12:18 18/03/2013
Dmitri Kósirev, RIA Novosti
Xi Jinping es un príncipe que apuesta por austeridad
El pasado jueves, el Parlamento chino aprobó la candidatura de Xi Jinping para el puesto de presidente del país.
La biografía del nuevo líder fue adaptada al patrón establecido, pero su figura despierta en el escenario político internacional una atención tan viva que los medios de comunicación intentan una y otra vez reconstruir los acontecimientos reales de su vida.
El pesado fardo de ser un “príncipe”
Es bien conocido que uno se forma y se tiempla en la juventud. Pero el hecho de ser Xi Jinping hijo de uno de los líderes chinos, un “principito” envidiado en secreto, no debería llamarnos a engaño.
No tendría que haber lugar para envidia, porque la vida de los príncipes -y Hamlet es el mejor ejemplo –nunca ha sido muy feliz. Y no sólo en China los hijos de los altos cargos se convierten a menudo en personas muy bien formadas y sin ansias del poder. Porque conocen de primera mano lo que es y cómo puede volverse en contra de uno.
Al enfrentarse en 1962 el viceprimer ministro de China, Xi Zhongxun, a Mao Tse Tung, y perderlo todo, su hijo Xi que tenía entonces quince años, fue enviado a trabajar a las zonas rurales. Durante siete años vivió en una cueva y “se enmendó” dedicándose al duro trabajo físico. Una experiencia que por fuerza cambiaría su carácter.
Los datos de su biografía confirman que es extremadamente persistente y posee una altísimo capacidad de adaptación: en 1974 se afilió al Partido Comunista, cursó dos carreras en la prestigiosa universidad de Tsinghua, primero en teoría marxista (Doctor en teoría marxista) y más tarde, en química (Ingeniero Químico).
Los años que paso en el campo le marcaron profundamente, inculcándole el más sincero e invencible ascetismo. La falta de interés hacia los bienes materiales y la modestia son rasgos de carácter muy apreciados por la civilización china y su educación se describe por numerosos tratados medievales. Ahora se han plasmado en la imagen del nuevo líder del país. Y todo parece indicar que es sincero en sus convicciones. Así, por ejemplo, al ser alcalde de una de las ciudades, durante mucho tiempo vivió en una residencia y lavó personalmente su ropa.
En su juventud, al haber recuperado su padre la influencia de antaño, Xi Jinping pudo haber elegido cualquier lugar de trabajo, pero prefirió zonas rurales. Curiosamente trabajó en aquellas regiones de China, que dieron inicio en los años 80 a la prosperidad del país, por ejemplo, Fujian. Y se forjó la reputación de un hombre que no se deja llevar por el amor hacia el dinero.
A las mujeres les parecía “aburrido”. Pero suele ocurrir a veces que en caso de proponérselo uno consigue lo que se plantee. Hasta hace poco su bellísima mujer era más conocida por el pueblo que el propio Xi Jinping. Peng Liyuan es una famosa cantante folclórica, admirada por los militares. Tan popular es que incluso se le otorgó el cargo de teniente general del Ejército. La hija de la pareja estudia en la Universidad de Harvard.
El miembro más curioso de la familia del presidente chino es su padre. Hasta cierto punto repitió la biografía de Deng Xiaoping que renacía cual ave Fénix de las cenizas. Xi Zhongxun es considerado el promotor del proyecto de la zona de libre comercio en la provincia de Shenzhen, donde además empezaron las reformas. Sin embargo, más tarde volvió a caer en desgracia.
El nuevo estilo de los líderes chinos
El diario estadounidense The Washington Post ofrece un análisis muy detallado del estilo político introducido por Xi Jinping. Incluso antes de ser elegido en pasado noviembre presidente del partido en el poder y enseguida después de ello empezó a actuar de una manera poco habitual, haciendo demostración de un nuevo estilo de dirección.
Ha llevado a cabo una serie de inspecciones, exigiendo que se le recibiera sin pompa, no llevaba chaqueta ni corbata y aparecía siempre con una cazadora. Insistía en que se evitaran discursos aburridos. Desde hace tiempo se hizo famoso por llamar las cosas por su nombre y hacer declaraciones tajantes del tipo “o acabamos con la corrupción o destruirá nuestro país”.
Se rumoreaba que Xi Jinping recibió menos votos que otros candidatos, es decir, se le tiene miedo. Entre otras razones, por saberse que su ascetismo es auténtico.
Por supuesto, semejantes candidaturas y estilo son muy apropiados para la época de intensa vida social que está viviendo en la actualidad China. Porque en situaciones de este tipo los representantes del poder suelen convertirse en razón de descontento de los grupos más variados de la sociedad. Xi le exige a quienes estén en el poder que su conducta sea intachable y abnegada, que no se robe, no se cultive el lujo, no se oculte información ni se practique la demagogia política. Es decir, que se siga el estilo marcado por el presidente.
Estos cambios se estaban operando a lo largo de todo el año pasado y todo parece indicar que hubo bastantes debates y enfrentamientos. Pero ahora no cabe la menor duda de que la lucha contra la corrupción va en serio.
En el análisis del diario estadounidense se subraya el papel concedido por Xi Jinping a la política de la comunicación: las autoridades centrales obligaban a las locales a mantener en Internet diálogo con los descontentos y de deshacerse de los incapaces de reconocer sus errores.
Los medios de comunicación chinos tienen adoptados dos estilos: uno, pomposo y aburrido, y otro, el de la televisión, claro y preciso. No cabe la duda, de que este último acabará imponiéndose por doquier.
La postura del nuevo presidente de China acerca de la política exterior todavía se desconoce, pero es de suponer que aplicará a las relaciones internacionales su característico enfoque realista.
Está en muy buenas relaciones con los militares y se hacen incontables pronósticos en cómo cambiará el vector de la defensa nacional. De acuerdo con algunas estimaciones, sólo Estados Unidos supera a China en los volúmenes destinados a los gastos militares.
Y el último detalle: algunos dicen, aunque sin demasiada convicción, que Xi Jinping es una persona religiosa, otros aseguran que incluso es dado al misticismo. No sería de sorprender en un hombre con semejante trayectoria…
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