¿Cuánto ha costado la derrota del Estado Islámico en Mosul?
- Amnistía Internacional denuncia en un informe el uso indiscriminado de armamento pesado en barrios densamente poblados | El número de civiles muertos se desconoce y “quizá nunca se sepa”
“Quizá nunca se conozca realmente la mortandad en la batalla de MosulOeste”, dice el último informe de Amnistía Internacional (AI) sobre la campaña de la Coalición internacional contra el Estado Islámico (EI) en Irak. Hecho público el pasado martes, el informe se titula A cualquier precio. La catástrofe civil en Mosul Oeste, Irak, y en él la organización de defensa de los derechos humanos denuncia no sólo –y como es obvio– los crímenes de los yihadistas sino también a las fuerzas del Gobierno de Bagdad y de la Coalición por “reiteradas violaciones de la ley humanitaria internacional, algunas de las cuales pueden constituir crímenes de guerra”.
“Los horrores de los que han sido testigos las gentes de Mosul y el desprecio por la vida humana por parte de todas las partes en conflicto no deben quedar impunes”, ha dicho en un comunicado Lynn Maalouf, directora de investigaciones para Oriente Medio de AI, pidiendo al mismo tiempo que se cree una comisión investigadora independiente.
La guerra no es agradable, y pretender que lo sea es ridículo
Amnistía envió las conclusiones de su informe, los días 21 y 22 de junio, a los titulares de Defensa de Irak y de Estados Unidos, sin obtener respuesta. Esta se ha producido hoy mismo, públicamente. El portavoz de la Coalición, coronel Joe Scrocca, declaró a la agencia AP que el informe de AI es “irresponsable”. Con un argumento típico de estos casos, Scrocca dijo que “la guerra no es agradable, y pretender que lo sea es ridículo y pone las vidas tanto de civiles como de soldados en peligro”.
El título del informe, A cualquier precio, lo dice todo. Amnistía acusa a las fuerzas progubernamentales (englobando así a las fuerzas especiales del ejército iraquí, que tuvieron el apoyo de sus homólogos estadounidenses y franceses, a la policía federal iraquí y las milicias chiíes) de no tomar precauciones en los bombardeos aéreos, de “no adaptar sus tácticas a la realidad” del terreno y de utilizar armas que carecían de toda precisión aun sabiendo que provocarían matanzas de civiles.
Si el Estado Islámico utilizó a los habitantes de Mosul como escudos humanos, “las fuerzas pro gubernamentales se apoyaron en el uso de explosivos con efectos sobre áreas extensas”.
Uno de los aspectos más concretos de esta denuncia es el bombardeo sobre zonas densamente pobladas del oeste de Mosul –que comprende la abigarrada Ciudad Vieja– con cohetes Grad, que tienen efectos indiscriminados de saturación, y con los llamados IRAMs o bombas tontaspropulsadas por cohetes, que nunca se sabe dónde van a caer. Muy populares en las guerras de Siria e Irak en los últimos años, estos proyectiles se fabrican casi artesanalmente, con una cabeza que puede ser a veces una bombona de gas repleta de explosivos -de 90 a 140 kilos- y un radio de acción de unos 250 metros.
“Incluso en ataques que parecen haber alcanzado su objetivo militar, el uso de armas inadecuadas o el no haber tomado las precauciones necesarias acabaron en la pérdida innecesaria de vidas de civiles y en algunos casos parecen haber constituido ataques desproporcionados”, dice el informe.
Pero resulta que, según revela la investigación de AI, todo esto tuvo su justificación. La primera fase de la batalla, en Mosul Este (la ciudad está dividida por el río Éufrates) tuvo un altísimo coste para las fuerzas especiales del Servicio Contraterrorista Iraquí, o CTS: de un total de 8.000 efectivos cayeron, muertos o heridos, entre 4.000 y 6.000 soldados, es decir, entre un 50% y un 75% de bajas.
Así, “el mayor factor que afectó el cambio táctico del este al oeste de Mosul parece haber sido la falta de efectivos”. Si en Mosul Este, entre octubre del 2016 y enero del 2017, los protagonistas fueron las fuerzas especiales y la aviación de la Coalición disparaba cohetes y bombas de precisión, en Mosul Oeste se utilizaron los citados proyectiles además de cohetes, bombas de caída libre y artillería de gran calibre para facilitar el acceso a la Policía Federal.
Las ‘recomendaciones’ de las fuerzas de Bagdad de que los civiles permanecieran “lejos” del Estado Islámico no tenían ningún sentido
A medida que la batalla se recrudecía y el Estado Islámico perdía territorio, los yihadistas obligaban a los civiles a concentrarse en los barrios bajo su control. En al Ciudad Vieja, densamente habitada y que albergaba a la población más pobre, abundan los sótanos y bodegas, que los milicianos del EI utilizaban, abriendo túneles para desplazarse de un lugar a otro.
Los habitantes de Mosul Oeste quedaban así expuestos, hacinándose familias enteras en espacios muy reducidos. Las recomendaciones de las fuerzas de Bagdad de que permanecieran “lejos” del Estado Islámico no tenían ningún sentido, ya que los civiles eran utilizados como escudos humanos. Se lanzaban panfletos desde el aire, pidiendo, por ejemplo, que se tendiera ropa de niño en las azoteas como método de prevención ante bombardeos aéreos, pero “Amnistía habló con personas que cuyas casas habían sido bombardeadas a pesar de haber colgado ropa infantil en el tejado”.
Quizá el peor bombardeo aéreo fue el que se produjo el 17 de marzo en el barrio de Mosul al Yadida o Nueva Mosul, en el que murieron 105 personas. AI tuvo acceso en días posteriores a un edificio en el que habían perecido 70 personas. El 25 de mayo, el Pentágono reconoció que uno de sus aviones había disparado contra dos francotiradores del EI apostados en un tejado y que lo había hecho a petición de las fuerzas del CTS. En el ataque se utilizó una bomba GBU-38 guiada por GPS, es decir, una bomba de más de 200 kilos...
El informe denuncia que las fuerzas pro gubernamentales “no adaptaron sus tácticas” para reducir las muertes de civiles
Es decir, que “a pesar de que las fuerzas pro gubernamentales eran conscientes de la cantidad de civiles muertos y heridos, no adaptaron sus tácticas de manera significativa para reducirla”. El Estado Islámico, por su parte, no tomaba en absoluto en cuenta las vidas de los civiles, negándoles el acceso a los hospitales –en los cuales los milicianos refugiaban a sus familias– y dejándolos al borde de la inanición. La mayoría de los que lograron escapar de los barrios controlados por los yihadistas tuvieron que hacerlo cruzando las líneas del frente y en lo más crudo de los combates para no llamar la atención de los francotiradores.
Lo más chocante, sin embargo, es que no existen cifras de muertos entre la población de Mosul. Ni el Gobierno iraquí ni la Coalición las han expuesto, si es que las tienen. El pasado 2 de junio, el Mando Central de EE.UU. dijo que al menos 484 civiles habían muerto en Irak y Siria durante las campañas contra el EI. Pero en la evaluación de 45 ataques documentados en el informe de AI se contabilizan al menos 426 civiles muertos y más de 100 heridos tan solo en Mosul Oeste. El observatorio independiente Airwars calculaba más de 5.800 muertes de civiles tan solo entre el 19 de febrero y el 19 de junio.
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