Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

  Interesados comunicarse a correo: erubielcamacho43@yahoo.com.mx  si quieren versión impresa o electrónica donativo voluntario .

lunes, 10 de octubre de 2011

PRACTICAS JUDAIZANTES Y SACRILEGIOS MARRANOS

PRACTICAS JUDAIZANTES Y SACRILEGIOS MARRANOS

Si bien poco importa que los judíos conversos se atengan a !os preceptos religiosos hebreos, en razón del carácter racial del judaísmo, será útil echar un vistazo a la conducta de los judaizantes. Encarnación Marín Padilla proporciona abundantes ejemplos de las costumbres judaizantes, que comenzaban desde el nacimiento. "Fue práctica entre algunos conversos judaizan*tes, -escribe-, tener dispuesta una nodriza judía que se encargaba de alimentar al niño recién nacido en cuanto llegaba de la iglesia de recibir las aguas bautismales. Después de haber sido bañado para hacer desaparecer hasta el último vestigio del crisma bautismal, la nodriza se hacía cargo de él. Se trataba con ello de borrar todo indicio, huella o recuerdo en el nuevo cristiano, tanto en su interior como exteriormente". (22)

Al casarse un converso también era común que se realizara una doble boda, la judía y la cristiana. "A veces -manifiesta Blázquez Miguel- la ceremonia se celebraba en la iglesia y después en el hogar había una ceremonia suplementaria, ya plenamente judía", pero por lo general sucedía a la inversa. (23) Los conversos profesaban su odio visceral hacia Cristo y su Iglesia. Entre ellos circulaban historias sacrílegas en las cuales se negaba la virginidad de la Madre de Dios, a la que se vituperaba en forma soez. (24) "Las burlas e historias basadas en la vida y nacimiento de Jesús eran frecuentes cada vez que a él se aludía", de modo especial en Semana Santa, dice Marín Padilla. (25) Ante las procesiones era manifiesta la animosidad de los cristianos nuevos, "sobre todo al ver pasar la cruz". (26) Al paso de ésta ingresaban a sus viviendas, cerraban las ventanas o incluso atrevíanse a escupir. (27)

Era en Semana Santa cuando más se hacía sentir el odio de los cristianos nuevos, que llevaban a cabo todo tipo de sacrilegios, según se advierte en los numerosos procesos inquisitoriales analizados por la nombrada. Por ejemplo, alrededor del año 1463, en la iglesia de San Pedro Mártir, de Calatayud, tuvo lugar una representación nocturna de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, oportunidad en que "unos siete u ocho conversos de la ciudad, entre ellos Juan Pérez de Santa Fe, alias de Ariza, y el trapero Martín Díez, presenciaban la escena riéndose y 'haciendo escarnio'." (28) También en esos días eran más frecuentes las injurias contra Cristo y la flagelación del Crucifijo. (29)

Fue precisamente el Viernes Santo del año 1489 que se produjo el famoso crimen ritual del Santo Niño de La Guardia. La incesante propaganda judía (basada en trastocar los hechos, convirtiendo en víctimas a los victimarios) ha sostenido desde siempre que jamás los judíos han cometido asesinatos de esa naturaleza, atribuyendo la acusación a una ridícula calumnia antisemita. Sin embargo, existen más que suficientes pruebas de numerosos crímenes rituales de cristianos perpetrados por los judíos, cuyas víctimas fueron en su mayoría niños de corta edad. Algunos de estos mártires han sido canonizados o beatificados por la iglesia, como Santo Domingo de Trento. (30)

En España se registraron varios de estos asesinatos, entre ellos el del niño Domingo del Val, ocurrido en 1250 en Zaragoza. (31) El horrendo crimen de La Guardía interesa aquí porque en él participaron judíos conversos. Los asesinos públicos fueron Ca Franco y sus hijos Jucé y Mosé Franco, el médico Juga Tazarte y David de Perejón, en tanto que los conversos eran Benito García, Juan de Ocaña y los cuatro hermanos Franco, integrantes de una encumbrada familia marrana: Alonso, Juan, Lope y García. El Santo Oficio intervino y luego del auto de fe que se hizo en Avila el 16 de noviembre de 1491, los criminales fueron entregados al brazo seglar y quemados, relajándose las estatuas de Mosé Franco, Juan Tazarte y Perejón, fallecidos con anterioridad al descubrimiento del hecho, que causó honda conmoción. (32)

Este asesinato ritual influyó, a juicio de Fita, en el decreto de expulsión de los judíos públicos:
"Las piezas del proceso inquisitorial, donde se atribuye a los judíos la perversión de los judaizantes, pudieron y debieron ser*vir para razonar o fundar el motivo capital que el edicto alega; esto es, el daño de inducción y perversión que a los cristianos (nuevos, F.R.C.) se había seguido y seguía del trato con los judíos". (33) Refiriéndose a los sacrilegios conver*sos en el siglo XVI,
Blázquez Miguel señala que a principios de la centuria en Córdoba, "ciudad que prácticamente estaba dominada por los conversos", "los sacrilegios menudeaban; las formas consagradas eran pisoteadas, troceadas y arrojadas al excusado; se profanaba a una muñeca que representaba al Niño recién nacido y se parodiaban diversas ceremonias cristianas. Asimismo el bachiller (un marrano llamado el bachiller Membreque, F.R.C.) les daba cierta agua mezclada con otras sustancias para que los conversos que habían recibido la comunión con anterioridad vomitasen". (34) Las profanaciones de la Santa Cruz eran muy frecuentes. "Como caso específico de un judaizante sacrílego, representativo de otros muchos, tenemos el de Hernando de Viseo, que azotó un crucifijo y fue quemado vivo por la Inquisición de Calahorra en 1559". (35) Los actos sacrílegos aumentaron en el siglo XVII. "En las primeras décadas aparecen en diversas localidades de la ju*risdicción del Tribunal de Logroño personas procesadas por jugar al llamado 'Juego de Jesús'.

El núcleo principal de este tipo de procesos se dio en Sangüesa, donde fue*ron detenidos todos los miembros de la familia de Pedro de Lumbier, en 1620. Este juego consistía en que una persona se sen*taba en un banco de la Locina, arrimado a la pared, con los brazos abiertos, al que se denominaba Cristo, y a ambos lados se colocaban otros dos y le sujetaban los bra*zos. Entonces de las habitaciones conti*guas salían todos los demás con sartenes llenas de agua, gritando: 'Aquí los truenos', y le rociaban el cuerpo y el rostro". (36) Otro sacrilegio destacable fue el llevado a cabo por la conversa Catalina Silva, que destru*yó a martillazos una imagen de Nuestro Señor Jesucristo, enterrando los pedazos en el retrete de su casa. Este hecho acae*ció en Murcia en la mitad del siglo mencio*nado. (37) En las acciones sacrílegas se des*tacaba el numeroso clero cristiano nuevo. "En el momento de la implantación de la Inquisición, expresa dicho autor, son relati*vamente numerosos los religiosos judai*zantes que fueron por ella procesados... Muchos fueron condenados por este delito de profanación de formas religiosas, cosa que estaba fácilmente a su alcance...



Ejem*plo de esto, y uno de los primeros de que tenemos noticias es Pedro Fernández de Alcaudete, tesorero de la Catedral de Cór*doba. ‘Este sacerdote llevaba una hostia en el zapato, para pisarla continuamente'. (38) La gran cantidad de religiosos judaizantes que existían en la península se reflejó en los procesos inquisitoriales, abriéndose causas contra ellos en casi todos los Tribu*nales, desde el establecimiento del Santo Oficio hasta principios del siglo XVI, (39) y si con posterioridad decrece el número de en*causados siempre se registran procesos, algunos de ellos resonantes. Esta situación no se limitó al bajo clero, puesto que fueron procesados importantes dignatarios, tales como Juan Arias Dávila y Pedro de Aranda, Obispos de Segovia y Calahorra, respecti*vamente, hijos ambos de judaizantes conocidos. (40)



El odio de los conversos se extendía, como es de suponer, a los cristianos viejos, a quienes insultaban frecuentemente en sus conversaciones. (41) "Perros cristianos", "perros", "chinches", "perros chinches", eran las expresiones más comunes que empleaban para referirse a ellos, aparte de "muchos motes en hebraico". (42) La práctica secreta de los ritos judíos no cesó ni aun en la época de mayor in*fluencia de la Inquisición. El propio Carlos V denunció que en el año 1518, en Aragón, se habían descubierto dos sinagogas, "que mucho tiempo han estado ocultas, donde algunos de esta generación se juntaban a judaizar con un rabí que los instruía en la ley de Moisés". (43) También se registraron muchos casos en que supuestos conversos modelos, al salir de España o Portugal se "reconvertían" al judaísmo. El de fray Vi*cente de Rocamora es particularmente elo*cuente: "nacido en Valencia por el año 1600, había sido un fraile dominico famoso por su piedad y elocuencia, a lo cual debió su nombramiento de confesor de la infanta María, más tarde emperatriz de Austria, que lo tenía en alta estima. En 1643 desa*pareció de España. Volvió a tenerse noti*cias de él cuando bajo el nombre de Isaac estudiaba medicina en Amsterdam, y desempeñaba un rol prominente en la vida general de la comunidad". (44) Por más es*tricta que sea la observancia del ritual de una religión, esto no implica de ninguna manera vivir de acuerdo a sus cánones. Por otro lado, la beatería externa, tan alejada de la verdadera religiosidad, es típicamente marrana y constituye la contracara de las prácticas judaizantes.



Podrá argüirse que han existido algu*nas relevantes personalidades conversas de intachable ortodoxia católica, autores in*cluso de tratados antijudíos. Sin embargo, es significativo lo acaecido con los hijos, nietos y parientes de los de mayor fama, como Pedro de la Caballería, autor de Ze*lus Christi contra judeos, Jerónimo de San*ta Fe, ex-rabí Jehosuáh Ha-Lorqui, que es*cribió el conocido Nehreomastix (El azote de los hebreos), y Pablo de Santa María, otrora rabí Selemoh Ha-Leví, obispo de Burgos y encumbrado personaje, autor de Scrutinium Scripturarem, sin duda el más célebre de los cristianos nuevos españoles. Francisco de Santa Fe, hijo de Jerónimo, fue uno de los que planearon el cobarde y brutal asesinato del inquisidor de Aragón, Pedro de Arbués, a cuyos asesinos prófu*gos brindó auxilio Alfonso de la Caballería, hijo de micer Pedro. Jaime de la Caballería, otro de los hijos del rabino converso, que actuó en la campaña de Nápoles al lado de Fernando el Católico, fue procesado y pe*nitenciado por delitos judaicos el 25 de mar*zo de 1504; (45) Juan de la Caballería, sobri*no carnal de micer Pedro (46), murió quemado por judaizante el 8 de julio de 1491, siendo penitenciada nueve
__,_._,___

No hay comentarios:

Publicar un comentario