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viernes, 17 de octubre de 2014

La Alianza de Civilizaciones, antídoto contra el yihadismo 

El PP ensalza ahora la iniciativa de Zapatero, que antes denigró, para sentarse en el Consejo de Seguridad de la ONU

17/10/2014 - Autor: Pedro Ontoso - Fuente: www.elcorreo.com
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Logo de Alianza de Civilizaciones.
Mariano Rajoy y José Manuel García-Margallo llevan dos años ensalzando la Alianza de Civilizaciones, el proyecto que pusieron en marcha en 2004 José Luis Rodríguez Zapatero, y el presidente de Turquía, Erdogan, para promover el diálogo entre Occidente y el mundo islámico y combatir el extremismo y el terrorismo. La iniciativa, puesta en solfa en su día por el PP, recibe ahora las loas de esta formación porque España aspira a entrar en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente para el bienio 2015-2016 y la Alianza está anclada en Naciones Unidas. La votación será mañana y Turquía y Nueva Zelanda compiten con Madrid.
La diplomacia española tiene que aglutinar todos los votos que pueda para apoyar su candidatura, sobre todo después de que países como Brasil –uno del bloque de los emergentes– ya ha anunciado que no la respaldará. España necesita al menos dos tercios de los sufragios, es decir 129 de los 193 países que forman la ONU, en el caso de que asistan todos. Cualquier guiño en la precampaña puede ser crucial, como el hecho de aumentar la partida de los fondos de cooperación en los Presupuestos de 2015.
Pero donde más han influido los cálculos electorales del PP es en la Alianza de Civilizaciones. Si se da por hecho que Nueva Zelanda contará con el apoyo de los países de la Commonwealth y de las pequeñas islas del Pacífico, España necesita el cariño de los estados musulmanes, que ahora se sienten más cerca de Ankara. Hasta el Vaticano se ha ido aproximando a la Alianza. En su discurso ante la Asamblea general de la ONU, el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolín, censuró la lectura geopolítica que imponen círculos occidentales influyentes, que ha servido para dar cobertura a soluciones unilaterales sin respetar las circunstancias culturales de los pueblos.
Según el cardenal, «después del 11 de septiembre, algunos medios y ‘think tanks’ han reducido excesivamente aquel momento trágico, interpretando todas las situaciones consecuentes y las problemáticas en términos de un enfrentamiento entre civilizaciones. Tal visión no toma en cuenta las antiguas y profundas experiencias de buenas relaciones entre culturas, grupos étnicos y religiones, e interpreta con esta visión otras situaciones complejas, como la cuestión del Medio Oriente y los conflictos civiles actualmente en curso en otras partes». El ‘número dos’ del Vaticano sostiene que la ideología del enfrentamiento de civilizaciones ha tenido un papel importante en «los miedos y en los prejuicios existentes», fomentando «reacciones de naturaleza xenófoba que, paradójicamente, refuerzan justamente esos sentimientos que son el centro del terrorismo mismo».
"Combatir la xenofobia"
La Alianza de Civilizaciones sigue suscitando apoyos, aunque sin multiplicar su presupuesto. Rajoy y Erdogan difundieron el pasado mes de febrero una declaración conjunta en la que aseguraban que los acontecimientos en Europa y la cuenca mediterránea han renovado la necesidad de la Alianza de Civilizaciones. Entonces, apenas se hablaba del Estado Islámico, por ejemplo, y del terror que están imponiendo.
Los Gobiernos turco y español insistieron en la finalidad primordial de la Alianza de«frenar la polarización entre culturas y religiones», y reconocieron la urgencia «de combatir la xenofobia y la islamofobia en Europa y en otros lugares».
El ministro Margallo, apóstol convencido ahora de la iniciativa, también ha pedido reforzar el papel y las funciones de la Alianza de Civilizaciones. Primero en Bali, donde se celebró a finales de agosto el V Foro de esta proyecto, y luego en la sede de Naciones Unidas, el jefe de la diplomacia española planteó la posibilidad de crear una plataforma de líderes religiosos en favor de la paz en las zonas de conflictos armados,«alimentados por las sesgadas interpretaciones de la religión». También pidió formar un equipo de mediadores interculturales e interreligiosos que apoyen las misiones de paz de la ONU y tengan un papel importante ante las dificultades de la transición de los episodios de guerra.
Curiosamente, un mes antes, José Luis Rodríguez Zapatero reclamó en un foro público en Madrid un mayor papel para los líderes religiosos en la promoción de la paz, por ejemplo en Oriente Próximo «el tumor primario de la inestabilidad en la región». El expresidente del Gobierno propuso formar una alianza permanente entre las confesiones, vinculada a la ONU y a la Alianza de Civilizaciones, para crear una«autoridad religiosa global», con dos principios: el respeto al pluralismo religioso, la paz y la libertad, y la condena de toda violencia. Pero el diálogo ecuménico, advirtió, no debe ser sólo sobre la fe, sino estar abierto a toda la sociedad. De hecho, planteó un diálogo de los líderes religiosos de todos los credos con organizaciones feministas, porque considera que las religiones «tienen un problema con los derechos de las mujeres», un asunto que, a su juicio, «tiene gran influencia en la forma de entender la vida». No hay más que ver la actuación del grupo extremista Estado Islámico que ha justificado el secuestro de mujeres y su utilización como esclavas sexuales citando la teología del islam.
El avance del Estado Islámico, además de suponer una sistemática violación de los derechos humanos, ha sumido en un infierno a las minorías étnicas y religiosas y a todos aquellos que se oponen a sus crímenes horrendos, a su brutalidad y a su crueldad. El ministro Margallo valoró en el Foro de Bali el papel de la Alianza de Civilizaciones como un antídoto frente al yihadismo, al que no se puede combatir solo con soldados. La Alianza tenía sentido hace diez años, cuando fue desdeñada, y lo tiene ahora, actuando en los campos de la educación y las migraciones y, sobre todo, en la juventud. Hace ahora siete años, cerca de 100.000 musulmanes pidieron en Yakarta el establecimiento del Califato, un macroestado musulmán regido por la ‘sharia’, que unifique territorios islámicos, incluido España, bajo el imperio del ‘sagrado Corán’. En aquella cumbre organizada en la capital de Indonesia por la organización extremistaHubz ut Tahrir, destacaban los jóvenes. De aquellos y otros polvos vienen ahora estos lodos. Bienvenidos sean todos los apoyos a la Alianza, aunque sean por cálculos electorales.

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