Ecoislam: una llamada para frenar la barbarie
08/11/2014 - Autor: Dídac P. Lagarriga - Fuente: Diari ARA
Foto: smokeandfire.co.uk
Se habla tanto de Islam, y a la vez tan poco... Es, en efecto, una paradoja mediática que, después de muchos años de estar casi en reposo, ha recobrado fuerza, en especial con su despertar simbólico provocado por el colapso de las torres gemelas. No hay día en que en los medios de comunicación no salga alguna noticia, artículo u opinión que incluya la palabra Islam, hecho que trae a concluir que probablemente no haya ninguna otra religión o estilo de vida más popular (o popularmente impopular) en estos últimos años. Nos adentramos, pues, en un gran terreno pantanoso.
El polémico y no siempre bienintencionado Bernard-Henri Lévy dijo una vez que el verdadero choque de civilizaciones se encuentra dentro de la comunidad musulmana. Yo añadiría: más todavía, se encuentra dentro de cada musulmán. Un choque de civilizaciones, pero, que no es un enfrentamiento entre dos bloques homogéneos y ficticios (eso tan propagado de “nosotros buenos contra ellos malos”), sino uno de más complejo donde la convulsión de diferentes maneras de vivir (o de entender la vida), el imparable crecimiento urbano y la presión de una seductora cultura material (aunque sea como espejismo) genera fuertes tensiones en un mismo cuerpo individual y social. Un choque que, hay que decirlo, no es exclusiva de los musulmanes. De una manera u otra, es una característica global que tiene como evidente consecuencia el deterioro medioambiental sin precedentes.
Como organismos vivos, tenemos incidencia en el entorno donde vivimos, que a la vez incide en nosotros. Por lo tanto, se nos pide dar un salto de comprensión para ver la ecología no como una disciplina más, sino como el espacio idóneo donde integrar aspectos que hemos querido diferenciar (desde las ideologías políticas a las religiones). Es decir, entender el cuerpo y el resto de organismos que forman la biodiversidad como un reflejo palpable de aquello que somos por encima de aquello que pensamos ser. Fijémonos en la práctica y en las intenciones que se esconden detrás de cada acción. Preguntémonos qué relación tiene el miedo, la violencia, la falta de aceptación de la diversidad y la desacralización de la vida con los extremos índices de contaminación, depredación y miseria que nos sacuden por todas partes.
El activismo ecologista y el Islam
En la cumbre de Estambul del 2009 sobre cambio climático, Olav Kjorven, miembro de la Secretaría General del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, afirmó: “El papel del Islam podría ser uno de los factores decisivos para que el planeta vaya hacia un futuro sostenible. Podría convertirse en el movimiento de la sociedad civil más amplio de la historia”. Esta contundente cita no se entiende ni se entenderá mientras, como decía al inicio, continuamos inmersos en esta paradoja mediática donde se habla tanto de Islam y a la vez tan poco (anclados en cuestiones violentas, desde el terrorismo al género). Mientras, cada vez hay más musulmanes y musulmanas de todo el mundo que para disminuir el conflicto trabajan en la recuperación del equilibrio medioambiental (desde la óptica política, pero también artística, gastronómica, sanitaria, etc.). Los motivos para hacerlo no sólo los encontramos en la necesidad de responder a las enfermedades y desórdenes de todo tipos que comporta la contaminación del entorno, pues esto es un denominador común de todo el movimiento ecologista internacional. Lo que tiene de particular esta tendencia, y que muchos denominan eco-islam o eco-yihad, es la oportunidad que da a los musulmanes de adentrarse de pleno en el Islam y todo su enorme y valioso legado en gestión ecológica y sostenible.
El profesor turco Ibrahim Ozdemir, autor del libro La relación de todo con todo(publicado por oozebap) sobre ética ecologista y perspectiva coráncia, escribe: “El Corán, con su énfasis en la dimensión metafísica de la naturaleza, sustituyó la concepción de los árabes paganos sobre esta con una nueva y fértil comprensión. Resulta sorprendente comprobar la similitud entre aquella visión de la naturaleza como algo insustancial, sin sentido ni propósito, y las ideas que han surgido siglos después en la llamada visión científica de la época moderna. Por lo tanto, hoy en día el Corán está igual de preparado por refutar la concepción materialista de la naturaleza y proporcionar una visión más holística e integral capaz de desarrollar una ética medioambiental.”
De aquí que se empiece a ver como el más amplio movimiento civil ecologista, pues las bases son sólidas y sólo falta tomar conciencia. De este modo, los cambios de hábito hacia parámetros ecológicos no se viven como una traición al sistema de creencias, todo lo contrario: son requerimientos básicos del Islam que han quedado sepultados por el deslumbramiento de la modernidad y los graves impactos coloniales.
Eco-yihad, lucha espiritual
Estos días, y publicado por la editorial Bellaterra, sale el libro Eco-yihad. Apertura de conciencia a través de la ecología y el consumo halal que he escrito yo mismo como un ensayo introductorio para entender cómo se articula este movimiento transnacional, dar ejemplos (desde las fatuas antinucleares y contra los transgénicos de Malasia o Indonesia, hasta el sufismo rural de Senegal o el sistema de reservas naturales comunitarias desde hace 1400 años en el Próximo Oriente) junto con reflexiones personales sobre la alimentación halal y los vínculos con la agroecología, el papel de los profetas y santos como modelos de activismo social y medioambiental o repensar los conceptos clave de la cosmovisión islámica para sostener una realidad biodiversa que hay que valorar con la máxima reverencia y disposición. Temas que posiblemente se consideren marginales, pero con una incidencia práctica importante y que nos permite establecer alianzas y diálogos más allá de imaginarios monolíticos en conflicto permanente.
El polémico y no siempre bienintencionado Bernard-Henri Lévy dijo una vez que el verdadero choque de civilizaciones se encuentra dentro de la comunidad musulmana. Yo añadiría: más todavía, se encuentra dentro de cada musulmán. Un choque de civilizaciones, pero, que no es un enfrentamiento entre dos bloques homogéneos y ficticios (eso tan propagado de “nosotros buenos contra ellos malos”), sino uno de más complejo donde la convulsión de diferentes maneras de vivir (o de entender la vida), el imparable crecimiento urbano y la presión de una seductora cultura material (aunque sea como espejismo) genera fuertes tensiones en un mismo cuerpo individual y social. Un choque que, hay que decirlo, no es exclusiva de los musulmanes. De una manera u otra, es una característica global que tiene como evidente consecuencia el deterioro medioambiental sin precedentes.
Como organismos vivos, tenemos incidencia en el entorno donde vivimos, que a la vez incide en nosotros. Por lo tanto, se nos pide dar un salto de comprensión para ver la ecología no como una disciplina más, sino como el espacio idóneo donde integrar aspectos que hemos querido diferenciar (desde las ideologías políticas a las religiones). Es decir, entender el cuerpo y el resto de organismos que forman la biodiversidad como un reflejo palpable de aquello que somos por encima de aquello que pensamos ser. Fijémonos en la práctica y en las intenciones que se esconden detrás de cada acción. Preguntémonos qué relación tiene el miedo, la violencia, la falta de aceptación de la diversidad y la desacralización de la vida con los extremos índices de contaminación, depredación y miseria que nos sacuden por todas partes.
El activismo ecologista y el Islam
En la cumbre de Estambul del 2009 sobre cambio climático, Olav Kjorven, miembro de la Secretaría General del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, afirmó: “El papel del Islam podría ser uno de los factores decisivos para que el planeta vaya hacia un futuro sostenible. Podría convertirse en el movimiento de la sociedad civil más amplio de la historia”. Esta contundente cita no se entiende ni se entenderá mientras, como decía al inicio, continuamos inmersos en esta paradoja mediática donde se habla tanto de Islam y a la vez tan poco (anclados en cuestiones violentas, desde el terrorismo al género). Mientras, cada vez hay más musulmanes y musulmanas de todo el mundo que para disminuir el conflicto trabajan en la recuperación del equilibrio medioambiental (desde la óptica política, pero también artística, gastronómica, sanitaria, etc.). Los motivos para hacerlo no sólo los encontramos en la necesidad de responder a las enfermedades y desórdenes de todo tipos que comporta la contaminación del entorno, pues esto es un denominador común de todo el movimiento ecologista internacional. Lo que tiene de particular esta tendencia, y que muchos denominan eco-islam o eco-yihad, es la oportunidad que da a los musulmanes de adentrarse de pleno en el Islam y todo su enorme y valioso legado en gestión ecológica y sostenible.
El profesor turco Ibrahim Ozdemir, autor del libro La relación de todo con todo(publicado por oozebap) sobre ética ecologista y perspectiva coráncia, escribe: “El Corán, con su énfasis en la dimensión metafísica de la naturaleza, sustituyó la concepción de los árabes paganos sobre esta con una nueva y fértil comprensión. Resulta sorprendente comprobar la similitud entre aquella visión de la naturaleza como algo insustancial, sin sentido ni propósito, y las ideas que han surgido siglos después en la llamada visión científica de la época moderna. Por lo tanto, hoy en día el Corán está igual de preparado por refutar la concepción materialista de la naturaleza y proporcionar una visión más holística e integral capaz de desarrollar una ética medioambiental.”
De aquí que se empiece a ver como el más amplio movimiento civil ecologista, pues las bases son sólidas y sólo falta tomar conciencia. De este modo, los cambios de hábito hacia parámetros ecológicos no se viven como una traición al sistema de creencias, todo lo contrario: son requerimientos básicos del Islam que han quedado sepultados por el deslumbramiento de la modernidad y los graves impactos coloniales.
Eco-yihad, lucha espiritual
Estos días, y publicado por la editorial Bellaterra, sale el libro Eco-yihad. Apertura de conciencia a través de la ecología y el consumo halal que he escrito yo mismo como un ensayo introductorio para entender cómo se articula este movimiento transnacional, dar ejemplos (desde las fatuas antinucleares y contra los transgénicos de Malasia o Indonesia, hasta el sufismo rural de Senegal o el sistema de reservas naturales comunitarias desde hace 1400 años en el Próximo Oriente) junto con reflexiones personales sobre la alimentación halal y los vínculos con la agroecología, el papel de los profetas y santos como modelos de activismo social y medioambiental o repensar los conceptos clave de la cosmovisión islámica para sostener una realidad biodiversa que hay que valorar con la máxima reverencia y disposición. Temas que posiblemente se consideren marginales, pero con una incidencia práctica importante y que nos permite establecer alianzas y diálogos más allá de imaginarios monolíticos en conflicto permanente.
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*Traducción del artículo publicado en catalán en el Diari Ara, 30/10/2014
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