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jueves, 22 de agosto de 2013

SIRIA Y LA QUIMICA DE LA GUERRA

SIRIA Y LA QUIMICA DE LA GUERRA

Escrito por MIGUEL LORENTE ACOSTA el Dec 13th, 2012 archivado bajo Alta Política, Colaboradores, Miscelánea, Secciones.
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Miguel Lorente Acosta
Miguel Lorente Acosta

Miguel Lorente Acosta

Al final parece que la guerra es más cuestión de química que de física,  es cierto que todo se presenta como una cuestión física de agresiones y destrozos materiales, pero la clave está en la “química” que hay entre quienes forman cada uno de los bandos, los atacantes por un lado y los atacados por otro, y en la “mala química” que existe entre los dos bandos de la contienda.
Por eso sorprende la hipocresía que muestra nuestro mundo civilizado ante los problemas de incivilización que representan las guerras.
Nadie quiere la guerra, pero todo el mundo se prepara para ella, hasta el punto de que el problema no es la guerra en sí y las muertes que ocasiona, sino si la guerra se lleva a cabo dentro de la legalidad o al margen de ella, ejemplo claro de la inhumanidad del ser humano.
Lo escribí hace años, allá por el 2003, cuando las mayores quejas frente a la invasión del Iraq de Saddam Hussein se centraban en que era una guerra ilegal por no contar con una resolución de Naciones Unidas. Y decía entonces que me preocupaba más el concepto de “guerra legal” que el de “guerra ilegal”, pues prefiero pensar que la guerra es una manifestación de la barbarie que el ser humano ha sabido guardar en su interior, y no una consecuencia de la razón que nunca ha llegado a alcanzar del todo.
11 Siria El-AssadAhora se vuelve a producir una situación similar cuando el Presidente Obama y la OTAN han advertido a Siria, eso sí, muy seriamente y apuntando con algo más que con la mirada, sobre el posible uso de armas químicas. En la Segunda Guerra del Golfo se pedía el pronunciamiento de la ONU para justificar la guerra, y en la guerra de Siria se pide su silencio para continuar con ella, lo cual no deja de ser paradójico.
Según los datos que recogen las organizaciones humanitarias presentes en Siria, la guerra que allí se libra ha causado más de 40.000 muertes, la inmensa mayoría civiles ajenos a la contienda. En todo este tiempo, y con todas estas muertes, las advertencias no han pasado de los avisos, en cambio ahora, la simple posibilidad de recurrir a un gas tóxico levanta las críticas y las amenazas contra El-Asad, como si matar a las personas a tiros y a bombas fuera más noble que hacerlo con tóxicos.
Barak Obama, quizás presionado por la opinión pública americana, puede pensar que matar con tóxicos es mejor reservarlo para la ejecución de las penas de muerte que aún se llevan a cabo en su país. Tanto la inyección letal como la cámara de gas son mucho menos escandalosas que un fusilamiento, que siempre hace mucho ruido al amanecer, hora habitual para las ejecuciones. Las detonaciones de los disparos pueden asustar a los otros presos, y despertar al vecindario cercano de su sueño nocturno conforme mandan hacia el sueño eterno al reo de turno, y eso le generaría una pérdida de popularidad.
Uno no entiende muy bien la aceptación de unas guerras y no otras, de unas armas y no otras, de una violencia y no otra… pues al final lo que significa es que la guerra, las armas, la violencia… y todo lo que signifique el uso de la fuerza en nombre del poder es legítimo para quien tiene la capacidad de decir lo que está bien y lo que está mal.
Todas las guerras son despreciables, todas las armas son asesinas, todas las violencias son miserables… jugar a que hay unas peor que otras es la demostración de que hay muchas personas que también son despreciables, asesinas y miserables, y que por desgracia están en posiciones donde lo demuestran con el juego de las guerras.
Siempre se ha criticado de las armas químicas su inespecificidad, su capacidad de afectar a un grupo amplio de población civil, no sólo a los objetivos militares. Sin embargo, se olvida que, según recoge el “Informe sobre violencia y salud” elaborado por la Organización Mundial de la Salud, el 60% de las víctimas de las guerras son lo que se denominan “victimas colaterales”, situación no muy diferente a lo que ocurre hoy en Siria, con un porcentaje de víctimas civiles de prácticamente el 75%, tal y como denuncia el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
No creo que sea un error, aunque se trate de presentar como un accidente. En una época en la que se mata con misiles que entran por la ventanilla de un coche, no puede ser un error que la mayoría de las víctimas de un conflicto armado sean civiles ajenos a los objetivos de las batallas. Todo ello forma parte de la falacia del poder, y es un ejemplo más de la locura controlada y la perversidad de quien recurre a la violencia y a la guerra.
Me parece que la guerra no es cuestión ni de química ni de física, que tan sólo es una cuestión de maldad y de dinero. Ese es el problema. Hay campos de batalla rentables y otros no, al igual que hay armas más rentables que otras, y una bala es más cara que el humo de un gas tóxico que ciega ojos y vidas. Además las balas y las bombas dan mejor imagen en televisión… Una guerra sin sangre no da juego ni audiencia, podría parecer una epidemia o una hambruna.
En el siglo XXI y con organizaciones como Naciones Unidas, deberíamos contar con instrumentos para evitar el delirio de gente como El-Asad y de tantos otros que de momento se muestran leales y sumisos. Si nos armáramos de argumentos a favor de la paz y en contra de la violencia, otro mundo sería verdad.

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