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lunes, 9 de junio de 2014

Discurso sobre Al Kindi

Discurso sobre Al Kindi


Al Kindi y el orígen de la fálsafa


09/06/2014 - Autor: Prof. Yahia Said Al Andalusí - Fuente: Webislam



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Al-Kindi, primer filósofo musulmán.

Abū Yūsuf Ya‘qūb ibn Ishāq al-Kindī nació en Irak en el año 800, se sabe muy poco de su biografía, fue un iniciador, ya que se puede decir que Al Kindi hizo la primera sistematización de la filosofía musulmana; y también muchos podrían decir, tomando la propia obra de Al Kindi, que esta elaboración filosófica es una importación en el Islam, ya que este autor se basa en la filosofía griega, pero combinando conceptos que en el pensamiento griego son opuestos entre si, con la filosofía antigua de Persia, y en realidad termina dando origen a algo nuevo, a una perspectiva nueva, ya que Al Kindi se posiciona en el ángulo del Islam, y aunque dice que sin Aristóteles no se puede estudiar filosofía, analiza a Aristóteles desde un ángulo nuevo, que solamente era posible desde el Islam, y va mas lejos, toma las ideas platónicas y neoplatónicas y las combina con las aristotélicas, eliminando la posible oposición entre ambas escuelas.

La definición que da Al Kindi de la filosofía aparece en su Fī al-Falsafa al-Ūlā (Sobre la filosofía primera) donde dijo: «De hecho, el arte humano más alto en grado y noble en rango es la filosofía. Ésta se define como el conocimiento de la verdadera naturaleza de las cosas, en tanto es posible para el hombre. La finalidad del filósofo es alcanzar la verdad y, como recompensa de ello, actuar verdaderamente y que sus acciones se adecuen a esta verdad…» De modo que para Al Kindi, el verdadero filósofo es el que aprende a vincular su sabiduría teórica con su modo de actuar.

Al Kindi, revitaliza la idea de la filosofía como acción, aunque como en toda la elaboración intelectual musulmana, muchas veces la acción significa contemplación.
Pero para Al Kindi, y esto se lo iban a reprochar después muchos intelectuales musulmanes, desde el sufismo principalmente, no se termina de plantear ninguna oposición entre filosofía y revelación, esta oposición aparente, poco después va a ser un tema central entre los intelectuales musulmanes.

Al-Kindī defiende la unicidad de Dios, pero propone nuevas consideraciones para lo divino. En la tradición islámica, Dios es una especie de Uno-Absoluto; ya que Él es La Divinidad Única, todas las criaturas son dependientes de Él y, además, en el Corán se sugiere que el mundo fue creado ex nihilo, con lo cual todo lo creado pende de su Creador. Al-Kindī admite que Dios es un Ser absolutamente trascendente, sempiterno, y por tanto, los atributos que de Él podemos predicar son necesariamente negativos: no tiene materia ni forma, ni cantidad ni cualidad, ni relación, ni género ni especie, no tiene diferencia específica ni propiedades ni accidentes. De estos atributos negativos, es posible obtener una conclusión positiva: es Uno, singular e inmutable.

Toda esta elaboración intelectual de Al Kindi, reforzaba las ideas del madhab de kalam motazili, o escuela de teología motazili, que hoy ya casi no tiene adeptos, pero en aquellos años era la postura oficial.

Las afirmaciones de al-Kindī tienen un trasfondo teológico. Por una parte, los teólogos hanbalíes, los más conservadores, no admitían la interpretación de atributos divinos y optaban por una lectura literal del Corán. Este grupo suscribía firmemente la eternidad del Corán como palabra de Dios y, por tanto, evitaban el tema de la creación del Libro. Les bastaba con asumir sin duda alguna el carácter literal y absoluto de sus contenidos. Por lo tanto, en el Libro aparecen distintos nombres de Dios, pero no atributos divinos. Por otra parte, los teólogos mutazilíes, contemporáneos de al-Kindī, admitían la interpretación razonada del Corán asumiendo la posibilidad de nombrar algunos atributos divinos sin que ello implicara poner en riesgo la unicidad absoluta de Dios. Los mutazilíes distinguieron entre esencia (dhāt) y atributos (sifāt) de Dios. Defendieron tres atributos principales: conocimiento, poder y voluntad. No obstante, se percataban de que la presencia de atributos podía sugerir que en Dios existiera la pluralidad y no la unidad. Fue al-Kindī quien se hizo cargo de ese problema desde una perspectiva filosófica.

Por su cercanía con el pensamiento de los mutazilíes, al-Kindī echa mano de la lógica para aclarar el asunto. En aquella época, los intelectuales musulmanes se dividían en dos escuelas, los literalistas, que se basaban en una aceptación por la fe pura en la revelación, y se podría decir eran los teólogos, en un lenguaje mas propio de las ciencias islámicas, Ahl Al hadiz, o la gente del hadiz, que seguían y siguen hoy una postura de desconfianza respecto a la razón, y cuyos líderes fueron el Imam Malik, después el Imam Ash Shaafi y después el Imam Ahmad Ibn Hanbal, y que se ocuparon tanto de temas legales del Islam, como de asuntos de creencia. Con el tiempo apareció una escuela de teología intermedia, que no confía en la razón, pero le reconoce valor, y sería la forma actual de la visión ortodoxa de la teología islámica, la ashari, que hoy es mayoritaria y en su tiempo era la opuesta a la motazila.

Pero en la época de Al Kindi la asharía se estaba conformando, y a esta corriente teológica literalista y ortodoxa, se la denominaba por el nombre del Imam Ahmad ibn Hanbal, hanbali, aunque hoy la lectura en extremo literalista de los hambalíes no es ya igual a la de los asharitas.

Hoy después de muchos siglos, podríamos identificar cuatro posturas diferentes, una racionalista, la motazila, que como decíamos está casi extinta, otra literalista, la hanbali, y dos intermedias, la ashari, que resulta mayoritaria y por esto podemos decir la triunfadora entre estas tendencias, y la también moderada maturidi, que solamente difiere de la ashari en la definición de cuestiones relacionadas al predestino, la responsabilidad humana y el libre albedrío.

Pero en la época de Al Kindi, sin la elaboración filosófica-intelectual del Islam todavía concretada, las dos tendencias eran la puramente racionalista de los motazilíes y la puramente literalista de los hanbalíes.

Fue justamente Al Kindi, al introducir el planteamiento filosófico el que forzó una elaboración mas profunda de estos asuntos y después esto favoreció la aparición de posturas intermedias, la ashari y la maturidi.

Los hanbalíes y los motazilíes parten de la teología y no se apartan de ella. Para los primeros, pueden enunciarse nombres divinos, los segundos hablan de atributos o propiedades que podrían desprenderse de esos nombres. Al hacer estas atribuciones, tienen que distinguir entre esencia y atributos y ello hace, en apariencia, de Dios un ser compuesto. Al-Kindī está de acuerdo en que deben negarse los atributos porque Dios es Uno. Lleva entonces la discusión al terreno filosófico: aunque en Dios no hay atributos, en el mundo existen algunas categorías, tal como lo vio Aristóteles, y éstas pueden ser un punto de partida para el conocimiento de Dios. De este modo, al-Kindī piensa que si constatamos que las cosas son dependientes de categorías, como el tiempo, hay que explicar no solamente qué es el tiempo sino cuál es su origen. De esta manera, el estudio de las categorías remite a una noción central: la de “causalidad”. Si se sigue adelante con el ejemplo del tiempo, es posible percatarse de que la causa primera debe ser anterior a la temporalidad. Por tanto, es necesario postular una causa primera. De este modo, al-Kindī formulará sus pruebas de la existencia de Dios.

Al Kindi formuló estas tres proposiciones lógicas, siguiendo la demostración aristotélica, pero a diferencia de Aristóteles del que toma la idea de lo absurdo de una cadena de causa-efecto infinita, y la necesidad de un primer motor inmóvil, Al Kindi es creacionista, y Aristóteles habla de la sempiternidad de la existencia del mundo.
Entonces, las tres proposiciones de Al Kindi son:

a) Todo lo que llega a ser debe tener una causa de su existencia, y la causa, a su vez, reclama otra causa. La serie causal debe ser finita. En la Física, Aristóteles ha mostrado que una serie causal infinita sería absurda. Por esto, al-Kindī afirma la necesidad de una causa sin causa. Ésta se denomina “primera causa o verdadera causa”.

b) Se puede constatar que en el mundo existe una perfección y ordenación jerárquica. Por ejemplo, vemos distintos niveles de vida y podemos descubrir una escala ascendente: los minerales, las plantas, los animales, los seres racionales, los seres angelicales, etcétera. Sólo la causa perfecta pudo haber sido capaz de establecer este orden ya que, en palabras de al-Kindī, ella gobierna todo con su sabiduría.

c) Como ningún ser ha se ha creado a sí mismo, necesita de algo que lo sostenga en la existencia. La causa primera, es decir Dios es responsable de ello.

Estos argumentos muestran que Dios ha de ser causa eficiente. En Aristóteles existen cuatro causas —material, formal, eficiente y final. Al-Kindī suscribe estas mismas, pero la más importante para él no es la causa final, sino la eficiente. De hecho, identifica la causa eficiente con la causa primera: dado que la causa de lo que llega a ser es el uno verdadero y primero, entonces la causa de la creación es el uno verdadero y primero, causa también desde la que se inicia el movimiento, es decir, el Uno es el motor del comienzo del movimiento y, como tal, es causa eficiente. Al-Kindī muestra enfáticamente la importancia del Dios-Creador. Ahora bien, la causa eficiente debe entenderse de dos maneras: por una parte, de modo más perfecto, la creación ex nihilo llevada a cabo por Dios; por otra, las causas intermedias o metafóricas, es decir, la causalidad que se da en la interacción en el mundo de los seres creados y que llamamos “causa eficiente”, sólo de manera análoga. En este último caso, se estaría hablando de un “hacer” y no de un “crear”.





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