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jueves, 6 de octubre de 2011

Los musulmanes y los Nombres más bellos de Dios

Los musulmanes y los Nombres más bellos de Dios
Pensamiento - 06/03/1998 0:00 - Autor: Maurice BorrmansVota:- Resultado 10 votos | Más... Etiquetas: musulmanes, nombres, bellos, dios
Son numerosos los creyentes en ambiente musulmán que ponen en el centro de sus pensamientos alguno de los Nombres que su tradición da a Dios. Algunos, entre los más devotos, desgranan tres veces su rosario de 33 granos ("subha", "masbaha"), lo que les permite nombrar así, uno a uno, los 99 Nombres más Bellos de Dios ("al Asma'al-Husna"): más allá de las vías silenciosas de la "teologia negativa" ¿no se encuentra ahí todo lo que ellos pueden atreverse a decir de Dios, siguiendo en ello el consejo que les ha dado el propio Corán: "Dios posee los Nombres mas Bellos. Empléalos, pues, para invocarle" (7, 180)? Pero, ¿cuáles son esos Nombres que la letanía enumera siguiendo un orden ya clásico, tal como se reproduce en murales y en los recuadros de los calendarios? ¿De dónde vienen esos Nombres? y, ¿no habría mas de 99? Y entre esos Nombres, ¿cuál sería el "Nombre Supremo"? Cuestiones éstas que deberían permitirnos descubrir, cómo el creyente musulman puede recitarlos, meditarlos después y, a veces, interiorizarlos. Tales serán, pues, los puntos esenciales que el presente trabajo quisiera precisar aunque sólo sea brevemente.


Los 99 Nombres más bellos de Dios


Yunayd, místico musulman muerto en 298/910, resume maravillosamente las cosas: "Sólo Dios se conoce bien a Sí mismo. Por eso Él solo ha comunicado a las mejores de sus criaturas los Nombres por los que El se ha ocultado". ¿No está dicho todo en ese versículo: "Glorifica el Nombre de tu Señor, el Altísimo" (87, 1)? Éstos son los Nombres más Bellos de Dios tal como se recitan y repiten ordinariamente (1):


1.- Dios



2.- El Clemente



3.- El Misericordioso



4.- El Rey



5.- El Santo


6.- La Paz



7.- El que da seguridad a quienes lo necesitan



8.- El Vigilante



9.- El Querido



10.- El Muy Fuerte



11.- El Soberbio



12.- El Productor



13.- El Creador



14.- El Organizador



15.- El Indulgente



16.- El Dominador



17.- El Donador



18.- El Dispensador de bienes



19.- El Victorioso



20.- El Muy Sabio



21.- El que Aprehende



22.- El que Dilata



23.- El que humilla a los soberbios



24.- El que eleva en dignidad



25.- El que exalta



26.- El que humilla a los engreídos



27.- El que oye



28.- El Vidente



29.- El Juez



30.- El Justo



31.- El Bienhechor



32.- El Sagaz



33.- El Dulce



34.- El Magnífico



35.- El Indulgente



36.- Al que debemos dar gracias absolutas



37.- El Elevado



38.- El Grande



39.- El Custodio



40.- El que alimenta



41.- Al que debemos rendir cuentas



42.- El Majestuoso



43.- El Generoso



44.- El Guardián Celoso



45.- El que acepta la plegaria y responde con dones



46.- El Omnipresente



47.- El Prudente



48.- El Afectuoso



49.- El Glorificador



50.- El Resucitador



51.- El Testigo



52.- La Verdad



53.- El Gerente



54.- El Fuerte



55.- El Firme



56.- El Protector



57.- El Alabado



58.- El que cuenta las acciones en el Juicio Final



59.- El Innovador



60.- El que conduce al bien



61.- El Vivificador



62.- El Señor de la muerte



63.- El Viviente



64.- El que existe por sí



65.- El que ama



66.- El Glorificado



67.- El Único



68.- El Eterno



69.- El Poderoso



70.- El Todopoderoso



71.- El que acerca



72.- El que aleja



73.- El Primero



74.- El Ultimo



75.- El Vencedor



76.- El Muy Elevado



77.- El que reina



78.- El Oculto



79.- El Reverente



80.- El que perdona



81.- El Vengador



82.- El Indulgente



83.- El Benevolente



84.- El Rey del Poder



85.- El Señor de Majestad y de Generosidad



86.- El Equitativo



87.- El que reúne



88.- El Rico



89.- El que enriquece



90.- El Inaccesible



91.- El que aflige



92.- El que favorece



93.- La Luz



94.- El Guía



95.- El Admirable



96.- El que permanece



97.- El que da bienes sin mérito del que recibe



98.- El Conductor



99.- El Paciente.



Éstos son los Nombres más Bellos de Dios que encontramos en el Corán mismo, en donde se presentan de dos en dos para terminar muchos versículos importantes: algunos se citan sólo una vez (El dispensador de bienes, El Victorioso, El Custodio), otros salen frecuentemente (El que oye, 47 veces; El Vidente, 51 veces), y algunos se repiten incansablemente, como el Misericordioso (115 veces). Todos los musulmanes conocen este hadiz transmitido por Abu Hurayra: "Dios posee 99 Nombres, Cien menos Uno, porque Él, que es el Incomparable, desea ser invocado por esos Nombres, uno a uno. El que conoce esos 99 Nombres entrará en el Paraíso".


¿De dónde vienen esos Nombres? ¿No habría otros más?


Si, para los musulmanes, todos esos nombres han sido directamente revelados por Dios y tienen un origen puramente árabe, es evidente, para quien se interroga sobre las fuentes coránicas, que algunos de esos Nombres pertenecían ya al vocabulario religioso sud-arábigo. Se han podido establecer unas tablas de correspondencia (2), y alrededor de 60 Nombres coránicos, que no son de los más importantes, vendrían de ahí. En efecto, los atributos que el Corán reconoce a Dios por medio de esos Nombres son exactamente los que tienen correspondientes hebraicos (alrededor de 50): éstos expresan directamente la unicidad de Dios, su santidad y su trascendencia, su poder creador y soberano, su voluntad de justicia y de retribucion, su misericordia v su bondad, su plenitud de vida y su eternidad. Se trata, pues, de los Nombres mas frecuentemente citados por el mismo Corán, cosa que le acerca a la Biblia, sobre todo a los Salmos (3): ocurre, pues, que esos nombres biblicos se encuentran en el centro de las "constelaciones" de los mas Bellos Nombres de Dios.


A esos Nombres, que el Corán enumera a veces seguidos en alianzas curiosas, es posible, en efecto, reagruparlos por familias, como al final de la Azora de la Reunion: Él es Dios - no hay más Dios que El, el Rey, el Santo, la Paz, el que da Seguridad a quien lo necesita, el Custodio, el Poderoso, el Fuerte, el Sumo (...), el Creador, el Hacedor, el Formador (59, 23-24). El Nombre de Clemente (ar-Rahman) tiene en todas partes un lugar privilegiado. Citado 57 veces (y 7 veces con el de Misericordioso, en una fórmula, "bismi Llah ar-Rahman ar-Rahim", que introduce las 114 azoras, excluida la novena), lleva siempre el artículo y nunca hace de atributo, a continuación de un verbo "ser" sobreentendido: éste sustituye más de 50 veces al término mismo de Dios, sobre todo durante el 2º período mequense de la predicación de Muhammad (615-619) mientras que está ausente de los numerosos hadices que ha coleccionado la tradición musulmana (4).


Los demás Nombres son unos calificativos (con frecuencia en forma intensiva y a veces reservados únicamente a Dios) regularmente utilizados en situación de atributos y que podemos reunir en "constelaciones" alrededor de un tema central: unicidad (1 Nombre), trascendencia-santidad (5 Nombres), soberania (15 Nombres), eternidad (5 Nombres), verdad-luz (2 Nombres), omnipotencia (17 Nombres), creación-origen y término (9 Nombres), providencia (9 Nombres), misericordia (15 Nombres), ciencia (9 Nombres), justicia redistributiva (5 Nombres). Así es como la "constelación" de la providencia agrupa los siguientes Nombres más Bellos: el Dispensador de bienes, el Piadoso, el Vigilante, el Guardián Celoso, el Testigo, el Guía, el Amigo, el Gerente, el Guardián.


Además de éstos, ¿hay otros Nombres? Muchos se sorprenden de no encontrar en la lista el nombre de Señor (Rabb), citado 959 veces en el Corán: ¿acaso es porque siempre está ligado (estado de anexión gramatical) a algún pronombre personal humano que designa al discípulo, al servidor o al esclavo? y ¿por qué algunos Nombres no han sido elaborados a partir de ciertos versos citados muy frecuentemente por el Corán? Dios ha hablado sin cesar en el Corán a los hombres, por eso nos hubiésemos esperado verlo designado con el Nombre de Mutakallim, el que habla. El debate no dejó de hacerse intensivo y violento, incluso dramatico, en Bagdad, en el s. IX, entre teólogos mu'tazilies (que exaltaban la razón humana) y asharíes (que privilegiaban el texto coránico): ¿se podía, por vía de analogía, partir de las cualidades humanas y creadas para deducir de ellas algún atributo (fundamentalmente diferente pero parcialmente parecido) en Dios mismo? Un hadiz, ¿no pretende que "Dios es bello (yamil) y ama la belleza"? Los asharíes y los hanbalíes han pensado que era más coherente para el Islam afirmar que sólo Dios habla bien de Dios y que el creyente sólo estaba habilitado a nombrarlo mediante los Nombres que Dios mismo le ha revelado en el Corán.La devoción musulmana, a lo largo de los siglos, nunca ha cesado de añadir a esos 99 Nombres más Bellos de Dios muchos otros nombres que ha considerado dignos de expresar la acción de Dios cerca de los hombres: ¿No es igualmente el Vencedor (al-Galib), el que concede la victoria (an-Nasir), el Verídico (as-Sadiq), el Bienhechor (al-Mun'un), el Donador (al-Mu'ti)? El vocabulario de los místicos y cofradías religiosas habría que explorarlo en ese sentido e indicaría cuáles fueron, a lo largo de los siglos, los Nombres más Bellos hacia los que se inclinaba de preferencia su meditación profundizada del Misterio de Dios.


Entre esos Nombres ¿cual sería el Nombre Supremo?


Tanto los musulmanes sencillos como los teólogos y los místicos se han planteado el problema del Nombre Supremo: ¿existe uno y cuál sería éste? Para algunos, que expresan así una verdad de sentido común, no habría ningun Nombre Supremo o, más bien, ese sería exactamente aquel que permite al creyente dirigirse a Dios y entrever a través de Él el Misterio, gracias a la aproximación privilegiada de uno u otro de sus Nombres más Bellos. Otros, al contrario, afirman que ese Nombre existe y que podemos conocerlo. Ese sería, dicen los primeros, el pronombre personal Huwa (Él), puesto que el poder de la meditación concentrada sobre ese pronombre, junto con el ritmo de la inspiración y de la expiración que las dos sílabas "hu" y "wa" suponen y animan, permite efectivamente ir muy lejos de esta "experiencia existencialmente adquirida" que, a este respecto, proponen las sesiones de "dikr" de las cofradías religiosas: "Oh, Él, oh, Aquel fuera de quien no hay otro Él, oh, Aquel en quien se oculta la identidad de cualquier otro Él".


Otros ven, al contrario, el Nombre Supremo en el de Dios (Allah) mismo, porque Dios, dice el Corán, posee los Nombres mas Bellos" (7, 180). La tercera opinión piensa que se trata más bien del Nombre "El Viviente, el Subsistente" (al-Hayy al-Qayyum), puesto que así parece indicarlo el Corán (2, 255). Para otros aún, ese Nombre sería "el Señor de Majestad y de Generosidad" (Dhu l-yalal wa-l-ikram), porque está recomendado expresamente por el Profeta mismo. Otros van a buscar en las letras con que comienzan algunas azoras (las azoras 2, 3, 7, 10, etc.) las iniciales de esos Nombres Supremos que siguen ocultas al común de los mortales. Algunos, en fin, ven en la expresión coránica "el Señor del Trono Sublime" (Rabb al- 'arsh al 'azim) (9, 129) el Nombre que estaría por encima de todo Nombre. Algunos teólogos siguen convencidos de que ese Nombre Supremo sigue y seguirá siendo siempre el secreto de Dios, tanto más que, como dice igualmente un hadiz, "Dios tiene 4.000 Nombres, de los cuales 1.000 son conocidos sólo por Él, otros 1.000 son conocidos por Él y por los ángeles, mientras que otros 1.000 se encuentran en la Torah, 300 en el Evangelio, 300 en los Salmos, 100 en el Corán (de los cuales 99 explícitamente), mientras que el resto permanece oculto" (5).


La interiorización por el creyente de los Nombres más bellos de Dios


Los teólogos musulmanes, por su parte, no han dejado de explorar las significaciones últimas de los más Bellos Nombres de Dios, después de haber debatido ampliamente sobre las difíciles y sutiles relaciones entre el Nombre (ism) y Aquel que es nombrado (musamma), entre los atributos que le corresponden (sifat) y el acto de atribuírselos a Dios (wasf): ¿Tendríamos ahí con ello una como apropiacion o dominio del creyente sobre Dios y su misterio? Para cualquier teología musulmana coherente, esa era una tentacion de la que tenía que huir. Por eso, al Bayhaqi (994-1006) ha dejado un "Libro de los Nombres y de los Atributos", Algazel (1059-1111) ha redactado "El grado más elevado que podemos ofrecer de lo que significan los más Bellos Nombres de Dios", y al-Razi (1144-1209) ha escrito el "Libro de las Pruebas que iluminan lo que son los Nombres y los Atributos".


Baste aquí con exponer brevemente lo que sobre ello dice Algazel. Con él, y siguiendo la doctrina ash'ari sunni, los teólogos musulmanes consideran que los atributos son distintos de la esencia divina. Así podemos reagrupar los Nombres de Dios en relacion con la clasificación de los Atributos. El Real (Verdad) (al-Haqq) es el Nombre de la esencia y corresponde al atributo de la existencia. A los atributos esenciales y negativos de la pre-eternidad, de la post-eternidad, de la desemejanza, de la autosuficiencia y de la unicidad corresponderían los doce Nombres siguientes: el Santo, la Paz, el Rico, el Único, el Rey, el Poderoso, el Exaltado, el Inaccesible, el Primero, el Último, el Evidente, el Oculto. A los atributos conceptuales (que añaden un concepto "ma'na" a la esencia) de la ciencia, del poder, de la vida, del oído, de la vista, de la voluntad, de la percepción corresponderían entonces alrededor de 50 Nombres más Bellos, mientras que los últimos (casi treinta) vendrían a especificar los múltiples aspectos de los atributos del Acto divino mismo.Pero los más importante, para los musulmanes, no está en la inserción de la letanía de los Nombres más Bellos en un tratado de teología sobre Dios ("de Deo Uno"): se trataba antiguamente, en las sociedades tradicionales, de llevar uno de los Nombres y declararse el servidor. Por eso voluntariamente se era Servidor de Dios ( ' Abd Allah), Servidor del Rey ( 'Abd' al Malik), Servidor del Poderoso ('Abd al-'Aziz), Servidor del Majestuoso ('Abd al-Yalik), etc. Si todo eso corre el riesgo de pasar de moda hoy (6) no es menos cierto que todo creyente sincero está invitado por sus maestros espirituales a "revestirse, en cierto modo, de las "buenas costumbres de Dios" (al-tajalluq biajlaq Allah) que son expresadas precisamente por esos Bellísimos Nombres: la meditación se debe intentar que penetre en el sentido y en la acción humana procurando reproducir humanamente las manifestaciones maravillosas de esos Nombres, interpretando el hadiz clásico "Dios ha creado a Adán a su imagen", que significa cierto "parecido" entre el Creador y su criatura (7).


Algazel no tiene reparo en desarrollar las consecuencias prácticas para sus lectores y discípulos: "Parecido y conformidad engendran atracción entre los dos seres parecidos: toda forma está más inclinada hacia la que se le parece". Por ello, en su tratado de "La Revivificación de las ciencias de la Religión" (Ihya´ ulum ad-din) escribe: "Revestíos, pues, de las buenas costumbres de Dios (...). La perfección última, para el creyente, consiste en aproximarse a su Señor haciendo suyos esos atributos que merecen toda alabanza: la ciencia, la justicia, la bondad, la benignidad, la beneficencia, la misericordia, el buen consejo, el estímulo al bien, el preservarse del mal". Entonces se llega a cierto "intercambio de los atributos", como lo celebra cierto hadiz "qudsi" (hadiz "sagrado" en donde es Dios el que habla): "Cuanto más mi servidor se acerca a Mí, gracias a sus obras superrogatorias, dice Dios, más le amo Yo. Y cuando Yo le amo, Yo me convierto en el oído mediante el cual él oye, en la vista mediante la cual ve, en la lengua gracias a la cual habla, en el pie gracias al cual camina". Es entonces cuando los Nombres más Bellos son vividos por el creyente que los interioriza y los medita, tanto mejor que los vive, en una forma, evidentemente (sic), totalmente humana.


La meditación algazeliana de algunos de los más bellos Nombres Divinos


En el comentario que Algazel hace de los Nombres más Bellos de Dios, ¿amplía las perspectivas espirituales y permite al creyente ir siempre más profundamente en su acercamiento al misterio? Leyendo atentamente su "Maqsad", nos damos rápidamente cuenta de que las explicaciones dadas y las transposiciones propuestas no van muy lejos. ¿Qué dice él, por ejemplo, de esos Nombres divinos como son "al-Quddus" (el Santo) y "as-Salam" (la Paz)? El texto no necesita comentario alguno:"Al Quddus" (el Santo) es Aquel que está libre de cualquier atribución de cualidades percibidas por los sentidos o representadas por la imaginacion, o adelantadas por la conjetura o presentidas por la conciencia o determinadas por la reflexion. No digo que tenga que escapar a los defectos y a las imperfecciones: hablar así (a propósito de Dios) indicaría una falta de educación. En efecto, es una falta de educación precisar que el rey de tal país no es tejedor ni barbero. Negar su existencia correría el riesgo de hacer creer que eso es una cosa posible, y eso es ya una imperfección. Digo, pues, que es Santo (Quddus) Quien escapa de todos los atributos de la perfección tal como entienden definirla la mayoría de los humanos.


En efecto, éstos consideran, en primer lugar, sus propios atributos tomando conciencia de ellos. Después perciben que esos atributos se dividen en atributos que dependen de la perfección propia (a saber, la ciencia, el poder, la vista, el oído, la palabra, la voluntad, el libre arbitrio, y echan mano de unos nombres que correspondan a esas realidades pretendiendo después que esos nombres son los nombres mismos de la perfección) y otros que dependen de la imperfección propia (a saber, la ignorancia, la impotencia, la ceguera, la sordera, el mutismo, echando mano también de unos nombres que corresponden a esas realidades). A continuación, piensa que lo mejor que ellos pueden hacen con vistas a alabar a Dios, es atribuirle las virtudes y los atributos de la perfección que encuentran en sí mismo (ciencia, poder, vista, oído y palabra) y descartar de Él los atributos de la imperfección. Pero, realmente, Dios se escapa, totalmente, tanto de los atributos de la perfección como de los de la imperfección que los hombres puedan llegar a concebir a partir de las criaturas y, en consecuencia, está inmune ("muqaddas") de ese género de atributos o de cualquier cosa que se le parezca. Si Él no hubiera tenido permiso de recurrir a ello y aplicárselo, de ningún modo estaría permitido utilizarlos para hablar de Él.


Exhortación


La santidad (quds) del ser humano consiste en despojar su voluntad y su ciencia. Debe liberar su ciencia de todas las cosas imaginarias, sensuales o conjeturables, en una palabra, de todas las cosas "perceptibles" que el hombre tiene en común con los animales. Mas aún, tiene que concentrar su razón y fijar su ciencia sobre las realidades divinas que escapan a cualquier percepción de los sentidos, si bien es inútil decir entonces que ellas son cercanas y lejanas. Haciendo ésto, el ser humano se libera a sí mismo de todas las realidades sensuales e imaginarias. Así adquiere, mediante la ciencia, lo que incluso si llegase a perder el uso de los sentidos y de lo imaginario, sigue siendo para él el lugar maravilloso de las ciencias superiores, universales y metafísicas, que dependen de las realidades externas, excluidas las realidades individuales que no hacen sino cambiar y renovarse.También debe despojar su voluntad, de manera que ésta no busque más esos bienes humanos que se reducen a los placeres de las facultades concupiscibles e irascibles, las delicias de la mesa, del sueño, de los vestidos, del tacto y de la mirada, en una palabra, de todas esas voluptuosidades a las que sólo se llega mediante la mediación de los sentidos y del cuerpo. Mas aún, no busca ni quiere nada fuera de Dios y sólo encuentra su bien en Él. No tiene más deseo ardiente que encontrarlo ni otra alegría profunda que acercarse a Él. Y si llegase a serle propuesto el paraíso, con todas sus delicias, no prestaría ninguna atención a ello, por que en este mundo como en el otro lo único que le interesa es el Señor de los dos mundos.


En una palabra, comparte con los animales todas esas realidades que percibe por los sentidos o por la imaginacion: tiene pues la exigencia de elevarse por encima de todo eso para alcanzar lo que es específico del ser humano. Comparte, además, con los animales esos bienes humanos que dependen de las facultades concupiscibles: debe, pues, liberarse aún más. La grandeza del que está en la búsqueda reside precisamente en el objeto de la búsqueda. El que sólo tiene interés por lo que penetra en sus intestinos, no tiene otro valor que lo que sale de él. Quien solo ambiciona a Dios, ve subir su grandeza a la altura de Aquel a quien quiere llegar. Quien eleva así su ciencia por encima de las realidades de lo imaginario y de los sentidos, hace inerme ("qaddasa") a su voluntad de las exigencias de las facultades concupiscibles y goza de los beneficios de los pórticos de la santidad ("quds").


La Paz (as-Salam) es (el nombre de) Aquel cuya esencia está exenta (está íntegra, "salama") de cualquier defecto, cuyos atributos estan exentos de cualquier imperfeccion y cuyos actos estan libres de todo mal, de tal manera que, cuando esto ocurre, no hay nada en el mundo que no sea íntegro (salama), que no se ponga en relacion con Él y no sea considerado como procedente de Él. Cuando decimos que "sus actos estan exentos de todo mal, hay que entenderlo de todo mal absoluto buscado por sí mismo y no a causa de algún bien que podría encontrarse en él y que le aventajarla en importancia.


Exhortación


Todo ser humano, cuyo corazón está libre de engaño, de odio, de envidia y de voluntad perversa, cuyos atributos estan exentos de toda "inversión", llega cerca de Dios con su corazón íntegro ("salim"): éste posee entonces, entre los humanos, el atributo de la Paz que le convierte en cercano, por su cualidades, del que es la Paz absoluta y verdadera sin que en Él se encuentre duplicidad alguna. Por "inversion" en sus atributos, intento decir que su intelecto es prisionero de sus facultades concupiscibles, mientras que normalmente es lo contrario lo que debe producirse, a saber, que las facultades irascibles y concupiscibles sean prisioneras de su intelecto y consiguientemerte sometidas a éste. En efecto, no puede haber integridad (salama) allí donde el que manda recibe ordenes y donde el príncipe llega a convertirse en un esclavo. Sólo recibira pues los atributos de la Paz (salam) y del Islam (islam) aquel cuya lengua y manos no dañen de ninguna manera a los musulmanes. Y para recibir tales atributos es necesario antes no dañarse a sí mismo" (8).


Esto es todo lo que Algazel tiene que decir acerca de la Santidad y de la Paz de Dios y de aquellas que el creyente podría conseguir en su imitacion de las "buenas costumbres de Dios". Nada, en el fondo, que no sea muy filosófico y ascetico: el misterio de Dios en nada es contactado (sic). Ser "santo" consiste en estar exento ("taqdis" y "tanzih" son sinonimos) de toda perfección o imperfección humana o de cualquier perfección animal, cuando, en definitiva, se trata de ser humano. Existe el riesgo de encontrar todo esto "un poco corto". Queda la impresión de que Algazel ha "reducido" de manera singular la riqueza de los términos coránicos que, tal es nuestro caso, podrían o deberían remitir a las expresiones hebraicas y bíblicas correspondientes. Sin duda, esto ocurre porque se ha contentado con la sola significación árabe que le ha llevado a tal interpretación reductora. El método, en Algazel, es idéntico para todos los otros Nombres divinos, lo que casi siempre lleva consigo una curiosa reducción de las riquezas semánticas de los términos mismos. Muchos musulmanes, por fortuna, han ido a veces más allá de ese género de interpretación, ya se trate de los místicos o de los miembros de las cofradías religiosas.


Una «oración meditada» sobre los más bellos nombres de Dios


El autor egipcio contemporáneo 'Abd al-Maqsud Muhammad Salim propone cierto número de meditaciones en forma de invocación (du'a) en su libro "En el reino de Dios son los Nombres de Dios" (Fi Malakut Allah ma' a Asma Allah). De sus últimas páginas extraemos el texto siguiente que sin duda sera de interés:"¡Dios mío, Te suplicamos a Ti fuera del cual no hay otra divinidad! ¡Oh Dios, Tú el Clemente y Misericordioso (...). Que tu Majestad sea magnificada, que Tus Nombres sean santificados, que Tus Atributos sean distinguidos y que Tus bienes continuen derramándose sobre los Mundos! ¡Alabado seas! ¡No puedes ser aprehendido por los sentidos, ni imaginado por el alma! Tu Esencia es santa y existe desde siempre. Tus Atributos son sublimes y subsisten para siempre, Tú que concibes las cosas y las creas, Tú que les das subsistencia y les haces misericordia, Tú que conoces sus apariencias y sus secretos más profundos, así como su principio y su fin! (..).


Y ahora, oh Dios mio, te suplico por Tu esencia sublime, eternamente única, sin que nada sea igual a ella, por Tus Atributos venerables que existen desde siempre y por el honor que les debemos (...) por la manifestacion de Tus Atributos a partir de lo que encierran Tus signos y tus versículos, por Tu Nombre mantenido oculto gracias al cual Tú no sabrías rechazar a quien Te busca y Te invoca, por Tu Nombre que es digno de toda alabanza, santo y santificado, preciosísimo y santísimo, augusto, íntegro y bueno, que es pureza, puro, purificado y purísimo (...).


En el nombre de Dios, el Bienhechor, el Misericordioso, sábete que no hay otra divinidad fuera de Dios, ni otro dios más que Dios, anterior a todo, ni otra divinidad fuera de Dios después de todo; no hay otro dios fuera de Dios que mide todo, no hay otro dios fuera de Dios que abraza todo, no hay otra divinidad fuera de Dios que rodea todo, no hay otra divinidad fuera de Dios, Señor que subsiste mientras que todo se convierte en nada.


Te suplico pues por aquellos Nombres Tuyos que permaneceran ocultos para siempre y por aquellos dones Tuyos que se ocultan detras de los velos, por Tu Nombre sublime y grandioso, por el "en el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso", (...) y por el mérito de todos los "ha'nim" y de los versículos preciosos que en ellos podemos encontrar, por el poder de Dios, por la luz de Dios de la que fue creado nuestro Señor Muhammad, sí, yo Te suplico que nos coloques en el número de aquellos que Te han confiado su destino, se han puesto en Tus manos para todos sus asuntos y han puesto en Ti toda su indigencia (...).


Oh Dios mío, Te rogamos, confiados en Tu generosidad, ávidos de Tu misericordia, inclinados hacia la realización de Tu buen deseo, Buscamos Tu rostro y nada más: cerca de Ti buscamos refugio y en nadie más! Tú, Tú eres Aquel que nos basta, quien nos proteje, el Dueño majestuoso, Tú eres nuestro "dueño" en esta vida y en la otra. Llámame a Ti, siendo, como soy, musulman, y hazme llegar a los rangos de Tus santos (...). Gloria a Dios, el Señor de los Mundos" (9).


Conclusión


Tales son, rápidamente evocadas, las perspectivas que desembocan en la meditación de los Nombres mas Bellos de Dios que ofrece el Corán, las reflexiones que proponen a este respecto los exégetas, los teologos y los maestros espirituales. Los textos aquí citados intentan dar alguna idea sobre ellas, sin entrar demasiado en las elaboraciones más refinadas que le ha añadido la mística musulmana. Bastaría citar aquí algunos pasajes que expresaban la posición media sobre este punto. Es cierto que, considerados en si mismos, esos Nombres más Bellos provocan al creyente y le invitan a ampliar los horizontes de su mirada espiritual así como a entrever otros Nombres que podrían desvelar ciertos aspectos del Misterio. Se trata del secreto de la conciencia, como lo da a entender la conclusión de una invocación que sigue a la letanía de los 99 Nombres divinos más bellos: "Te pido, pues, por cada Nombre Tuyo gracias al cual Tú Te has designado a Ti mismo o que Tú has revelado en Tu libro (el Coran), o que has enseñado a alguna de Tus criaturas, o cuyo uso Tú te has reservado en el conocimiento que Tú tienes de Tu propio Misterio. Te pido que hagas del magnífico Corán el alimento de mi corazón y la luz de mi mirada, a fin de que expulse de mí toda tristeza y suprima en mí toda preocupación y todo aburrimiento". Cada uno puede entonces conservar en la intimidad de su corazón lo que Dios quiere inspirarle de esos Nombres "de los que Él se reserva el uso en el conocimiento que tiene de Su propio Misterio".

Notas:


1. Para la traducción española de esos nombres, nos servimos de la expuesta en el nº 193 de "Encuentro Islamo-Cristiano".

2. Cfr. Joaquín Mubarak, "Les noms, titres et atributs de Dieu dans le Coran et leurs correspondants en épigraphie sub-sémitique", en "Pentalogie islamo-chrétienne", Beirut, 1972-1973, vol.2, págs.179-193, y "Les études d´épigraphie sub-semitique et la naissance de l´Islam", ibídem, pp. 195-277.

3. Cfr. Denise Masson, "Monothéisme coranique et monothéisme biblique (doctrines comparées)", París, Desclée de Brouwer, 1976.

4. Cfr. Jacques Jomier, "Le Nom Divine "al-Rahmân" dans le Coran", en "Mélanges Louis Massignon", vol. 2, págs. 361-381, Damasco, 1957, Institut Français.

5. Cfr. G. C. Anawatim, "Le Nom Supreme de Dieu" ("Ism Allah al-Azam"), separata de los "Atti del III Congreso di Studi Arabi e Islamici", Ravello, 1966.

6. Cfr. Jean Quémeneur, "Patronymes et prénoms arabes", in ESNA, París, Suplément au Cahier nº 25, julio-septiembre de 1952, y Marice Borrmans, "Prénoms arabes et changemente social en Tunisie", en IBLA (Tunis), nº 121 (1968), págs. 97-112.

7. El Hadiz afirma textualmente que "Dios ha creado a Adán a imagen suya/Suya. Si muchos doctores, en Islam, interpretan ese texto diciendo que "Dios ha creado a Adán conforme a la imagen previa que Él había hecho de él (Adán); otros, una minoría, como Algazel, piensan que es a semejanza de Dios mismo que Adán fue creado y que es por ese título que ha sido elegido, por Dios mismo, como su "lugarteniente" (califa) en la tierra. 8. Cfr. "al-Maqsad al-asnâ fî sharh ma' ânî asmâ Allâh al-husnâ" ("Le degré le plus elevé que l´on peut fournir de ce que l´on signifie pour les Noms les plus Belles de Dieu"), Arabic Text, Edited with introduction by Fadlou A. Shehadi, Beirut, Dar-el -Machreq, 1971, pp. 71-74.

9. Cfr. "Malakût Allâh ma'a Asmâ' Allâh" ("Dans le Royaume de Dieu avec les Noms de Dieu"), El Cairo, Dâr tilâwat al qur' ân al-karîm, 1967, págs. 185-190.

* Publicado en " La Vie Spirituelle", nº 680, mayo-junio de 1988, París, y traducido
en "Encuentro Islamo- Cristiano", nº218, Madrid, junio de 1990.
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