El poder teocrático en Irán
Por: Pedro Díaz Arcia
Las diversas fuerzas políticas, religiosas y
militares en el Medio Oriente se mueven sobre un complejo entramado de
relaciones y alianzas eventuales. Cada cual, según la naturaleza de su
régimen, trata de proteger la seguridad de su país ante la voracidad
vecina o lejana, o por el contrario se esfuerza por abrir nuevas brechas
al ingreso del poder foráneo. De todas maneras, la llamada “Primavera
Arabe” y los conflictos que estallan y se inflaman en la región con una
inusitada rapidez y violencia, imponen el clásico mecanismo de
acción-reacción.
Mientras Israel reconocía recientemente
el ataque aéreo contra un centro de investigaciones en Damasco, el
secretario del Consejo Superior de Seguridad Nacional iraní, Said
Jalili, afirmaba que el régimen sionista se arrepentirá de la acción
militar ya que darán una merecida respuesta pues “el mundo islámico no
permitirá una agresión contra Siria”. Aunque, por supuesto, hay de todo
en la viña de Alá.
En este contexto, el presidente hebreo,
Shimon Peres, al advertir sobre el peligro que representa el Gobierno
iraní para la independencia de las naciones árabes y la paz del mundo,
afirmó que: “A la cabeza de Irán se halla un grupo de ayatolás con sus
atuendos religiosos, una terrorífica dictadura, que ensucia la historia
persa y es una pesadilla para su pueblo”. Precisamente el líder supremo
de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, rechazó este miércoles cualquier tipo
de conversaciones directas con Estados Unidos que se realicen bajo
presión, un día después que Washington anunciara nuevas sanciones contra
su país con el fin de limitarle el acceso a sus ingresos petroleros y
otorgarle autoridad al Departamento del Tesoro para que sancione a
quienes a su juicio estén limitando en Irán el flujo de información.
A principios de febrero, en la
Conferencia de Seguridad de Munich, el vicepresidente estadounidense,
Joe Biden, dijo que Washington estaría dispuesto a mantener una reunión
bilateral, con la condición de que “no sea secreta” y Teherán muestre
una disposición real a solucionar el diferendo respecto al programa
nuclear. La declaración ha sido interpretada en Irán como el fracaso de
Estados Unidos en Medio Oriente.
Entre las curiosidades que suelen brotar
en medio del drama, se conoció la disposición del presidente Mahmud
Ahmadineyad de ser el primer iraní en viajar fuera de la atmósfera,
después que se informara que Irán había enviado un mono al espacio y que
había retornado con vida, y ante la preocupación del “malvado enemigo”
por los avances científicos de la nación.
Esta semana asistió a la cumbre de la
Organización de Cooperación Islámica (OCI) donde dijo que trataría de
“abrir el camino al desarrollo de la colaboración entre ambos países”.
La iniciativa de una posible, más bien imposible, alianza estratégica
con Egipto choca con el total rechazo de las potencias occidentales.
Así las cosas, entre sanciones, ataques y
amenazas, los líderes iraníes deben cuidarse de la capacidad de Estados
Unidos e Israel de recurrir, cada vez con más frecuencia y efectividad,
a los “ataques selectivos” para salir de sus enemigos.
¡Qué más quisieran Washington y Tel Aviv
que sacar “fuera de órbita” a Ahmadineyad o a Jamenei, sin viajar al
cosmos y por la vía más expedita!
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