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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Irán apoya brecha de paz en Siria y Francia retoma ambición colonial

Irán apoya brecha de paz en Siria y Francia retoma ambición colonial 2 Irán apoya brecha de paz en Siria y Francia retoma ambición colonial Por Leonel Nodal En un clima de guerra sin tregua, atizado por las acciones subversivas de Washington, Londres y París para derrocar al gobierno del presidente Bashar el Assad, a cualquier precio, sin el menor recato ni respeto al Derecho Internacional, Irán abrió una nueva brecha para un diálogo nacional en Siria que permita una solución política. En el campo bélico, los grupos armados incrementaron durante el fin de semana los actos terroristas contra barrios residenciales de Damasco, teledirigidos por los agentes de los servicios especiales de Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña y Francia, que operan en las zonas fronterizas de Turquía, Jordania, y la meseta del Golán sirio, ocupada por el gobierno sionista desde 1967. Ataques con morteros de alto poder destructivo contra el Ministerio de Agricultura y edificios de la elegante barriada de Mezzeh, donde radican oficinas comerciales, diplomáticas y residencias familiares, así como la detonación a medianoche de un auto cargado de explosivos de alto poder cerca de un estadio deportivo, revelan una clara estrategia de terrorismo dirigida a sembrar el pánico y el caos en la población civil. Lejos de granjearle mayor popularidad, esas acciones no consiguen fortalecer una legítima base de sustentación a la llamada oposición armada, uno de los factores que provocó la caída en desgracia del llamado Consejo Nacional Sirio (CNS) ante los ojos de la gerencia norteamericana de la guerra, instalada en el Departamento de Estado bajo el mando de Hilary Clinton. Tampoco han podido controlar alguna porción de territorio en las regiones fronterizas con Turquía, Jordania o la meseta del Golán, donde el ejército israelí ha comenzado a dar su contribución con presuntos disparos artilleros de advertencia o de respuesta a las balas perdidas y cañonazos provenientes del territorio sirio. La ansiedad por tener una base territorial para el “gobierno provisional en el exilio” proclamado la semana pasada al término de una reunión realizada en Doha, Qatar, salta a la vista en los pasos de Francia. La antigua metrópoli colonial en Siria extendió inmediato reconocimiento diplomático a la llamada Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (Cnfros), como único representante legítimo del pueblo sirio. En un afán por desmarcarse incluso del patrón de la OTAN, el jefe de Estado François Hollande hizo el anuncio luego de recibir al presidente de la Coalición Ahmed Muaz el Jatib. Y a seguidas confirmó que Monzir Majus, un opositor que formó parte de la delegación recibida el sábado por el mandatario, sería el “embajador de Siria en Francia” designado por una Coalición, en la que Washington vetó, designó y asignó cargos a su antojo, mediante presiones, ofertas financieras y promesas de un respaldo militar de mayor calibre, aunque todavía lo haga por medio de algunos de los gobiernos subordinados en la región. Sin embargo, a pesar de toda la supuesta representatividad reclamada por la señora Clinton, la Coalición nació coja. Por un lado, al menos por ahora, excluyó a los útiles pero impresentables yihadistas y extremistas islámicos, muchos de ellos mercenarios extranjeros, que son identificados en la intercepción de sus telecomunicaciones o cuando son abatidos por el Ejército Sirio, que se mantiene leal al gobierno de Al Assad. La otra fuerza que tampoco asistió a Doha, según testigos de la prensa occidental, es la no menos importante y moderada oposición política del interior, agrupada en la llamada “Coordinación Democrática”, que aceptó aprovechar las reformas adoptadas por el gobierno, y utiliza los canales abiertos en la prensa y las instancias políticas. Tampoco lograron atraer hasta ahora -otro síntoma de su fracaso- un suficiente respaldo de las minorías claves: cristianos, drusos, kurdos, chiitas y los propios alawitas, así como influyentes líderes religiosos o tribales, que suman decenas, ni empresarios, que durante las última cuatro décadas se sintieron protegidos por un régimen secular, capaz de impedir los previsibles abusos de una mayoría sunita que en gran medida también se benefició del orden y la estabilidad existente en el país. Entre las directivas del comando central de la insurgencia en Washington, impartidas por los medios de prensa a su servicio en la región –televisoras satelitales y notables diarios en lengua árabe- se destaca en primer lugar la necesidad de crear un mando militar único y coordinador de los grupos armados, que según publican algunos medios norteamericanos saquean, abusan, matan, violan mujeres y practican las más sórdidas venganzas. Ese objetivo está directamente conectado con otros tres puntos claves: generar credibilidad y legitimidad en la población local, para establecer las soñadas zonas liberadas; lograr desarticular el aparato gubernamental, mediante el fomento de la deserción de cuadros militares y de la seguridad, a los que se ofrezcan garantías de vida en un régimen post Assad; y por último, asegurar un rápido reconocimiento internacional y mayor flujo de dinero para las zonas bajo su control. Todo ese andamiaje estratégico se derrumba por la propia base que sustenta a la Coalición nacida del parto forzado por Washington, que a los ojos de la opinión pública árabe, aleccionada por las invasiones de Iraq y Libia, aparece como una marioneta que a duras penas podría instaurar en Damasco un gobierno títere, tutelado por la entente anglo-sionista y plagado de disputas sectarias y confesionales. De ahí la relevancia política del diálogo entre representantes del gobierno sirio y sectores de la oposición realizado el domingo último en Teherán, bajo los auspicios del gobierno de Irán, a cargo actualmente de la presidencia del Movimiento No Alineado. Exaltada como una "respuesta aplastante a los planes de injerencia de potencias extranjeras" en Siria, según expresó el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, a la reunión acudieron unos 200 representantes opositores, de grupos tribales, de minorías. Convocados bajo el lema "no a la violencia y sí a la democracia", al diálogo asistieron en representación del Gobierno del presidente sirio, Bachar Al Asad, el viceprimer ministro sirio, Qadri Yamil, y el ministro de Reconciliación Nacional, Ali Heidar. LN/APR Iran supports Peace Initiative in Syria and France Retakes Colonial Ambition By Leonel Nodal In a climate of relentless war, encouraged by the subversive actions displayed by Washington, London and Paris to overthrow President Bashar el Assad’s government at any price, without the slightest caution or respect to International Law, Iran opened a new space for a national dialogue in Syria that might lead to a peaceful solution. In the battle field, during the weekend, the armed groups increased the terrorist acts against residential neighborhoods of Damascus, commanded at a distance by the special services agents of the United States, Israel, Great Britain and France operating in the border zones with Turkey, Jordan and the Syrian Golan Heights, occupied by the Zionist government since 1967. Attacks with highly destructive mortars against the ministry of Agriculture and buildings of the elegant Mezzeh – a neighborhood with many commercial and diplomatic offices as well as family residences – and the midnight explosion of a car loaded with high power explosives near a sports stadium reveal a clear terrorist strategy aimed at causing panic and chaos among the civil population. Far from earning them more popularity, those actions do not succeed in strengthening a legitimate base of support for the so-called armed opposition, one of the elements that caused the loss of favor of the so-called National Syrian Council (NSC) in the eyes of the North American war management installed in the State Department and commanded by Hilary Clinton. Neither have they been able to control any portion of territory in the bordering regions with Turkey, Jordan or the Golan Heights, where the Israeli army has begun to make its contribution with alleged artillery shots of warning or in response to the lost bullets and cannon shots coming from Syrian territory. The anxiety to have a territorial base for the ”provisional government in exile” proclaimed last week at the end of a meeting held in Doha, Qatar, is evident from France’s steps. The former colonial metropolis in Syria immediately extended diplomatic acknowledgment to the so-called National Coalition for the Forces of the Revolution and the Syrian Opposition (Cnfros) as sole legitimate representative of the Syrian people. In an effort to take a distance even from the NATO model, head of state François Hollande made the announcement after welcoming Coalition’s president Ahmed Muaz el Jatilo. And immediately thereafter he confirmed that Monzil Majus, an opponent who was part of the delegation the head of state had received on Saturday, would be “Ambassador of Syria in France”, appointed by a coalition in which Washington vetoed, appointed and assigned posts at its free will using pressures, financial offers and promises of greater military support, although that support may still be given through some of the subordinated governments in the region. However, in spite of all the alleged representation claimed by Mrs. Clinton, the Coalition was born lame. On one side, at least for the time being, it excluded the useful but disgraceful Yihadists and Muslim extremists, many of them foreign mercenaries, who are identified in the interception of their telecommunications or when they are knocked down by the Syrian Army, which remains loyal to Al Assad’s government. The other force that did not attend the Doha meeting, according to western press witnesses, is the no less important and moderate political opposition of the interior, grouped in the so-called “Democratic Coordination”, which agreed to take advantage of the reforms adopted by the government and use the channels opened in the press and the political spaces. Neither have they succeed in attracting until now – another sign of their failure – sufficient endorsement from the key minorities: Christians, Druzean, Kurds, Shiites and the Alawites themselves, as well as from influent religious or tribal leaders, who are dozens, nor businessmen, who during the last four decades felt protected by a secular regime, capable of preventing the foreseeable crimes of a Sunite majority that, to a great extent, also benefited from the order and stability existing in the country. Among the directives of the central commando of the insurgent forces in Washington, transmitted through press media at their service in the region – satellite TV stations and outstanding dailies in Arab language – stands in the first place the need to create a unique military command, coordinator of the armed groups, that – as published by some U.S. media – pillage, abuse, kill and rape women and carry out the most sordid revenge. That target is directly connected with three other key issues: to create credibility and legitimacy in the local population to establish the dreamt liberated zones; to succeed in dismantling the governmental apparatus by inducing military and security cadres to desert, offering them life guarantees in a post-Assad regime; and lastly, to ensure a rapid international acknowledgment and greater money flow for the zones under their control. That entire strategic framework falls down because of the very base sustaining the Coalition born from Washington’s forced delivery, which, in the eyes of the Arab public opinion – which has learned from the invasions to Iraq and Libya –, appears as a marionette that could hardly establish a puppet government in Damascus, tutored by the Anglo-Zionist entente and full of sectarian and religious disputes. Hence the political relevance of the dialogue between representatives of the Syrian government and opposition sectors carried out last Sunday in Teheran, under the auspices of the Iranian government, presently in charge of the presidency of the Non-Aligned Movement. Exalted as an “overwhelming answer to the meddling plans of foreign powers” in Syria, as stated by Iran’s minister of Foreign Relations Ali Akbar Salehi, the meeting was attended by some 200 opposition representatives, tribal groups and minorities. Convoked under the slogan of “no to violence and yes to democracy”, the dialogue was attended, in representation of Syrian president Bachar Al Assad’s government, by Syrian deputy prime minister Qadri Yamil, and minister for National Reconciliation Ali Heidar. LN/APR -- image002.jpg image001.jpg Bajar todos

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