La exitosa expansión que emana de la ideología radical en Oriente Medio, Norte de África, Sur de Asia, Francia y España explica el fortalecimiento de la energía que lo nutre y, aunque tal ideología nació en el mundo árabe y el árabe es su lengua común, el 68% de los 1.500 millones de personas que profesan el Islam no son étnicamente árabes. Por tanto, uno de los errores más frecuentes es creer que ambos términos (árabe y musulmán) son sinónimos. Indonesia es el país islámico más poblado del mundo y no está ubicado en Oriente Medio.
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Los fundamentalistas sostienen que los sistemas políticos han fracasado y que no han sabido responder a los retos del siglo XX. Esas agrupaciones, como la que encabeza el ISIS, tienen como meta volver a las fuentes primigenias del Islam: “el Corán, la sunna (tradiciones de Mahoma) y la sha’aria (ley islámica revelada), a la vez que promueven el rescate de los valores propios e intrínsecos de la religión a través de la restauración del Estado Islámico y el rechazo a toda innovación. En virtud de lo anterior, su lucha es tanto contra Occidente como contra los regímenes laicos de sus países a los que consideran traidores a los preceptos de Mahoma.
El ISIS ha inaugurado 235 escuelas en los territorios que ha ocupado tanto en Irak como en Siria, allí la curricula ha cambiado radicalmente la educación de los jóvenes de la zona. En una clase normal en las escuelas donde ha impuesto la sharia, los maestros se sientan en el suelo con los alumnos y les transmiten su propia interpretación del Corán. Los alumnos repiten lo que dice el profesor y la clase puede durar de cuatro a ocho horas al día. Estos jóvenes, que un occidental consideraría en edad escolar o universitaria, asisten a un programa de ocho cursos sobre la interpretación del Corán. Son pocos los alumnos que estudian otras disciplinas o materias que no sean las religiosas. No hay cursos de historia universal, matemáticas, ni salas con ordenadores o laboratorios.
Según algunos clérigos musulmanes de países de la región, las escuelas en las que el ISIS está formando jóvenes, en realidad, son “fábricas de yihadistas” y el fundamentalismo militante constituye la base de casi todas ellas.
En opinión de estas escuelas religiosas, el mundo se divide en dos campos separados y mutuamente hostiles: dar-al-harb y dar-al-Islam. Dar-al-harb es la ‘morada o casa de la guerra’. Dar-al-Islam es la ‘morada de la paz’. Occidente, los cristianos y los judíos representan la morada o casa de la guerra para los planes de estudio de esas escuelas. Hoy, ese dar-al-harb es simbolizado por Estados Unidos e Israel.
En opinión de los profesores de estas escuelas, Occidente es implacablemente hostil al mensaje del Islam, por lo que la necesidad de preparase para la yihad no termina jamás.
El peligro real de la expansión de las escuelas del ISIS es que miles de jóvenes viven en la más absoluta ignorancia de lo que ocurre en el mundo exterior, convirtiéndolos de ese modo en máquinas perfectas para una segunda generación de la yihad.