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jueves, 24 de mayo de 2012
el ala marxista del PAN apoya al peje bestia 666
El PRI no es ideología, sino una cultura bien metida hasta en la izquierda
Federico Arreola
@FedericoArreola
vie 18 may 2012
El PRI es fuerte porque es fuerte. A tal conclusión llegó María de las Heras en los tiempos de Colosio. Es interesante esta tesis de María, sin duda. Y lo es porque, al mismo tiempo, explica mucho y no explica nada.
Recuerdo que en algún texto de Carlos Marx sobre economía este autor, destacadísimo, decía que el “dogma”, así lo llamó, de que los salarios determinan los precios de las mercancías equivale a decir que el valor se determina por el valor, “una tautología que demuestra que en realidad no sabemos nada del valor”.
¿Además de su propia fuerza qué explica la fuerza del PRI? No lo sabemos con certeza ni tal vez lo sabremos nunca. A pesar de lo complicado que es encontrar una respuesta correcta, lo intentaré.
Voy a citar a uno de los más inteligentes colaboradores de Andrés Manuel López Obrador, el señor Alfonso Durazo, quien fue, en el PRI, secretario particular de un histórico dirigente nacional de ese partido, Luis Donaldo Colosio, y en Los Pinos, secretario particular del primer presidente no priista de México, Vicente Fox.
Durazo me dijo un día en que critiqué ciertas formas, a mi juicio “priistas”, de muchos políticos de izquierda y del PAN, lo siguiente: “Don Fede, el PRI no es una ideología, sino una cultura política en la que muchos nos hemos formado”.
Es verdad.
El PRD, por ejemplo, debe más a Plutarco Elías Calles y a Lázaro Cárdenas, dos héroes priistas, que a comunistas como Valentín Campa o Diego Rivera. Y definitivamente nada tiene que ver con anarquistas tan brillantes como Ricardo Flores Magón. Y ni para qué mencionar a Marx entre las influencias intelectuales del perredismo.
Los fundadores del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, militaron muchos años en el PRI y, como priistas, ocuparon cargos relevantes en la administración pública antes de dar el paso que parecía al vacío (¡y qué bueno que lo dieron!) hacia la izquierda.
El propio Andrés Manuel López Obrador militó en el PRI durante un breve periodo. También fue priista, muy destacado durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, el hombre que será secretario de Gobernación si AMLO gana la presidencia, Marcelo Ebrard Casaubón. Y, bueno, el propio Juan Ramón de la Fuente, que será secretario de Educación si López Obrador gana las elecciones, trabajó en el gobierno priista de Ernesto Zedillo (por cierto, De la Fuente, en sus formas y expresiones, es hermano gemelo de un dinosaurio no muy prestigiado que, si no me equivoco, es su gran amigo, Emilio Gamboa: ¡hablan igualito!).
Los últimos tres triunfos en elecciones de gobernador que ha disfrutado la “izquierda”, si bien en alianza con el PAN, los ha logrado representada por políticos que militaron en el PRI como Ángel Aguirre, de Guerrero; Mario López Velarde, de Sinaloa, y Gabino Cué, de Oaxaca.
El líder de uno de los tres partidos que apoyan a López Obrador fue gobernador priista; me refiero a Dante Delgado. Y el tercer partido que postula a AMLO, el PT, fue creado gracias al apoyo de Carlos Salinas de Gortari, amigo personal del líder del petismo, Alberto Anaya, y discípulo en la UNAM del principal ideólogo de este instituto político, Adolfo Orive.
Y, bueno, no puedo evitar mencionar que el candidato estrella a senador de la izquierda en 2012 fue gobernador priista, participó en un gabinete presidencial priista, el de Miguel de la Madrid, y hasta apoyó al viejo PRI robándole las elecciones, en 1988, a Cuauhtémoc Cárdenas. Sí, hablo de Manuel Bartlett.
O sea que los partidos que el 70% de la gente en México prefiere, el PRI, el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano, los dominan personas formadas en el PRI que no pueden, claro que no, renunciar a su cultura priista.
¿Por qué es fuerte el PRI? Pues por fuerte. Y su fortaleza surge del hecho de que domina la cultura política en nuestro país.
Ya sé que en el DF el PRI no es tan fuerte: López Obrador supera con más de 15 puntos de ventaja a Enrique Peña Nieto. Pero en la capital, hay que recordarlo, el PRI está en segundo lugar… De hecho, en 2012, donde el PRI no es segundo lugar, es primero, lo que no ocurre con el PRD y el PAN, que en algunas regiones ganan, en otras están en segundo lugar y conocen varios terceros lugares.
Si el PAN es primero en Guanajuato, el PRI es segundo y la izquierda está en tercero.
En Nuevo León, el PRI y el PAN están empatados en primer lugar y la izquierda muy lejos de ellos en tercero.
En Oaxaca la izquierda tiene el primer lugar, el PRI el segundo y el PAN el tercero.
En Tabasco la izquierda está en primer lugar el PRI en segundo y el PAN en tercero.
En el Estado de México el PRI gana ampliamente seguido, muy lejos, por la izquierda y todavía más atrás está el PAN.
En Veracruz el PRI está adelante y en el segundo lugar están empatados el PAN y la izquierda.
En Baja California Sur el PAN va adelante, el PRI en segundo y la izquierda en tercero (lo que es una desgracia ya que, hace pocos años, la izquierda dominaba ampliamente esta entidad).
El Tour de Francia es una carrera de bicicletas de más de 20 etapas. La gana el que, al final, promedia el mejor tiempo.
El PRI lidera las encuestas en 2012 por su mejor promedio nacional, que se explica por el hecho de que el priismo no está en tercer lugar en ninguna parte.
El PRI perdió en 2000 y 2006 porque si bien era el primero en muchos estados, en algunos muy importantes se fue al tercero, como Veracruz, el Edomex y el DF.
¿Por qué el PRI no cayó en una crisis mayor después de perder dos elecciones presidenciales? Por su fuerza que radica en que más de dos tercios de los principales políticos mexicanos fueron formados en la cultura priista.
Es una cultura que le permitió al PRI entender los tiempos y lo veleidosos que son los votantes. ¿Veleidosos? Vemos el caso de Veracruz, un estado, por su tamaño, decisivo en las elecciones presidenciales.
En Veracruz, en 1994 ganó el priista Ernesto Zedillo; en 2000 se impuso el panista Vicente Fox, y en 2006 el izquierdista Andrés Manuel López Obrador. Los tres ganaron las presidenciales (AMLO triunfó, recordémoslo, aunque haya sido víctima de un gran fraude electoral).
¿Quién va adelante ahora en Veracruz? Creo que el PRI, pero no tengo información precisa. Pienso que todos nos hemos equivocado al no encuestar Veracruz, un estado decisivo habida cuenta de que el DF lo domina AMLO, que lo gobernó; en el Edomex lleva ventaja Peña Nieto, que lo gobernó, y que el norte y el Bajío se impone el PAN, que ha gobernado bastante en tales regiones.
Hay que decir que una explicación del desastre que es la campaña de Josefina Vázquez Mota, del PAN, es la posición de su partido en Jalisco. El PRI va muy arriba en las encuestas, pero no es el panismo, que ha gobernado durante 18 años, el que está en segundo, sino la izquierda con el sorprendente político Enrique Alfaro, al que por desgracia sabotea el PRD local, encabezado por Raúl Padilla, cacique de la Universidad de Guadalajara.
¿El PRI es fuerte porque es fuerte? Sí, ya que en todas partes postula candidatos conocidos que no necesita importar de otros partidos. De hecho, el PRI es un exportador de candidatos, fenómeno del que se ha beneficiado la izquierda.
El PAN también apela a figuras propias en casi todas partes, excepto en la segunda entidad más poblada, en el DF, donde salió con la broma de una candidata “ciudadana”, Isabel Miranda de Wallace, que ha perjudicado ya excesivamente al panismo.
La izquierda, cuando necesita figuras conocidas, las toma del PRI. Ricardo Monreal, coordinador de la campaña de AMLO, fue priista antes de irse al PRD para ganar la gubernatura de Zacatecas. Si Zedillo hubiera tratado con justicia a Monreal, hoy no representaría a AMLO en debates con Luis Videgaray, coordinador de la campaña de Peña Nieto, sino que estaría al lado de Videgaray pensando en cómo fortalecer al mexiquense. El problema de la izquierda es que, donde no necesita priistas para que la representen porque tiene fuertes militantes propios, como en Jalisco, ¡a los izquierdistas les da por dividirse!
Y, bueno, las exportaciones del PRI para candidaturas fuertes en la izquierda tienen un límite. Así, en muchas entidades los candidatos que representan a AMLO son perfectos desconocidos que en nada le ayudan.
Veo en Monterrey los espectaculares de AMLO retratado con su candidato a senador, un señor al que en su casa conocen supongo que muy bien, y me deprimo, porque también veo en mi ciudad que a Peña Nieto lo apoyan, como candidatas al Senado, las dos mujeres más populares de Nuevo León.
Pero el desconocido de Nuevo León al menos no daña a AMLO. Me pregunto ¿por qué la izquierda hizo candidato a senador al tal Alejandro Puente, vocero oficioso de Televisa especializado en ofender a Carmen Aristegui, la comunicadora de radio que con más justicia trata a AMLO?
En el PRI, más pragmáticos, han roto con los impresentables cuando han podido, como la maestra Gordillo y un tipo de Morelos que era candidato a senador que fue dado de baja cuando se burló de las mujeres.
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