Las entrañas del Mosad
Sal Emergui | Tel Aviv
Actualizado martes 23/02/2010 13:17 horasDisminuye el tamaño del textoAumenta el tamaño del textoComentarios 38 El Mosad ha vuelto. Sus agentes resucitan la era en la que sembraban admiración, repulsa y miedo con arriesgadas operaciones que nunca ocurrieron. Un botón de muestra.
Hace dos años, el jefe militar del grupo chií Hizbulá, Imad Mughniya, volaba por los aires en Damasco. En el funeral, su madre se lamentó de que no tenía fotos de su hijo. Dos días después, recibió un sobre con fotos actuales de Mughniya. El paquete estaba sellado en la ciudad israelí de Haifa.
Aunque numerosos países le incluían en la lista de «terroristas más buscados» y EEUU le consideraba el responsable del asesinato de centenares de los suyos en Beirut, Hizbulá acusó al largo brazo del servicio secreto de Israel. Mientras la CIA ofrecía cinco millones de dólares por su cabeza, el Mosad iba a por ella. Gratis. Consiguió infiltrarse en la cúpula de Hizbulá y penetrar en territorio enemigo (Siria) para colocar una carga detonante en el reposacabezas del jeep que había alquilado el hombre más enigmático y buscado.
«De acuerdo a lo que se le atribuye, el Mosad debe de ser hoy el único servicio secreto del mundo en el que la liquidación de terroristas es parte de su ADN», opina el experto Yossi Melman.
EEUU, Egipto, Jordania y la Autoridad Palestina tenían fichado al cabecilla del grupo islamista Hamas, Mahmud Mabhuh, por su labor en el contrabando de armas de Irán a Gaza. Mientras nadie pensaba en detenerle y, mucho menos, asesinarle, agentes israelíes se entrenaban en un hotel de Tel Aviv. Semanas después lo pusieron en práctica en un hotel de Dubai.
El Mosad es un organismo pequeño y tecnológicamente muy adelantado. Más allá de los que trabajan en la sede de Glilot, al norte de Tel Aviv, el Instituto tiene tres grandes ramas: Sayanim, que ofrecen ayudas y soplos en todo el mundo. Katsas o espías enviados para todo tipo de trabajos que reciben información de los Sayanim. Y la unidad de élite, Kidon (bayoneta, en hebreo), encargados «de rematar» meses o años de preparación y seguimiento.
El Mosad dentro del Mosad
Kidon es «el Mosad dentro del Mosad». Son varias decenas aisladas que se especializan en pasar desapercibidas en territorio hostil para recabar información y apretar el gatillo, destrozar cuellos o inyectar el letal veneno. Muy pocos saben lo que hacen y menos aún quiénes son. Llegar a Kidon requiere un extenuante curso y sólo los más fuertes (física y mentalmente) son elegidos. Sus esposas o maridos nunca lo sabrán.
En conversación con EL MUNDO, un miembro de los servicios secretos, explica: «La palabra Mosad despierta curiosidad pero es menos de lo que se escribe. Veo mi trabajo como un servicio al país. Nos debemos proteger, ya que vivimos rodeados de muchos enemigos que sólo sueñan con ver a Israel fuera del mapa. Los terroristas se ríen cuando en Europa hablan de órdenes de detención».
Para unos, ejecuta terrorismo de Estado. Para otros, evita actos terroristas. Países que no tienen relaciones con Israel solicitan la ayuda del Mosad. Pocos organismos provocan tantas invenciones y teorías de conspiración.
Un diario británico informó de que «tras matar a Mabhuh, los agentes colocaron el cartel de no molestar en su habitación al igual que hicieron en Malta con el líder de Yihad Islámica, Fatji Shikaki». Pero éste fue abatido por un francotirador en motocicleta.
Incluso acusaron a Monica Lewinsky de trabajar para el Mosad. Pero no era una agente sino una becaria que se enamoró del hombre equivocado. Quien sí trabajó en el Mosad fue la jefa de la oposición y ex ministra de Exteriores, Tzipi Livni. Durante 12 meses ejerció de espía en París pero su prometedora carrera se truncó por algo que ni el Mosad pudo separar: su deseo de casarse con un hombre que nunca sabrá lo que hizo la rubia Tzipi en la sombra de la Ciudad de las Luces.
"Israel confía en vosotros. Suerte"
El Mosad se cocinó en una reunión secreta celebrada el 7 de junio de 1948 en el despacho de David Ben Gurion, poco después de proclamar el Estado de Israel. «Sin información precisa sobre nuestros enemigos seremos destruidos», advirtió.
62 años después, el primer ministro Benjamin Netanyahu aprueba la operación para ejecutar a Mahmud al Mabhuh en Dubai. A los agentes les dice: «Israel confía en vosotros. Suerte».
Unas palabras más educadas que las de Golda Meir, tras la matanza de 11 atletas israelíes por un comando palestino en Múnich '72. La operación 'Za'am Hael' mató a todos sus responsables.
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