Internacional
05 de Ago de 2013 - 01:58 PM
Por Vesna Peric Zimonjic
Belgrado, (IPS) - Este Ramadán, mes sagrado musulmán, marca una diferencia para algunas familias de los Balcanes. Es la primera vez que lo pasan sin sus hijos, esposos o hermanos, que fallecieron lejos del hogar, combatiendo en Siria.
Muaz Sabic, de 41 años, murió cerca de la ciudad siria de Aleppo hace dos meses. La familia, que vive en la diminuta aldea de Puhovac, cerca de la localidad bosnia de Zenica, se enteró hace poco.
Por lo que ellos saben, Muaz integraba una unidad de jóvenes musulmanes de diferentes países que fueron a Siria para combatir al régimen del presidente Bashar Al Assad.
«Fue su elección», dijo el hermano de Muaz, Ilijas Sabic, nos dice por teléfono. «Era agricultor, vivía en la aldea con nuestra madre y elaboraba miel. Ya no quiero hablar más de él… los periodistas han tergiversado lo que les he dicho en alguna otra ocasión», agrega.
En entrevistas anteriores con medios bosnios, Ilijas dijo que su hermano partió de Sarajevo hacia Estambul en marzo. Muaz viajó con un par de hombres jóvenes desde Zenica y la cercana Kakanj.
Según los informes locales, Muaz es uno de los 52 bosnios musulmanes salafistas que se fueron a Siria. Los voluntarios de Bosnia-Herzegovina se congregaron en la localidad turca de Antioquía y cruzaron ilegalmente hacia Siria, por el cruce de Bab el Hawa.
Se cree que hay más de 300 musulmanes de los Balcanes combatiendo en Siria. Proceden de Albania, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Serbia.
Los voluntarios volverán a reunirse en la localidad siria de Sarmada, donde se les entrena para que se unan al Ejército Libre Sirio. La mayoría de ellos se integran a la unidad Al-Nusra, etiquetada por Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas y Gran Bretaña como organización terrorista vinculada a la red Al Qaeda.
Los combatientes son salafistas. El salafismo es un movimiento dentro del Islam sunita que exige un regreso a los valores originales de la fe. Aspira a despojar la vida musulmana moderna de toda influencia de modelos y principios occidentales.
Los bosnios musulmanes son sunitas. Muchos reinventaron su religión tras la guerra de 1992-1995, en la que murieron más de 100.000 personas, la mayoría musulmanas.
Este retorno al Islam contó con el fuerte respaldo de organizaciones humanitarias de países árabes, y particularmente de Arabia Saudita, donde predomina el wahhabismo, estrechamente vinculado al salafismo.
Según un ex alto funcionario de la Agencia Estatal de Investigación y Protección (SIPA) de Bosnia-Herzegovina, Bajro Ikanovic, de 37 años, está entre quienes llevaron bosnios musulmanes a Siria. En 2007, un tribunal de Sarajevo lo sentenció a ocho años de prisión por cargos de terrorismo. Se descubrió que su casa en Hadzici, cerca de Sarajevo, era un depósito de explosivos.
Cuando se celebró su juicio, extremistas musulmanes de aspecto caucásico involucrados en prácticas terroristas fueron apodados «el Al Qaeda blanco».
A Ikanovic lo liberaron después de cuatro años, y empezó a organizar voluntarios para ir a luchar a Siria.
En una entrevista con el sitio religioso www.putvjernika.com, Ikanovic dijo: «La diferencia entre nosotros y otros revolucionarios es que nosotros estamos firmemente convencidos de lo correcto del Islam como única vía real y única manera de que la humanidad vuelva a la normalidad. A mí no me importa en absoluto en qué se conviertan mis hijos; nosotros los dejamos (en manos de) la ley de Alá y estaremos orgullosos de nuestras obras y de nuestras vidas tal como las vivimos».
Muaz Sabic no fue la única víctima de los Balcanes en Siria. Dos jóvenes de la sureña localidad serbia de Novi Pazar murieron en mayo en suelo sirio. Sus muertes fueron elogiadas en el sitio local www.sandzakhaber.net.
Conocidos por sus nombres de batalla Abu Bera y Abu Merdia, Eldar Kundakovic y Adis Salihovic fallecieron en el esfuerzo por liberar prisioneros de la cárcel de Al-Safira, cerca de Aleppo.
«La guerra en Bosnia-Herzegovina abrió las puertas para la reinvención del Islam; combatientes de la yihad que llegaron aquí para luchar junto con sus hermanos musulmanes contra los serbios o croatas trajeron su ideología, costumbres y entusiasmo. Para algunos hombres jóvenes eso fue una revelación, una suerte de eslabón perdido que se revelaba. Sin embargo, nunca hubo suficiente evidencia de que esto condujera a una escalada masiva», nos dijo el funcionario de la SIPA.
Pero algunos habitantes de Sarajevo ven el cambio más fundamental.
«No es ningún secreto que se paga a personas para que vayan a Siria o a otros frentes a tales efectos», nos dijo un residente del lugar.
«Las mezquitas son lugares donde la gente se reúne más que nunca… Oyen a los imanes llamando a la solidaridad, explicando los sufrimientos de otros musulmanes en Siria y en todo el mundo. Para quienes apenas ganan dinero, dado que aquí el desempleo llega a casi el 45 por ciento, es una oportunidad de conseguir algo», agrega.
El ingreso mensual para los yihadistas que se paga a través de organizaciones disfrazadas de «agencias humanitarias» puede ser de unos 600 dólares. «¿Acaso eso no es mucho en estas circunstancias?», pregunta el residente.
Belgrado, (IPS) - Este Ramadán, mes sagrado musulmán, marca una diferencia para algunas familias de los Balcanes. Es la primera vez que lo pasan sin sus hijos, esposos o hermanos, que fallecieron lejos del hogar, combatiendo en Siria.
Muaz Sabic, de 41 años, murió cerca de la ciudad siria de Aleppo hace dos meses. La familia, que vive en la diminuta aldea de Puhovac, cerca de la localidad bosnia de Zenica, se enteró hace poco.
Por lo que ellos saben, Muaz integraba una unidad de jóvenes musulmanes de diferentes países que fueron a Siria para combatir al régimen del presidente Bashar Al Assad.
«Fue su elección», dijo el hermano de Muaz, Ilijas Sabic, nos dice por teléfono. «Era agricultor, vivía en la aldea con nuestra madre y elaboraba miel. Ya no quiero hablar más de él… los periodistas han tergiversado lo que les he dicho en alguna otra ocasión», agrega.
En entrevistas anteriores con medios bosnios, Ilijas dijo que su hermano partió de Sarajevo hacia Estambul en marzo. Muaz viajó con un par de hombres jóvenes desde Zenica y la cercana Kakanj.
Según los informes locales, Muaz es uno de los 52 bosnios musulmanes salafistas que se fueron a Siria. Los voluntarios de Bosnia-Herzegovina se congregaron en la localidad turca de Antioquía y cruzaron ilegalmente hacia Siria, por el cruce de Bab el Hawa.
Se cree que hay más de 300 musulmanes de los Balcanes combatiendo en Siria. Proceden de Albania, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Serbia.
Los voluntarios volverán a reunirse en la localidad siria de Sarmada, donde se les entrena para que se unan al Ejército Libre Sirio. La mayoría de ellos se integran a la unidad Al-Nusra, etiquetada por Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas y Gran Bretaña como organización terrorista vinculada a la red Al Qaeda.
Los combatientes son salafistas. El salafismo es un movimiento dentro del Islam sunita que exige un regreso a los valores originales de la fe. Aspira a despojar la vida musulmana moderna de toda influencia de modelos y principios occidentales.
Los bosnios musulmanes son sunitas. Muchos reinventaron su religión tras la guerra de 1992-1995, en la que murieron más de 100.000 personas, la mayoría musulmanas.
Este retorno al Islam contó con el fuerte respaldo de organizaciones humanitarias de países árabes, y particularmente de Arabia Saudita, donde predomina el wahhabismo, estrechamente vinculado al salafismo.
Según un ex alto funcionario de la Agencia Estatal de Investigación y Protección (SIPA) de Bosnia-Herzegovina, Bajro Ikanovic, de 37 años, está entre quienes llevaron bosnios musulmanes a Siria. En 2007, un tribunal de Sarajevo lo sentenció a ocho años de prisión por cargos de terrorismo. Se descubrió que su casa en Hadzici, cerca de Sarajevo, era un depósito de explosivos.
Cuando se celebró su juicio, extremistas musulmanes de aspecto caucásico involucrados en prácticas terroristas fueron apodados «el Al Qaeda blanco».
A Ikanovic lo liberaron después de cuatro años, y empezó a organizar voluntarios para ir a luchar a Siria.
En una entrevista con el sitio religioso www.putvjernika.com, Ikanovic dijo: «La diferencia entre nosotros y otros revolucionarios es que nosotros estamos firmemente convencidos de lo correcto del Islam como única vía real y única manera de que la humanidad vuelva a la normalidad. A mí no me importa en absoluto en qué se conviertan mis hijos; nosotros los dejamos (en manos de) la ley de Alá y estaremos orgullosos de nuestras obras y de nuestras vidas tal como las vivimos».
Muaz Sabic no fue la única víctima de los Balcanes en Siria. Dos jóvenes de la sureña localidad serbia de Novi Pazar murieron en mayo en suelo sirio. Sus muertes fueron elogiadas en el sitio local www.sandzakhaber.net.
Conocidos por sus nombres de batalla Abu Bera y Abu Merdia, Eldar Kundakovic y Adis Salihovic fallecieron en el esfuerzo por liberar prisioneros de la cárcel de Al-Safira, cerca de Aleppo.
«La guerra en Bosnia-Herzegovina abrió las puertas para la reinvención del Islam; combatientes de la yihad que llegaron aquí para luchar junto con sus hermanos musulmanes contra los serbios o croatas trajeron su ideología, costumbres y entusiasmo. Para algunos hombres jóvenes eso fue una revelación, una suerte de eslabón perdido que se revelaba. Sin embargo, nunca hubo suficiente evidencia de que esto condujera a una escalada masiva», nos dijo el funcionario de la SIPA.
Pero algunos habitantes de Sarajevo ven el cambio más fundamental.
«No es ningún secreto que se paga a personas para que vayan a Siria o a otros frentes a tales efectos», nos dijo un residente del lugar.
«Las mezquitas son lugares donde la gente se reúne más que nunca… Oyen a los imanes llamando a la solidaridad, explicando los sufrimientos de otros musulmanes en Siria y en todo el mundo. Para quienes apenas ganan dinero, dado que aquí el desempleo llega a casi el 45 por ciento, es una oportunidad de conseguir algo», agrega.
El ingreso mensual para los yihadistas que se paga a través de organizaciones disfrazadas de «agencias humanitarias» puede ser de unos 600 dólares. «¿Acaso eso no es mucho en estas circunstancias?», pregunta el residente.
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