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lunes, 10 de septiembre de 2012

Interrogantes sobre final de Arafat esperan su respuesta

Interrogantes sobre final de Arafat esperan su respuesta En sus últimosdías en la Muqata, el líder palestino comía pollo y legumbres y se lavaba con agua contaminada. Un allegado que compartió su encierro cree que lo envenenaron. 10/09/2012 00:02 | Ana Carbajosa, El País, de Madrid0 Fotos (1) Omnipresente. En Jenin, como en todos los territorios palestinos, la figura de Yasser Arafat es evocada en murales y pintadas callejeras. 1 de1 Ramallah (Cisjordania). Un grupo de obreros remoza el impresionante mausoleo de Yasser Arafat. El líder palestino por excelencia lleva ocho años enterrado aquí en Ramallah, junto a la Muqata, el palacio presidencial en el que pasó sitiado sus tres últimos años de vida. Cientos de escolares, familias palestinas y turistas de medio mundo visitan a diario este inmenso cubo de piedra que aloja en su interior la tumba y el cuerpo del hombre-símbolo de la causa palestina. Encierra además un preciado secreto: la verdadera causa de la muerte del rais palestino. El paso de los años no ha conseguido aminorar el interés por el asunto. Al contrario. El misterio que rodea a la muerte de Arafat ha cobrado fuerza después de que Suha, la viuda del líder, autorizara el análisis de su ropa interior y su kefiya , su célebre pañuelo palestino. Un instituto de radiofísica suizo halló dosis anormales de polonio 210, la sustancia radiactiva que envenenó al disidente ruso Alexander Litvinenko en 2006. Los resultados, advirtieron los suizos a la cadena Al Yazira, no son concluyentes. Si Suha quiere saber la verdad debe exhumar el cadáver y tomar más muestras. Después vino la demanda de Suha en Francia y los preparativos del viaje de los expertos franceses a Ramallah. Tawfiq Tirawi preside la comisión palestina que investiga la muerte de Arafat y anuncia que no pondrá trabas a los franceses. En su despacho de Ramallah explica que para tomar las muestras hay que desenterrar el cuerpo y llevarlo al hospital. Tirawi era el hombre de confianza de Arafat, que lo siguió desde Beirut en los ’80 y dirigió los servicios secretos en Cisjordania durante la segunda Intifada. Se refugió en la Muqata junto a Arafat hasta que se lo llevaron al hospital de París en el que murió el 11 de noviembre de 2004, a los 75 años. Ahora Tirawi recuerda los últimos días de asedio. Qué comieron, qué bebieron y qué respiraron resulta, a su juicio, determinante para esclarecer la muerte. “El ejército israelí nos tenía rodeados. Faltaba oxígeno. Unas 200 personas convivíamos en 300 metros cuadrados. No había agua potable y la comida escaseaba”. Tirawi sigue: “Eran palestinos quienes traían el agua para beber y alimentos. Pero antes debían entregarlos a soldados que cercaban la Muqata y los examinaban sin permitir la presencia de palestinos”. Ése es un momento que defensores de la tesis del envenenamiento israelí estiman idóneo para inyectar polonio 210. Tirawi no lo descarta, pero tampoco le resulta muy creíble ya que la comida entraba en grandes cantidades. “Si traían 10 pollos, ¿cómo iban a saber los israelíes cuál comería Arafat?”. Con dieta “saludable”. Durante el encierro, Arafat llevó una dieta saludable. Comía pollo y algo de pescado. Carne en contadas ocasiones. Verduras, casi siempre las mismas: maíz y legumbres. La miel y las manzanas eran sus postres favoritos. La comida era escasa pero sana. El problema eran las condiciones sanitarias y el estrés que sufrieron, rodeados por tanques noche y día. El agua que utilizaban para las abluciones previas al rezo estaba sucia. Varios de los que compartieron encierro con Arafat enfermaron y dos de ellos murieron después. “La situación allí dentro era penosa”, cuenta desde Ammán Munib Al Masri, el multimillonario palestino e inseparable de Arafat. “Aquello era espantoso. Estaba lleno de escombros”, recuerda Al Masri, tesorero de la Fundación Arafat, quien visitó a su amigo con regularidad en la Muqata, nietos incluidos, para levantar la moral del líder. Después, viajó con él hasta el hospital de París y de allí a Ramallah para el entierro. Tirawi resalta cómo le afectó a Arafat la suerte de guerra psicológica que dice le declararon estadounidenses e israelíes. “La presión de Washington era tal que ni siquiera los líderes árabes se atrevían a llamarlo. En el último año, sufrió un aislamiento total”. Al Masri asegura que Arafat “nunca tuvo miedo”. Pero el guerrillero que había conseguido burlar la muerte como pocos, acabó sus días como la mayoría de los mortales; sin mayor heroísmo. Debilitado, adelgazado. Un buen día, en una cama de hospital, simplemente se fue. Los informes médicos del hospital francés en el que murió hablan de una hemorragia y una infección de origen indeterminado. Algunos síntomas de Arafat coinciden con los del envenenamiento por Polonio, pero otros no, dicen los suizos y explica el físico nuclear Norman Dombey, profesor emérito de la Universidad de Sussex. Pero para Tirawi no hay duda de que “a Arafat lo mataron los israelíes”.

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