CUANDO LOS MILLONARIOS SE PREPARAN PARA EL COLAPSO
RAÚL ZIBECHI (Resumen)
l 1% más rico está construyendo refugios de seguridad
para sobrevivir ante posibles colapsos ambientales, so-
ciales y nucleares. La tendencia se ha multiplicado desde
la pandemia y la invasión de Ucrania.
Los cientos de páginas web que ofrecen refugios o búnke-
res, aseguran que el negocio está al alza. Desde un 400% en
Estados Unidos, según New York Post (4/4/20), hasta una em-
presa de Berlín que asegura que las consultas se centuplicaron
según Deutsche Welle (18/1/23).
El portal xataka.com destaca que las empresas de gestión
de emergencias o preparacionismo, ganarán 149 mil millones
de dólares en 2025. Estima que 50% de los multimillonarios de
Silicon Valley tiene al menos un refugio blindado, de entre 40
mil y 2.5 millones de dólares (2/8/23).
Durante la guerra fría los países europeos, la Unión Sovié-
tica y China –donde era probable una conflagración nuclear–
construyeron enormes refugios para sus poblaciones. Alemania tenía
unos 2 mil refugios para 3 millones de personas, 5% de la población. En
Finlandia construyeron más de 50 mil refugios, para 80% de la población.
En China, Mao llamó al pueblo a construir refugios. La respuesta fue
rápida y masiva: las 75 ciudades más grandes del país habían cavado tú-
neles como para 60% de sus poblaciones (Clarin, 10/8/20). La URSS
construyó ciudades subterráneas para millones de personas.
Sin embargo, ahora los refugios son bien diferentes, destaca Asia Ti-
mes (1/3/24) en Los búnkeres de los multimillonarios son el nuevo
tecnofeudalismo. Mark Zuckerberg, el multimillonario de Facebook, ha
comprado extensiones en la isla hawaiana de Kauai, para un complejo de
400 millones de dólares australianos, vigilado por numerosos guardias.
Además del enorme búnker subterráneo, tiene varias mansiones de
gran tamaño, y maquinaria para la potabilización, desalinización y alma-
cenamiento de agua. Está criando su propio ganado.
Al parecer, unos cuantos multimillonarios entienden que no basta
construir refugios subterráneos blindados, sino que buscan crear ecosis-
temas propios, donde puedan salvarse del colapso y continuar sus vidas.
Ya no se aspira a proteger a las poblaciones de las catástrofes, sino
apenas a la propia familia, lo que muestra el triunfo de un individualismo
feroz que no toma en cuenta al resto de la humanidad.
Para los sectores populares no son éstas las alternativas posibles ante
el colapso. No pueden construirse refugios, ni ecosistemas propios. Ape-
nas pueden sobrevivir bajo el capitalismo de guerra que los condena al
sótano sistémico. Los estados y los gobiernos en América Latina no tienen
la menor previsión sobre las catástro-
fes por venir.
Los pueblos no pueden encarar el
colapso de modo individual sino comu-
nitario, con trabajos y cuidados colec-
tivos. A la luz de lo que hace el 1%
más rico, comprendemos la tenacidad
de los pueblos en el cuidado de su
mundo natural y el empeño de los de
arriba en destruir los ecosistemas que
pueden proteger la vida en común.
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