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viernes, 2 de octubre de 2015

Islamofobia en nombre de los derechos humanos 

El islam es una fe que sólo se puede practicar desde el corazón, que promueve la misericordia y la caridad

02/10/2015 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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El hiyab no es un símbolo de dominación masculina y sumisión irracional.
La islamofobia se ha convertido en un monstruo de mil caras que cada día crece como una hidra de mil cabezas, dispuesta a devorar la paz social y los derechos humanos. La islamofobia se adapta a los nuevos tiempos y se presenta como un concepto “moderno y progresista”. Un veneno que huele a rosas.
En nombre de un mal entendido laicismo, la extrema derecha intenta que se prohíba el uso del hiyab en los edificios públicos y colegios, con el consiguiente perjuicio para escolares y mujeres musulmanas que acuden a los mismos o que trabajan en ellos.
La perversión del laicismo en su lucha contra el islam ha llegado a prohibir las faldas largas que algunas adolescentes usan, argumentando que son una manifestación religiosa “cuando sólo son la expresión de una moda juvenil”. Cualquier cosa que recuerde al islam le molesta a este colectivo radical.
En Francia se quiere obligar a los niños a comer carne de cerdo en los comedores escolares y se ha impedido la entrada en algunos centros escolares a mujeres conhiyab que iban a recoger a sus hijos.
Estas personas bienpensantes, que quieren erradicar cualquier signo islámico o religioso de los espacios públicos, muchas veces se autoidentifican a sí mismas como defensoras de los derechos de la mujer de tal forma que para ellas feminismo e islamofobia son compatibles, dado que, en su modelo de mujer no cabe la religión, que es descrita como un instrumento de opresión y sumisión de la sociedad y de la mujer en particular. Esto, que no deja de ser un infantilismo, niega el fenómeno religioso, sus múltiples manifestaciones y su riqueza. Para estas personas, sólo la Inquisición Católica o Boko Haram representan la religión.
El colectivo Femen, que alcanzó notoriedad después de que una de sus activictas derribara una cruz católica en un monumento a las víctimas de la persecución soviética, no ha dejado de hacer actos contraproducentes contra el islam, como defecar en una bandera usada por el mal llamado Estado Islámico, que en realidad representa la bandera usada por el profeta (PyB), en sus primeros tiempos.
Femen estableció el 4 de abril como 'Día de la Yihad Topless', e irrumpió en varias mezquitas al grito de 'somos libres', con el torso desnudo, sin respetar la espiritualidad de las personas que se encontraban allí dentro.
El erróneo feminismo de Femen pretende denunciar los abusos de los sectores conservadores del islam, pero lo que consigue es que el grueso de los musulmanes se solidaricen con ellos, ante lo que es una vulneración de las normas más esenciales del respeto hacia los principios islámicos.
Las mujeres musulmanas han reiterado contantemente a estas feministas desviadas de Femen, que no necesitan que las liberen de nada y que son felices con sus vidas y que el hiyab no es un símbolo de dominación masculina y sumisión irracional, sino un signo de religiosidad y respeto, para con Allah y hacia ellas mismas y hacia su fe. Femen jamás las ha entendido ni las ha escuchado. Para Femen no existen estas mujeres.
A la envestida del laicismo beligerante y el feminismo desviado se une una interpretación corrosiva de la yihad difundida por los medios de comunicación que ha hecho que muchos colectivos pacifistas señalen al islam como una religión violenta o que en sus interpretación más radical puede promover el terrorismo. Esta proclama que se hace en nombre del pacifismo es completamente falsa, ya que el islam no justifica el terrorismo, ni el asesinato indiscriminado, ni ninguno de los actos de barbarie que han sido cometidos por grupos como el mal llamado Estado Islámico o Boko Haram, que no son grupos musulmanes sino organizaciones terroristas internacionales, que instrumentalizan el islam.
Muchos eruditos islámicos han condenado hasta la saciedad, aún a riesgo de sus vidas, a estos grupos terroristas que manipulan el islam, pero para el pacifismo mal informado o para aquellos que manipulan el pacifismo, estos grupos terroristas, formados por fanáticos y delincuentes, son “el verdadero islam”. Esta visión corrosiva del pacifismo y el islam sólo beneficia a aquellos que quieren bombardear a los países islámicos para saquear sus riquezas y apoderarse de las rutas petroleras.
También se presenta al islam como una religión homófoba, y a los terroristas que asesinan homosexuales, arteramente, “como los más genuinos defensores del islam”.
Algunos de los poetas más significativos del mundo árabe fueron abiertamente homosexuales, y muchos musulmanes liberales y la Fundación Al-Fatiha los aceptan, pero esta realidad no es transmitida por los medios de comunicación y permanece ignorada para la gran mayoría de la población occidental.
Aun cuando la homosexualidad pueda ser un tema polémico dentro del islam, no se puede ver al islam como un todo dominado por fanáticos barbudos que asesinan homosexuales, y no se puede juzgar a todos los musulmanes por los crímenes de esta gente, que se sitúa claramente fuera del islam.
Podemos ver cómo, en nombre del feminismo, la homosexualidad, el pacifismo y el laicismo, se ataca constantemente al islam desde posiciones que pretenden ser progresistas, abiertas y liberales, pero que en realidad esconden una gran intolerancia, perversión y manipulación de los principios que pretenden enarbolar contra el islam.
Muchos lideres islamofobos se declaran abiertamente homosexuales, en un intento de sacudirse el estigma de la extrema derecha. Marine Le Pen no quiere que se la identifique con su padre y se presenta como una laicista defensora de la República Francesa, a la que con sus programa político quiere hundir, socavando la libertad religiosa y los derechos sociales. PEGIDA, la formación anti-islam, afirma no ser neonazi, aunque muchos de sus seguidores sí lo son.
La convivencia y la tolerancia consisten en la aceptación, el respeto y el aprecio de aquello que nos rodea y que es diferente a nosotros. No se puede construir un mundo nuevo arrojando por la borda a los musulmanes que viven en Europa.
Cuando se demoniza al islam se está promoviendo la marginación y el rechazo de los musulmanes, a los que se criminaliza, y esto significa que les será más difícil encontrar trabajo, mantener a sus familias, educar a sus hijos y estar representados en las universidades, los hospitales, la policía, los juzgados y los parlamentos.
Esta criminalización del islam construye ciudadanos de primera, (integrados socialmente) y ciudadanos de segunda excluidos por su fe islámica. La democracia queda en nada para estas personas de segunda. No hay nada más perverso que manipular los derechos humanos para robárselos a una parte de la población por ser musulmana.
Nos quieren vender un caramelo envenenado envuelto con un papel de regalo que esconde lo que realmente es. El islam es una religión moderna, que se enriquece cada día, y que aporta nuevas respuestas a los problemas de los hombres y mujeres de hoy.
El islam es una fe que sólo se puede practicar desde el corazón, que promueve la misericordia y la caridad. Una religión que ha aportado inventores, poetas y científicos que se han inspirado en ella y la han amado. Amar el islam es amar a la humanidad y defender los derechos de todos. Amar al islam es construir una sociedad justa, donde todos tengamos las mismas oportunidades y derechos para desarrollarnos como personas.
El Profeta del Allah, (PyB), dijo:
“Dios ha dividido la misericordia en cien partes, ha colocado una de estas partes en la creación para que se tengan clemencia unos a otros, y ha reservado las noventa y nueve partes restantes para el juicio, como una gracia hacia sus siervos.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, At-Tirmidhi y otros).

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