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jueves, 2 de agosto de 2012

Diminutas, pero con una importante misión: Las semillas y las abejas

Diminutas, pero con una importante misión: Las semillas y las abejas Si las abejas se extinguen, los seres humanos se enfrentarán a numerosos desastres, como la erosión, la desertización y la desaparición de las plantas que nos sirven de alimento 01/08/2012 - Autor: Mahmut Veziroglu - Fuente: Revista Cascada abeja coran ecologia naturaleza 3 Las patas que el Creador ha otorgado a las abejas están capacitadas para recolectar el polen.Las plantas sostienen la continuidad de sus especies mediante reproducción generativa, ya sea con semillas o mediante reproducción vegetativa, a través de ventosas, bulbos o tubérculos. En la naturaleza, podemos observar estos métodos de reproducción, pero tendemos a pasar por alto la maravillosa perfección con la que estos procesos se llevan a cabo y, tal vez a causa de su pequeño tamaño, subestimamos el papel que desempeñan las semillas en el planeta. Sin embargo, como las demás criaturas en el universo las semillas también demuestran la Magnificencia de Dios: «¿Alguna vez habéis considerado la semilla que sembráis? ¿Sois vosotros los que la hacéis crecer, o somos Nosotros Quienes la hacemos crecer? Si hubiéramos querido, sin duda la convertiríamos en broza, y luego vosotros no dejaríais de exclamar: “En verdad estamos en una gran pérdida.”»1. Las semillas disponen de numerosas características importantes. Están dotadas de toda la información necesaria sobre las ramas y las hojas de la planta en la que se convertirán, así como del número y la forma de dichas hojas. En el interior de la semilla se encuentra programado el color, la finura o grosor de la corteza y el número y la anchura de los conductos que transportan los nutrientes y el agua, independientemente de que vaya a dar fruto. En este caso, también el sabor, el olor y la forma de dicho fruto. Incluso la información acerca de cómo la planta reaccionará frente a condiciones adversas de su entorno durante su normal desarrollo se encuentra registrada en este programa. Por ejemplo, una planta que normalmente se desarrollaría en condiciones climáticas ideales está también programada para producir semillas a corto plazo con objeto de favorecer la reproducción bajo condiciones adversas, como son la sequía o un calor excesivo. «Dios es Aquel Quien hiende el grano y el hueso de la fruta. Hace surgir lo vivo de lo muerto y hace surgir lo muerto de lo vivo. Ese es Dios: ¿Cómo es que os apartáis de la verdad y realizáis falsas demandas?»2. Si consideramos el proceso de crecimiento de la planta a partir de una semilla equipada con la información correcta, podremos observar que, en cuanto se den las condiciones adecuadas, la semilla primero germinará y, a continuación, se formarán las hojas y el cuerpo sobre su tallo. Llegado el momento, se formarán las flores, de acuerdo con el mandato divino. Las flores, que más tarde formarán el fruto, y las semillas de las que surgirán las futuras plantas serán unidas mediante su propio polen (cleistogamia o autopolinización) o el polen de otra planta de su misma clase (polinización cruzada) mediante un sistema perfectamente organizado. La autopolinización tiene lugar o bien antes de que se abra la flor o después de que el polen se haya desarrollado. Dado que el pistilo y los estambres de algunas plantas son ocultados por otras partes de las mismas, al polen le resulta difícil llegar a ellos, por lo que la planta obedece las órdenes y se autopoliniza. En la polinización cruzada, las plantas utilizan el polen de otra planta de su misma especie. El transporte del polen tiene lugar gracias a la acción del viento, la lluvia o los insectos que se posan en las flores. Las flores de numerosas plantas polinizadas por el viento y la lluvia tienen una apariencia muy modesta. Sin embargo, la forma en la que han sido creadas les permite producir polen en abundancia. Aunque la mayor parte del polen que arrastra el viento y la lluvia se pierde, este polen perdido no deja de enriquecer el suelo de forma orgánica y al menos una parte del mismo encontrará una flor a la que poder polinizar. Nuestro Dios ha conferido a estas flores, que son polinizadas por insectos, diversos colores y formas a fin de atraer a sus visitantes. Durante la polinización, el polen de las flores que tienen menos cantidad de esta sustancia que las que se autopolinizan es transportado por abejas y otros insectos, cuyas patas, alas y antenas han sido creadas específicamente para esta misión, para la que han sido inspiradas 3. Los insectos que favorecen la polinización son recompensados con néctar y polen. De entre todos los insectos que llevan a cabo la tarea de la polinización, las abejas constituyen el grupo más importante. Cuando se menciona a las abejas, la mayoría de la gente piensa en las melíferas. Sin embargo, los abejorros también prestan un servicio a la humanidad. Además de los productos que nos ofrecen, las abejas resultan indispensables por su contribución a la reproducción de las plantas. Las abejas succionan el néctar de las flores y lo almacenan en un estómago especial llamado «bolsa de miel». A continuación, lo vacían en un panal como miel. Las patas que el Creador ha otorgado a las abejas están capacitadas para recolectar el polen. Las patas traseras de las abejas son diferentes a las del resto de los insectos. Los largos pelos alineados en ellas actúan a modo de cesta recolectora. De los 82 tipos de plantas que cubren el 90% de las necesidades alimenticias de los seres humanos en todo el mundo, 63 (el 77%) son polinizadas por las abejas y sin ellas resultaría imposible que estas plantas produjesen semillas. Las abejas son imprescindibles para la formación de las semillas de numerosas plantas que dan frutos que consumimos, como son las manzanas, las peras, los melocotones, los albaricoques, las cerezas, los melones, las sandías o las calabazas. También para las que se emplean en la industria, como son los girasoles, los cártamos, la semilla de colza, el algodón o las remolachas azucareras, así como las utilizadas como alimento del ganado, como el trébol, el pipirigallo, el trébol rojo o la arveja. Esta tarea, que se lleva a cabo todos los años mediante la polinización de las abejas, es mucho más importante que la producción de miel. Además, las abejas hacen posible que miles de especies de animales que se alimentan de estas plantas o las utilizan como refugio continúen existiendo. No debemos desestimar la conexión que Einstein estableció entre la desaparición de las abejas y el Día del Juicio Final. Otra misión encomendada a las abejas es la prevención de la erosión. Las plantas que necesitan ser polinizadas las abejas, como las pertenecientes a las familias Asteraceae, Boraginaceae, Brassicaceae, Campanulaceae, Compositae y Fabaceae, están muy extendidas en zonas en las que existen graves amenazas de erosión. De manera similar, los cultivos forrajeros, que son de vital importancia para la alimentación del ganado y para la preservación del equilibrio ecológico, dependen también de insectos para su polinización. En plantas como el trébol, la parte superior de los órganos de las flores se encuentra cubierta por una membrana. En este tipo de plantas, las abejas rompen dicha membrana para acceder al polen. Si no existieran las abejas, el polen quedaría atrapado. La inspiración divina hace que las abejas tomen el néctar y el polen del mismo tipo de planta durante todo el día. Incluso habiendo otras plantas que contienen una mayor cantidad de néctar y de polen, las abejas solo se detienen en la especie de flor que han visitado primero. Esto demuestra que no lo hacen al azar. Al igual que otros muchos seres vivos, las abejas están al servicio de la humanidad, al trabajar bajo las reglas establecidas por el Único Señor de todos los Mundos. Por desgracia, hay actividades realizadas sin una investigación previa sobre el significado del universo y la sabiduría que subyace a la creación de los seres vivos. Casos típicos son la industrialización no planificada, la cual provoca un aumento de la contaminación ambiental, y el uso despreocupado de sustancias químicas. Ambas son la causa de un imparable descenso en la población de abejas. Con independencia de las guerras o de los incendios provocados por el hombre, cualquier empresa que pueda provocar la desaparición de las abejas podría desencadenar la destrucción de la humanidad. Si las abejas se extinguen, los seres humanos se enfrentarán a numerosos desastres, como la erosión, la desertización y la desaparición de las plantas que nos sirven de alimento, tanto a nosotros como a los animales que criamos. Notas 1 El Corán, 56: 63-65. 2 El Corán, 6: 95. 3 El Corán, 16: 68-69.

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