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viernes, 20 de febrero de 2015

MILENIO: MIEDO Y RELIGIÓN.

MILLENNIUM: FEAR AND RELIGION.
MILENIO: MIEDO Y RELIGIÓN.
MILLÉNNAIRE: PEUR ET RELIGION.


Miedo, muerte y vida en la escatología de la Guerra Santa
María Arcas Campoy. Universidad de La Laguna.


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Resumen
El miedo a la muerte y la propia muerte son analizados en este trabajo en el contexto escatológico de la guerra santa (ihd), considerada por algunos el sexto pilar del Islam. La muerte para el Islam es el término del plazo concedido por Dios al hombre, pero no el final de la vida sino el paso a la vida perdurable. Esta firme creencia y el deseo de alcanzar el Paraíso prevalece sobre la angustia del hombre ante la muerte. En la guerra santa el miedo a la muerte se transforma para los combatientes en una sublime y deseada secuencia: valor, muerte "vivificadora" y vida perdurable en el Paraíso.

El Islam, enraizado en el concepto escatológico del Judaísmo y del Cristianismo, trasciende la vida del hombre haciendo perdurable su limitada existencia terrenal. En el más allá, el hombre vivirá disfrutando del premio o sufriendo el castigo que sus actos hayan merecido el día del Juicio. La escatología ocupa un puesto preponderante en el Islam y sus enseñanzas, esbozadas y afirmadas en el Corán, se vieron enormemente desarrolladas en la tradición religiosa con la introducción de elementos originales y de otras creencias transmitidos "respetuosa y fielmente bajo la autoridad de Mahoma o de sus compañeros, en cuya boca se pusieron desde un principio (1)".
En este contexto se sitúa el presente trabajo que tiene por objeto analizar la dimensión escatológica de la muerte en la guerra santa (ihd), una actividad preceptiva que entraña de modo constante la posibilidad de morir.
Las principales fuentes documentales son el Corán, dos tratados de escatología musulmana: a) Kitb waf al-Firdaws, del andalusí cAbd al-Malik B. abb (m. 238/852); b) Kitb šaarat al-yaqn, obra de Ab l-asan al-Aš car (m. 600/1203), y otros dos específicos sobre el ihd de sendos autores granadinos: a) Kitb qudwat al-gz de Ibn Ab Zamann (m. 399/1008)(2) y b) Tufat al-anfus de Ibn Hudayl (m. siglo XIV).

1. La muerte en el Islam
La voz árabe waft (3), del verbo tawaffà, significa "muerte", entendida como el fin puesto por Dios al período predeterminado de la existencia del ser humano. De ahí el empleo de la voz pasiva (tuwuffiya ), "ser muerto (por determinación divina)", para expresar el significado de morir. La muerte, así entendida, es el destino específico del mundo animado(4), el término del plazo (aal) concedido por Dios al hombre, pero no el final de la vida, sino el paso, el puente a la vida perdurable.
La muerte como punto de unión de esta vida con la del más allá es la causa misma de la existencia de la escatología. Por ella se prolonga la vida y de ahí su sentido "vivificador" para el musulmán.
El Corán alude en numerosas ocasiones a la muerte(5). Unas veces se refiere a ella como un designio de Dios, otras como el fin natural e inevitable de la existencia humana: <<cada uno gustará la muerte(III,185)>> o <<Dondequiera que os encontréis, la muerte os alcanzará, aún si estáis en torres elevadas(IV,78)>>, otras muchas, como el paso a la otra vida o el regreso a Dios: <<Toda alma probará el gusto de la muerte; entonces seréis devueltos a nosotros (XXIX,57)>> y en la mayoría de los casos, como el trance previo a la recompensa o al castigo, según hayan sido sus obras en esta vida. Incluso se menciona la existencia de dos muertes -el estado antes del nacimiento y el fin de esta vida- a las que siguen dos vidas, el nacimiento y la resurrección (Corán, II,29; XL,12) (6).
La existencia terrenal en nada puede compararse a la vida que espera a los bienaventurados después de la muerte: <<El breve deleite de la vida de acá es mezquino. La otra vida es mejor para quien teme a Dios>> y <<La vida de acá no es más que falaz y breve deleite>>, rezan dos aleyas coránicas (IV,77 y III, 11) presentadas a modo de ejemplo. Quien ha obrado con rectitud no tiene porque temer después de la muerte. Tendrá como recompensa el Paraíso (7).
En la tradición islámica la muerte aparece con frecuencia como un ente figurado creado por Dios y puesto bajo la custodia del ángel Azrael (cIzr'l )(8). Según el Kitb al-šaarat al-yaqn (pp. 13 texto árabe/43 traducción), la muerte se presenta como la separación del hombre de todo lo que le rodea en el mundo y, cuando desciende sobre alguien, se le manifiesta en su propia figura, expresándose en estos términos: "Yo soy la muerte la que te ha de sacar de este mundo. Dejarás a tus hijos huérfanos, a tu esposa viuda y tu fortuna pasará a tus herederos, a los que no amabas cuando estabas vivo. Si no presentas más que buenas acciones a tu favor, éstas serán una dicha para tí".
La creencia en la vida del más allá y el deseo de alcanzar el Paraíso prevalecen sobre el miedo y la angustia del hombre ante la muerte, sin embargo, en la soledad de la agonía sólo Dios puede ayudar a conservar la fe: Dios nos guarde a nosotros y a vosotros y nos preserve de perder la fe del corazón en el momento de la muerte, dice Ab anfa (m. 150 ó 151/767) (9).
La tradición recoge numerosas descripciones e imágenes de gran fuerza y plasticidad sobre los distintos trances por los que debe pasar el difunto, desde la llegada de la muerte hasta alcanzar su destino definifivo, pasando por la salida del alma de su cuerpo, la experiencia de la tumba, la resurrección y el Juicio Final (10). Asimismo el Paraíso (anna) y el Infierno ( ahannam) son objeto de una rica y detallada descripción que sobrepasa todo lo imaginable(11).

2. La muerte en el ihd
Combatir en la guerra santa es una de las acciones más puras y sublimes que un musulmán puede realizar, pues se trata del "esfuerzo (esto significa ihd) en el camino de Dios (f sabl Allh)"(12) por la expansión y defensa del Islam, esfuerzo que obliga individual y colectivamente (13).
El ihd se rige por normas jurídico-religiosas que regulan su doble faceta espiritual y material, interna y externa, y que de no cumplirse, se vería anulado su auténtico sentido en el que la sinceridad de la intención (niyya) del individuo constituye la clave.
El Corán incita en numerosas ocasiones a luchar contra los enemigos de la religión, prometiendo a los combatientes el Paraíso(14). Quien combate por Dios con intención sincera, tanto si muere en la lucha como si sale vivo de ella, tiene asegurada la recompensa en la otra vida: <<¡Que quienes cambian la vida de acá por la otra combatan por Dios. A quien, combatiendo por Dios, sea muerto o salga victorioso, le daremos una magnífica recompensa!>> (Corán, IV,74). Asimismo los tratados de ihd(15), basados en el Corán y en los hadices(16), insisten en este punto.
El ihd es uno de los actos más relacionados con la escatología ya que pone al hombre en contacto directo con la muerte. El combatiente puede resultar ileso, herido o muerto, pero en los tres casos se habrá enfrentado a la muerte y, seguro de alcanzar la recompensa eterna, habrá tenido que vencer el miedo ( jawf ) a perder la vida (ayt). Así pues, la secuencia miedo, muerte "vivificadora" y vida del más allá, es fundamental en la escatología de la guerra santa.

a) El miedo
El combate es siempre preludio o posibilidad de muerte y, por tanto, generador de miedo, sin embargo apenas hay referencias al temor físico al dolor y a dejar de existir. El Corán sólo indica que no hay que temer al más allá. En la Tufa de Ibn Hudayl (pp. 46 ár./222-223 tr.; 52 ár./237-238 tr.; 55-57 ár./244-250 tr.) se insiste en lo mismo y se pide valentía, una de las fuentes de las virtudes humanas. Y es que el miedo, inherente al ser humano, si no ocasiona la pérdida del discenimiento se transforma en valentía. Así lo entendió Hišm b. c Abd al-Malik cuando preguntó a su hermano Maslama b. c Abd al-Malik: "Ab Sacd, has sentido miedo ante un combate o un enemigo?". Le respondió: "Yo no estoy libre del temor que pone en guardia contra un ardid, pero el miedo jamás me ha afectado hasta el punto de privarme del discernimiento". Entonces dijo: "¡Tienes razón, por Dios! Eso es la valentía" (17). Sin embargo, la valentía nunca debe ser interpretada como un acto temerario ni mucho menos suicida. Por el contrario, el combatiente ha de saber administrar sus fuerzas, renunciar a su propia iniciativa y siempre obedecer a sus superiores.
En la Qudwa (pp. 235-237) sin embargo, hay algunas referencias sobre el miedo al sufrimiento ocasionado por la muerte. Unas aluden al temor físico -comparando el sufrimiento de la muerte con el que produce un pinchazo o asegurándo la ausencia de dolor- y, otras, al espiritual, prometiendo al combatiente que, tras una muerte "tranquila como el agua en un día de verano", no sentirá temor alguno cuando suene la trompeta del día del Juicio.
Así, con el miedo vencido, el musulmán sincero se enfrenta al combate con seguridad, decisión y valentía, repercutiendo su acción en el doble plano material y espiritual del ihd: la victoria sobre el enemigo y la consecución del Paraíso.

b) La muerte "vivificadora"
Desde este planteamiento, la posibilidad asumida de morir se transforma en la meta deseada. Quien muere en el ihd cumpliendo todos los requisitos exigidos es un mártir ( šahd ) del Islam y, por ello, tiene asegurada la entrada directa en el Paraíso y el más alto rango entre los bienaventurados.
El combatiente se enfrenta a una muerte "vivificadora" que le anima y estimula a luchar y a morir, a "ser matado y después resucitar, ser matado y después resucitar, ser matado... ", según consta en un hadiz(18). Asimismo el deseo de morir y de cambiar "esta" vida por la "otra" aparece con frecuencia en los tratados de guerra santa con frases como: "Se acaba para vosotros el mundo (dunya) y sus penas, estareis junto al Señor, el Generoso (19)" o "Busca ardientemente la muerte, se te dará la vida(20) ".
El mártir halla en la muerte la verdadera vida. <<¡No digais de quienes han caído en el camino de Dios que han muerto! No, sino que viven>> ( Corán II,154) dice una de las muchas citas coránicas acerca de esta cuestión.
Quienes mueren en el ihd, además de recibir un trato y destino privilegiados en el más allá, siempre serán considerados "vivos" y nunca "difuntos". Según una tradición recogida por Ab l-asan al-Ašcar (21), el Profeta manifiestó que "Dios concedió a los mártires cinco prerrogativas que no otorgó a nadie ni siquiera a mí. La primera es que mientras que las almas de todos los profetas y la mía también las tomará el ángel de la muerte, las de los mártires las tomará el mismo Dios. Segunda, que todos los profetas, incluido yo, serán lavados después de su muerte, pero los mártires no lo serán. Tercera, que todos los profetas, incluido yo, serán amortajados, en tanto los mártires no lo serán. Cuarta, que a todos los profetas, incluido yo, se les llamará muertos y así se dirá que Mahoma -Dios lo bendiga y lo salve- ha muerto, mientra que a los mártires no se les llamará muertos sino vivos. Y quinta, que los profetas, incluido yo, serán intercesores el día de la Resurrección, en tanto que los mártires intercederán todos los días hasta el día de la Resurrección ".

c) La vida
El mártir, al igual que todo musulmán sincero, tiene asegurada la recompensa eterna en la otra vida. Su destino es el Paraíso cuya descripción, perfilada en el Corán(22), ha sido desarrollada con profusión y gran riqueza de detalles en otros textos de carácter religioso de los que el Kitb al-Firdaws y el Kitb Šaarat al-yaqn son un buen ejemplo. Sin embargo, como ha quedado expuesto anteriormente, su superior categoría lo sitúa en un destacado plano de privilegio sobre los demás tanto en el momento de la muerte y en los posteriores trances como en su propia ubicación en el Paraíso.
Tras una muerte sin miedo ni dolor, los musulmanes caídos en el combate saldrán de sus sepulcros, serán saludados por los ángeles y no experimentarán prueba alguna. Después, cada uno de ellos debajo de su propia bandera, es decir, la bandera de los mártires (liw' al-šuhad'), accederá al Paraíso por la primera de sus ocho puertas de oro con incrustaciones de perlas, pues ésta es la que está reservada a los profetas, a los enviados, a los mártires y a los santos (23).
De los deleites del Paraíso gozarán los mártires al igual que el resto de los bienaventurados. Entre sus maravillosos árboles, jardines, moradas, ríos, bebidas, alimentos, animales y habitantes vivirán y experimentarán un dicha sin fin que se verá acentuada por el privilegio de estar reservados algunos de sus placeres sólo a los de su rango. Por ejemplo, los caídos en el ihd forman parte del restringido grupo al que le está permitida la entrada en uno de los palacios: "En el Paraíso hay un castillo en el que hay setenta mil mansiones, en cada mansión setenta mil habitaciones donde no hay [nada] roto ni estropeado ni enmendado, que se alza sobre la rama del jacinto, [y sólo] entrará en él el [que haya sido] profeta, el sincero, el mártir, el imán justo y el juez de sí mismo"(24) .
Entre todos los gozos que el mártir experimentará destaca su relación con las huríes de negras pupilas (al-r al-cn)(25) . Según un hadiz(26), ya desde la línea de combate estas criaturas sin par harán acto de presencia, "se engalanarán con seda verde y se ceñirán el cinturón amarillo de perlas (durr) y mostrarán sus senos y su busto y luego montarán uno de los caballos del Paraíso con las patas de jacinto y vendrán a ponerse detrás de vosotros y cuando padezcais, ellas padecerán con vosotros y cuando uno de vosotros seais derribado, ellas acudirán a enjugar la sangre y el rostro y dirán: Hoy se acaba para vosotros el mundo (dunya) y sus penas, estareis junto al Señor, el Generoso(27), y bebereis vino sellado (raq majtm) y escogereis a vuestras esposas de entre las huríes de negras pupilas".
En medio de esta vida eternamente perfecta y placentera, los mártires en el ihd ocuparán el más alto grado(28) del Paraíso, y aún allí se distinguirán tres tipos entre ellos, según la pureza de sus intenciones(29): a) el que salió a engrosar las filas del Islam sin ánimo de matar ni de ser matado; b) el que luchó con la intención de matar y de no morir; c) El que se entregó por completo con la intención de matar y de ser matado. Y el más meritorio de todos los mártires, el que "mata y es matado", deseará paradógicamente lo que ningún otro bienaventurado: volver al mundo y "ser matado diez veces a causa de los prodigios que ha visto"(30).
En el más elevado de los grados celestes los mártires experimentarán la más completa de las dichas, la visión beatífica, mencionada en el Corán LXXV, 22-23 (<> ) y desarrollada y enriquecida en la tradición religiosa. Sentados en los sillones asignados a los que ostentan el rango de mártires y sinceros, junto a los profetas y enviados colocados en mímbares y a los de inferior categoría acomodados en cojines, se verán trasfigurados sus rostros por la más excelsa de las teofanías. El Todopoderosos les manifestará su satisfacción y les dirá entre otras muchas cosas: "Me place que contempléis Mi faz y que visiteis Mi morada"(31), y como asegura un hadiz, "mientras contemplarán la faz de Dios, Altísimo, Generoso, Magno, Excelso y Dios contemplará sus rostros. Entonces se acercará una nube hasta cubrirlos, dejando caer sobre ellos el placer, la gracia y la delicia a los que no conoce sino Dios. Por eso les dará más luz, belleza y hermosura [estando] la gracia de Dios con ellos"(32).

Conclusiones
La guerra santa (ihd), para algunos el sexto pilar de Islam, está determinada por dos factores independientes y distintos entre sí que han de manteterse armoniosamente unidos. Por una parte, cuenta su faceta material encaminada a hacer lo más rentable posible la acción del combatiente en pro de la victoria sobre el enemigo, y por otra, la espiritual, la que debe regir con sinceridad los actos en el interior del combatiente. Ambas facetas, estrechamente unidas, confundidas en una sola, constituyen la base de la escatología del ihd.
Todo lo expuesto se ha centrado únicamente en la repercusión escatológica de la guerra santa, pues sus perceptibles consecuencias terrenales (incitación a la lucha, valentía, disciplina, victoria, etc.), sometida a estrictas normas legales, quedan fuera del propósito de este trabajo.
Respecto a la dimensión escatológica del ihd se desprenden las siguientes conclusiones:
- La acción de los comatientes en el ihd es la más relacionada con la escatología porque pone al hombre en contacto directo con la muerte.
- El miedo a la muerte y a la otra vida se transforma para los combatientes en una sublime y deseada secuencia: valor, muerte "vivificadora" y vida perdurable en el Paraíso.
- De entre todos los combatientes, el que muere cumpliendo todos los requisitos exigidos es un mártir ( šahd) del Islam y, por eso, tiene asegurada la entrada directa en el Paraíso.- Los mártires, con un trato y ubicación de privilegio entre los bienaventurados, experimentarán el gozo sobrenatural de la contemplación de Dios. 
Bibliografía
 
- Ab l-asan al-Ašcar, Kitb šaarat al-yaqn. Tratado de escatología musulmana , traducción y edición por C. Castillo Castillo. Instituto Hispano-árabe de Cultura, Madrid 1987.
-Arcas Campoy, María, "La escatología de la guerra santa", Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, XXIX (1993), pp. 167-175.
- Arcas Campoy, María, "Teoría jurídica de la guerra santa: El Kitb Qidwat al-Gz de Ibn Ab Zamann", Al-Andalus MAgREB, 1 (1993), pp. 51-65.
- Castillo Castillo, Concepción, "Las 'huríes' en la tradición musulmana", Miscelánea de Estudios Árabes e Islámicos XXXIV-XXXV (1985-1986), pp. 7-18.
El Corán, edición preparada por J. Cortés, reimpresión de la 1ª edición, Madrid 1980.
El Sagrado Corán. Texto en árabe y traducción al español, publicado por la comunidad Amadiyya. Islam International Publications LTD, 1988.
E.I.2 = Encyclopédie de l'Islam, Nouvelle Édition, Leyde-Paris 1960- (en curso).
- Fierro, Mª Isabel, "La descripción del paraíso de cAbd al-Malik b. abb", Sharq al-Andalus , 7 (1990), comentario a la edición árabe de Beirut, 1407/1987, pp. 243-244.
- Ibn Ab Zamann, Kitb Qudwat al-gz , edición anotada y estudio por cA. Sulaymn. Beirut, 1989.
- Ibn Ab Zamann, Das "Qidwat al-gz". Ein beitrag zur Geschichte der gihd literatur, Bonn, 1970, edición facsímil y traducción al alemán por R. Wechel. Bonn, 1970.
- Ibn abb, Kitb waf al-Firdaws (La descripción del Paraíso). Introducción, traducción y estudio por J.P. Monferrer Sala. Granada 1997.
- Ibn Hudayl, Tufat al-anfus wa-šicr sukkn al-Andalus. "L'Ornement des âmes et la devise des habitants d'el-Andalous", edición y traducción por Louis Mercier, Paris 1936 (texto árabe) y 1939 (traducción al francés).
- Monferrer, Juan Pedro, "El Kitb waf al-Firdaws de Ibn abb: exégesis y fuentes", al-Masq , 10 (1998), pp. 83-94.
- An-Nawâwî, Los cuarenta hadiths, Edicomunicación S.A., Barcelona 1986.
 
 Notas
1. C. Castillo en K. Šaarat al-yaqn de Ab l-asan al-Aš car, p. 14, recoge esta cita de M. Asín Palacios, La escatología musulmana, p. 128; Véase también el comentario de J.P. Monferrer en Kitb waf al-Firdaws de Ibn abb, p. 38.
2. Las citas que aparecen en este trabajo se refieren a la edición de cA. Sulaymn.
3. Véase sobre la muerte en el Islam, E.I.2, VI, p. 902-903 [M. Abdesselem, Mawt].
4. E.I2, VI, p. 902: el ser humano se mueve por dos principios, uno pensante (nafs), que es el sentido del yo, consciente y permanente, y otro vital (r) insuflado por Dios. El segundo desaparece con la muerte.
5. Corán II,132; III,185; XXI,35; XXXIX,42; y LVI,83-96, entre otras citas.
6. El Sagrado Corán, publicación de la Amadiyya , pp. 25 y 1070, notas 50-53 y 2598.
7. Innumerables aleyas coránicas recogen esta promesa: XXXVIII,49-54; XLIV,54; LII,17-27; LV,46 y 78; LVI,11-40; LXXVIII,33, etc.
8. Ab l-asan al-Ašcar, Šaarat al-yaqn, pp. 14-17 texto árabe/43-44 traducción, describe al ángel de la Muerte.
9. Šaarat al-yaqn, pp. 20 texto árabe/46 traducción.
10. Šaarat al-yaqn, capítulos IV al XXXVI, pp. 14-73 texto árabe/43-81 traducción.
11. Šayarat al-yaqn, capítulos XXXVII al L, pp. 73-96 texto árabe/81-96 traducción, describe el Infierno y el Paraíso. Sobre la descripción del Paraíso, véase el citado Kitb waf al-firdaws, y el artículo sobre este tratado de J.P. Monferrer, "El Kitb Waf al-firdaws de Ibn abb: exégesis y fuentes", pp. 83-94, así como el comentario (a la edición árabe de Beirut, 1407/1987) de Mª.I. Fierro, "La descripción del paraíso de cAbd al-Malik b. abb", pp. 243-244.
12. M. Arcas Campoy, "La escatología de la guerra santa", p. 168: El primer y más auténtico sentido del ihd es el esfuerzo del individuo por dominar sus pasiones, la lucha de los corazones por el bien.
13. M. Arcas Campoy, "Teoría jurídica de la guerra santa", pp. 56-58, 63-65; y "La escatología de la guerra santa", pp. 167-168.
14. Corán, II,190-94, 216-218, 243-252; III,142; IV,71-80; VIII,39; IX,5-16; XVI,110; XL,4, entre otras citas.
15. Qudwa, dedica el capítulo I, pp. 139-150; y en Tufa aparece en varias ocasiones, pp. 106-8, 110-112, 114, 176.
16. Por ejemplo, el adt nº 29 de An-Nawâwî, Los cuarenta hadiths, pp. 76 árabe/77 traducción, coloca al ihd en la cima de la religión: "¿Quieres que te indique la parte principal de la religión, su columna y su cima última?". Sí Oh Enviado de Alá, le respondí (se trata de Mu cd b. abal). Dijo: "Su parte principal es la sumisión (a la voluntad divina), su columna es la oración ritual y su cima última es la guerra santa (ihd)".
17. Tufa, pp. 59 ár./252 tr. Se trata de Hišm I, el décimo califa omeya (106-125/724-743) y de su hermano Maslama.
18. Recogido en Qudwa, p. 148.
19. Aparece en Qudwa, pp. 238-239. Véase la traducción del hadiz completo en M. Arcas Campoy, "La escatología", p. 174.
20. Tufa, pp. 60 ár./254 tr.
21. Šaarat al-yaqn, pp. 46 ár./63-64 tr.
22. Las aleyas LII,17-28; XXXVIII,49-54; XLIV,54; LV,46-78; LVI,1-40; LXXVIII,33, entre otras, aluden al Paraíso.
23. Šaarat al-yaqn, capítulos XXVIII y XXIX, pp. 57-60 ár./71-74 tr., y sobre las puertas: capítulos XLVI y XLVII, pp. 88-91 ár./91-93 tr. El Kitb al-Firdaws, p. 53, indica el nombre de las ocho puertas, pero no menciona a los mártires.
24. Kitb al-Firdaws, p. 59, y en p. 58 aparece esta descripción en términos muy parecidos.
25. Sobre las huríes, véase Šaarat al-Yaqn, capítulo XLIX, pp. 93-94 ár./94-95 tr.; y el artículo de C. Castillo Castillo, "Las 'huríes' en la tradición musulmana", Miscelánea de Estudios Árabes e Islámicos XXXIV-XXXV (1985-1986), pp. 7-18; también K. al-Firdaws, pp. 118-122.
26. Recogido en Qudwa, pp. 238-239.
27. Un fragmento de este hadiz ha sido mencionado anteriormente en relación a la preferencia de la vida del más allá sobre la terrenal; véase nota 18.
28. K. waf al-Firdaws, pp. 63-66, dedica un capítulo a los grados que, como indica Ibn abb (pp. 63-64), "señalan los rangos y los méritos. Los grados del paraíso indican el mérito y el rango mediante los que Dios considera superiores a unos sobre otros en la medida que hayan acatado [Sus leyes] en este mundo".
29. Qudwa, pp. 240-241.
30. Tufa, pp. 7 ár/112-113 tr.
31. Kitb waf al-Firdaws, pp. 123-129 dedica un capítulo a la contemplación de Dios. En p. 128, indica la ubicación de los mártires y recoge un hadiz al que pertenece esta frase. Corán , ed. J. Cortés, p. 710, en nota a la aleya 23 señala que la doctrina de la visión beatífica se basa en dicha aleya.
32. K. waf al-Firdaws, p. 129.

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