Nueva administración, viejos actores: la CNTE ahora contra AMLO
Pronto llegará la hora para que el presidente electo dé un manotazo firme y enérgico a la CNTE y también al SNTE, a Elba Esther...
Foto propiedad de: Internet“Una persona empieza por ceder en las pequeñas cosas y acaba por perder todo el sentido de la vida.” José Saramago
Cría cuervos…
Andrés Manuel le ha dado aire, luz y vida a muchos de los actores de la reciente política nacional, incluso a algunos que estaban en estado crítico o que iban ya de salida. Ya se ha dicho aquí que, en una jugada —igual de magistral como de innecesaria— “jaló” a su movimiento a gente de todos los colores, sabores e ideologías. Una vez vista la abrumadora ventaja con la que resultó ganador el pasado primero de julio, queda claro que no era indispensable sumar a ciertos personajes. Hoy se advierte con claridad que el primero que tendrá que pagar los costos de esa estrategia, así como del posicionamiento de las bancadas legislativas del propio Morena, es el mismo presidente electo.
Ejemplos han surgido muchos y variados estos pasados días. Sin embargo, ninguno había logrado la densidad ni garantiza el impacto como ciertos viejos graduados en el ejercicio de la presión política. Entre ellos, la CNTE y la CETEG, con todo y actitudes, palos y sillazos cortesía de sus docentes —que no decentes— miembros.
Beligerancia en pleno salón ¿de clases?, donde el pasado 7 de octubre en un foro civilizado se iban a discutir, como se ha hecho tantísimas veces antes, las necesidades de la educación en nuestro país. Mesa que terminó en batalla campal. ¿Será que AMLO les dio oxígeno solo para luego recibir fregadazos? ¿Crío cuervos para que le saquen los ojos?
Error de la CNTE y de otros grupos también —si bien eso no es novedad— de desaprovechar la oportunidad de proponer mejoras a la educación y apoyar un proyecto de nación. Estrictamente hablando, e independientemente de los cuestionamientos a su utilidad (entre ellos el mío), se puede afirmar que la consulta sobre la transformación educativa de López Obrador tiene (tenía) ese propósito de acompañamiento. Pero hoy volvemos a constatar que si bien el reclamo de la disidencia magisterial fue siempre que no se les incluía, la verdad es otra: a algunas secciones del magisterio nacional solo les interesa el control político que conlleva administrar la nómina.
Triste atestiguar que, como en años anteriores, en la mayoría de esos espacios de discusión y análisis solo se habla de la política sindical y del Servicio Profesional Docente. Se escuchan pocas propuestas sobre el magisterio que dicen defender, con relación a los niños que dicen educar, al respecto del país al cual dicen pertenecer. Tampoco hay gratitud, por lo visto, para quienes les brindaron la oportunidad de demostrar que podían aspirar a ser algo más…
Andrés Manuel en jaque
La decisión del presidente electo de darle una oportunidad tanto a la CNTE como al SNTE se debe entender (si bien no necesariamente compartir) como una estrategia de sí. Primero obtener los votos de los maestros, para después construir con ellos una política de educación, donde ganarán educadores y educandos. No obstante, las ínfulas y bravuconadas de los miembros de la CNTE —tanto así que han decidido llevar a cabo paralelamente su propio foro— no auguran más que poner a Andrés Manuel en la delicada posición de perder el control del liderazgo educativo.
No es fortuito que no exista un planteamiento claro, detallado compartido y unívoco de qué piensa eliminarse de la pasada reforma educativa, así como tampoco sobre aquello con lo que piensa mantenerse o sustituirse de esta. La simple vaguedad de la promesa de arremeter contra la reforma educativa del gobierno entrante permitió hasta este momento no hablar de la rectoría del proceso de transformación de la educación. Sin embargo ahora se ha tornado necesario aclarar que abrogar la reforma no implica entregar la rectoría de la política de la educación, así como su financiamiento, a la coordinadora, el sindicato o a cualquier otro grupo.
Al parecer, mismo para AMLO, una revalorización de los docentes no significa retornar a los errores del pasado ni otorgar a los sindicatos el poder que tuvieron. Pero manifestar lo anterior se ha vuelto aún más complicado cuando no pocos legisladores de Morena apoyan vehementemente las causas de la “disidencia” y ya chocan abiertamente con las gestiones y maniobras impulsadas por el próximo secretario de Educación, Esteban Moctezuma.
La juventud, la CDMX, Chiapas, el NAICM y el tren Maya serán rehenes
¿Rehenes? Sí, si AMLO no logra controlar a la CNTE y el SNTE. Perderá la confianza de la ciudadanía en general si los dictadores de la “educación” doblan las políticas en materia educativa que tendrá que implementar el ejecutivo federal, así como si irrumpen el quehacer cotidiano de la gestión gubernamental federal y local.
¿Los jóvenes creerán en quien no puede exigir a la CNTE actuar conforme a derecho? ¿Se conformarán con una normalidad de “paros sí, calidad educativa no”?
Proyectos trascendentes como son el Tren Maya y el NAICM se verán penetrados también por la lucha de intereses ligados al caciquismo educativo. Apenas este fin de semana, los gobernadores de Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán se comprometieron a impulsar la región del sureste. Pero no nos engañemos, dicha región se va a ver debilitada en una relación directa e inversamente proporcional a medida que se fortalezca el magisterio en esos estados. Ya ha sucedido antes.
Por su parte, la Ciudad de México (y Claudia Sheinbaum) deberán prepararse para seguir sufriendo las marchas de los maestros; tomada por las huestes de la ignorancia, todos quienes habitan en la gran ciudad rememorarán la progenitora de los “maestros” y de las autoridades.
¿Quién acabará cediendo?
Pronto llegará la hora para que el presidente electo dé un manotazo firme y enérgico. No se trata de venganzas —ya que no son su fuerte—, pero ceder a la presión y a las exigencias de la CNTE, de lo (poco) que queda del otrora poderoso SNTE, de Elba Esther Gordillo y sus entes más próximos —no pocos insertos en la propia estructura gubernamental federal entrante— o, peor aún, renunciar a los reclamos del resto de los miembros del magisterio y de la sociedad en general con respecto a la transparencia, democratización y rendición de cuentas de los sindicatos (los del ámbito educativo y otros) sería tanto como renunciar a su sexenio.
Esperemos que, por lo que a transformación educativa se refiere, Andrés Manuel tome distancia y escuche las voces de la intelectualidad de la izquierda tradicional en México, esa que lo ha apoyado durante tantos años y que no ha empeñado sus planteamientos a cambio de una oportunidad política sexenal. Anhelemos que, mientras tanto, AMLO abone para que los distintos actores que buscan hacerse o recuperar clientelas a costa de a educación de la niñez se sigan enfrentando y despedazando entre ellos. Aplicar la máxima de “divide y vencerás”. De lo contrario, existe el peligro de que el gobierno sea rebasado políticamente por una disidencia magisterial coaligada y “remasterizada”.
Por el bien de los niños, del país, ojalá el gobierno entrante no reviva el poder de los grupos que quieren hacerse del control radical, clientelar y corporativo de la educación; esto es, que se evite que la CNTE o cualquier otro protagonista de gran envergadura ponga de rodillas a AMLO y, junto con él, al derecho a una educación justa, de calidad, con pertinencia y equidad.
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