¿Es probable un ataque a Irán?
Miguel Ángel Benedicto
jueves, 10 de noviembre de 2011
Las instalaciones nucleares de Irán están en el punto de mira de Israel desde hace un par de semanas. Las constantes amenazas del estado judío eliminan el factor sorpresa y el terremoto que podría desatar en la región un ataque del Ejército hebreo lo hace poco probable a corto plazo.
Israel se prepara para bombardear y destruir las plantas atómicas del país persa. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reunió a su gobierno para intentar buscar un consenso, que de momento no parece haber llegado, y la ayuda militar de Estados Unidos y Reino Unido.
El Tsahal ha realizado maniobras aéreas en Italia, probado un nuevo misil balístico y simulado ataques con cohetes en su propio territorio. Según el diario británico The Guardian, la Royal Navy se estaría preparando para desplegarse en los próximos meses con el fin de llevar a cabo un ataque aéreo. Además, el nuevo informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) advierte de que Irán está a punto de conseguir la bomba nuclear gracias a la ayuda técnica de expertos extranjeros.
Una bomba de relojería
Sin embargo, las consecuencias de una operación aérea contra Irán son una bomba de relojería para toda la región. Previamente es necesario que Obama dé luz verde al ataque por si es necesario el apoyo de EEUU en caso de descontrol de la situación. En plena salida del Ejército norteamericano de Irak y de Afganistán, con una crisis económica de la que no termina de salir y a un año de las elecciones presidenciales es más que probable que el presidente estadounidense diga no.
A esto hay que añadir la guerra asimétrica que podría lanzar Irán, comenzando por Bagdad, los países del Golfo Pérsico, Damasco, Beirut, Gaza e incluso en Afganistán y Yemen.
El problema inmediato es Irak de donde EEUU retirará sus tropas a finales de año. La retirada podría espolear a Muqtada Al Sader que podría relanzar el Ejército del al-Mahdi contra ellos. El gobierno de Al Maliki podría caer en brazos de Irán que, a su vez, podría restablecer lazos con los chiítas. El partido del primer ministro irakí fue responsable en parte de la formación de Hizbulá en Líbano. Por otro lado, Al Qaeda en Mesopotamia sigue en activo con cerca de mil miembros preparados para cometer acciones terroristas.
Alternativa a la salida de Irak
El vacío de las tropas norteamericanas en Irak podría crear situación de inseguridad en el país; por eso se negocia una alternativa con los países del Consejo de Cooperación del Golfo. Mantener una presencia militar en Kuwait y el envío de barcos de guerra a aguas internacionales de la región. Además de estar cerca de Irak, una nueva arquitectura de seguridad en el Golfo Pérsico, con patrullas aéreas y navales y misiles defensivos, serviría para contrarrestar a Teherán. Arabia Saudí -el gran rival sunita de los persas chiítas-, Bahréin -con una elite gobernante sunita que ha aplastado una revuelta chií- y los Emiratos Árabes Unidos son los más interesados sotto voce en atacar Irán con una guerra convencional antes de que se convierta en una potencia nuclear.
Otra de las puntas de lanza de Irán está en Gaza, donde tanto Hamás como la Yihad Islámica reciben apoyo del régimen de los ayatolás. La Yihad, que cuenta con 8.000 hombres armados, reconoce que recibe apoyo de Teherán, incluido armamento más sofisticado como lanzaderas móviles de cohetes que pueden alcanzar el sur de Israel.
El desafío sirio
Un desafío mayor supone Siria cuya caída debilitaría a Teherán. La teocracia iraní ya ha amenazado con responder a una intervención extranjera contra Damasco. El propio Bachar Al Assad anunció que causaría un terremoto en la región si hubiera injerencias del exterior. El peligro de un conflicto civil en Siria se podría extender rápidamente a Irak y Líbano. En el país de los cedros actúa la milicia de Hizbulá, que recibe apoyo tanto de Siria como de Irán, y tiene poder suficiente como para hacerse con Beirut en unas horas y hostigar a Israel con misiles desde la frontera.
Las negociaciones de Tel Aviv con los palestinos siguen sin arrancar y sus alianzas tradicionales con Turquía y Egipto están deterioradas. Con este avispero de por medio parece difícil una respuesta militar desde Israel, cuyo ministro de Interior, Eli Yishai, del partido ultraortodoxo Shas, no está de acuerdo por temor a las represalias de Teherán que cuenta con 100.000 misiles de corto y largo alcance cuyos objetivos son las bases de EEUU e Israel. La opinión pública del estado hebreo está a favor del ataque pero en un porcentaje no muy alto, del 41% frente al 39% que está en contra y un 20% de indecisos, según una encuesta del diario Haaretz. A esto hay que añadir que la operación es muy compleja porque las instalaciones nucleares están bajo tierra y muy protegidas; y quien más ha experimentado con bombas que pueden perforar 6 kilómetros de profundidad es EEUU.
División interna en Irán
Por otra parte, en el país persa existe una división interna entre Ahmadineyah y el líder religioso Ali Jamenei y, además, las sanciones económicas han debilitado su capacidad para contar con técnicos y materiales de otros países. También la planta nuclear de Busher ha sufrido el ataque de virus informáticos como el Stuxnet que afectó a los ordenadores personales de los trabajadores pero no al sistema principal de la instalación.
Aun así Washington no ha sabido construir una coalición internacional frente a Irán. Tanto China como Rusia siempre se oponen a las sanciones económicas contra Teherán. Quizás Arabia Saudí puede influir en China aumentando el suministro de petróleo a cambio de que presione a la teocracia iraní. Asimismo una operación militar incidiría de manera negativa en la economía estadounidense al subir los precios del crudo.
Todos estos factores indican que la operación militar sobre suelo iraní no está tan cerca de producirse como anuncia el gobierno israelí.
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