Ataque a Torre 22, venganza por asesinato de Soleimani y genocidio en Gaza
El ataque de las Fuerzas de Movilización Popular iraquíes (PMU en sus siglas en inglés), un grupo que forma parte del conocido como Eje de Resistencia, contra una base estadounidense en Jordania dejó tres soldados muertos y más de 34 heridos de diversa consideración.
Desde el punto de vista del Eje de Resistencia, el ataque contra la base “Tower 22” sirve para poner de manifiesto que la presencia estadounidense en la región no está a salvo de las consecuencias devastadoras del genocidio en Palestina. De hecho, mantener lo contrario es una postura absolutamente ingenua desde el punto de vista político y carente de profundidad analítica.
Este ataque, además, se enmarca dentro de la campaña anunciada por, entre otros, el secretario general de Hezbolá, Sayed Hassan Nasrallah, quien en repetidas ocasiones ha dejado clara la voluntad del Eje de Resistencia de expulsar a las fuerzas estadounidenses de la región.
Las PMU, como exponentes del discurso político del Eje de Resistencia, han querido enviar el mensaje de que la actual guerra regional de intensidad moderada podría potencialmente extenderse a las bases estadounidenses en el Golfo y aumentar en intensidad, siendo mucho más costosa para Estados Unidos. En otras palabras, las PMU entienden, al igual que el resto de los miembros de la Resistencia, que es bastante ingenuo esperar que las tropas de países que respaldan el genocidio sionista y que están desplegadas en la región no sufrirán ningún tipo de daño.
Por otro lado, es importante recordar que el parlamento iraquí, en un ejercicio de su soberanía política, aprobó una resolución en enero de 2020 en la cual instaba al gobierno “a expulsar a las tropas extranjeras del país”. Estas mismas tropas fueron responsables del asesinato del General Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán, y del líder de las PMU, Abu Mahdi Al-Mohandis.
El ataque contra la base militar estadounidense en Jordania también debe considerarse como parte de la respuesta al asesinato de esos dos líderes del Eje de Resistencia. En este contexto, es importante señalar que fue en los momentos posteriores a estos asesinatos extrajudiciales cuando Nasrallah prometió “castigar” a los Estados Unidos y expulsar sus tropas de la región.
Desde un punto de vista organizativo, pero que al mismo tiempo sirve para confirmar la unidad discursiva del Eje de Resistencia, es interesante señalar que la colaboración de las PMU iraquíes con Hezbolá en Siria para luchar contra Daesh sirvió para crear una nueva categoría de defensa colectiva que desafía la comprensión tradicional anclada en la versión eurocéntrica.
Esta defensa colectiva que caracteriza al Eje de Resistencia explica cómo una alianza transnacional de actores estatales y no estatales o híbridos ha formado una coalición militar contra la Entidad Sionista y sus aliados, en la que están envueltos de manera notable grupos como Hezbolá, Ansarolá y las propias Unidades de Movilización Popular.
Esta coalición de fuerzas regionales se basa en solidaridades y afinidades horizontales que claramente no pueden entenderse desde los parámetros jerárquicos del poder de la visión occidental. En otras palabras, el Eje de Resistencia puede ser catalogado como una colaboración no jerárquica y horizontal.
Es, por tanto, un nuevo modelo de soberanía compartida entre actores estatales y no estatales, donde estos últimos, según han señalado varios dirigentes de la Guardia Revolucionaria iraní, desempeñan un papel relevante en la implementación de políticas dirigidas a la construcción de una región autónoma y libre de injerencias occidentales.
Este nuevo modelo de soberanía regional se basa, por tanto, en una afinidad discursiva que no puede ser reducida, como lo han hecho la mayoría de los medios occidentales, a la categoría de “milicias pro-iraníes” o “representantes de Irán”.
Esta ha sido la fórmula utilizada por el propio presidente estadounidense, Joe Biden, quien acusó a las PMU de ser una “milicia respaldada por Irán”. Evidentemente, no se pretende negar las conexiones entre Irán y las Fuerzas de Movilización Populares iraquíes, sino privilegiar la propia autonomía estratégica y política del grupo iraquí. Mantener al grupo en la categoría de “milicia respaldada por Irán” es un ejercicio político cuyo objetivo es deslegitimar las acciones del mismo, quitarle la agencia a la hora de actuar siguiendo su propia agenda y convertirlo en un “peón en manos de Teherán”.
Desde la visión de la colaboración horizontal y no jerárquica, las PMU conectan las reivindicaciones iraquíes, ratificadas por su parlamento, de expulsar a las tropas extranjeras del país con la visión más general que se puede calificar de ummática. Ambos discursos, el ummático del Eje de Resistencia y el propiamente iraquí, son complementarios. Es más, el segundo solo puede ser conseguido desde la actualización del primero. O en otras palabras, la expulsión de las tropas estadounidenses de Irak debe realizarse en colaboración con el resto de miembros de la Resistencia para conseguir el objetivo de una región autónoma, en términos políticos.
La presión ejercida por los grupos de resistencia en Irak sobre las bases y plataformas petroleras estadounidenses ocupadas ha demostrado la determinación de la resistencia contra la ocupación estadounidense. Al mismo tiempo, estos grupos han enviado un mensaje político con un contenido anticolonial tanto a sus conciudadanos como a los Estados Unidos y a sus aliados regionales, en particular a Israel.
A modo de conclusión, se puede decir que existe una relación directa entre el respaldo de Estados Unidos al genocidio de Israel en Gaza y el asesinato en 2020 del General Qasem Soleimani y Abu Mahdi al-Muhandes, con el ataque de las PMU a la base “Tower 22” y con el proyecto político compartido por todo el Eje de Resistencia de liberar la región de la presencia militar occidental.
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