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martes, 10 de junio de 2014

Al Fatiha

Al Fatiha

“La Apertura” fue una de las primeras revelaciones transmitidas al Profeta

10/06/2014 - Autor: Sheikh Mishary Rashed Alafasy - Fuente: Webislam
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Sura al-Fatiha. Foto: Duha Escudero
Sura 1
AL-FATIHA (LA APERTURA)
Período de Mecca
ESTE SURA se denomina también Fatihat al-Kitab (“La Apertura de la Escritura Divina”), Umm al-Kitab (“La Esencia de la Escritura Divina”), Surat al-Hamd (“El Sura de la Alabanza”), Asas al-Qur’an (“La Base del Qur’an”), y es conocido también por varios otros nombres. Es mencionado en el Qur’an como As-Sabaa al-Mazani (“Los Siete versículos Frecuentemente Repetidos”), porque son repetidos varias veces durante cada una de las cinco oraciones diarias. Según Bujari, el apelativo Umm al-Kitab le fue dado por el propio Profeta porque contiene, en forma condensada, todos los principios fundamentales formulados en el Qur’an: el principio de la Unidad de Dios y de Su Unicidad; que es el Creador y el Mantenedor del universo; la fuente de toda gracia vivificante; Aquel ante el cual el hombre es finalmente responsable; el único poder capaz realmente de guiar y de ayudar; la llamada a la acción recta en la vida de este mundo (“guíanos por el camino recto”); el principio de la vida después de la muerte y de las consecuencias orgánicas de las acciones del hombre y de su conducta (expresadas en el término “Día del Juicio”); el principio de la guía que llega a través de los portadores del mensaje (evidente en la referencia a aquellos sobre quienes Dios “ha derramado Sus bendiciones”) y, emanado de ése, el principio de la continuidad de todas las religiones verdaderas (implícito en la alusión a aquellas gentes que han vivido –y errado-- en el pasado); y, finalmente, la necesidad de un autosometimiento a la voluntad del Ser Supremo y, por tanto, de adorarle sólo a Él. Es esta la razón de que este sura haya sido formulado como una oración, que el creyente repite y sobre la que reflexiona continuamente.
“La Apertura” fue una de las primeras revelaciones transmitidas al Profeta. Algunas autoridades (como Ali ibn Abi Talib) llegan a afirmar que fue la primera revelación; pero tal punto de vista se contradice con hadices autentificados por Bujari y Muslim, que muestran sin lugar a error que el comienzo de la revelación lo constituyen los cinco primeros versos del sura 96 (“El Coágulo”). Es probable, sin embargo, que mientras que todas las primeras revelaciones consistieron en unos pocos versículos, “La Apertura” fuera el primer sura entero revelado al Profeta de una sola vez, y esto explicaría el punto de vista de Ali.
 
(1) EN EL NOMBRE DE DIOS, EL MÁS MISERICORDIOSO, EL DISPENSADOR DE GRACIA1:
(2) TODA ALABANZA pertenece sólo a Dios, el Sustentador de todos los mundos2, (3) el Más Misericordioso, el Dispensador de Gracia, (4) ¡Señor del Día del Juicio!
(5) A Ti sólo adoramos; sólo en Ti buscamos ayuda.
(6)¡Guíanos por el camino recto –(7) el camino de aquellos sobre los que has derramado Tus bendiciones,3 no el de aquellos que han sido condenados por Ti, ni el de aquellos que andan extraviados!4

1. Según la mayoría de las autoridades, esta invocación (que se repite al comienzo de cada sura a excepción del sura 9) forma parte integrante de La Apertura y va, por lo tanto, numerada como versículo 1. En todos los demás casos, esta invocación “en el nombre de Dios”, precede al sura y no se cuenta como uno de sus versículos. Los epítetos divinos rahman y rahim se derivan ambos del sustantivo rahma, que signi-
fica “misericordia”, “compasión”, “ternura compasiva” y, en sentido más amplio, “gracia”. Los eruditos musulmanes han tratado de definir, desde un primer momento, los matices exactos de significado que diferencian a estos dos términos. La mejor explicación, y la más sencilla, es sin duda la que propone Ibn Qayyim (citada en Manar I, 48) : el término rahman define la cualidad de abundante gracia que es in-
herente al concepto del Ser de Dios e inseparable de él, mientras que rahim expresa la manifestación de esa gracia en Su creación y su efecto sobre ella –en otras palabras, un aspecto de Su actividad.
2. En este caso, el término “mundos” denota todas las categorías de la existencia, tanto en el sentido físico como en el espiritual. La expresión árabe rabb –traducida por mí como “Sustentador”— abarca un amplio espectro de significados que no pueden ser expresados con facilidad por un solo término en otra lengua. Comprende la idea de tener justo derecho a la posesión de algo y, por consiguiente, autoridad sobre ello, y la de criar, mantener y fomentar algo desde su comienzo hasta su conclusión final. Por esto, el cabeza de familia es llamado rabb ad-dar (“amo de la casa”) ya que tiene autoridad sobre ella y es el responsable de mantenerla ; así mismo, su esposa es denominada rabbat ad-dar (“ama de la casa”). La designación rabb precedida por el artículo definido al, se aplica en el Qur’an exclusivamente a Dios como cuidador y sustentador de toda la creación –tanto la objetiva como la conceptual— y, por lo tanto, la fuente máxima de toda autoridad.
3. Es decir, proporcionándoles la guía de los profetas y ayudándoles a beneficiarse de ella.
4. De acuerdo con la mayoría de los comentaristas, la “condena” (gadab, lit., “ira”) de Dios es sinónimo de las malas consecuencias a que el hombre se expone al rechazar conscientemente la dirección que Dios le ofrece y al actuar en contra de Sus mandatos. Algunos comentaristas (p.e., Samajshari) interpretan este pasaje como : “...el camino de aquellos sobre los que has derramado Tus bendiciones –aquellos que no han sido condenados por Ti, y que no se extravían” : en otras palabras, consideran las dos últimas expresiones como definitorias de “aquellos sobre los que has derramado Tus bendiciones”. Otros comentaristas (p.e., Bagawi e Ibn Kazir) no suscriben esta interpretación –que implicaría el uso de definiciones negativas— y entienden el último versículo del sura en la forma traducida anteriormente por mí. Por lo que respecta a las dos categorías de gente que siguen un camino erróneo, algunos de los grandes pensadores islámicos (p.e., Al-Gasali o, en tiempos más recientes, Muhammad Abdu) coinciden en la opinión de que la gente que ha incurrido en “la condena de Dios” –es decir, que se han privado a sí mismos de Su gracia— son aquellos que rechazan el mensaje de Dios con pleno conocimiento de él y habiéndolo entendido; mientras que “los que andan extraviados” son aquellos a quienes la verdad, o bien no les ha llegado en absoluto, o les llega en forma tan deteriorada y confusa que les resulte difícil reconocerla como tal (véase Abdu en Manar I, 68 ss).


   00:10             01:14            
Recitación del Sura al-Fatiha de Sheikh Mishary Al-Afasy | Duración: 00:01:13



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