Israel y la agresión contra Siria
Por: Gustavo Robreño
Desde que comenzó la agresión contra Siria
hace casi dos años, con la participación coaligada de la OTAN, Turquía y
las monarquías autocráticas del Golfo, mucho se especuló acerca de cuál
sería el papel de Israel en medio de ese conflicto, teniendo en cuenta
que la entidad sionista que hoy rige el dúo Netanyahu-Lieberman ha
considerado siempre a Siria -con su territorio del Golán ocupado por
Israel- como uno de sus vecinos más consecuentes y decididos, que no
olvida esa cuenta aún pendiente.
Así las cosas, los observadores más
alertas apuntaron que, de una u otra manera, el régimen israelí siempre
estaría involucrado en la brutal agresión que llevan a cabo las llamadas
potencias occidentales contra la independencia y la soberanía de Siria,
bajo el pretexto de lograr el derrocamiento del gobierno de Bashar
Al-Assad, para situar allí una gobernación títere estilo Libia e ir
cumpliendo el plan ocupacionista que, según se ha denunciado
públicamente y nadie ha desmentido, abarca a siete países de la región y
fue elaborado hace años por el Pentágono yanqui.
Hasta el momento, se hablaba de ayuda
israelí en armamento, logística de diverso tipo e información de
inteligencia a los grupos mercenarios armados introducidos en territorio
sirio con el propósito de desestabilizar al país y hacerlo
ingobernable, lanzar actos terroristas para masacrar y aterrorizar a la
población civil, todo lo cual es complementado por las sanciones
económicas de Estados Unidos y la Unión Europea, que pretenden de este
modo impedir el desarrollo normal de la vida del país y crear malestar
interno que facilite la intervención extranjera.
No obstante, todo lo anterior parece
haber fracasado y los agresores se ven frustrados ante una realidad que
no habían tenido en cuenta: aunque pagando un elevado precio en vidas y
en bienes materiales, la resistencia del pueblo, el Ejército y el
Gobierno sirios sigue firme y no se perciben importantes brechas en sus
filas ni un eventual desplome.
Ante tal situación, que se prolonga ya
mucho más de lo calculado por los agresores y llegados éstos al borde de
la desesperación ante lo que parecía ser una operación relativamente
fácil y rápida, para la cual venían preparando las condiciones con
antelación, se produce ahora la participación directa del régimen
sionista mediante el lanzamiento del ataque aéreo contra un centro de
investigaciones técnico-militar situado en la localidad de Jemraya, en
las afueras de Damasco.
Se dice, coincidentemente, que este
centro había sido objeto de fracasados ataques anteriores por parte de
grupos mercenarios armados y no habían alcanzado sus propósitos, lo cual
confirma la participación operativa de las fuerzas israelíes en la
agresión, tal como admitió Ehud Barak, ministro de Defensa israelí,
durante la Conferencia de Seguridad recién celebrada en Munich.
Por cierto, que según las informaciones
llegadas desde allí, Barak añadió que este ataque era una prueba de que
“cuando decimos algo, lo decimos en serio”, dando lugar a los más
diversos análisis e interpretaciones acerca de quién o quiénes son en
realidad los destinatarios del mensaje lanzado por el régimen israelí,
inmediatamente después de los comicios en que el dúo Netanyahu-Lieberman
logró ratificarse trabajosamente.
Resulta difícil creer que el amenazador
mensaje, que intenta ser esclarecedor, vaya dirigido sólo a Siria o
incluso el siempre presente Irán. Pudiera ser también un recordatorio a
la Administración Obama.
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