pragmática del 10 de diciembre de 1567. También se les prohíbe vestir a la morisca con trajes de seda y de vistosos colores. Los moriscos podían ser señalados con un hierro en el rostro o brazos para facilitar su identidad. La palabra morisco fue desterrada del vocabulario, penándose incluso a los que la utilizaran.
En 1531 se excluye a los conversos de toda la orden religiosa de Santo Domingo; en 1525 se establece entre los franciscanos el Estatutos de Limpieza de Sangre; la Iglesia de Sevilla en 1515; Córdoba en 1530; tan tarde como en 1547, en la Iglesia de Toledo. Con esto quedan los conversos excluidos de todas las órdenes religiosas de la corona.
Comienzan a ponerse Estatutos de Limpieza de Sangre en otras instituciones. En enero de 1497 en el Colegio de San Antonio de Sigüenza, en 1519 se adopta en el Colegio de San Ildefonso, en 1522 se aprueba un estatuto para las universidades de Salamanca, Valladolid y Toledo.
Durante el siglo XVI, a pocos años del descubrimiento de América, comienzan a establecerse distintas disposiciones que impiden a los conversos embarcarse hacia el Nuevo Mundo. Numerosos edictos figuran en la Recopilación de las Leyes de Indias, que impedían a los conversos, sus descendientes y a los reconciliados por la Inquisición, trasladarse a América. Las reiteraciones son indicio de que muchas veces fueron burladas éstas disposiciones.
Estos Estatutos siguieron en vigencia hasta la época de la Independencia de América. Los que querían ingresar en las filas del ejército, durante el virreinato, debían probar su limpieza de sangre para ser admitidos.
A los moriscos se les prohíbe hacer cantares de moros, zambras, leylas o canciones con instrumentos prohibidos, así como cantar los nuevos romances de la expulsión. En un trabajo muy interesante sobre música para vihuela del Siglo de Oro, realizado por Matías Bregante Argañaraz y publicado en la revista "Medieval", basado en la obra de Luis de Milán cuyo titulo original reza así: "Libro de música de vihuela de mano -Intitulado El maestro-", nos da unos datos a tener en cuenta, para comprender el nivel de la represión, -"es posible que bajo el reinado de los primeros Austrias, viendo la fragilidad política de sus territorios, decidieran inconscientemente (o no) construir una identidad común, a través de símbolos que pudieran ser reconocidos por todos, y resultar catalizadores de dichos procesos de imagen colectiva . La vihuela, en este estado de cosas, enfrentado al laúd de origen árabe, (y por tanto, "volitivamente" extraño y diferente), podría haber adquirido roles que la convirtieran, una vez más, (y la usaran, por lo tanto) en símbolo de una especie de "españolidad cristiana", necesaria para aglutinar destinos y homogenizar políticamente intereses"-.
Según nos señala Reynaldo F. Manzano, -"las estructuras musicales del reino nazarí fueron progresivamente suplantadas en las siguientes fases:
1).- De 1492 a 1529 se produciría una "ilusión de la convivencia musical", dado que a la vez que la "música polifónica, vocal, instrumental y canto llano o gregoriano", se halla presente desde el primer momento de la conquista de la ciudad (Granada), los moriscos seguirán teniendo su propia música amparada en las capitulaciones de entrega de la ciudad; es muy significativo que el 13 de febrero de 1492 los propios Reyes Católicos nombraran a Ayala Fisleti alcaide de juglares de la ciudad.
2).- De 1530 a 1565. La convivencia acabará quebrándose progresivamente por el incumplimiento de las capitulaciones, pero se observan asimismo momentos de convivencia forzada, con polémicas entre los propios cristianos "la reina Isabel de Portugal -escribe Fernández Manzano- esposa del emperador Carlos V. Fue una ardiente defensora de la música de los moriscos en contra del arzobispo de Granada Gaspar de Avalos”.
3).- De 1566 a 1570. La guerra de las Alpujarras y la subsiguiente expulsión de los moriscos del reino granadino-.
Dice Julia León investigadora que tiene una larga trayectoria como recopiladora de folklore tradicional. -"Poesía y música siempre fueron de la mano. Gentes de todo tipo cantaron desde siempre sin preocuparse demasiado del origen o valor de sus canciones. Este fenómeno junto con el de la imprenta y un lento proceso de alfabetización, harían que se extendiera prodigiosamente el arte poético a lo largo de los siglos XVI y XVII. Las gentes vivían una existencia tensa, la crispación política y militar alcanzaba a la existencia diaria, (alojamiento, de tropas, pago de impuestos, los jóvenes eran reclutados para los tercios, enquistamiento de actitudes violentas). Las exclusiones por cuestiones de raza y religión hacían que mucha gente viviera bajo sospecha escondiendo sus orígenes y viviendo una existencia precaria. A los judíos se les expulso el 31 de Marzo de 1492 y a los moriscos entre 1609 y 1614. Pero los conversos de cualquier origen estuvieron siempre bajo sospecha y perseguidos por la Inquisición. Muchos artistas eran descendientes de conversos…"-.
Para entonces lo que habían sido los grandes descubrimientos de las ciencias y las artes de Al-Andalus y que tanto influyeron a todo Occidente, quedaban en el olvido. ¿Qué fue del gran músico Ziriab?, que, por ser de color moreno muy subido, por la claridad y fluidez de su canto se le llamó Pajaro Negro. Fueron famosas sus dos normas para cantar: Todo aquel que empiece a cantar debe empezar por el anexir (recitación). En los cantaores antiguos era práctica corriente. -Empezaba gritando la frase: Ya hacham. Muchos cantaores suelen hacer la "salía" ya ya ya. Incluso expresiones que se consideran muy castellanas como la palabra ojalá proviene de la expresión árabe (wa-sa-a-l-lah) la cual quiere decir algo como "que Dios quiera". Al igual sucede con aquella palabra que usamos para animar las fiestas y a los toreros: Olé! La cual se cree que proviene de la expresión (wa-l-lah) que también hace relación a un significado árabe propio referente más precisamente a Allah.
Así, el espíritu opresor del "cristiano viejo", la ley de la honra y de la limpieza de sangre, ese fanatismo religioso descarga su cólera contra las minorías de "cristianos nuevos" los moriscos. Para hacer frente a la opresión, las minorías crearán también su propia ley, la ley de la ocultación, la "taquiya" morisca y/o el disimulo gitano. Y frente al árabe heroico del pasado se alzó, desde el siglo XVI, el moro del común, practicante de profesiones humildes y, como tal, objeto de sátiras diversas hasta la misma contemporaneidad. El propósito de estos moriscos era pasar desapercibidos, que no se les tomara en cuenta, para ellos su "invisibilidad" tomó diferentes caminos de ocultación. Estas minorías responden, reinventando otros códigos musicales, poéticos y literarios, existenciales.
Escribe Francisco de Torres -“Presuponer que dos pueblos en estrecha convivencia por tanto tiempo puedan hacer caso omiso de los intercambios culturales, sociales o lingüísticos, de manera consciente - por exclusión deliberada y voluntaria del otro-, fue parte del método que los españoles utilizaron para convencerse de que, luego de 1492, nada árabe quedaba ya en la Península. Así, luego de la expulsión de los musulmanes y judíos, se pretendió negar el legado cultural y, lo que nos convoca, la influencia literaria que los árabes dejaron en su largo paso por España. Hablamos de ese sentimiento ‘antiislámico’ propio de la sociedad y la intelectualidad española al que alude A. Castro en España en su Historia”......-
-“….Muchos aportes léxicos al español, presentes además en El Quijote, provienen del árabe. Algunos de los utilizados por Cervantes en la obra en cuestión son referidos sobre todo a las armas y a las cabalgaduras: por ejemplo, adarga, mezquino, aljófar, azar, nuca, arroba, jineta, aldea, jubones, alquimista, ajedrez, zaga, albardas, alcalde, tarea, e innumerables ejemplos más que se dispersan por todo el corpus textual. Lo importante a destacar de esta influencia, es que Cervantes, de ser un maurófobo, hubiese evitado, en alguna medida, la inclusión de estas palabras árabes en sus escritos. Pero, muy por el contrario, parece muy natural y despreocupado a la hora de insertar arabismos en su obra. Con esto no damos por cierto una ‘maourofilia’ ni negamos una posible ‘maurofobia’ por parte de Cervantes, sino que ponemos de relieve cómo en El Quijote el lenguaje se encuentra `arabizado´, por efectos de evolución interna del castellano, sin duda, pero que aportan un dato importante a nuestra idea central: la presencia de la cultura árabe en la literatura española luego de su expulsión de la Península”-.
Es realmente esclarecedora la opinión de Domínguez Ortiz. -"Tras la expulsión definitiva -nos dice-, el elemento morisco, aunque de forma clandestina y subterránea, no ha dejado de pesar en la antropología racial y cultural de nuestro país, o por lo menos, de algunas regiones."… "Pero fue en Andalucía donde quedaron más moriscos, fundamentalmente por dos causas; una, la gran extensión que tomó la esclavitud; otra, las mejores relaciones entre cristianos nuevos y viejos…." "Y permanecieron aquí –prosigue Domínguez Ortiz- ausentándose, escondiéndose, disimulándose entre las tropas de mendigos, peregrinos, gitanos, maleantes y bandidos"-.
Escribe Luis Benitez de Lugo Enrich / Isidro G. Hidalgo Herrasos, en un trabajo titulado "El problema morisco en España" -"Sin embargo, en los años siguientes, y durante buena parte del siglo XVII, los cristianos viejos observaron cómo los expulsados iban regresando a sus antiguos lugares y villas de procedencia.-"
En algunas denuncias inquisitoriales de la época, donde se da cuenta de la confusión de moriscos camuflados, J.L. Navarro recoge un informe del Consejo de Estado de 1610 donde se dice literalmente que -“Ay presunción que muchos de los que abundan como gitanos son moriscos”-, así como la confirmación de algunas confesiones y procesos inquisitoriales entre unos y otros. Una fusión que no sólo se produciría entre gitanos y moriscos sino también con otros grupos marginales. En su opinión, -“Algunos trataron de quedarse entregándose como esclavos a particulares, otros se internaron en las sierras, se hicieron bandoleros, se mezclaron, probablemente, con bandas de gitanos… hasta una integración en los bajos fondos, incluida la población gitana” . Y añade: “Ya es bastante significativo que moriscos y gitanos compartan los nuevos apellidos castellanos..., como lo es el hecho de que aquellos lugares enclaves donde hubo una mayor población morisca sean, precisamente, en los que se asentó el mayor número de gitanos: Albaicín, Las Alpujarras, Triana, Lebrija, Marchena, Utrera y Jerez de la Frontera”.
La cuestión radica, al decir de M. Barrios, en que, si no fue a través de la fusión de ambos grupos –a la que colaboraría hasta el “color de piel”- no se explica que no exista más rastro de los moriscos en la documentación de la época. ¿Cómo, si no a través de la mezcla, se puede explicar lo que califica el autor como la “espectacular desaparición de los moriscos” de los que, en estimación de J. Gelardo, aún habrían quedado en Andalucía 186.000 efectivos después de la expulsión? ¿Y cómo explicar el hecho de que aparezcan de pronto –20 ó 25 años después de su destierro- tantos gitanos dedicados a las faenas agrícolas, cuando siempre fueron un pueblo ajeno al cultivo de la tierra? Pues, simplemente, porque –como relatan las leyes contra los gitanos- la mayoría de ellos -“no lo son de nación”- (1619) sino que se llaman a sí mismos de tal modo.
Una relación del Consejo Real de 1626, varios años después de la expulsión, decía: -"Salió del Consejo Real dos días pasados un decreto en que nadie fuese osado maltratar a los moriscos que se – habían quedado ni se les hiciere agravio alguno como vivan veinte leguas de la marina tierra adentro"-.
Este periódo de persecución de los conversos será largo, comprende los reinados de los Reyes Católicos, el Emperador Carlos I (1517 – 1556), Felipe II (1556 – 1598), Felipe III (1598 – 1621), y continuara  de forma soterrada, con los demás monarcas, Felipe IV (1621 – 1665), y Carlos II (1665 – 1700), hasta el lento declive de la dinastía de los Austrias en la segunda mitad del siglo XVII, y posteriormente con la llegada de los Borbónes: aún en la administración publica se tenia que demostrar la limpieza de sangre.
La inquisición en Andalucía fue especialmente activa durante toda su vigencia, la persecución tradicional de judíos y musulmanes cuya presencia en nuestras tierras era considerablemente numerosa facilitó, sin duda, su arraigo. No obstante esto, en el siglo XVIII cuando la amenaza de estos grupos de infieles ya no justificaba una actuación tan intensa, y justo cuando se iniciaba la decadencia de otros tribunales de la monarquía, los inquisidores andaluces encontraron otros cometidos para mantener su celo tan activo como en épocas pasadas. Especialmente intensa fue la persecución de bígamos, que encontraban en el área gaditana un lugar idóneo para pasar desapercibidos entre extranjeros y viajeros varios que iban y venían, ocultando las más de las veces su condición y origen. Estas mismas condiciones de tráfico marítimo, la proximidad de Gibraltar y el carácter de Sevilla como espacio abierto al trasiego de personas, mercancías, ideas, creencias..., constituyeron de nuevo un foco de peligrosa difusión de actitudes, doctrinas, papeles, pensamientos e ideologías que podían resultar peligrosas para la ortodoxia que el tribunal se empeñaba en proteger.
"Usen contra los herejes la espada espiritual de la excomunión; si esto no resulta efectivo, usen la espada material."
-Papa Inocencio III, (1161-1216), Papa de la Iglesia católica de 1198 a 1216.
 

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