EL ETERNO ADÁN
Recuerdo que en el 2005, y apropósito del tsunami que devastó las costas de Indonesia, yo escribía, con un seudónimo verniano, en un foro de aficionados a la lectura sobre la profética y última novela corta publicado en vida de Julio Verne. La invasión del mar (1905).
Hoy, y ante las noticias, quizá exageradas, que nos hablan de que el Japón puede sufrir un atraso de cien años tras el terrible terremoto y la amenaza nuclear de la central de Fukushima, no puedo por más que pensar en otra obra del escritor galo y publicada póstumamente: El eterno Adán. En este extraño y enigmático relato nos encontramos que la humanidad se muestra impotente ante una catástrofe natural, un cataclismo que sumerge al mundo bajo las aguas del mar. Es una historia sobre el eterno retorno y sobre los mismos errores que comete la humanidad, el eterno Adán. Sin duda este es el más amargo testamento que nos pudo dejar Verne.
Quizá, y digo quizá porque no es un dato que haya visto recogido por biógrafos ni estudiosos vernianos, fuera el tsunami ocurrido en 1883 lo que inspiró a Verne para escribir el relato original que tomó forma en El eterno Adán. Ahora les explico lo del “relato original” porque hay polémica sobre la autoría de esta obra que, en parte, podemos considerar apócrifa.
En 1883, una ola de 40 metros arrasó la pequeña isla volcánica de Krakatoa. Primero hubo una erupción volcánica, luego un movimiento sísmico que produjo la invasión del mar que se tragó la isla. Se dice que el estruendo que produjo la última erupción del volcán Krakatoa es el sonido más ruidoso registrado de la historia. Marineros, a 40 km a la redonda, se quedaron sordos y las víctimas se cuentaron por millares en todas las islas cercanas.
El eterno Adán se publicó póstumamente en 1910 en un libro de recopilación de relatos titulado Ayer y mañana. Julio Verne escribió un cuento con el título original de Edom donde estaba toda la base de la historia, luego su hijo Michel parece que añadió cosas y estiró la historia cambiando el título del cuento. De momento es imposible saber hasta que punto Michel reescribió la obra, ya que el manuscrito original de Edom, aunque se conserva, está bajo llave en poder de los herederos del escritor. Claro que para liar más la cosa, decir que se encontraron hasta 3 manuscritos de Edom, uno de ellos con anotaciones manuscritas de Michel. Una versión se publicó en 1991 en el Boletín de la Sociedad Julio Verne (Bulletin de la Société Jules Verne nº 100, Págs. 21-48)
En la narración nos situamos en el vigésimo tercer milenio de la humanidad, a pocas horas de que el mundo quede cubierto por el mar. Conocemos la historia a través de la bitácora de uno de los supervivientes, un grupo de afortunados donde hay algunos científicos. Embarcados en el vapor “Virginia” llegan medio muertos de hambre a un nuevo continente surgido cerca de lo fue Cabo Verde. Los supervivientes, lo que queda de la humanidad, tienen que empezar de cero y vuelven a la prehistoria. Claro que todo esto se sabe gracias al descubrimiento arqueológico del diario. Otra curiosidad de la obra es que, la civilización que hace el hallazgo, utiliza un idioma inventado. Hay un verniano japonés (un saludo desde aquí y espero que estén bien él y su familia) que mantenía que los extraños nombres propios tenían origen chino, otros que los nombres son juegos de palabras, en varios idiomas, que tienen un carácter sexual (?). Algunos de los nombres son: Hars-Iten-Schu, Andarti-Ha-Sammgor, Mahart-Item-Schu…
Por cierto, amigos mexicanos que visitáis este blog y que sois muchos, en el cuento se cita la cuidad de Rosario, México.
El cuento verniano, sea del padre o del hijo, no es la única obra literaria en que se plantea un argumento semejante. Por ejemplo estas:
© JAVIER CORIA
Sociedad Japonesa de Estudios Vernianos
Ilustración portada tomada de aquí
POST SCRIPTUM
Mi amigo Octavi Piulats comenzaba así un artículo, escrito hace mucho tiempo en la revistaIntegral, sobre la era post-Chernobyl:
“En la Biblia, en el capítulo VIII del Apocalipsis de san Juan, se lee:
10. Y el tercer Ángel tocó la trompeta: y cayó del Cielo una grande estrella, ardiendo como un hacha, y cayó en la tercera parte de los ríos, en las fuentes de las aguas:
11. Y el nombre de la estrella se dice Ajenjo, y la tercera parte las aguas se convirtió en ajenjo, y murieron muchos hombres por las aguas, porque se tornaron amargas.
En el diccionario Danae de Ruso-castellano, el más acreditado de la bibliografía española, se da la siguiente traducción para el término “Chernóbil”: Ajenjo, hierba amarga (Absinthium lat.)”. Fin cita.
¿Tendrá Fukushima alguna coincidencia con su nombre tan curiosa como esta?
Ilustración portada tomada de aquí
POST SCRIPTUM
Mi amigo Octavi Piulats comenzaba así un artículo, escrito hace mucho tiempo en la revistaIntegral, sobre la era post-Chernobyl:
“En la Biblia, en el capítulo VIII del Apocalipsis de san Juan, se lee:
10. Y el tercer Ángel tocó la trompeta: y cayó del Cielo una grande estrella, ardiendo como un hacha, y cayó en la tercera parte de los ríos, en las fuentes de las aguas:
11. Y el nombre de la estrella se dice Ajenjo, y la tercera parte las aguas se convirtió en ajenjo, y murieron muchos hombres por las aguas, porque se tornaron amargas.
En el diccionario Danae de Ruso-castellano, el más acreditado de la bibliografía española, se da la siguiente traducción para el término “Chernóbil”: Ajenjo, hierba amarga (Absinthium lat.)”. Fin cita.
¿Tendrá Fukushima alguna coincidencia con su nombre tan curiosa como esta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario