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viernes, 12 de enero de 2024

Pensamiento Crítico. EEUU-sionismo: El holding criminal más siniestro de la historia

 

Pensamiento Crítico. EEUU-sionismo: El holding criminal más siniestro de la historia

Por Guadi Calvo. Resumen Latinoamericano, 11 de enero de 2024.

Los Estados Unidos, junto al sionismo, han concretado en estos últimos años el holding criminal más siniestro de la historia. Con sus infinitos recursos militares, financieros y publicitarios, desde prácticamente el fin de la Segunda Guerra Mundial se han lanzado a apoderarse del mundo, lo que ya han logrado en una gran medida, por lo que ahora, al parecer, van por escriturarlo.

Las pruebas son infinitas: invasiones, golpes de Estado, deudas externas, guerras, desplazamientos forzados, asesinatos masivos, asesinatos selectivos, creación de sistemas propicios para el surgimiento de la ultraderecha descaradamente nazi en las formas y en los métodos, aunque subordinadas al liberalismo, o neoliberalismo como se autodenomina ahora, para darse una pátina de renovación. Además de teorías como el terraplanismo, salida de un laboratorio de la CIA para medir la credibilidad ¿o de la imbecilidad? de las personas a nivel global; la tergiversación de la historia enlodando figuras con Stalin y sacando lustre a tipejos como Churchill, responsable de la muerte por hambre de más de tres millones de indios (Bengala 1943) y multitud de matanzas en el Sudeste Asiático, Medio Oriente y África; la negación de la crisis climática; el supremacismo ario y hasta el reciclado de la Hindutva, la teoría supremacista hindú que la nueva estrella global Narendra Modi -primer ministro indio, socio y amigo íntimo de Netanyahu- ha puesto a caminar bajo la consigna “Una nación, un todo” apuntando especialmente contra la “minoría” de 220 millones de musulmanes indios.

Todo esto, claro, sazonado con cantidades industriales de fake news que justifican la reacción, ya debidamente planificada desde mucho antes que la excusa se haya disparado.

Dos ejemplos claros fueron el ataque a las torres de Nueva York, en septiembre del 2001, que permitió que George Bush lanzara su personal “guerra global contra el terrorismo” que más allá de sus avatares le depararon victorias en Libia, derrotas en Afganistán y Siria y disputados empates en Irak. Y la Operación Inundación de Al-Aqsa en octubre del año pasado, en parte consensuada entre Hamás y Netanyahu, que habilitó que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) invadan Gaza y decretasen prácticamente el fin de la poca Palestina que todavía permanecía viva. Además de haber puesto en altísima tensión a Siria, el Hezbollah libanes e Irán, esperando una guerra que más temprano que tarde llegará.

El cuentito es el de siempre: mantener los altos intereses de la paz, la democracia y la libertad de todos los pueblos del mundo, que se adscriben, claro, al “Consenso de Washington”, una etapa superadora finalmente del neoconservadurismo que emergió de la obscena cópula de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, santificada por el antiguo admirador de las Hitlerjugend Karol Józef Wojtyła, cuyo nom de guerre, más tarde, sería Juan Pablo II.

Esta alianza criminal más allá de sus logros, que no son pocos, continúa al acecho por la porción del mundo que le falta conquistar, de ahí la guerra contra Rusia en Ucrania y la provocación permanente a China desde Taiwán, y todo en cinturón que conforman los países del Índico que tienen a Filipinas y Australia como sus cabeceras de playa.

Israel “negocia” con varias naciones subordinadas, particularmente con la República Democrática del Congo (RDC), un país que se cuece en una antigua guerra civil de innumerables frentes e innumerables protagonistas, para la reubicación “voluntaria” de gran parte de los 2,3 millones de  gazatíes que pronto serán desplazados de las tierras que les han pertenecido desde hace miles de años. Casualmente el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, había anunciado 15 días antes del ataque de Hamás que instalaría su embajada en al-Quds (Jerusalén), requisito previo para quien quiera beneficiarse con la mafia atlantista.

Criminales S.A.

Al despliegue belicista del engendro sionista en Gaza hay que sumar ataques y atentados fuera del punto central del conflicto, a la luz del día y frente al mundo, que ya ni siquiera mira atónito, sino que no mira y tolera mansamente.

El ataque que provocó la muerte de Saleh al-Arouri, referido como el segundo de la organización palestina y fundador del ala militar de Hamás -las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam- fue realizado por cuatro misiles de precisión disparados por drones contra la vivienda del dirigente palestino ubicada en Dahiyeh, al sur de la capital libanesa, uno de los barrios más populosos de Beirut, por lo que no solo se puso en riesgo la vida de miles de civiles, sino que de haber errado hoy el mundo estaría hablando de la extensión de una guerra abierta contra Líbano e inevitablemente también contra Siria.

La muerte de al-Arouri abre una serie de preguntas que tendrá que responder con hechos Hamás en los próximos días, ya que de no hacerlo tendríamos que interpretar que la operación sionista, que lleva casi 90 días en el campo, ha conseguido diezmar a la organización palestina a tal punto que ni siquiera cuenta con posibilidades para una respuesta acorde a semejante crimen.

Dado que nada se sabe de cómo se localizó a al-Arouri, Hamás deberá replantearse todos sus sistemas de seguridad evitando más filtraciones, intervenciones en sus comunicaciones y detectar la red de espías que ha facilitado este crimen. Todavía la cúpula de la organización continúa incólume, sobreviven hombres como Yehiya Sinwar y el jefe militar Mohammed Deif, a quienes se considera los arquitectos de la operación del 7 de octubre y cuyos últimos paraderos se ubicaban en la misma Gaza; además del líder de la organización, Ismail Haniyeh, radicado en Catar a quien hasta hace poco tiempo era frecuente ver en actos y reuniones públicas que hoy se ha convertido en un blanco móvil.

El cuerpo del comandante asesinado ha sido despedido en Beirut por miles de personas que, a riesgo de sus vidas, lo acompañaron hasta el cementerio.

Tampoco los servicios de inteligencia norteamericanos ni los sionistas están exentos de la responsabilidad de los atentados del pasado día 3 mientras se realizaban los actos de conmemoración por el cuarto aniversario del asesinato del general iraní Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds el cuerpo élite de la Guardia Revolucionaria y por ende una figura central en la región, al que además tras su retiro del servicio activo se le auguraba una carrera política descollante dentro y fuera de su país.

El general fue sorprendido por un misil norteamericano en cercanías del aeropuerto de Bagdad (Irak) junto a otras seis personas. Ataque que la inteligencia iraní tomo rápida cuenta, ya que pocos días después fue localizado y ejecutado el agente de la CIA Michael D’Andrea, jefe de operaciones encubiertas de la Agencia contra Irán, y por lo tanto responsable del asesinato del general Suleimani, conocido como el Príncipe Oscuro, que apenas dos días después fue iluminado por un misil que lo sorprendió volando sobre las montañas del Hindu Khus.

Las detonaciones del miércoles en cercanías del cementerio de la ciudad de Kerman, a unos 800 kilómetros al sureste de Teherán, se sucedieron con diferencia de diez minutos, con dos artefactos explosivos operados por control remoto. El primero estalló a 700 metros de la tumba del mártir iraní y la segunda a casi un kilómetro. La notable distancia es consecuencia de estrictos controles por los que los terroristas no pudieron acercarse más. De haberlo logrado los muertos -cerca de 80- y los heridos -220- se habrían multiplicado de forma fantasmagórica.

Si bien nadie se adjudicó el atentado, más allá de que con total certeza proviene de Tel Aviv, no sería extraño que se lo atribuya un grupo, que actúa cada tanto en el interior de Irán usando el nombre de Moyahedin-e Jalq (Muyahidines del Pueblo de Irán) que se declaran tributarios del Dáesh y que finalmente trabajan tanto para Israel como para los Estados Unidos, un instrumento más de la colosal alianza terrorista que pone al mundo al borde de un conflicto que dejará a la Segunda Guerra Mundial a la altura de una travesura infantil.

Fuente: Rebelión

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