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martes, 21 de mayo de 2013

Agonía de un anciano palestino en las calles de Amman (Jordania)

Agonía de un anciano palestino en las calles de Amman (Jordania)


El eterno drama de los refugiados

20/05/2013 - Autor: Carlos de Urabá - Fuente: Webislam

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Refugiado palestino en el campamento de Baqaa (Amman). En la pared “Memoria de partida de la revolución, el mañana pertenece a quién puede verlo” (AP)Pasan los años, las décadas, y no hay nada que hacer, todo sigue igual en este injusto y masacrante destierro al que ha sido condenado el pueblo palestino. Hace excactamente 65 años, el día 14 de mayo de 1948, Ben Gurion proclamó la independencia del estado de Israel. De inmediato, estalló la guerra cuyo resultado fue la cruel derrota de los ejércitos árabes. Un hecho histórico mejor conocido como la «Nakba» («el desastre») que provocó el destierro de millones palestinos hacía el Líbano, Egipto, Siria o Jordania. Y desde entonces con las llaves de sus casas aún guardadas en sus bolsillos, armados de paciencia esperan ilusionados que llegue el feliz momento del regreso a la amada patria. Talvez la solución más práctica sería un acuerdo de paz con Israel que permita una salida digna a este conflicto -opinan los más realistas-. Pero muchos más beligerantes apuestan por la opción militar pues «lo que se tomó por la fuerza, se recupera por la fuerza».



Los refugiados por ley de vida van muriendo en el exilio y su destino no es otro que compartir en el yanna (paraíso) la gloria de Allah. Ese al menos es el único consuelo que les queda. Millones de palestinos lo perdieron todo: sus propiedades, sus casas, la tierra de labor, el patrimonio, las familias rotas, muertos, heridos, desaparecidos, en fin, un cataclismo inmisericorde que los arrasó por completo. Y, encima, ante tamaña debacle, no les quedó otra alternativa que agachar la cabeza y, humillados, rogarle una limosnita a la UNRWA (Agencia de la ONU para los refugiados palestinos) y otros organismos de ayuda humanitaria para poder sobrevivir. Primero los instalaron en tiendas de campaña en los arenales más abruptos y estériles y con el paso de los años, resignados tuvieron que improvisar sus viviendas con ladrillo y cemento. Hoy siguen allí en esas pestilentes ratoneras sin que se vislumbre una luz de esperanza a ese callejón sin salida.



El tiempo pasa y el pueblo inevitablemente envejece: mermadas sus fuerzas, víctimas de la angustia y la depresión se rinden rodilla en tierra cansados de tantas falsas promesas. Han perdido la fe y no tienen ninguna confianza en el futuro. Palestina sigue ocupada por el enemigo sionista que iza su bandera victoriosa en sus nuevas colonias y asentamientos.



Contemplar estas escenas nos llenan de ira e indignación, pero no nos queda más remedio que transmitirselas a ustedes para que metan el dedo en la llaga y comprendan la verdadera magnitud de este drama. Un anciano palestino de unos 75 años se tambalea enfermo en el centro de Amman, Jordania. Es un perdedor, un apestado al que nadie se acerca a prestarle ayuda. Mareado se deja caer sobre la acera intentando recuperar el aliento. ¿A alguien le importa lo que le suceda? Quizás, a Abu Mazen, el Rey Abdalá II o los mediadores internacionales. ¿Hasta cuando se alargará la lenta agonía? Esta es la mejor demostración de la indiferencia y el abandono que padece el pueblo palestino. La solidaridad brilla por su ausencia, todos son discursos y palabras de buena voluntad, palabras vacías que caen por su propio peso.



En esta cruel imágen se resume el sufrimiento de los refugiados palestinos. Muchos están enfermos, deshauciados, moribundos, pudriéndose en vida. ¿Quién les escucha? Lo siento mucho pero ya es demasiado tarde y su único premio no será otro que una tumba florida en el cementerio. No hay nada que hacer, se acabaron los versos poéticos de resistencia, las canciones de exaltación patriótica o las pintadas revolucionarias para subirles la moral. Un llanto interior se desborda e inunda su alma: ¡malditos bastardos! -balbucea el anciano como postrer despedida-.



Carlos de Urabá 2013

Mar Muerto



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